Brasil, el líder que no asume los costos de la integración
En la lista de las cuatro prioridades de la política exterior de Brasil, la integración latinoamericana ocupa el primer lugar. Luego están los acuerdos con China e India, retomar la presencia en Africa y conseguir una membresía en el club de los países desarrollados. Brasil busca un lugar en la globalización como representante del tercer mundo y desearía que los vecinos le apoyen.
En criterio de Luiz Augusto Estrella Faria, economista brasileño de la Fundación de Economía y Estadística y profesor de la Universidad Federal de Río Grande do Sul, Brasil tiene dificultades para llevar adelante la integración porque casi nunca se moviliza por intereses mediatos. Este país no asume el papel de la mayor economía de la región, no mira la integración más allá de sus intereses inmediatos y no está dispuesto a cargar con los costos de la integración.
Brasil podría contribuir más que los otros, pero sus burocracias no tienen la disposición de apoyar efectivamente a la integración. Esto es consecuencia de una cierta visión chouvinista y también del liberalismo económico que aún es dominante en el gobierno.
La política exterior de Brasil no depende solo de la Cancillería. Cuando Argentina suspendió el pago de la deuda, Brasil nunca le apoyó por presión del Ministerio de Hacienda y el Banco Central, que representan a los intereses de las oligarquías financieras.
La capitulación de Lula al mantener la política del gobierno anterior es un prejuicio que no permite alcanzar una visión de más largo plazo. El gobierno vive buscando el superávit; recauda más de lo que gasta y lo invierte en papeles de la deuda pública. El Banco Central mantiene una política monetaria durísima con las tasas más altas del mundo.
Para Brasil es importante la infraestructura, pero no ofrece ningún plan o proyecto que no se base en criterios de mercado; es difícil que pacte proyectos comunes no empresariales. No hay interconexión de infraestructura productiva en la región porque ello requiere inversiones, y la ortodoxia brasileña solo permite los proyectos “viables”. Hay interés en la integración energética, pero no para carreteras o distribución de energía eléctrica que no son negocios rentables. Debido al modelo de negocio privado y la política económica, las inversiones estatales están restringidas.
El comercio exterior de Brasil
La apertura unilateral, indiscriminada y gratuita (por nada) de los 90 redujo enormemente el margen de negociación de Brasil. Y ya no queda margen para negociar concesiones porque los aranceles bajaron a un poco más del 10% y cualquier concesión tendría impacto en la estructura productiva. Por otro lado, la apertura financiera redujo el margen de concesiones en servicios, se privatizaron bancos y lo que queda es muy poco.
La posición oficial de Brasil en la OMC es no negociar compras gubernamentales y propiedad intelectual. Por eso se propuso un ALCA ligth que incluye solo acceso a mercados. En la OMC Brasil propone conformar un bloque de países en desarrollo con intereses comunes, pero las demandas del bloque son muy tímidas. Brasil vuelve al pasado, marcha al revés. En todo un siglo aprendió que la industrialización es el camino al desarrollo, pero ahora vuelve a confiar en la exportación de bienes básicos.
La diplomacia de Brasil siempre fue pragmática, no tiene principios nacionales. Está dispuesta a negociar temas de Singapur siempre y cuando se le abra mercados para sus bienes agrícolas. Promueve la liberalización total del comercio agrícola al pedir a Estados Unidos la eliminación de subsidios.
En las negociaciones bilaterales del Mercosur, su estrategia es restringir las charlas al acceso de mercados, tanto con Estados Unidos como con la Unión Europea. No hay perspectivas de avance en este campo.
Todos los sectores brasileños están a favor de la integración de América del Sur, incluidos los sectores industriales que pelean con Argentina por el mercado de los electrodomésticos; y el agro que pelea por el arroz o el trigo.
El modelo burocrático intergubernamental del MERCOSUR actual no sirve para la integración. Los funcionarios responden a los intereses del gobierno al que representan, cuando las instituciones de la integración debieran ser autónomas como en la Unión Europea. En el Mercosur se siguen con instancias intergubernamenales y el gobierno brasileño no tiene la más mínima intención de cambiar las cosas.
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Entrevista con Luis Alberto Estrella Faría
Fundación de Economía y Estadística
P. ¿En qué estado de la integración estamos?
R. El proceso de integración está muy atrasado porque le falta una visión de más largo plazo. El proceso es conducido con negociaciones intergubernamentales, pero se necesitaría de una entidad supranacional. Lo que ahora se hacen son negociaciones entre gobiernos donde siempre primarán los intereses particulares de cada Estado. Eso dificulta el proceso de integración.
P. Usted dice que Brasil tiene gran responsabilidad ¿y Argentina?
R. Son los dos mayores países de Sudamérica, los gobiernos son un poco celosos de su autonomía e independencia. Lo que pasa es que la integración no acabará con la independencia y soberanía de los Estados sino que va a construir estructuras de las cuales hacen parte de los Estados, pero que tienen atribuciones específicas para integración. Los Estados no tienen la capacidad para llevar a cabo las tareas de la integración. Estas tienen que ser llevadas por instituciones específicas. Ese es el mayor problema de hoy.
P. ¿Estamos hablando de un nuevo nacionalismo? ¿del nacionalismo regional más que del nacionalismo estatal?
R. Pienso que si porque en el proceso de integración se deberá construir una ciudadanía sudamericana para que un boliviano o un paraguayo se sientan ciudadanos sudamericanos y que tengan más derechos que como ciudadanos de sus países, como ocurre en los países que tienen organización. Uno es ciudadano de su región y también de su estado nacional.
P. Al paso que vamos, ¿en cuánto tiempo podríamos alcanzar al menos una zona de libre comercio, (No hablamos de una zona aduanera)?
R. Tal vez el problema actual sea el patrón de política económica que siguen una buena parte de los países de la región y principalmente Brasil, que favorece brutalmente al sector financiero. En gran parte el bloqueo impide inversiones en el sector productivo, ese es un obstáculo muy grande. Creo que si no cambia la política económica el proceso continuaría atrasado. Si miramos el MERCOSUR, el proceso anduvo rápido los primeros cinco años y luego entró en el letargo. Recién empieza a salir cuando el comercio empezó a crecer otra vez. Se perdió tiempo porque la institucionalidad que se pudo haber construido no se hizo.
P. ¿La primacía del capital financiero sobre el capital industrial esta impidiendo la integración?
R. Pienso que si porque al capital financiero no le interesa ni los estados nacionales y mucho menos que exista integración que solo tiene sentido para la estructura productiva y para los pueblos. Para el capital financiero los países de la región son mercados a los cuales se entra o se sale en cualquier momento.
P. ¿Gobierna el capital financiero en Brasil?
R. Pienso que en Brasil seguramente. En Argentina fue golpeado por el problema de la deuda, pero aún es importante y sigue influenciando.
P. ¿De qué manera perjudica el capital financiero a la integración?
R. La especulación financiera está contra de las inversiones estatales, y la integración física necesita inversiones de los Estados para construir carreteras, transmisión de energía. Pero en la medida en la que el capital financiero pesa sobre el sector productivo cobrando tasas de interés muy elevadas, el peso de la tributación incide fuertemente sobre el sector productivo. El sector financiero es contrario a la integración.
P. Usted dice que los ministros de Hacienda favorecen los intereses de los financistas
R. A mi modo de ver el neoliberalismo tomó la burocracia de los Bancos Centrales y de los ministerios de hacienda de los países de la región para precautelar los intereses de los capitales financieros. Si uno mira, un funcionario es dirigente del ministerio de hacienda y mañana está en un directorio de banco y viceversa. Hay una incestuosa relación de esos organismos con el sistema financiero, lo que se traduce en la prevalencia de sus intereses en la política económica.
P. ¿Se redujo la influencia del capital financiero después del quiebre del BM y FMI?
R. Está un poco más débil, pero siguen dominando nuestras economías desafortunadamente.
P. Qué financieras dominan la región, ¿de Norteamérica o Europa?
R. Más o menos repartido. Los más pesados son norteamericanos, pero también los bancos españoles. En Brasil está el Santander y los norteamericanos Citibank y Banco de Boston.