Desempleo y exclusión

2000-08-08 00:00:00

- En la época del capitalismo liberal -dice Jaime- el gobierno se preocupaba cuando crecían el desempleo y la marginalidad. ¿Por qué no es ahora así?

- Ahora -dice Gilmar- hay exclusión porque el neoliberalismo ya no se preocupa con la inclusión de todos en el mercado. Lo que importa es el avance
tecnológico que multiplica el lucro de las grandes empresas.

- La modernización debería estar acompañada por un valor: política de generación de empleos -subraya Jaime-.

- Eso no sucede -opina Gilmar-.

- Resultado, cuanta más tecnología, menos empleos, pues una computadora puede hacer el trabajo de decenas de trabajadores. De la marginación se pasa a la
exclusión.

- ¿Y cuál es la diferencia? -pregunta Jaime.

- Si una persona esta marginada de su escuela o de su movimiento popular -explica Gilmar- ella tiene la esperanza de ser aceptada de nuevo. Si esta excluida,
no hay esperanza. En 1980, la Wolkswagen de San Bernardo del Campo, tenía 45 mil trabajadores y producía cerca de 750 vehículos por día. En 1997,
producía cerca de 1250 vehículos por día gracias al trabajo de 25 mil funcionarios. O sea, con la mitad de los trabajadores produjo el doble.

- El miedo al desempleo -constata Jaime- es el principal factor de inestabilidad emocional de numerosos trabajadores. Muchos estan afectados por el estrés, la
hipertensión, los problemas cardiacos. Algunos caen en el alcoholismo y las drogas.

Una realidad trágica

El desempleo no es problema para el sistema capitalista neoliberal. Sistema, por lo demás, condenado por el Papa
Juan Pablo II en su despedida de Cuba, el 25 de enero de 1998.

Lo que le interesa al neoliberalismo no es un número mayor de consumidores en el mercado. Es más dinero en
manos de los actuales consumidores. Los nuevos consumidores son condenados a la exclusión social. Sus derechos
básicos no son reconocidos.

Hoy, cerca de 1 mil 400 millones de personas viven en un mundo de extrema pobreza. Si incluimos los que viven en el
límite de la subsistencia, teniendo apenas necesidades básicas más o menos satisfechas, el número sube a los 2 mil
millones.

Excluidos son todos aquellos que están fuera de los sectores dinámicos de la economía y sin acceso a las
innovaciones tecnológicas: pequeños agricultores, asalariados sin tierra, trabajadores informales, subempleados,
jóvenes sin formación calificada, etc.

La exclusión no se da solo por el desempleo. Resulta también por bajo salario.

Los excluidos

Son excluidos:

1) En la esfera social, los que se encuentran sin trabajo, sin tierra, sin una vivienda digna, sin seguridad social. Los
que no son productivos: niñez, tercera edad, y enfermos. Personas que no tienen voz tampoco cuando se trata de
derechos humanos.

2) En la esfera política, los que no tienen como intervenir en la coyuntura del municipio o del país; nunca pueden
quejarse de las acciones de los dueños del poder; no participan de ningún movimiento social.

3) En la esfera cultural, los excluidos del saber, los analfabetos, los que no tienen acceso a la información, los que
nunca pueden hacer uso de la palabra, los que no pueden vivir según sus raíces culturales.

4) En el esfera racial, los que son discriminados por causa del color de su piel o de su origen étnico (como los
indígenas).

Los valores del evangelio y de la nueva sociedad

En la celebración de la Palabra

- Para el Evangelio -observa Gilmar- los excluidos tienen el derecho de centralizar nuestras atenciones. El propio Jesús se identifica con ellos: "Yo tuve
hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber; era desconocido y me acogiste; estuve desnudo y me vestiste; enfermo y me visitaste; preso y me
liberaste" (Mateo 25, 31-46).

- No es el hombre que fue hecho para el sábado -recuerda Jaime- mas si "el sábado fue hecho para el hombre" (Marcos 2,27). Eso significa que nada hay más
sagrado que la vida humana. Ni el sábado (día de alabanza para los judíos, como el domingo para los cristianos) puede estar por encima de la vida humana.

- En otras palabras -aclara Gilmar- todo lo que a escala neoliberal se considera un valor supremo (propiedad, tecnología de punta, acumulación de capital,
libre mercado, etc.), el evangelio lo pone por debajo del verdadero valor supremo: la vida humana.

- Ninguna vida puede ser sacrificada para defender una propiedad -subraya Jaime- Sin embargo, una propiedad puede ser sacrificada si de eso depende la
salvación de vidas humanas.

Extraido de: Valores do neoliberalismo x valores do evangelho, 3ra Semana Social Brasileira 1997-1999, CNBB,
Coleçao Resgatando Dividas, Brasilia