Cambio climático y TLC
Ciertamente es increíble que en los estertores del capitalismo salvaje mundial, la oligarquía costarricense apele a un Tratado que es el reciclado de los fetiches neoliberales y neocapitalistas que recientemente llevaron a pueblos vecinos a la confrontación armada y en una centuria a un planeta pletórico de vida a los bordes de su extinción. El cataclismo ecológico que plantea el cambio climático es un asunto de primer orden tanto como para que fuere incluido y explícitamente en el referido tratado, pues toda actividad productiva y de comercio debería contemplar el evidente peligro.
Veamos algo de la realidad actual, no importa cuán bastos y ricos sean los nuevos mercados que puedan surgir sobre grandes masas de empobrecidos como en Asia, resulta que cada mes desaparece, se extingue en la biosfera una de las especies de animales de crianza (FAO; AFP, Ginebra, 4-IX-07). Si tomamos en cuenta que el 70% de éstas viven y nutren la población en los países en desarrollo, podemos vislumbrar un triste y dramático proceso de extinción-empobrecimiento multidimensional que los científicos llaman \"ecocidio\", es decir una autoagresión a las bases o raíces de la naturaleza que sostienen la humanidad. La oligarquía mundial opulenta, ignorante, ciega y frenética en su delirio de posesión y sometimiento cercena la simiente de su naturaleza orgánica y de toda forma de vida en el planeta.
Que la oligarquía \"opte\" -como si hubiera hotel, marina, bunker, hacienda, o confín para dónde agarrar y sustraerse del evento- por el comercio libertino, la competitividad al infinito, el egoísmo y acumulación desagregante (entrópico), victimización del débil o la ley del más fuerte, y otros paradigmas o conceptos en un tratado asimétrico sin corazón ni alma, alejan o proscriben la solidaridad imprescindible para salvar éste mundo del cataclismo climático mencionado. Genocidios, hambrunas, enfermedades, sequías, desertificación, erosión, tormentas, deshielos, extinciones masivas y demás fenómenos de origen no natural (sino sociohistórico) sólo confirman el derrotero ecocida impuesto, y exhiben la desvergonzada e inveterada doctrina de la explotación irreflexiva de toda la naturaleza.
La problemática ambiental deviene entonces universal en el sentido de que toda la humanidad sin excepciones y convencida -no vencida- debe ser involucrada, y toda -toda- actividad humana debe ser replanteada en función de tal realidad. Pero el referido tratado que por su amplitud debiera advertir o contemplar el peligro, lo deja de lado sin siquiera mencionarlo … .
En gran medida por una prensa mediocrizada, lo verdadero y justo se ven ahogados en el miedo y la extorsión impuestos por traidores al proyecto humano solidario que exigen estos tiempos.
El futuro no está en reciclar los viejos fetiches del neoliberalismo o neocapitalismo para prolongar por algún tiempo más un status que sólo favorece minorías decadentes, está en la aproximación solidaria que sólo un pueblo soberano y consciente puede realizar en el pleno ejercicio de sus capacidades.
- Andrés Román Sáenz es biólogo.