Vía Campesina inicia sus actividades en el FSM
La reforma agraria debe ser una política pública, un compromiso de
estado. Para que eso ocurra es necesario que los movimientos sociales
presionen el poder público. Sin embargo, no basta sólo democratizar la tierra, es preciso también cambiar el modelo agrícola que privilegia sólo a los representantes de la agroindustria.
Estos fueron algunos de los asuntos discutidos hoy en la
primera actividad organizada por Vía Campesina en el VI Foro Social Mundial.
Los problemas relacionados al sonido (que fueron resueltos a la tarde), no impidieron que los participantes discutieran la actual coyuntura latinoamericana en lo que concierne a la reforma agraria.
"Hace diez años, con la implementación del neoliberalismo, muchos
creían que el proceso de reforma agraria había llegado a su fin. Sin embargo, hoy percibimos que la resistencia y la lucha de los pueblos en América Latina continúa más firme que nunca", afirmó Rafael Alegría, coordinador internacional de la Vía Campesina. Según él, la lucha por la tierra en el territorio latinoamericano es permanente. "Una muestra de eso es que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación) convocó para abril, en Porto Alegre, en Brasil, la II Conferencia Internacional de reforma agraria.
Jaime Amorim, de la coordinación nacional del Movimiento Sin Tierra
(MST) de Brasil, afirmó que los cambios políticos en curso en América Latina, unido al espacio que construido por la Vía Campesina
Internacional, está provocando un optimismo en los movimientos del campo. "Nunca tuvimos tanto espacio para discutir la lucha por la tierra. Pero es necesario tener presente que no podemos esperar que el gobierno haga la reforma agraria, porque ella es fruto de la organización de la clase trabajadora y de mucha lucha social".
El estado es importante en el proceso de reforma agraria porque sólo él es capaz de expropiar los latifundios y democratizar la tierra, además de cambiar el modelo agrícola y económico. Pero, nuevamente, hay que destacar que la presión popular, es fundamental. "Aún con Chávez en Venezuela y Morales en Bolivia el pueblo tiene que articularse y movilizarse de una manera autónoma para exigir la Reforma Agraria. Ella no puede ser vista como una política
compensatoria para resolver los problemas de los pobres.
La democratización de la tierra es un proyecto de desarrollo que va a beneficiar a toda la sociedad", destacó Amorim. La población urbana debe percibir que el cambio en el modelo agrícola no interesa sólo a los habitantes de las zonas rurales, sino a todos porque los alimentos consumidos en la ciudad son producidos en el campo.
A pesar de la coyuntura favorable en América Latina, algunos países
sufren con la represión del gobierno a los movimientos sociales, como en el caso de Colombia. Mabel Andrade de la ANUC-UR (Asociación Nacional de Usuarios Campesinos Unidad y Reconstrucción) destacó que el proceso de reforma agraria en su país está siendo duramente reprimido y los campesinos, desplazados de sus tierras. "Los medios de comunicación actúan de forma directa en la criminalización de las luchas, pero aún con esta situación las familias campesinas siguen movilizándose. Y los jóvenes están teniendo un papel fundamental en este proceso".
El debate con los participantes de la actividad significó un importante espacio de intercambio de experiencias entre los diversos países de América Latina.