Migraciones caribeñas en voces de mujeres

2006-07-17 00:00:00

“En la vida todo es ir a lo que el tiempo deshace sabe el hombre (la persona) donde nace y no donde va a morir.” Juan Antonio Corretjer, poeta puertorriqueño..

Una de las teorías sobre la relación del llamado Nuevo Mundo, que para nosotras/os es tan viejo como las migraciones, es la siguiente: asiáticas/os se aventuraron por el estrecho de Bering hasta llegar al norte del continente que se conoce hoy como América. Según esa teoría desde el norte del continente estas primeras poblaciones siguen descendiendo hasta llegar a la región del Caribe, que es la que nos ocupa hoy. Denominamos los grupos que logran asentarse como arahuacos. Estos grupos originarios siguieron moviéndose a su gusto y gana por todo el continente sin presentar, más documentación que su sonrisa o sus caras serias, no sabemos, pero lo que sí sabemos es que no presentaban documentación alguna.

La migración es una actividad inherente a los seres humanos, la migración marca la historia de la humanidad, y casi todas/os nos movemos y seguiremos moviéndonos, con o si papeles, con o sin muros, con o sin alfombras de bienvenida. Como bien decía Santo Tomás de Aquino la necesidad carece de ley.

Propongo una reflexión sobre las migraciones desde la perspectiva de las mujeres y la niñez. Las mujeres somos las que con mayor dureza sufrimos los aspectos negativos de las migraciones. Nos vemos obligadas a salir de nuestros países por diversas situaciones: económicas, persecuciones políticas, religiosas, conflictos armados, guerras, presiones familiares o por la simple necesidad de conocer otros mundos y de tener vidas distintas. Así nos separamos de nuestras familias, hijas/os, abuelas/os y hasta perdemos la maravillosa experiencia de que muchas/os de nuestras/os hijas/os se beneficien de escuchar los cuentos de sus abuelas.

Cuba, Haití, República Dominicana, Puerto Rico, Estados Unidos representan algunas de las rutas caribeñas de mayor movimiento; no las únicas, pero sí la que nos ocupan ahora

De Haití a Dominicana: Las mujeres haitianas muchas veces cruzan el Río Masacre caminando como el título de una novela “El Masacre se cruza a pie”. El Masacre es un río cuyas aguas son testigos de un sin número de matanzas. La más recordada es la del año 1937 cuando el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo ordenó pasar a cuchillo, para ahorrar municiones, miles de haitianas/os cayendo también entre las víctimas dominicanas/os negros. A las/os dominicanas/os se le enseña desde muy temprano en la vida que el negro es el haitiano, generando la curiosa situación de un país de negros que se asumen como blancos, indios, trigueños, morenitos, cualquier cosa menos negros, porque los negros son las haitianas/os. El Otro/a confirma mi identidad.

Luego de cruzar la frontera, en Dominicana las mujeres haitianas sufren todo tipo de maltrato y explotación: físico, emocional, sexual, etc. deportaciones y repatriaciones sin que se les permita llevar consigo sus pertenencias materiales y, más terrible aún, sin que se les permita llevar sus hijas/os, Así quedan separadas familias que a veces nunca vuelven a reencontrarse. Esa acción nos recuerda la llegada original a las Antillas de nuestras ancestras; tras ser secuestradas en Africa se separaban madres de sus hijas/os en las colonias del nuevo mundo.

El año pasado se produjeron deportaciones masivas en las que hubo violaciones de adolescentes, algunas de ellas fueron embarazadas y sabemos al menos de un caso de contagio con VIH. También se produjeron quemas y saqueos de hogares de haitianas/os y de dominico-haitianas/os.

Las/os hijas/os de migrantes haitianas/os también se tienen que enfrentar a una política de Estado que les niega el derecho al nombre y a la nacionalidad, a la educación y a la salud. El Estado dominicano fue demandado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el Movimiento de Mujeres Dominico-Haitianas (MUDHA), la Escuela de Derecho de la Universidad de Berkley y la CEJIL. Luego de ocho años de litigio el 7 de septiembre de 2005 la Corte falló a favor de las hijas/os de descendientes haitianas/os en Dominicana, señalando la responsabilidad del Estado dominicano de facilitar la inscripción en el registro civil de todas/os las/os niñas/os en la república. Es una sentencia vinculante la cual el Estado dominicano ha ignorado y se niega a cumplir hasta esta fecha. Esa sentencia es de suma importancia, ya que crea un precedente legal para dilucidar otros casos de nacionalidad y ciudadanía para hijas/os de migrantes que se encuentran en situaciones parecidas en otros países, como Argentina, Israel etc.

De Dominicana a Puerto Rico: “buscando visa para un sueño”. Desesperadas por la pobreza y ante la falta de oportunidades, miles de mujeres dominicanas arriesgan sus vidas cruzando el peligroso Canal de la Mona para tratar de llegar a Puerto Rico. Cruzan este canal en embarcaciones que se conocen como “yolas”. Son embarcaciones pequeñas de madera con capacidad para 20 ó 30 personas, pero en las que los traficantes de sueños llenan hasta con 100 personas. Dominicana está a solo ocho horas de Puerto Rico por mar. En muchas ocasiones esas ocho horas se pueden convertir hasta en ocho días, dependiendo del embravecimiento del Mar Caribe, las condiciones climáticas, los vientos, el tipo de embarcación, etc.

Durante la travesía las mujeres sufren todo tipo de violencia: hostigamiento por viajeros y tripulantes varones, agresiones de los encargados de la embarcación y violaciones. En algunos casos las mujeres son tiradas por la borda de la yola si a alguna persona supersticiosa se le ocurre decir que un tiburón está siguiendo la embarcación porque una mujer de la tripulación esta en su período menstrual. Esta acusación genera una cacería humana hasta establecer si en verdad alguna de las viajeras está menstruando. Así termina el sueño de esta mujer, tirada a la mar para apaciguar la naturaleza.

Qué hacen las mujeres dominicanas que logran llegar a Puerto Rico? Muchas cuidan los hijos y los padres de las mujeres puertorriqueñas, cocinan y limpian en hogares y en negocios. Llevan a cabo las tareas que las/os puertorriqueñas/os ya no quieren o pueden ejercer. También algunas se prostituyen. Estas mujeres no han nacido para ser sirvientas, la pobreza las obliga y si damos por sentado que ese es su estado natural las condenamos aún más.

En Puerto Rico las migrantes dominicana se enfrentan a:

- xenofobia

- discrimen por nacionalidad y color

- maltrato a las hijas/os de inmigrantes en las escuelas, dificultades para obtener servicios de educación especial

- percepción negativa de los profesionales de ayuda

- violaciones y hostigamiento por patrones

- amenazas de deportación

- violencia doméstica

Para complicar más las cosas a las/os migrantes caribeñas/os el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica contempla medidas que buscan criminalizar la migración no autorizada por el Estado, convirtiendo en delito grave con pena de reclusión carcelaria hasta brindar ayuda a inmigrantes indocumentadas/os, aún en casos de emergencia. Estas medidas afectarían a cualquier persona y a cualquier organización humanitaria que brindara ayuda. Afortunadamente estas propuestas de ley han generado las mayores protestas que se han dado en EEUU en tiempos recientes. En Los Angeles solamente marcharon más de medio millón de personas, principalmente latinoamericanos, con una unidad de propósito nunca antes vista.

De Puerto Rico a Nueva York. Otras migrantes dominicanas continúan, junto con miles de mujeres puertorriqueñas la ruta hacia Estados Unidos o hacia Nueva York: “donde todo es mejor, no se pica caña, no hay llamaradas no se lucha por nada sin saber porqué” . Otras dejan dejan su vida en una factoría, bares o sabe Dios dónde. En todo caso, para todas la vida sigue siendo bastante dura debido a la marginación.

La migración de muchas mujeres puertorriqueñas en estos últimos años es distinta. Muchas no son o no se consideran migrantes. Van a estudiar en las universidades estadounidenses o parten en busca de trabajos mejor remunerados. Poseedoras de pasaportes estadounidenses no se arriesgan a ninguna expulsión y pueden regresar a su país cuando deseen. En todo caso el tamaño de esta migración constituye para Puerto Rico lo que se conoce como una “fuga de cerebros”: se van muchas de las mejor preparadas, también buscando una vida mejor. Al igual que otras mujeres latinoamericanas se enfrentan al prejuicio y al discrimen.

Cuba representa la otra cara de la moneda en esta ruta migratoria. En los últimos años las cubanas/os emprenden el circuito Haití, Dominicana, Isla de Mona (Puerto Rico) y Miami (Estados Unidos). Este año han sido interceptados más cubanos que dominicanos intentando entrar a Puerto Rico, pero hay una diferencia en su trato. Los Estados Unidos aceptan a priori que las cubanas/os vienen huyendo del COMUNISMO. El Cancerbero para haitianas/os y dominicanas/os en este lado del Mar Caribe, la guardia costanera de Estados Unidos, se transforma en el Angel de la Guarda de las/os viajeras/os cubanas/os, un ejemplo de la doble moral de las políticas migratorias!!!! Las/os cubanas/os pagan sumas sustanciales (en dólares por supuesto) a dueños de lanchas y de embarcaciones mejor preparadas, que en tres horas los transportan hasta Isla de Mona. Desde allí la guardia costanera los “rescata”, porque han logrado pisar tierra estadounidense, y según las leyes migratorias de USA, todo cubana/o que logre pisar la tierra de la libertad tiene derecho a recibir asilo político, ya que como hemos dicho antes, vienen huyendo del comunismo. Podemos preguntarnos, ¿del comunismo de quién, del de los haitianos, del de los dominicanos? Como dice una canción de Silvio Rodríguez “nadie sabe que cosa es el comunismo”. Lo cierto es que las cubanas/os a diferencia de los haitianos y dominicanos pisan tierra puertorriqueña fresqueritas/os, rosaditas/os y en muy buen estado, casi listos para aparecer en un comercial televisivo agradeciendo haber sido rescatadas/os del comunismo y anunciando su pronta partida hacia la ciudad de las maravillas: Miami.

La migración caribeña está ligada estrechamente a la pobreza y a los sueños de miles de mujeres que luchan por tener una vida digna para ellas y sus hijas/os Las mujeres seguirán migrando mientras existan sistemas políticos que fomenten la explotación, la exclusión y el enriquecimiento de unos pocos, mientras las grandes mayorías apenas tengan lo mínimo para sobrevivir. Es su derecho; es el nuestro también.

“Entre lo imposible y lo posible sólo hay que dar un paso”. Buddha

Nos toca el paso de romper con la indiferencia y comprometernos. Nuestras/os ancestras/os nos abrieron el camino nos toca a nosotras/os continuarlo.

* Ponencia presentada por Hilda Guerrero
Grito de las Excluidas/os, de Puerto Rico, en el Panel de Migraciones en el Primer Foro Social del Caribe, Martinica. 5-9 de julio de 2006.