OMC: Confrontación de alta temperatura
En el día de más fuerte calor en Porto Alegre (29 de enero), la discusión acerca de la actuación del G-20 en la Ronda de Doha mantuvo alta la temperatura del Foro Social Mundial hasta las 9 de la noche. Fue una confrontación de puntos de vista totalmente diferentes sobre el rol que hoy tienen los países en desarrollo dentro de las discusiones de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Desde los gobiernos, el representante del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, Flávio Damico, hizo una fuerte defensa de los objetivos y los actos del G-20 desde Cancún. Al otro lado, representantes de organizaciones de Américas, Ásia y África cuestionaran las intenciones del Grupo y el liderazgo de Brasil e India.
Invitado para hablar desde el punto de vista del gobierno de la India, el ex ministro de las Finanzas S.P. Shuklan, resumió la causa de tanta discusión: “La nueva situación creada por el surgimiento del G-20 resultó en una cierta expectativa, y los eventos de julio (el acuerdo logrado en Ginebra que destrabó las negociaciones) nos dejaran cuestionamientos y dudas”.
Fue exactamente lo que se pudo concluir de las intervenciones de los miembros de la sociedad civil. “Tácticamente, nosotros evaluamos la actuación del G-20 en Cancún como positiva, mientras se logró parar las negociaciones de un acuerdo muy negativo”, dijo Fátima Mello, de la Red Brasileña por la Integración de los Pueblos (Rebrip) y de la Alianza Social Continental. “Pero lo que se acordó en julio tampoco es positivo. Lo que va a pasar ahora depende de nuestra acción junto a los gobiernos.”Según Damico, el acuerdo de julio trae “ganancias indiscutibles”. El principal, aún según el diplomático, es que el texto de Ginebra haber sacado “de la inercia la discusión acerca de las prácticas injustas de comercio”. “El proceso está nuevamente caminando, y ahora se puede buscar expresar las opiniones de todos los sectores de la sociedad”, evaluó. No solamente por esta declaración sino por todo lo que se ha dicho desde Brasília sobre la Ronda de Doha, queda claro que llegar a un nuevo tratado en la OMC es la prioridad número uno del gobierno de Lula en su política
exterior.
El principal punto de cuestionamiento del contenido del acuerdo de julio, y también del propio G-20, es que defiende el modelo agro exportador y no la agricultura campesina. “El grupo está en una posición de ceder en puntos clave en el tema de subsidios y de servicios para fortalecer el sector exportador de comodities. Son cosas con las cuáles no podemos pactar”, dijo Bonnie Setiawan, de la organización Global Justice de Indonesia. De su parte, Setiawan
creé que el G-20 “representa intereses más proximos de los que tienen los países industrializados”. Lo que no es la realidad de Indonesia, por ejemplo”.
Las críticas más fuertes fueran hechas por Walden Bello, de Focus on the Global South de Filipinas. “El texto que salió de Ginebra puso la OMC nuevamente en su camino original”, dijo, agregando que “ningún acuerdo es mejor que un malo acuerdo”.