APEC EN PERÚ. 2008 DISCURSOS Y REALIDADES ¿COOPERACIÓN, O COMPETENCIA, DESIGUALDAD Y CRISIS?

2009-02-06 00:00:00

El APEC (Asia-Pacific Economic Cooperation en inglés; Foro de Cooperación Económica Europa-Pacífico en español) es un foro multilateral creado en 1888 y desarrollado a lo largo de las décadas de 1990 y 2000, cuyo eje central es el intercambio comercial y financiero, apuntando a la coordinación y cooperación entre sus miembros, 21 países de la Cuenca del Océano Pacifico.
Sin embargo, los discursos de buena crianza, cooperación, coordinación, etc., no resultan muy convincentes a la luz de las realidades.
Por más que se repita que la suma del Producto Nacional Bruto PNB (es decir, la suma total de lo que produce un país, sin distinguir cómo y entre quienes se reparte esa suma) de los 21 países que conforman la APEC equivale al 56% de la producción total del mundo y concentra el 46% de su intercambio comercial. Cifras que impresionan y dan la apariencia de ser un gran negocio para los países involucrados.
Sin embargo, esos promedios arbitrariamente sumados, esconden la brutal desigualdad entre los países, los cuales son por demás heterogéneos. Desde los Estados Unidos, paradigma capitalista clásico de la democracia y economía neoliberal, hasta China y Vietnam, nominalmente comunistas, con regímenes políticos altamente restrictivos de las libertades, aunque con avanzadas reformas capitalistas de su economía.
Ello entraña una ya innegable y desatada competencia por la hegemonía económica y geopolítica, que ha alcanzado ribetes militares en algunos momentos, entre los supuestos “cooperantes” de la APEC, especial y públicamente entre Estados Unidos por un lado, que ve decaer su hegemonía, y China y Rusia, por otro, que ya sin tapujos se la disputan (recordar por ejemplo, que la mayor parte de la deuda norteamericana está en manos chinas).
Pero no es sólo la competencia realmente existente la que parece poner en duda los discursos de cooperación y mutuo beneficio de la APEC. También y sobre todo resulta engañosa la silenciada desigualdad. Para graficar sólo un caso, que resulta pertinente, dado que Perú se apresta a ser sede de su 20ª reunión anual (la primera en 1989 fue en Australia y la anterior de 2007 también), puede señalarse el muy repetido slogan del Producto Nacional Bruto.
Detrás de las cifras globales, arbitrariamente adicionadas, la realidad de la desigualdad parece no tener piedad. Mientras Estados Unidos, obtuvo el más alto indicador en este ítem el año 2007, con cerca de 14.000 billones (millones de millones) de dólares, Brunei (otro de los miembros APEC) obtuvo el lugar 123 con apenas 6.400 millones. El Perú mismo no aparece, por más que la majadera propaganda oficial diga lo contrario, muy cercano a su “socio” norteamericano, con un muy desmedrado 52 lugar con 109.000 millones de dólares. Claramente, la “cooperación” no parece ser beneficiosa por igual a todos los miembros.
Todavía además, ese PNB se reparte aún más desigualmente en el interior del Perú. En primer lugar, porque está ya demostrado que crecimiento macroeconómico, estadístico, no necesariamente trae generación de empleo y equidad. Perú es un caso paradigmático de esto. Según las propias cifras oficiales, a pesar de que el crecimiento macro económico es alto, la “calidad” del crecimiento es baja, basado fundamentalmente en grandes inversiones extractivas de recursos naturales, intensivas en tecnologías, es decir, que no generan empleo; mismas que se presentan como uno de los supuestos “beneficios” del APEC para el Perú.
En el periodo de los dos últimos gobiernos, en promedio, la gran empresa (principalmente extranjera en el Perú) ha generado apenas el 5% del total del empleo, es decir, queda a la propia gente, en su inmensa mayoría, crearse, como pueda, su propio empleo, a
través de la microempresa (47% del empleo; 26%, en el campo) y la informalidad (48% restante), con un 33% de subempleados y 36.6% de desempleados. De esta realidad y a regañadientes proviene la inclusión de un decorativo “Encuentro de MYPES” como parte de la Agenda APEC Perú.
Pero la más evidente y pública de las realidades que chocan con los discursos oficiales es la de la brutal concentración de la riqueza al interior del país (Perú Top Publications. Informe 2008. Pág. 127). Las utilidades de esa "inversión" extranjera, que genera muy poco empleo, sacadas al exterior, llegaron a 7.000 millones de dólares el año pasado. Igual que el índice de la bolsa de valores de Lima que creció un promedio de 50% en el periodo. Los salarios reales de cuatro quintas partes de los asalariados, en cambio, han permanecido prácticamente sin variación. Y eso, en un país donde todavía cerca de la mitad de la población vive en pobreza y casi un tercio de la población de Lima, su capital, no cuenta con instalaciones de agua potable.
Seguramente, estas realidades del Perú no serán mostradas a los 2.700 periodistas nacionales y extranjeros que están acreditados para cubrir el evento, y para quienes se ha implementado el Centro Internacional de Prensa (IMC), en el Centro de Convenciones del Ministerio de Defensa, ubicado en San Borja, con 8.000 m2, áreas de trabajo, computadoras, internet, estudios de T.V y salas de conferencia.
Ante ello, resultan entonces no sólo legítimas (es un derecho constitucional y humano irrenunciable, aunque desate la ira del ya medieval García Pérez), sino además completamente razonables, las protestas y críticas que diversos y crecientes sectores levantan ante el show mediático global del APEC en Perú, que en medio de crisis financiera global, alzas de precios y corrupción imparable en el Gobierno, ha costado a todos los peruanos, según cifras oficiales, cerca de 45 millones de soles.
“Tratados de Libre Comercio (TLC)”, es el santo y seña de la ministra de Comercio Exterior y Turismo, Mercedes Aráoz, para esta APEC. TLCs que siguen siendo ofrecidos como la panacea, a pesar y en contra de la escalofriante crisis financiera mundial que estos mismos TLCs han provocado y que recién empieza a mostrar sus desastrosos efectos, en el propio Estados Unidos, con más de 200.000 personas que han perdido sus empleos en los últimos meses, mientras el gobierno Bush, al igual que los gobiernos europeos, desembolsa millonarias cifras, patrimonio de todos los ciudadanos, para rescatar de la debacle nada menos que a los bancos y especuladores culpables de la crisis.
Según cifras oficiales, aportadas por un pletórico Luis Giampietri, nada menos que 3.618 delegados, incluidos 17 jefes de Estado, 55 ministros, con 26 esposas, y el emblemático sultán petrolero de Brunei (sí, el mismo cuyo país muestra los más bajos índices de PNB) y sus concubinas. La comitiva más numerosa es, por supuesto, la del inefable y felizmente de salida George Bush, con más de 900 Delegados.
Para ellos, hasta el momento, se han destinado 5.500 habitaciones de lujo en los 70 más caros hoteles de Lima. Los 42 aviones privados que podrían venir pondrán a máxima tensión la capacidad del aeropuerto Jorge Chávez. Se han confirmado 30, y naturalmente, la delegación norteamericana es la que más trae: 10, además de sus propios centros de comunicaciones y carros blindados.
Todos datos reveladores y que reflexionados serenamente resultan muy útiles para saber a quién exactamente benefician estos encuentros y acuerdos. Poniendo serias interrogantes al eslogan oficial de “Un Nuevo Compromiso para el Desarrollo del Asia Pacífico”. ¿El “Desarrollo” de quién?