Las lecciones de Honduras
Como una verdadera actitud heroica del pueblo hondureño, podemos definir los recientes hechos que se presentaron en medio del golpe de estado gorilesco que desde hace 9 días asola al hermano pueblo centroamericano.
La valentía y dignidad del Presidente Zelaya, cuando en varias ocasiones arenga a su pueblo, junto a la amplia denuncia internacional desplegada ante la burda negativa de impedir una importante consulta popular; constituye un hecho que recordaremos en tiempos futuros.
La respuesta de los pueblos, organizaciones sociales y políticas, gobiernos alternativos y democráticos e instancias de integración regional como el Alba han jugado un importante papel en la reivindicación de la manifestación más expresa de unidad y solidaridad latinoamericana.
El golpe de Estado, que se produce en Honduras, obedece a las viejas y brutales prácticas imperiales similares a las aplicadas en las dictaduras en el continente en las décadas de los años 60 y 70 y sobre todo las que dejaron tantas heridas y sufrimiento como las de Chile y Argentina.
Las necesidades de cambio y las amplias aspiraciones del pueblo hondureño corresponden al nuevo momento político que vive Nuestra América. El golpe en Honduras no es solamente contra la democracia de la nación centroamericana, sino que representa un golpe contra el proceso político de cambios que vive el continente
La voluntad popular ha sido vulnerada y violentada por un puñado de reaccionarios neo-conservadores y proimperialistas, que promovieron el golpe para cobrarle la adhesión del gobierno hondureño en cabeza del presidente Manuel Zelaya al Alba y su disposición para incorporar a su pueblo en el nuevo rumbo latinoamericano.
Vergonzosas han sido las imágenes de la represión desatada por las fuerzas militares y gobierno de facto, contra miles de hondureños que se mantienen en las calles y que lamentablemente cobro la vida de tres personas y varios heridos, en espera del retorno de su presidente legítimamente elegido por el pueblo.
Los burgueses como Micheletti, y su camarilla de golpistas y un puñado de militares apátridas les resultará muy difícil sostenerse en el poder pues la presión internacional, el respaldo latinoamericano y de las fuerzas progresistas y democráticas, junto al propio pueblo hondureño que continua demandando el restablecimiento del gobierno democrático de Manuel Zelaya.
El golpe de Estado de Honduras, representa el principio de una “ofensiva” que ya se ha hecho evidente en Bolivia y Ecuador para frenar los cambios de una manera cavernaria.
La amplia solidaridad expresada, por los obispos defensores de la teología de la liberación de Brasil y las madres de la plaza de mayo de Argentina, contrasta con la actitud contemplativa del gobierno de Estados Unidos y que como alternativa a esto se sumen más presidentes y jefes de estado a esta causa.
Los soldados hondureños se transforman en Ejército de ocupación en su propia tierra. Esto significa un peligro, porque no queremos más dictaduras, no queremos más atropellos contra la autodeterminación de los pueblos.
La defensa de la Democracia, la construcción del poder popular que garantice el desarrollo y profundización de los cambios y la vigilancia permanente sobre los gorilescos grupos de oposición, y derechistas medios de comunicación que amenazan a nuestros pueblos, con volver al pasado.
Muchas son las lecciones que el pueblo hondureño, en la búsqueda de su propio destino, su valeroso presidente, las organizaciones sociales y políticas de Nuestra América, junto a la unidad y solidaridad internacional expresada dejan como constancia en la memoria histórica de los pueblos, para construir el presente y futuro de la Patria Grande Latinoamericana.
Recordemos que Resistir es Vencer
¡Honduras Triunfará!