Culminó el Foro Social Mundial

2006-02-28 00:00:00

Culminó el Foro Social Mundial

Nuestra lucha continúa.

Mientras esta cabeza rota
del Niño de Vallecas exista,
de aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.

Antes hay que deshacer este entuerto,
antes hay que resolver este enigma.
Y hay que resolverlo entre todos,
y hay que resolverlo sin cobardía,
sin huir
con unas alas de percalina
o haciendo un agujero
en la tarima.
De aquí no se va nadie. Nadie.
Ni el místico ni el suicida.

León Felipe

Versos y oraciones de caminante 1930

Bajó el telón del VI Foro Social Mundial. Cada quien en su escenario se apresta a dar continuidad a sus luchas concretas. Y nosotros en Venezuela nos alistamos para las siguientes escaramuzas con el imperialismo con el sabor de haber cumplido con las expectativas que tanto los movimientos sociales de cada país que nos acompañaron durante la febril semana del 24 al 29 de enero como nuestros compatriotas que tuvieron el privilegio de conocer el mundo, sus luchas, anhelos y culturas sin salir de Caracas, se hicieron de tan importante escenario.

Sin embargo este foro nos dejó algunas lecciones buenas para el futuro, nos dejó, más allá de de reuniones y talleres, de paneles y exposiciones, de actos y campañas una lección de humanidad que debemos valorar en su justa dimensión. Pues no todo aquel que atendió al llamado de Caracas vino con la expectativa de encontrarse con nuestra revolución. Pero, cada uno de los que participó se llevó (a favor o en contra) una idea más objetiva de lo que está pasando en Venezuela.

La segunda lección, al igual que en Mar de Plata, se reitera que los pueblos y sus luchas están hoy en ofensiva, frente a las pretensiones imperiales, frente a las transnacionales y, mejor aún, encontró su camino después de largos años de resistencia y desesperanzas.

Somos la esperanza en la desesperanza.

Desde finales de los ochenta del siglo XX, el movimiento popular en el mundo comenzó un largo proceso de reflujo que casi es vencido por el avasallante paso del neoliberalismo que una vez derrumbado el bloque soviético proclamó a los cuatro vientos el fin de las ideologías y el reino eterno del libre mercado y con él, la esclavitud de los pueblos.

Diez años de dura lucha acompañó a cada movimiento. En nuestro país la lucha contra las privatizaciones, contra la eliminación de la seguridad social, por la defensa de la educación y la salud públicas y gratuitas, contra el pago de la deuda externa, sazonó de manera dramática toda la década infame de los noventa y como en el resto de América resistiendo a veces con la sensación de abandono y ¿por qué no? de derrota que convirtió a la izquierda militante en una sombra de pasadas glorias. Veníamos de los fracasos (en Venezuela) de la lucha armada que llenó páginas heroicas durante 20 años, veníamos de las derrotas en El Salvador y Nicaragua, veníamos de ver a Cuba inmolarse frente a nuestros ojos durante el periodo especial, mientras nuestro histórico enemigo cantaba vivas y loas a la globalización y a su hegemonía absoluta en todo el planeta. Diez años donde el reacomodo de las luchas buscó refugio en las organizaciones sociales preparándose para la resistencia o la extinción, diez años en que a muchos líderes les entró tal crisis de realismo que abandonaron el campo de la revolución para convertirse en los principales defensores de la nueva hegemonía y hoy son sin más aquellos mercenarios que prestan sus antiguas glorias para las peores causas.

Diez años resistiendo a la tentación de rendirse para algún día alcanzar la liberación.

En esos diez años surgieron cientos de proposiciones que en medio del desespero por la falta de brújula política de partidos y dirigentes, dieron un paso adelante en tratar de producir propuestas que le trataran de dar sentido a la resistencia. Así, ese esfuerzo fue al encuentro de otros que en diferentes latitudes y sectores se organizaban para dar la pelea.

Y comenzaron a construir esa esperanza. Esa que desde 1994 corre los caminos de nuestra América que con la voz de los zapatistas les arruinó la fiesta a los gringos en el inicio del ALCA, esa que en Québec, Cancún y Seattle se levantó como una ola de optimismo como promesa de tiempos nuevos en medio del mar de desesperanza. Esa que en el 2001 se reunió en Porto Alegre para evaluar, proponer y construir la búsqueda de los iguales en la lucha frontal a la dominación.

El VI Foro Social Mundial anuncia los nuevos tiempos

Nunca quedó más claro como preludio a la ofensiva que en la evaluación de la III Cumbre de los Pueblos. Se pudo demostrar que el monstruo imperialista es derrotable. Que los pueblos y sus organizaciones están dispuestos para la lucha y un profundo sentido de ser colectivo que nos da la sensación de no estar solos, cada quien en nuestra guerrita sorda, sino que por el contrario ahora es que tenemos unidad para construir y retos y desafíos por alcanzar y vencer.

Cuando iniciamos Caracas 2006, teníamos la incertidumbre de nuestra ignorancia, la imagen de ser peones de un gobierno que aún para alguna gente genera desconfianza o en el mejor de los casos la duda de que el proceso bolivariano no es más que un reflejo populista del estado. Sin embargo en la medida en que avanzamos en su construcción y, he ahí la tercera lección, fuimos convenciéndonos cada vez con más contundencia que este foro, sería un espacio que marcaría el cierre de un ciclo histórico para comenzar otro.

Se reunieron en Caracas entre 90 y 100 mil personas de todos los continentes, de las más diversas luchas, aunando entre todos con su diversidad y riqueza el sueño de redención que para cada uno significa sus luchas.

Y generó un debate nada despreciable, donde hoy entendemos (cuarta lección) que lo que se debatió durante una semana en Caracas no es el destino o futuro del Foro Social Mundial como espacio de encuentro y articulación de los movimientos sociales sino el futuro de cada lucha que en resumen es la lucha por la defensa de la humanidad.

En Venezuela entendimos al foro como es en su esencia: un espacio para que los movimientos sociales, políticos, sindicales, populares construyan la agenda común de nuestras luchas.

Pero, ¿a qué luchas nos referimos?

Nos referimos a la lucha contra el libre comercio, que ha agrupado a su alrededor a miles de hombres y mujeres que han dado lo mejor de sus vidas e intelecto para generar alternativas a tan infame sistema.

Nos referimos a los que han hecho de la lucha contra la guerra su razón de ser al ver los flagelos de Irak, Afganistán o Haití.

Nos referimos al género que lucha por el espacio de la mujer como parte de la misma redención.

Nos referimos a los que defienden la identidad en cada acto cultural, en cada expresión artística, en cada manifestación política.

Y la concreción de esas luchas debe desembocar necesariamente en el proceso de cambios que comienza a transitar la humanidad, donde estamos llegando a la encrucijada de que el imperialismo vence y nos extingue o vencemos nosotros, los que desde cada trinchera lo abjuramos y combatimos y nos liberamos

Ciertamente este Foro Social Mundial cerró un ciclo y abre otro, en su sentido de proceso y no espectáculo, transformar la resistencia en ofensiva política. Y no se trata, en nombre de eso, de haber venido a Caracas a retratarse con nuestro liderazgo. Se trata de comenzar juntos a dar respuestas concretas a lo que está ocurriendo en este continente en plena rebelión.

Pues esa rebelión tiene cosas concretas que van más allá de la solidaridad con la revolución bolivariana. Tiene a un Evo que da sus primeros pasos con todas las bayonetas de la reacción apuntando a su pecho, tiene a un pueblo argentino intentando, en el marco de sus propias contradicciones, salir adelante con una propuesta que no los devuelva al tiempo terrible del menemismo, tiene un Uruguay que sigilosamente avanza aún atrapado en los compromisos, tiene un Brasil que todavía no ha roto con la secular conducta que heredó de la casa de Braganza y don Pedro II, pero que le ha dado al mundo una tradición de organización social y movilización que ha mantenido a raya los intentos oligárquicos de dar al traste con su gobierno.

Esa realidad que vive nuestra América es parte de los nuevos tiempos que el foro en Caracas inaugura. Pues ¿dejaremos a Evo solo con todos sus conflictos y latentes peligros?, ¿aceptaremos que el imperialismo aniquile Venezuela y Cuba?, ¿no pondremos el hombro para que Argentina, Brasil o el Uruguay avancen hacia posiciones más progresistas? ¿O es que en nombre de la autonomía de los movimientos dejaremos este momento histórico de cambios y revolución?

No podemos responder por todos, pero sí podemos asegurar que sin perder nuestra autonomía, sin perder nuestra identidad, debemos atender este llamado histórico desde cada lugar, desde cada lucha específica, hacia un fin común.

Con la sexta lección del FSM en todas sus ediciones aprendimos un método, casi desconocido para nosotros en nuestra práctica política de siempre, el consenso. Aprendimos la necesidad de “visibilizar” las luchas, sobre todo aquellas que siempre quedan rezagadas, para que exista simetría e igualdad en las cosas que colectivamente nos proponemos. Y aprendimos lo más importante, que cada lucha, ya sea indígena, campesina, de igualdad de género, antiracial o apartheid tiene la solidaridad de todos.

Porque para hacer ese otro mundo posible, debemos reconocer nuestras debilidades y transformarlas en fortalezas, pues en cada rincón del planeta hay un pueblo que lucha, y los que soñamos con un mundo mejor no podemos quedarnos de brazos cruzados cuando hemos alcanzado tan óptimas formas de lucha y movilización.

Y así como los campesinos lanzaron como su grito de guerra “globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza”, desde Caracas repetimos que “Otro Mundo es Necesario, entre todos los haremos Posible”

Jacobo Torres de León

Coordinador Internacional de

La Fuerza Bolivariana de Trabajadores de Venezuela

Coordinador de la Secretaría Operativa del

VI Foro Social Mundial

II Foro Social América

Caracas 2006