Vicente Feliú: “Para que no se apague la luz”
Vicente Feliú es “un trovador que siempre tiene una mirada con luz prendida
hacia dentro”. Se le puede encontrar cantando en lo más profundo de la tierra
cubana, como en su pico más alto, rodeado de jóvenes trovadores sin edad.
Descubre la guitarra por su padre, y simultáneamente comienza a componer en
1964, de manera intuitiva y necesaria cuando cursaba la segunda enseñanza.
Por aquellos años otros jóvenes en diferentes puntos de la geografía cubana
descubrían a la vez las experiencias sociales y la canción, y años más tarde,
en 1972, conformarían lo que se dio a conocer como el Movimiento de la
Nueva Trova. Vicente es una de las voces más representativas de esa
promoción de cantautores junto a Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Noel Nicola,
Lázaro García y Augusto Blanca, Sara González.
Este auténtico artista, quien asiste al Foro Social Américas como parte de la
delegación cultural cubana, comenta: “estos foros como el de Porto Alegre y
este de Quito son espacios importantes para reflexionar y debatir nuestras
agendas. Al mismo tiempo pienso que si no hay un trabajo de unidad, de
proyectos comunes, salvando las diferencias que podamos tener entre cada
uno, y uniéndonos a ese “monstruo” que tenemos en frente, no avanzaremos
mucho. Por eso creo que este encuentro puede ser un punto de partida más
interesante e importante en el devenir de la lucha de los pueblos de esta parte
del mundo”.
¿Qué tiene que decir un artista sobre el ALCA y los TLC?
“El ALCA es el proyecto político de los EE.UU. para tragarse a América Latina y
el Plan Colombia es un brazo militar. Por eso hay que decir “ALCA al carajo y
Plan Colombia, igual”. De ninguna manera podemos admitirlos”.
¿En qué medida, para ti como creador cubano, son importantes y se pueden
aprovechar mejor estos espacios de articulación y convergencia de acciones?
“Lamento que a estos Foros no asistan con más frecuencia y amplitud
personalidades de las culturas populares de nuestra América como si lo han
venido haciendo otros artistas populares, que trabajan desde sus propias
bases. Y digo que es una pena porque estos espacios pueden impulsar desde
la cultura y el arte otro pensamiento, un pensamiento alternativo, diferente,
contestatario frente a la cultura de la dominación. Te pongo, un ejemplo, los
festivales de la llamada Nueva Canción que se hicieron hasta 1986 nos dio la
posibilidad a los artistas de encontrarnos en algunos países. Recuerdo que uno
de los más importante se realizó precisamente aquí en 1984. Fue
impresionante porque salimos de un coliseo de 8 mil personas cantando todos,
el público y nosotros hasta el hotel “Canción con todos”, y a ese festival
asistieron prácticamente los artistas más destacados de la Nueva Canción
Latinoamericana. Y es una pena que esos artistas, hermanos nuestros, no
estén asistiendo a estos foros, tal vez, por desconocimiento. Creo que
convocar a todo el sector artístico, a los músicos, a los pintores, escritores y
creadores en general de nuestros pueblos no solo nos daría la oportunidad de
volvernos a encontrar sino, sobre todo, de rediseñar estrategias comunes para
luchar en el terreno de la cultura contra el pensamiento único.
“Por otro lado, creo que ya está siendo muy necesario que aparte de reflexionar
y de plantear problemas, es cada vez más imprescindible tomar decisiones
para enfrentar esos dilemas, y que en algún momento y seguramente tendrán
que ser decisiones dolorosas, pero que hay que asumir pues nos están
tratando de matar a todos. Esta globalización neoliberal no es otra cosa que un
nuevo tipo de fascismo que pretende exterminar no solo a las culturas
autóctonas del continente, sino también a las identidades, personalidad y
soberanía de cada uno de los pueblos de la América nuestra”.
¿Cómo crees tú que la cultura cubana puede aprovechar estos foros, sobre
todo teniendo en cuenta en momento de amenazas y creciente hostilidad
contra nuestro país y nuestra cultura?
“La delegación que concurre a esta cita es bastante abarcadora y creo que
puede aprovechar muy bien todos los espacios no solo para recabar
solidaridad que ahora más que nunca necesitamos, sino para hablar sobre
nuestra cultura, que es también hablar de nuestra historia y de nuestra
revolución. Tenemos que denunciar con mucha fuerza las agresiones a que
estamos sometidos ahora con mucho más peligro para la existencia de nuestra
nación. Este es un momento para dar a conocer nuestra historia, los avances
que a pesar de las dificultades hemos logrado y hasta dónde queremos
defender nuestra dignidad. Hace poco le preguntaron a Silvio qué sucedería si
EE.UU. ataca a Cuba y él respondió así: “espero que todos nuestros amigos en
el mundo respondan”.
Tú conociste a Oswaldo Guayasamín, un artista muy querido y respetado en
Cuba, cuéntame ¿cómo lo recuerdas?
“Mi amistad con Guayasamín tiene más que una historia de tiempo largo, tal
vez, una historia de momentos profundos. Conocí a Oswaldo en 1884, aquí en
Quito, terminando el Festival de la Nueva Canción. Conversamos en su casa,
lo que es hoy la Fundación que lleva su nombre, bordeando la piscina,
tomando ron y cantando. Y nos volvimos a ver en otro Festival, de estos que te
comentaba, en Lima, Perú, y recuerdo que empezamos a cantar. A él le
gustaba mucho cantar y tocar la guitarra. Yo le recuerdo con una luz encendida
y todavía estoy esperando por su vuelta”.