Reflexiones sobre la noción de exclusión

2003-06-06 00:00:00

Tema presente en
la mídia, en el discurso político y en los planos y
programas gubernamentales, la noción de exclusión
social se tornó familiar en lo cotidiano de las diferentes
sociedades. No es apenas un fenómeno que atinge los países
más pobres. Por el contrario, ella señala el destino de
exclusión de grande parte de la población mundial, sea
por las restricciones impuestas por el mundo del trabajo, sea por
situaciones provocadas por modelos e estructuras económicas
que crían desigualdades absurdas de calidad de vida.
Este artículo
tiene como objetivo presentar las principales ideas sobre el concepto
de exclusión social presentes en la literatura francesa de los
años 90, confrontándolas y/o complementándolas
con algunas reflexiones extraídas de la literatura brasilera,
mostrando que así sea tan difundido, éste es un tema
reciente y polémico.
Mendigos,
limosneros, vagabundos, marginales habitaran históricamente
los espacios sociales, constituyendo universos estigmatizados que
atravesaron siglos. Sin embargo, más precisamente a partir de
los años 90 es que una nueva noción – la de
exclusión - va a protagonizar el debate intelectual y
político: “se actualmente, la mayoría de los
problemas sociales son aprehendidos a través de esta noción,
es preciso ver ahí, al mismo tiempo, el resultado de la
degradación del mercado de trabajo, particularmente fuerte en
el inicio de esta década, y también la evolución
de las representaciones y de las categorías de análisis”
(Paugman[1]
1996:14)
Se
ha atribuido a René Lenoir[2]
la invención de esta noción en 1974. Pragmático
y sensible a las cuestiones sociales, cuyas tesis emanan del
pensamiento liberal y fueron fuertemente criticadas por la izquierda,
él tuvo, con su obra, el mérito de suscitar el debate,
ampliando así la reflexión en torno del concepto de
exclusión, no más como un fenómeno de orden
individual, mas como social, cuyo origen  debería ser
buscado en los mismos principios de funcionamiento de las sociedades
modernas. Destacaba entre sus causas el rápido y desordenado
proceso de urbanización, la desadaptación y uniformidad
del sistema del sistema escolar, el desarraigar causado por la
movilidad profesional, las desigualdades de renta y de acceso a los
servicios. Acrecienta, todavía, que no se trata de un fenómeno
marginal referido únicamente a la faja de los subproletários,
mas de un proceso en curso, que atinge cada vez más todas las
camadas sociales.
La
concepción de exclusión continúa todavía
fluyendo como categoría analítica, difusa, a pesar de
los estudios existentes, y provocadora de intensos debates. Algunos
consideran la exclusión como un nuevo paradigma en
construcción, “brutalmente dominante desde algunos
años, en tanto que el de la lucha de clases y desigualdad
dominó los debates políticos y la reflexión
sociológica desde  el fin de la Segunda Guerra Mundial”
(Schnappper[3],
1996:23)
Muchas
situaciones son descritas como exclusión, que representan las
más variadas formas y sentidos provenientes de la relación
inclusión/exclusión. Bajo ese rótulo están
sujetos innúmeros procesos  y categorías, una
serie de manifestaciones que aparecen como fracturas y rupturas 
del vínculo social (ancianos, deficientes, desadaptados
sociales; minorías étnicas o de color; desempleados de
larga duración; jóvenes imposibilitados de acceder al
mercado de trabajo; etc.). La reflexión de Julien Freund, en
el prefacio de la obra de Martine Xiberras[4],
denota una cierta saturación del uso indiscriminado de esta
noción:
‘la noción
de exclusión está teniendo el destino de la mayor parte
de los términos consagrados actualmente por la mediocridad de
las modas intelectuales y universitarias. Algunos consideran que está
saturada de sentido, de ‘non-sens’ e de contrasentido;
(...) La lectura de la prensa es particularmente instructiva desde
este punto de vista, pues, ella es más de que el espejo de
nuestra sociedad”.
Así mismo,
los estudiosos de la cuestión concluyen que del punto de vista
epistemológico, el fenómeno de la exclusión es
tan vasto que es casi imposible delimitarlo. Haciendo un recorte
“occidental” se podría decir que “excluidos
son todos aquellos que son rechazados de nuestros mercados materiales
o simbólicos, de nuestros valores” (Xiberras: 21), en
verdad, existen valores y representaciones del mundo que acaban por
excluir las personas. Los excluidos no son simplemente rechazados
físicamente, geográficamente o materialmente, no
solamente del mercado y de sus cambios, mas de todas las riquezas
espirituales, sus valores no son reconocidos, o sea, hay también
una exclusión cultural.
Del
punto de vista de la situación global internacional, se
observa el desgaste de dos figuras emblemáticas de la
evolución del siglo XX: si el socialismo murió, como
quieren muchos, el Estado-providencia está en estado
prolongado de crisis. En los años 80, asistimos al declive de
los Welfare States. Como bien dice Rosanvallon en su último
libro “La nueva edad de las desigualdades”[5]
es necesario que se renueven los análisis, pues, con el
desenvolvimiento de la mundialización, nuevas relaciones entre
economía, política y sociedad están siendo
establecidas. Vivimos al mismo tiempo el desgaste de un modelo y el
fin de una forma de comprensión del  mundo. La llamada
“invención de lo social”, que constituye el grande
“revés” del siglo XIX, parecía haberse
consolidado, en este siglo, a través de la construcción
de sistemas de protección social. Estos sin embargo, se
encuentran debilitados por la internacionalización de la
economía y por la crisis del Estado-providencia, representado
por la crisis de la solidariedad y del vínculo social,
ampliado por la transformación de las relaciones  entre
economía y sociedad (la crisis del trabajo) y de los modos de
constitución de las identidades individuales y colectivas (la
crisis del sujeto) (Rosanvallon, 1996:7 e ss.)
Se
observa, pues, una especie de impotencia del Estado-Nación en
el control de la coyunturas nacionales. Los problemas sociales se
acumulan, yuxtaponiendo en el seno de las sociedades, categorías
sociales con renta elevada o relativamente elevada al lado de
categorías sociales excluidas del mercado y algunas 
veces de la sociedad[6].
Tratándose
concretamente del tema de la exclusión es preciso necesitar el
espacio de referencia que provoca el rechazo (categoría
fundamental). Cualquier estudio sobre la exclusión debe ser
contextual izado en el espacio y tiempo al cual el fenómeno se
refiere.
Así,
si consideramos como espacio de análisis la exclusión
de los países llamados de primero mundo, necesariamente se
tiene que tomar ese recrudecimiento de la crisis del
Estado-providencia[7],
en los años ochenta, las transformaciones en curso del mundo
del trabajo – que están en el origen de la crisis de la
sociedad salarial, con la emergencia del desempleo y de la
precariedad de las relaciones de trabajo -, como problemas centrales
de esas sociedades. Surge, entonces, un nuevo concepto de precariedad
y de pobreza, o de nueva pobreza, para designar los desempleados de
larga duración que van siendo expulsos del mercado productivo
y los jóvenes que no consiguen entrar en él, impedidos
del acceso al “primer empleo”. O sea, son camadas de la
población consideradas aptas para el trabajo y adaptadas a la
sociedad moderna, sin embargo, victimas de la coyuntura económica
y de la crisis de empleo. Así, los excluidos en la
terminología de los años 90, no son residuales ni
temporarios, mas contingentes populacionales crecientes que no
encuentran lugar en el mercado.
“en
el campo internacional, la transición del predominio del
término pobreza para la exclusión significó, en
grande parte, el fin de la ilusión de que las desigualdades
sociales eran temporarias... La exclusión surge, así,
en el campo internacional, como una señal de que las
tendencias del desenvolvimiento económico se convirtieron.
Ahora – y significativamente – en el momento en que el
neoliberalismo se torna victorioso por toda parte, las desigualdades
aumentan y parecen desaparecer” (Nascimiento[8]:
1995:24)
Aunque
podamos aplicar esta misma red de análisis para países
como Brasil, que está incluido, todavía que con
características específicas, en la rueda de la
globalización, es necesario resaltar que coexisten en nuestro
país diferentes causas de la pobreza y de la excusión
social. La matriz esclavista brasilera, además de acompañar
nuestro pasado, está presente en lo cotidiano de nuestra
sociedad, en las manifestaciones más variadas. Las nociones de
pobre y pobreza figuran en el horizonte histórico de la
sociedad brasilera  y con explicaciones de las formas como 
el escenario público brasilero trató la cuestión
social... Conforme bien demuestra Vera Telles[9]
(1996:6), “Tema del debate público y punto
privilegiado del discurso político, la pobreza siempre fue
notada, registrada y documentada. Se podría decir que, tal
como una sombra, la pobreza acompaña la historia brasilera,
componiendo el elenco de problemas, tropiezos y también
virtudes de un país que hizo y todavía hace del
progreso (hoy formulado en términos de de una supuesta
modernización) un proyecto nacional”.
Del
punto de vista de la utilización por los científicos
sociales brasileros de términos para designar esos fenómenos
de iniquidades y desigualdades sociales, se verifica que la noción
de exclusión social aparece en la segunda mitad de los años
80, en los trabajos de Hélio  Jaguaribe y también
en los medios de comunicación y en los trabajos académicos,
acompañando el movimiento internacional.
Trabajos
contemporáneos refuerzan la importancia creciente de
profundizar esa noción. Una encuesta  recientemente
publicada, organizada por la Prof. Aldaíza Sposatti[10],
retrata la situación de exclusión en la ciudad de São
Paulo, y refuerza el carácter estructural de este fenómeno:
“La
desigualdad social, económica y política en la sociedad
brasilera llegó a tal grado que se torna incompatible con la
democratización de la sociedad. Por ende,  se ha hablado
en la existencia de una separación social. En Brasil la
discriminación es económica, cultural y política,
además de étnica.
Este proceso debe
ser entendido como exclusión, esto es, una imposibilidad de
poder compartir, que conlleva a vivenciar privaciones, rechazo,
abandono y expulsión, inclusive con violencia, a una parte
significativa de la población, por eso es una exclusión
social y no personal. No se trata de un proceso individual, aunque
atinge personas, sino de una lógica que está presente
en las varias formas de relaciones económicas, sociales,
culturales y políticas de la sociedad brasilera.  Esta
situación de privación colectiva es que se entiende por
exclusión social. Ella incluye  pobreza, 
discriminación, subalterinidad, desigualdad, falta de acceso y
representación pública”
Es
necesario resaltar, no en tanto, que pobreza y exclusión no
pueden ser tomadas simplemente como sinónimos de un mismo
fenómeno, aunque estén articuladas conforme 
buscaremos demostrar en los análisis que siguen a
continuación:
Tomando
como fuente inicialmente autores franceses contemporáneos,
destacaremos algunos conceptos que componen este universo. Conceptos
que emergen de diferentes matrices psicológicas y
sociológicas:
a)     
La descalificación: proceso relacionado a fracasos y
sucesos de integración, a partir de la obra de Paugam, el cual
considera la pobreza  como siendo de una parte “producto
de una construcción social” y de otra “problema
de integración normativa y funcional” de individuos,
que pasa esencialmente por el trabajo. La descalificación
social aparece como el revés de la integración social.
El estado es entonces convocado a criar políticas
indispensables a la regulación del vínculo social, como
garantía de la cohesión social (Pugam, 1991, 1993);

b)     
La “des-inserción”: trabajada por Gujelac y
Leonetti[11]
como algo que cuestiona  la propia existencia de las personas en
cuanto individuos sociales, en un proceso que es inverso al de la
integración. No hay una relación inmediata entre
des-inserción y situaciones  sociales desfavorables,
luego, no hay relación inmediata entre des-inserción y
pobreza. Estos autores buscan demostrar el papel esencial de la
dimensión simbólica en los fenómenos de
exclusión. Ellos analizan los acontecimientos objetivos en la
esfera del trabajo y del vínculo social, más resaltando
los valores de orden simbólica, pues “el sistema de
valores de una sociedad que define los ‘fuera de norma’
como no teniendo valor o utilidad social, lo que conduce a tomar la
des-inserción como un fenómeno identitário en la
articulación de los elementos objetivos y los elementos
subjetivos”;
c)     
La  “desafiliación”[12]:
analizando las metamorfosis de la cuestión social Robert
Castel acuña este concepto, significando una ruptura de
pertenencia, de vinculo social. “Efectivamente desafiliado
es aquel cuya trayectoria es hecha de una serie de rupturas con
relación a los estados de equilibrio anteriores, mas o menos
estables o inestables”. Están aquí
consideradas  las poblaciones con insuficiencia en recursos
materiales y también aquellas fragilizadas por la
inestabilidad de la trama rela