El Grito de las Américas

2000-10-20 00:00:00

Participé en Nueva York, el 12 de octubre, fecha del "descubrimiento" de
nuestro continente, del Grito de los Excluidos de las Américas. La ciudad
estadounidense fue escogida por ser la sede de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU); foco del noticiero internacional; y escenario de la
Marcha de los Migrantes Indocumentados, realizada el día 14, y de la Marcha
Mundial de las Mujeres, el 17.

Una comisión de representantes de las tres regiones continentales,
encabezada por el argentino Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz,
fue recibida en la ONU por Gillan Martin Sorensen, asistente del Secretario
General y Jefe del Departamento de Relaciones Internacionales. Del Brasil,
estuvimos presentes Gilmar Mauro, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra
(MST) y yo. Kofi Annan debió ausentarse para viajar apresuradamente al
Medio Oriente, debido al conflicto entre israelíes y árabes.

A la entrada del edificio de la ONU una exposición de fotos de Sebatião
Salgado exhibía el rostro de niños pobres del mundo, lo que facilitó nuestro
diálogo con el señor Sorensen, a quien expusimos los efectos nefastos de las
políticas del FMI y del Banco Mundial en nuestros países. Insistimos para
que la ONU no se convierta en un juguete en las manos de la política externa
de los Estados Unidos.

El gran escándalo de este fin de siglo y milenio es la situación de carencia
en la que viven multitudes. En el mundo, según el BIRD, 1.2 mil millones de
personas sobreviven con una renta mensual inferior a US$30, y otras 2.8 mil
millones con menos de US$60. En América Latina, son 224 millones de pobres
y 90 millones de miserables. En el Brasil, 32 millones de miserables y 54.1
millones de pobres.

Llegamos a la Luna, pero no a la justicia social. Pusimos telescopios
capaces de develar las intimidades del universo, pero no vemos las
necesidades y los derechos del prójimo carente. Clonamos seres vivos, pero
no salvamos de la muerte a niños desnutridos. Fotografiamos cuánticamente
las partículas sub-atómicas, pero ignoramos las angustias más profundas del
corazón humano.

Los nuevos militantes de la solidaridad

Un fenómeno nuevo se destaca en el panorama mundial, evidente en las
manifestaciones en Nueva York, Praga, Washington y Seattle: los movimientos
de solidaridad con los condenados de la tierra. El clamor de justicia ya no
bien solo de la izquierda ideologizada y partidaria. Se hace eco de
innumerables movimientos sociales que articulados por Ong's e Iglesias,
prestan su fuerza y su voz a los que carecen de una cosa o de otra. Tiene
como ideología la ética, como partido la solidaridad, como sueño el derecho
de todos a los bienes esenciales de la vida, como propuesta la denuncia de
los responsables de las desigualdades mundiales y a la construcción de una
civilización de amor.

El mundo ya no se divide entre capitalismo y socialismo, pero si entre el
egoísmo neoliberal, centrado en la premisa del lucro, y la compasión de los
que luchan por una economía solidaria. Uno y otro coexisten en los mismos
países. El avance de la tecnología de las comunicaciones favorece el
entrelazamiento de las redes comprometidas con la conquista de un modelo
alternativo de sociedad. El perfil de la era post-capitalista se diseña en
el esfuerzo de poner fin a la exclusión social, redistribuir la renta,
proteger el medio ambiente, priorizar los bienes infinitos, como la ética y
la espiritualidad, y no sobreestimar los bienes finitos.

Los nuevos militantes de la solidaridad no quieren únicamente estructuras
económicas más justas, como el acceso de los productos de los países pobres
al mercado internacional. Quieren más: los bienes del espíritu. Al
contrario de la vieja izquierda, son personas espiritualizadas y
entusiasmadas (que etimológicamente significa "repletos del Espíritu de
Dios"). Como un san Francisco moderno, se sienten hermanos y hermanas de la
Gaia y del Africa, de los campesinos de América Latina y de los indígenas de
Laponia, de los curdos y de los iraquíes. Su lógica no se guía por el
maniqueísmo de la política exterior de los Estados Unidos, que bloquea Cuba,
anexa Puerto Rico a su territorio, interviene en Colombia y se hace de la
vista gorda cuando tropas de Israel ocupan territorios árabes. Se guía por
el derecho de todos al bien mayor de Dios: la vida.

La caída del socialismo real en Europa del Este coincide con el surgimiento
del socialismo virtual en la Internet. Ella quiebra el monopolio de las
agencias de noticias que se hacen eco de la versión de los señores de la
tierra. Como el engaño que, en 1992, los EEUU nos intentaron imponer, de
que los misiles lanzados contra Irak solo destruyeron edificios. Hoy se
sabe que por lo menos 100 mil civiles iraquíes, inclusive mujeres y niños,
perdieron la vida en aquella guerra que, para nuestros ojos, no pasaba de
ser un videojuego.

El Grito de los Excluidos de la Américas continentaliza el Grito de los
Excluidos iniciado en Brasil en 1995, por iniciativa de la Conferencia
Nacional de Obispos del Brasil (CNBB) y de los movimientos sociales. Y
revela que también en el corazón del imperio, como es Nueva York, hay muchas
personas y movimientos desilusionados con ese modelo de sociedad que reduce
la libertad al derecho de escoger entre varias marcas de cerveza o modelos
de carros. Ellas quieren más. Quieren la libertad de modificar, no
siluetas de cuerpos envanecidos, sino el perfil de una humanidad que ingresa
en el Tercer Milenio arrastrando una masa de hambrientos, desempleados y
oprimidos.

En enero próximo, esos militantes de la esperanza ya tienen un encuentro
marcado en el Foro Social Mundial, en Porto Alegre.