El Foro no basta.

2009-02-04 00:00:00

 
José Miguel Hernández, representa a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en el Consejo Internacional del Foro Social Mundial (FSM) desde sus inicios en el 2001. El ha vivido ese proceso de construcción de alternativas anticapitalistas desde adentro. Cuando termina el FMS con sede en la ciudad amazónica de Belém do Pará, accede a intercambiar con La Minga Informativa sobre este espacio donde confluyen organizaciones, movimientos y redes de todos los continentes.
Algunos  minimizan a los FSM porque los consideran “puro turismo” sin que logre reales articulaciones ni que trascienda el momento de ese encuentro. ¿Cómo aprecia la evolución de los Foros?
Los Foros no han tenido un avance lineal y han estado muy marcados por las coyunturas de las regiones que los han organizado. Por ejemplo las tres primeras ediciones fueron en Porto Alegre, en Brasil y la lucha contra el ALCA tenía mucho peso en América Latina por lo que el Foro fue una expresión de ella.   Además de Brasil y Venezuela en América, el FSM ha sesionado en la India, Asia y Nairobi, África y siempre se ha parecido a los problemas y coyunturas de las áreas geográficas sedes.
Los Foros han propiciado el intercambio y la articulación entre distintos movimientos sociales. En el caso de América Latina existe una tradición de luchas populares que no es producto de estos espacios. El FSM ha sido considerado por algunos como el festival de esas organizaciones. Ciertamente este es el único encuentro que facilita el contacto entre miles de organizaciones y redes de todo el mundo que participan en la lucha antineoliberal. Pero eso solo no basta. También pueden ser espacios más productivos.
Se ha dicho que los movimientos sociales atraviesan una crisis, pero no lo creo. Solo que hay que transitar por un camino que permita reactivar una visión de los movimientos en torno a las coyunturas actuales.
¿Qué demandas se le hacen hoy al FSM?
Una de las demandas es que trasciendan por su carácter propositivo. Se han dado algunos pasos en ese sentido, pero son soluciones más metodológicas que estratégicas; mientras el FSM sigue atado a la Carta de Principios fundacional. En el 2001 era muy revolucionaria, pero ya amerita una actualización.
Hay resistencias ante los cambios, se avanza y retrocede en esas transformaciones, por ejemplo la presencia de los Partidos políticos está proscrita; sin embargo, se ha tenido que buscar espacio para expresiones políticas dentro del FSM. Otras iniciativas como el Foro Parlamentario han sido incluidas en el esquema organizativo de este evento mundial.
¿Qué amenazas identifica para el proyecto de integración regional a partir del desarrollo de los Foros Sociales Mundiales?
La integración tampoco hay que verla linealmente. Existen diferentes alternativas de integración: el ALBA, UNASUR, MECOSUR, la Unión Europea… y cada una tiene sus propias expresiones sociales o aspiran a tenerlas.
Uno de los peligros está en que no logremos traer al FSM una visión articulada de la integración y al mismo tiempo movilizadora. Todavía no lo hemos conseguido. Lo ideal sería que el Foro propicie esa integración.
En el caso de América Latina se ha intentado un diálogo entre los gobiernos y los movimientos sociales con respecto a la integración regional, a través de las últimas Cumbres y Foros. Pero hay que ir más allá. El diálogo debe ser real y establecer puentes de conexión a la par que se fortalecen los procesos de integración desde los pueblos. Se trata de construir un canal de comunicación efectivo.     
 El encuentro con los presidentes latinoamericanos Evo Morales, Hugo Chávez, Fernando Lugo y Rafael Correa, en la tarde del 29 de enero pasado, a los que se unió Luis I. Lula, en la noche, constituyó un paso de avance. No era la primera vez que nos encontramos con Evo, quien asistió a estos espacios como dirigente sindical años atrás. Lula, Lugo y Chávez también han tenido presencia en ocasiones anteriores.  Lo importante esta vez es la ganancia cualitativa, de lo que puede representar ese enlace para la transformación e integración que aspiramos en el continente.