Un grito contra la exclusión
Acabo de leer, en una publicación de ALAI del 30 de septiembre, que en Venezuela "Ni siquiera la duplicación de los precios del
petróleo ha podido evitar que en el primer semestre la economía haya caído casi en un 10% del PIB y que el desempleo supere los
máximos históricos en su tendencia hacia el 30%". Acabo de leer también, en un artículo escrito por Frei Betto, que "Datos
oficiales indican que el 28,7% de los brasileños vive con menos de un dólar por día" y que "Un bebé nacido hoy en Brasil tiene el
30% de oportunidad de no ser registrado, 21% de probabilidad de tener padres analfabetos y solo el 7% de vivir en una familia
con renta mensual superior a 20 salarios mínimos", de acuerdo con la Unicef.
Un panorama similar no deja de cernirse sobre un extenso número de países, incluido, como es constatable, el nuestro. Lo dicen
claramente las explícitas razones que han convocado al Foro global para la erradicación de la pobreza, cuya sede es la ciudad
francesa de Estrasburgo, desde el 14 hasta el 16 de octubre: "Ha habido muchos adelantos en la erradicación de la pobreza, pero
los adelantos han sido desiguales y han sido estropeados por los retrocesos...". "Asia Sur, Asia Oriental y Asia Sudeste y el
Pacífico juntos, tienen más de 950 millones de las 1,3 mil millones de personas pobres de ingresos. Unos 220 millones de
personas en Africa subsahariana está en las mismas condiciones. En América Latina y el Caribe la pobreza de ingreso afecta
unos 120 millones de personas y continúa creciendo".
Lo evidencian también, con poderosa voz, todas las organizaciones y personas que impulsan y sostienen el Grito de los
Excluidos desde su origen brasilero hacia toda Latinoamérica. Nació en Brasil hace cinco años; pero hoy recorre toda América
Latina para como dicen ellos sacar a la luz el dolor de "los empobrecidos, de los indefensos, de los pequeños, de los sin
oportunidades ni voz, de los debilitados". La denuncia de las varias caras que tiene la exclusión social es uno de sus objetivos,
pero no se queda solo en ella. Busca el análisis y el debate, para presentar propuestas. Busca la confluencia de los diversos
protagonistas, para "organizar la esperanza". Busca la participación comprometida y responsable de todos sus integrantes.
Busca compartir el poder, para que la acción de cada uno y de cada una redunde en beneficio colectivo.
Un grito continental es la consigna para el año 2000. Nueva York el punto de destino. "Un grito para anunciar que ha llegado la
hora del proyecto de vida, de la dignidad humana y de la sensatez". Y a él se han unido movimientos sociales y movimientos
ecuménicos de Argentina, Paraguay, México, Nicaragua, Chile, Panamá, Honduras, Guatemala y Ecuador. Así como en Brasil,
desde hace cinco años, cada siete de septiembre aproximadamente un millón de personas superan un mil quinientos kilómetros
para llegar hasta Brasilia, concienciar a la población y alertar al Gobierno sobre la situación económico social; a partir de ahora se
han propuesto que cada 12 de octubre se prenda la llama latinoamericana de un grito que es universal.