Costa Rica: Bueno y lo malo del TLC

2007-08-21 00:00:00

Esto del TLC, a mi modesto entender, tiene algo de bueno para nuestra sociedad costarricense, lo cual puedo resumir en dos grandes puntos de vista, a saber:

1. Que todo este debate ha tenido la virtud de sacar a la luz lo mejor y lo peor de las personas que componemos esta comunidad: trabajadores, campesinos, empresarios, intelectuales, pensadores, científicos, políticos, sindicalistas, estudiantes, universitarios, etc.

2. Que trascendiendo barreras ideológicas, religiosas, políticas, sociales y culturales, todos los costarricenses que somos verdaderos amantes de nuestra patria y de nuestra soberanía, nos hemos unidos en una sola voz y con un único sentimiento en contra del TLC, diciéndole un rotundo NO.

Pensemos brevemente, a manera de análisis, en las dos premisas que anteriormente he mencionado, y si a usted, amable lector le parece, por favor corra la voz; pues aunque, quizá, no es nada nuevo para usted, y ya esas ideas hayan pasado por su cabeza y la de muchos compañeros, no está de más hacerlas resaltar.

En cuanto al punto uno de este artículo, quiero referirme especialmente a los políticos, como es el caso del Presidente Ocar Arias Sánchez y su séquito (entre los que figuran no sólo políticos sino también un connotado científico costarricense norteamericano, convertido ahora en empresario; investigadores y personalidades de la medicina, entre los que figura una ministra que ha dado muestras de gran confusión al hora de \"jugar\" con los \"términos técnicos\" que comprometen seriamente la salud del país y la ética en los asuntos médicos; un deportista, también empresario, que da muestras de una gran ignorancia en asuntos sociales del país, en contraste con su supuesta sapiencia en materia de fútbol).

Pues bien, resulta que esto del TLC está teniendo un precio muy alto para el Presidente Arias, a nivel de imagen, aceptación y cariño del pueblo, pues esta coyuntura (llamada polarización) no hay lugar para las dos caras, se es o no se es (\"to be or no to be\" para don Franklin Chang), de manera que lo ha hecho aflorar en él (sin analizar los por qués) todo su espíritu empresarial deshumanizado, su arrogancia ante el clamor de una inmensa mayoría de la sociedad costarricense, entre la que figura desde los más humildes trabajadores, campesinos y amas de casa, hasta brillantes intelectuales y pensadores nuestros y empresarios honestos que no , precisamente, una \"turba\" como se refirió hace unos días el flamante Vice Presidente Casas, con ocasión de una magnífica protesta y desaprobación que recibió como digno representante del gobierno pro TLC.

En fin, hay una infinidad de manifestaciones y actitudes que han venido saliendo al flote en el pensar del presidente y sus seguidores inmediatos, cual si la expresión TLC fuera el \"ábrete sésamo\" que ha tenido la cualidad de destapar toda esa caja de sorpresas (o más bien de personajes malignos que esperaban que algo o alguien los cara a la luz), para lo cual el Premio Nobel de la Paz ni ningún otro galardón han tenido la suficiente fuerza para impedir que brotaran ansiosos de salir a escena.

Por otro lado, esto del TLC también nos ha permitido ver con gran regocijo y afecto, que miles y miles de costarricenses (ticos de verdad y a tiempo completo) que aman este país, lo defienden dignamente y aún tienen vigentes y dentro de su corazón la letra de nuestro Himno Nacional, \"cuando alguno pretenda tu gloria manchar, verás a tu pueblo valiente y viril la tosca herramienta en arma trocar\" (ojalá y baste con el arma del lapicero el día del votar por el NO).

Asimismo, tenemos políticos (Rodrigo Carazo, José Merino del Río, José Miguel Corrales y muchos otros), líderes religiosos ( Monseñor Trejos y otros), pensadores e intelectuales (Alvaro Montero Mejía, Eugenio Trejos, y otros), sindicalistas (Albino Vargas y otros), etc., que transcendiendo las creencias, diferencias ideológicas y políticas, etc. han creído más en Costa Rica y están concientes de que todos estamos en el mismo barco y que no podemos permitir que naufrague y que es una empresa de todos salvar nuestra economía, nuestra dignidad y nuestra soberanía.

Porque... esto no es una fiesta señores, esto es un asunto de supervivencia. Y no es la historia del TITANIC es la historia de COSTA RICA.

José A. Freer
Filósofo, Funcionario del Ministerio de Salud.