José Martí, profeta del ALCA - Cartillas sobre el ALCA 2
"Cuando un pueblo es invitado a unión por otro, podrá hacerlo con prisa el estadista
ignorante y deslumbrado (...) podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y
glorificarlo con palabras serviles."
José Martí Conferencia Internacional Americana
¿Por qué tanto interés de Estados Unidos por integrar a todo el continente en un solo
mercado? ¿Se trata de un interés surgido, así... de pronto o tiene historia?
Tiene historia.
Larga historia que se cuenta en episodios de intervención directa, de presiones políticas o
económicas, de tesis americanistas y finalmente de programas de integración de mercados.
Un momento de esa larga historia, nos la cuenta José Martí, en una crónica de mayo de 1891
aparecida en Nueva York en la Revista Ilustrada.
A pesar del tiempo transcurrido, algo más de un siglo, allí está la respuesta a nuestras dos
preguntas iniciales en torno al ALCA.
Las razones ocultas de una moneda única .
Martí recuerda los intentos norteamericanos de 1888, 1890 y 1891 por impulsar la vigencia de
una sola moneda en todo el continente, forzosa en todas las transacciones comerciales. No era
el dólar sino un signo monetario en plata. Un proyecto calificado de fascinador que en
1891 Estados Unidos quiso que se extendiese a todo el mundo occidental.
¿ Eran desinteresadas estas propuestas?.José Martí responde:
"A todo convite entre pueblos hay que buscarle las razones ocultas. Ningún pueblo hace nada
contra su interés; de lo que se deduce que lo que un pueblo hace es lo que está en su interés.
Si dos naciones no tienen intereses comunes, no pueden juntarse. Si se juntan, chocan. Los
pueblos menores, que están aún en los vuelcos de la gestación, no pueden unirse sin peligro
con los que buscan un remedio al exceso de productos de una población compacta y agresiva,
y un desagüe a sus turbas inquietas, en la unión con los pueblos menores".
"Cuando un pueblo es invitado a unión por otro, podrá hacerlo con prisa el estadista
ignorante y deslumbrado (...) podrá recibirlo como una merced el político venal o demente, y
glorificarlo con palabras serviles".
¿Pero qué hará, según el escritor y liberador de Cuba, aquel "que siente en su corazón la
angustia de la patria, el que vigila y prevé?"..
- "Ha de inquirir y ha de decir qué elementos componen el carácter del pueblo que convida y
el del convidado, y si están predispuestos a la obra común por antecedentes y hábitos
comunes, y si es probable o no que los elementos temibles del pueblo invitante se desarrollen
en la unión que pretende, con peligro del invitado."
- "Ha de inquirir cuáles son las fuerzas políticas del país que le convida, y los intereses de sus
partidos, y los intereses de sus hombres, en el momento de la invitación". Porque "prever es
la cualidad esencial, en la constitución y gobierno de los pueblos. Gobernar no es más que
prever. Antes de unirse a un pueblo, se ha de ver qué daños, o qué beneficios, pueden venir
naturalmente de los elementos que lo componen". Y "el que resuelva sin investigar, o desee la
unión sin conocer, o la recomiende por mera frase y deslumbramiento, o la defienda por la
poquedad del alma aldeana, hará mal a América".
El mercado, un caballo desbocado
Para resumir las consecuencias de una apertura ciega, Martí usa una imagen deslumbrante:
"Si a un caballo hambriento se le abre la llanura, la llanura pastosa y fragante, el caballo se
echará sobre el pasto, y se hundirá en el pasto hasta la cruz, y morderá furioso a quien le
estorbe". "En la vida común, las ideas y los hábitos han de ser comunes", dice José Martí.
"Y si hay países que quieren hacer vida común a través de sus fronteras, no basta que el
objeto de la vida sea igual en los que han de vivir juntos, sino que lo ha de ser la manera de
vivir".
¿Cómo mira Martí a ese país que invita a la unión?
"Ni el que sabe y ve puede decir honradamente, -porque eso sólo lo dicequien no sabe y no
ve, o no quiere por su provecho ver ni saber, -que en los Estados Unidos prepondere hoy,
siquiera, aquel elemento más humano y viril, aunque siempre egoísta y conquistador, de los
colonos rebeldes, ya segundones de la nobleza, ya burguesía puritana; sino que este factor,
que consumió la raza nativa, fomentó y vivió de la esclavitud de otra raza y redujo o robó los
países vecinos, se ha acendrado, en vez de suavizarse.(...)
Creen en la necesidad, en el derecho bárbaro, como único derecho: "esto será nuestro, porque
lo necesitamos". Creen en la superioridad incontrastable de "la raza anglosajona contra la
raza latina".
Creen en la bajeza de la raza negra, que esclavizaron ayer y vejan hoy, y de la india, que
exterminan. Creen que los pueblos de Hispanoamérica están formados, principalmente, de
indios y de negros. Mientras no sepan más de Hispanoamérica los Estados Unidos y la
respeten más, -como con la explicación incesante, urgente, múltiple, sagaz, de nuestros
elementos y recursos, podrían llegar a respetarla, - ¿pueden los Estados Unidos convidar a
Hispanoamérica a una unión sincera y útil para Hispanoamérica? ¿Conviene a
Hispanoamérica la unión política y económica con los Estados Unidos?"
La economía es hermana de la política
Para el líder cubano de fines del siglo XIX, unión económica implica unión política, la
imposición económica sólo es posible con imposición política. A momentos parecería que
Martí estuviera vislumbrando el Plan Colombia..."El pueblo que compra, manda. El pueblo
que vende, sirve. Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad. El pueblo que
quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de uno. El influjo
excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político. Cuando un pueblo
fuerte da de comer a otro, se hace servir de él. Cuando un pueblo fuerte quiere dar batalla a
otro, compele a la alianza y al servicio a los que necesitan de él. Lo primero que hace un
pueblo para llegar a dominar a otro, es separarlo de los demás pueblos". "El pueblo que
quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente
fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos.
(...)
El caso geográfico de vivir juntos en América no obliga, sino en la mente de algún candidato
o algún bachiller, a unión política. El comercio va por las vertientes de tierra y agua y detrás
de quien tiene algo que cambiar por él, sea monarquía o república. La unión, Ni en los
arreglos de la moneda, que es el instrumento del comercio, puede un pueblo sano prescindir -
por acatamiento a un país que no le ayudó nunca, o lo ayuda por emulación y miedo de otro,-
de las naciones que le anticipan el caudal necesario para sus empresas, que le obligan el
cariño con su fe, que lo esperan en las crisis y le dan modo para salir de ellas, que lo tratan a
la par, sin desdén arrogante, y le compran sus frutos. Por el universo todo debiera ser una sola
moneda. Será una. Todo lo primitivo, como la diferencia de monedas, desaparecerá, cuando
ya no haya pueblos primitivos. Se ha de poblar la tierra, para que impere, en el comercio
como en la política, la paz igual y culta".
La impaciencia del falso progreso.
Quienes, hacia fines del siglo XIX, impulsaban esa unidad monetaria "debieron estudiar las
propuestas por sus antecedentes políticos y locales, -la plétora fabril traída por el
proteccionismo desordenado, la necesidad del Partido Republicano de halagar a sus
mantenedores proteccionistas, - la ligereza con que imperial, podía lisonjear a la vez, como
bandera de candidato, el interés de los productores ansiosos de vender y la conquista latente y
poco menos que madura en la sangre nacional".
Martí confiaba en que, si a los países de América latina les quedaban ojos, miraran "el peligro
de abrirse, por concepto de cortesía o por impaciencia de falso progreso, a una política que los
atrae, por el abalorio de la palabra y los hilos de la intriga, a una unión fraguada por los que
la proponen con un concepto distinto del de los que la aceptan".
Pero curiosamente, diputados del propio parlamento norteamericano advertían el peligro de
"una moneda única de plata que fuera un reto y una declaración de guerra a Europa". Así lo
señala Martí en este artículo de revista:.
"¡ Los Estados Unidos marcaban a la América complaciente el peligro que hubiera corrido en
acceder con demasiada prisa a las sugestiones de los Estados Unidos! .
Si la idea había surgido de un sector político de Estados Unidos, encontró oposición en otro
sector. Con lo que se evidenció que ese país no impulsa políticas que no respondan a sus
intereses previamente acordados." Naturalmente que entonces, como ahora, los argumentos
políticos de Washington no son necesariamente los reales. Y según Martí, "no habían dicho
los Estados Unidos que el obstáculo para la creación de la moneda internacional fuese la
resistencia (interior) de la Cámara de Representantes a votar la acuñación libre de la plata,
sino la resistencia del mundo vasto del otro lado de la mar a aceptar la moneda de plata en
relación fija e igual con la moneda de oro (europea)".
Finalmente, Martí concluye el relato de estos sinsabores de nuestra América recordando que,
en esa ocasión -como ahora con el ALCA- "se corrió gran riesgo de hacer lo que no se debía:
de dejar en pie al capricho de una política ajena, desesperada y sin escrúpulos (...)"
José Martí parece estar hablándonos de los enjuagues políticos de nuestros días:
"La cordura no está en confirmar la fama de débil, sino en aprovechar la ocasión de mostrarse
enérgico sin peligro. Y en esto de peligro, lo menos peligroso, cuando se elige la hora
propicia y se la usa con mesura, es ser enérgico".
Martí nos deja una lección inolvidable
"Sobre serpientes, ¿quién levanta pueblos? Si el afán de progreso en las repúblicas aún no
cuajadas lleva a sus hijos, por singular desvío de la razón, o levadura enconada de
servidumbre, a confiar más en la virtud del progreso en los pueblos donde no nacieron, que en
el pueblo en que han nacido; si el ansia de ver crecer el país nativo los lleva a la ceguedad de
apetecer modos y cosas que son afuera producto de factores extraños u hostiles al país, que ha
de crecer conforme a sus factores y por métodos que resulten de ellos; si la cautela natural de
los pueblos clavados en las cercanías de Norteamérica no creía aconsejable lo que, más que a
los demás, por esa misma cercanía, les interesa; si la prudencia local y respetable, o el temor,
o la obligación privada, que la que se ha de tener en los asuntos de independencia y creación
hispanoamericana, en la Comisión Monetaria no se vio, porque acordó levantar de lleno sus
sesiones".
Y así el ALCA misma, como propuesta global y jurídica, podría perderse en los pasillos del
interés de Washington, lo cual no significa que los Estados Unidos no seguirán empeñados en
hacer realidad sus objetivos: la liberalización de los servicios, una estructura legal para
incentivar las inversiones estadounidenses, abrir las contrataciones públicas, reducir la
soberanía en la utilización de tarifas arancelarias, eliminar totalmente los subsidios a la
agricultura en los países del sur del Río Grande, introducir un sistema de propiedad intelectual
que esté por sobre los derechos y las tradiciones de los pueblos indígenas, aplicación
irrestricta de los acuerdos de la OMC, renuncia estatal al control de empresas públicas y la
resolución de las disputas en tribunales internacionales de arbitraje cobijados por el Banco
Mundial.
José Martí (1853- 1895)
Nació en el seno de una modesta familia española en la Habana, el 28 de enero de 1853,
donde recibió su ducación primaria. Fue discípulo de Mendive y de Luz y Caballero. Sus
ideas revolucionarias lo condujeron a prisión a la edad de dieciséis. Debía purgar una pena de
6 años, sin embargo, por el deterioro de su salud se le concedió el indulto y fue exiliado a la
isla de Pinos. Deportado a España en 1871, publicó "El presidio político en Cuba", el
primero de muchos folletos que abogaban por la independencia cubana de España, y "La
República Española ante la Revolución Cubana". Terminó su educación en la Universidad de
Zaragoza, donde en 1874 se licenció en Derecho y en Filosofía y Letras. Posteriormente,
vivió su destierro en Francia; en 1875 se trasladó a México donde contrajo matrimonio con
Carmen Zayas Bazón; y en 1877 fue a Guatemala, donde enseñó por un tiempo en la
Universidad Nacional. Volvió a Cuba en 1878 pero fue desterrado nuevamente en 1879 por
sus continuas actividades revolucionarias. Se trasladó a EEUU, estableciendo su residencia
en Nueva York, donde vivió entre 1881 y 1895. Allí ejerció el periodismo y en 1892 fundó el
Partido Revolucionario Cubano, del que fue elegido delegado para la organización de la lucha
independentista. En ese mismo año, creó su diario, "Patria".
Como escritor, Martí fue un precursor del modernismo iberoamericano. Sus obras incluyen
numerosos poemas como "Ismaelillo" (1882), "Versos sencillos" (1891) y "Versos libres"
(1892); la novela "Amistad funesta" (1885) y varios ensayos. En 1895, en la isla de Santo
Domingo, redactó el Manifiesto de Montecristi, en el que predicó la guerra sin odio, y que
firmó con Máximo General Gómez y Báez, el héroe de la independencia cubana. Con él
desembarcó en Playitas, al Este de Cuba, donde murió un mes más tarde, el 19 de mayo de
1895, durante una escaramuza con tropas españolas en Dos Ríos.
Por haber muerto en la batalla, se transformó en mártir y símbolo de las aspiraciones
independentistas cubanas.