Alternativas económicas feministas
“No se puede resolver el problema
con el mismo tipo
de pensamiento que lo creó”
(Albert Einstein)
En el marco del Foro Social de las Américas los movimientos de mujeres generan un espacio para el debate, partiendo del análisis de las alternativas económicas feministas como alternativa a la situación actual. Para ello es importante establecer como diagnóstico la falta de reconocimiento y visibilidad del proceso político y de conflicto social, los
que entrañan las decisiones económicas, debilitando
seriamente la democracia.
Las mujeres llenaron de propuestas el espacio del auditorio de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, participando en el panel que se efectuó este 29 de julio y contó con la participación de Zuraima Martínez de Venezuela; la socióloga Louise Vandelac de Canadá; Norma Sanchos de Argentina, y con la moderación de Diane Matte de Canadá.
La alternativa venezolana enfatiza en el tema de la lucha
de las mujeres, iniciada en la huelga de trabajadoras
tabacaleras y el derecho al voto (1936-1937). La panelista de Venezuela, Zuraima Martínez, comentó que la lucha, hasta el día de hoy, ha sido apoyada por Hugo Chávez desde 1998,al igual que la constitución del Banco de Desarrollo de la Mujer, que plantea la igualdad de derechos económicos, a través de la concesión de créditos, pero con la aclaración de que lo importante es generar y fortalecer procesos organizativos con las mujeres y no fomentar la petición de dineros sin justificación de desarrollo.
Siguiendo ese hilo conductor, la crítica feminista de
Louise Vandelac se centra en la posición androcentrista de
la economía y en la penetración, cada vez más evidente, del sistema neoliberal en el trabajo doméstico, con el fin de traslucir las posibles transformaciones tecnológicas,
sociales, económicas y afectivas como alternativa. La
feminista canadiense señala que existe un arrinconamiento
de la actividad doméstica que se ha entendido
como un tiempo muerto, que no solo incluye las relaciones
afectivas con la familia, sino también un aislamiento en un lugar y espacio determinado, así como un apartamiento de las mujeres por sexo, edad y clase, con lo que se
favorece la subordinación y perpetuación de una solución
del mercado de trabajo de dividir a las mujeres.
Hoy en día lo que se conoce como economía feminista no es
de ninguna manera homogénea y mucho menos estructurada y
sistemática. Ante este panorama es importante tener una
actitud crítica para poder develar las relaciones de
género y la ceguera a las relaciones de género que tiene la economía en todos sus distintos niveles.
En este contexto el primer cometido que se debe hacer es
poner en evidencia esta ceguera en todos los niveles de
la economía. En este sentido, ¿qué pasa con la
microeconomía? Dentro de esta área el tema de los
microcréditos hay que pensarlos en relación a la
perspectiva de género. Aunque no hay que desconocer que son una herramienta para apalear los efectos perversos del
sistema neoliberal.
Según lo expuesto por la argentina Norma Sanchos, el
discurso explícito dice que el tener acceso al crédito
eleva la autoestima de las mujeres y las colocas en una
posición más igualitaria dentro de sus familias y sus
comunidades. Pero hay que revisar algunos programas de
créditos, en general estos tienen el objetivo de
garantizar una sustentabilidad financiera, es decir de
mantener un fondo rotatorio permanente que pueda seguir
entregando créditos sociales.
Hoy en día las mujeres forman parte de una fuerza laboral
que las considera dentro de la economía mundial como
trabajadoras secundarias y con salarios complementarios.
Este modelo en la realidad no tiene nada que ver con las
prácticas concretas que viven las mujeres como el trabajo
asalariado, informal, flexible, sin protección social. En
este sentido hay que considerar que las mujeres cada vez se
convierten en las jefas y proveedoras del hogar, pero que
con las persistencia de este patrón se ven doblemente
perjudicadas, por un lado acceden a puestos de trabajo
precarios, con una carga creciente de trabajo no
remunerado.
Finalmente es importante destacar que dentro de este
proceso vivencial de las mujeres del mundo se encuentran
los procesos migratorios. Se habla de una feminización de
la supervivencia, es decir una trasnacionalización de los
encadenamientos de cuidado. Esto quiere decir que las
mujeres salen de sus países de residencia para insertarse
en los servicios domésticos, para hacerse cargo del cuidado de los hijos de otras familias del país receptor, pero ellas dejan a sus hijos en el país de origen al cuidado de alguna otra mujer que a su vez aumenta su trabajo no remunerado.