ALCA: migración y exclusión

2002-08-05 00:00:00

Ha aumentado el número de inmigrantes que, en los últimos años,
buscaron mejores condiciones de vida en los países ricos. Este proceso
se verifica en América Latina, Central y Caribe; en África y en Asia.
No es difícil hacer una relación entre el aumento del fenómeno de las
migraciones y la implementación de políticas neoliberales de ajustes
estructurales, privatizaciones, restricción de los derechos de los
trabajadores y políticas compensatorias.

Basta citar algunos datos para percibir la dimensión de los procesos
de migración. Según la OIT, más de 120 millones de inmigrantes se
desplazaron en la década de los noventa. Algunos países se destacan
por las cifras que continúan creciendo.

Según los datos del gobierno peruano, hay 2,2 millones de peruanos en
el exterior, de los cuales un 75% está en situación irregular. Salen
de Perú anualmente, entre 250 y 300 mil emigrantes con destino a
Argentina, Chile, Japón, Italia, España y Estados Unidos. La
situación del vecino Ecuador no es diferente. Más de 290 mil
ecuatorianos dejaron aquel país, entre los años 2000 y 2001, rumbo a
Europa y Estados Unidos. En España hay 300 mil ecuatorianos, de los
cuales la mitad está indocumentada o “clandestina”. En esta misma
situación hay 3.5 millones de mexicanos en Estados Unidos.

El caso de Brasil no es diferente. Hay más de 2 millones de
brasileños en el exterior, de los cuales la mitad está en los Estados
Unidos. En Japón el número de brasileños se acerca a los 300 mil. En
el caso de los brasileños, son los profesionales liberales quienes
migran, en su mayoría por falta de esperanzas en el Brasil. Desde el
punto de vista social, respecto al Brasil, son rebajados, o sea, pasan
a ejercer funciones no acordes a su calificación profesional.
Económicamente, respecto al Brasil, la mayoría asciende, pues, aunque
se dediquen a trabajos menos calificados, consiguen ahorrar.

Ante este fenómeno, que desplaza a millones de personas, es necesario
que nos preguntemos cuál es la raíz profunda de esto.

En busca de mejoras

Eduardo Tamayo, periodista ecuatoriano, interpreta así los
desplazamientos: “la imposibilidad de satisfacer las necesidades
básicas y la enorme diferencia entre los magros ingresos (para los
pocos que tienen trabajo) y el elevado costo de la canasta básica,
lleva, no solo a los sectores populares sino a las clases medias, a
buscar desesperadamente la solución en las migraciones... En diversos
de los países mencionados, se aplica un modelo fondomonetarista que
conjuga medidas de ajuste, expropiación del ahorro de los ciudadanos
por las mafias bancarias, corrupción, desempleo y empobrecimiento
generalizado. Todo esto ha contribuido a desmantelar los Estados
nacionales y a colocarlos en una situación de no-desarrollo y de no-
futuro.” (América Latina en Movimiento, no.352, abril de 2002)

Son negados los derechos al trabajo, alimentación, tierra, vivienda, a
la educación e información. Así, millones de personas son obligadas a
migrar continuamente en busca de mejores condiciones de vida.

La causa profunda es una “globalización que no distribuye riquezas,
que globaliza el libre acceso a los mercados, mas no es solidaria;
elimina barreras comerciales, mas impide la circulación de personas;
defiende el libre mercado como un derecho, mas dificulta todavía más
el acceso directo a los derechos básicos.” (Declaración de Bruselas,
junio de 2002)

Crece por un lado, el número de empobrecidos en todo el mundo y al
mismo tiempo se concentran más las riquezas. El PIB mundial está
estimado en 25 trillones de dólares; cerca de 18 trillones pertenecen
a los siete países ricos. Los otro 7 trillones corresponden al PIB
del resto del mundo, más de 180 países. De las 500 mayores empresas
del mundo que poseen el 3% del PIB mundial, 85% se encuentran en los
Estados Unidos; este país con apenas 4% de la población mundial,
controla 22% de las riquezas del planeta.

Para continuar dominando el mundo, Estados Unidos necesita expandir su
comercio, o sea, vender sus productos a muchos países, sin
restricciones o barreras arancelarias. De ahí la presión para
implementar el ALCA, Área de Libre Comercio de las Américas. Este
“tratado” busca resolver el problema de los productos estadounidenses,
mas está lejos de solucionar los problemas sociales en América Latina.
Por el contrario, si fuera implementado, además de agudizar los
problemas sociales, destruirá la producción nacional de los países,
aumentando el desempleo y las migraciones, destruyendo la economía
familiar, provocando la desintegración familiar y cultural,
desestabilizando las democracias y ampliando la brecha entre las
mayorías desposeídas con las minorías que tienen el poder, y aumentará
la deuda externa de los países pobres.

Basta ver el caso de México y las consecuencias que el TLCAN trajo a
este país. A pesar de que el PIB aumentó bastante, se exacerbaron las
desigualdades sociales; el número de mexicanos que pasaron a ganar
menos de un salario mínimo aumentó en un millón; ocho millones de
familias se empobrecieron y el número de personas que vivía en la
pobreza pasó de 49% al 75% de la población. Solamente en el año 2000,
fueron eliminados 200 empleos en el sector privado.

Globalizar la resistencia

Contra un sistema global que excluye un número siempre mayor de
personas, solamente una lucha global podrá apuntar a alternativas
posibles. La lucha contra el ALCA, por lo tanto, es de todos
nosotros. El Plebiscito sobre el ALCA se presenta como una importante
herramienta en esta lucha. Tiene como objetivos: concientizar y
movilizar al pueblo; elevar el nivel de conciencia política; cambiar
el actual modelo económico, defender la soberanía nacional; impedir la
implementación del acuerdo del ALCA y contribuir al debate y la
construcción de un proyecto popular para el Brasil.

En la marcha contra el ALCA realizada en Porto Alegre, en febrero de
2002 durante el II Foro Social Mundial, fueron asumidos los siguientes
compromisos que expresan nuestra lucha común:

Luchar por los derechos fundamentales de nuestros pueblos: soberanía,
identidad, autonomía y libertad, por la atención a las necesidades
básicas; luchar contra el capital financiero y sus insaciables
intereses; contra el pago de la deuda externa; manipulación política y
corrupción económica. En fin, desenmascarar y combatir al ALCA
participando del Plebiscito sobre el mismo.

Los migrantes que se dirigen hoy a los países ricos llevan consigo un
gran potencial transformador y movilizador: debido a su cultura,
costumbres y diferentes formas de manifestarse y exigir sus derechos.
Si observamos la historia, a lo largo de los siglos, advertimos que
los grandes cambios la humanidad fueron casi siempre precedidos por
procesos migratorios. El éxodo de migrantes a los países ricos señala
la urgente necesidad de cambios en la economía y en la política de los
países pobres. El capital financiero que se concentra en los países
ricos, es el mismo que hace falta en éstos para generar empleos,
atender las necesidades básicas de la población, en fin, que podría
crear nuevas expectativas y las personas no necesitarían emigrar.

Tenemos varios ejemplos de lucha de los inmigrantes. En los Estados
Unidos, la Coalición de Lucha por los Derechos de los Inmigrantes
Indocumentados, ha organizado marchas con la participación de algunas
decenas de millares de inmigrantes. En el Brasil, los inmigrantes
fortalecen la Campaña Nacional por una Nueva Ley de los Extranjeros,
participando en el Grito de los Excluidos, de Audiencias Públicas,
etc.

Se trata de incentivar y animar a los inmigrantes para que participen
de las luchas populares, para que todos podamos ser ciudadanos en
cualquier parte del mundo. ¿Si el capital financiero no quiere
fronteras, por qué deben existir muros para los inmigrantes? Muros
que pueden ser físicos o pueden ser las nuevas legislaciones
migratorias, cada vez más restrictivas, como sucede en los Estados
Unidos, Francia, Italia, España, solamente para citar algunos países.

Es preciso, sí, globalizar la solidaridad y la justicia. La lucha de
los inmigrantes ciertamente está contribuyendo a esto.

* Luiz Bassegio es secretario nacional del Servicio Pastoral de los
Migrantes (SPM)