Movimientos sociales y comunicación

2005-01-20 00:00:00

El Foro Social Mundial, el inédito proceso articulador de
la esperanza de la humanidad de cara al flagelo del
neoliberalismo, tendrá su quinta cumbre en Porto Alegre –
Brasil-, del 26 al 31 de enero, con una programación y
metodología que propician la convergencia de las
actividades e iniciativas propuestas por las entidades y
organizaciones participantes.

Todo indica que será un cónclave diferente a los
anteriores, pues en el corto recorrido -apenas cuatro
años de existencia- ha logrado anclarse como un proceso
que se expresa en foros locales, nacionales, regionales y
temáticos que desde sus particularidades se empeñan en
descifrar los problemas que se derivan de la exorbitante
concentración de la riqueza, del poder y del saber, y el
consecuente incremento de la exclusión social y geográfica
-que resultan de la globalización capitalista en curso-,
con la convicción de que "otro mundo es posible".

Es en ese sentido de proceso que el Foro ha encontrado su
dinamismo y energías multiplicadoras. Cabe recordar que
tras los atentados del 11 de septiembre 2001 en Nueva
York, al FSM le llegó un mensaje de defunción por parte
del Wall Street Journal, que anunció en titulares:
"¡Adiós, Porto Alegre!". Dos años después, una crónica en
el New York Times reconocía que "existen dos
superpotencias en el mundo: los Estados Unidos y la
opinión pública mundial", tras las multitudinarias
movilizaciones impulsadas a partir del FSM que se
registraron en las calles del mundo entero, el 15 de
febrero de 2003, en rechazo a la guerra que para entonces
se alistaba contra Iraq.

En esta caminata, la comunicación ha logrado afirmarse
como uno de los desafíos estratégicos a encarar. Entre
otras razones, porque cada vez queda más claro que la
lucha por la democratización de la comunicación no puede
quedarse circunscrita a quienes de una u otra manera están
vinculados a este campo, porque es una bandera que
concierne al conjunto de la sociedad; después de todo se
trata de un asunto de ciudadanía y justicia social. En
esta perspectiva, destaca la atención que los movimientos
sociales están dedicando paulatinamente a esta
problemática. Porto Alegre 2005 puede ser un momento
clave para afirmar y avanzar en esas convergencias, y en
la necesaria construcción de la agenda social de
comunicación.

Una de las expresiones de esta nueva realidad es la "Minga
Informativa de Movimientos Sociales", animada por una
decena de destacadas coordinaciones y redes sociales de
las Américas, que básicamente apunta a que las
organizaciones que la integran puedan decir su palabra en
primera persona y por un canal propio
(www.movimientos.org). Pero además, y sobre todo, a
formular colectivamente políticas de comunicación, en los
diversos niveles -desde lo local a lo global-, como
ingrediente central de sus agendas y proyectos
alternativos. En esta perspectiva, en la programación
oficial del FSM, ha inscrito el taller denominado
"construyendo una agenda informativa de movimientos
sociales", a realizarse el día 29, en el espacio
Comunicación (D102), en la primera jornada de la mañana.

Como en las ediciones anteriores del FSM, la "Ciranda"
(www.ciranda,org) será el paraguas del espacio
colaborativo para la cobertura de los diversos medios y
comunicador@s independientes. En materia de reflexión y
debates, consta la realización del "Primer Foro Mundial de
la Información y la Comunicación"; como también la
programación (www.movimientos.org/foro_comunicacion) de la
Campaña por los Derechos de la Comunicación (CRIS, por sus
siglas en inglés), que incluye un seminario marcado para
el día 27 (D601). En el espacio temático "Comunicación:
prácticas contra-hegemónicas, derechos y alternativas", se
han registrado en total 102 actividades. Y todo parece
indicar que en ellas, como eje transversal, estará
presente la relación "movimientos sociales y
comunicación".

Redefiniciones

La comunicación, por su naturaleza, es dinámica, está en
movimiento. Los movimientos sociales, por su parte, son
comunicación viva, hacia dentro y hacia fuera, que
históricamente han abierto los cauces y se han afirmado
como actores clave para profundizar la democracia. Esta
sintonía evidente, se ha diluido como el agua entre las
manos, en parte, por errores -o limitaciones- que han
primado en los movimientos, en el momento de encarar el
tema comunicación, y sobre todo porque al interponerse en
ella un complejo tecnológico crecientemente sofisticado,
bajo parámetros cada vez más oligopólicos, el desbalance a
favor de las instancias de poder se torna mayor.

Todo parece indicar, sin embargo, que el tema de la
comunicación está dejando de ser una tarea pendiente para
las organizaciones sociales. Como es conocido, éstas se
quedaron atrapadas en la era "Gutenberg" cuando, desde
mediados del siglo pasado, la radio y, sobre todo, la
televisión -en tanto medios masivos que se
institucionalizaron como "industrias culturales"- pasaron
a redefinir el escenario, afirmando su centralidad en la
configuración de la vida pública. Con este descompás,
llegó el "divorcio" y el consiguiente desentendimiento,
que con el tiempo dio paso a esa posición ambigua de
condena y fascinación que ha marcado el accionar de tales
organizaciones ante el mundo mediático.

Esta ambigüedad, empero, está dejando el paso a
definiciones, ante la evidencia del peso cada vez mayor de
las comunicaciones en el mundo contemporáneo, que en las
circunstancias actuales se expresa como soporte principal
de la fuerza con que se ha impuesto la hegemonía
ideológica neoliberal -el llamado "pensamiento único"-,
pero también por las posibilidades de respuesta que ofrece
Internet. Todo esto, en el marco de una dinámica que ha
empujado hacia reformulaciones organizativas internas y
externas en sintonía con procesos articuladores y
vertebradores de movimientos sociales.

En recientes declaraciones al periódico mexicano La
Jornada (19/09/04), Noam Chomsky precisamente sostenía que
"el uso de Internet, además de facilitar y agilizar la
comunicación dentro de los movimientos sociales y entre
ellos, se presta para restar el control de los medios
establecidos. Esos son dos de los nuevos factores más
importantes que han surgido en los últimos 20 años".

La relación de los movimientos sociales con esta nueva
tecnología no solo se debe a su costo relativamente bajo,
sino, ante todo, a su configuración y funcionamiento. Con
la Internet -basada técnicamente en una red que
interconecta mundialmente a diferentes redes de
computadoras, por lo que también ha pasado a ser
reconocida como la "Red"- se ha establecido un medio de
alcance global que no solo permite recibir y enviar datos,
imágenes y sonidos, en cualquier momento y en tiempo real
o diferido, sino que además facilita una interrelación de
much@s a much@s que redunda en implicaciones
organizativas. En otras palabras, esta capacidad de
interacción, propia de Internet, permite a la vez, acceder
y diseminar mensajes alrededor del mundo, contornando los
medios establecidos, como también establecer niveles de
coordinación y aglutinaciones por encima de la distancia
geográfica.

Si bien la Internet nace como proyecto en el complejo
militar-industrial de EE.UU., su concreción y posterior
impulso y desarrollo tienen lugar en medios académicos y
ciudadanos que le impregnan el carácter de foro abierto y
descentralizado, de intercambios y colaboraciones, y sin
dueños. Se trata, pues, de una tecnología que se
desarrolla y perfecciona gracias al sentido colaborativo
que se establece entre sus usuarios, cuya expresión más
visible precisamente es el software libre. Como anota
Castells (1): "Es indiscutible la importancia que ha
tenido el software libre en la extensión y desarrollo de
Internet desde sus inicios, y la influencia mutua de estos
dos ámbitos tecnológicos es un hecho contrastado".

Aunque desde las esferas oficiales y empresariales se
tiende a presentar Internet como circunscrita a su soporte
técnico (de ahí, por ejemplo, el énfasis y
sobredimensionamiento que se da al tema de la
conectividad), el hecho es que su proyección se ha dado
ante todo como un espacio de interacción social, en el que
los movimientos sociales han puesto su impronta, y
viceversa.

A finales del siglo pasado, en un contexto marcado por la
desarticulación y dispersión organizativa -como secuela de
la aplicación de programas neoliberales-, y a partir de
conexiones establecidas en la Red, irrumpen iniciativas
convergentes contestatarias a la globalización. Una de
las primeras señales de esta sintonía se dio en el curso
de 1998, cuando vía Internet se articuló un movimiento
ciudadano que logró frenar las negociaciones
gubernamentales en torno al Acuerdo Multilateral de
Inversiones (AMI). Un año después, tuvo lugar la protesta
masiva en la ciudad estadounidense de Seattle contra la
Organización Mundial de Comercio (OMC), considerada como
el bautizo del movimiento "alter-globalización", en la
cual, igualmente, fue clave la Red.

Refiriéndose a este acontecimiento, la escritora
canadiense Naomi Klein (2) señala: "El movimiento de
protesta popular contra las transnacionales que llamó la
atención en las calles de Seattle en noviembre pasado no
está unificado por nadie... Las diferentes campañas (ahí
presentes) no convergieron para alumbrar un movimiento
unificado. Más bien, son conexiones complejas y estrechas
que les vinculan una a otra, como los enlaces que conectan
sus sitios Web. Esta comparación no es fortuita, al
contrario, es esencial para quien quiera comprender el
nuevo militantismo político. Pues, si muchos han
remarcado que las grandes manifestaciones de los últimos
tiempos habrían sido imposibles sin Internet, muy poco se
ha dicho que Internet, por su parte, ha configurado a esos
movimientos a su imagen, imprimiéndoles la forma de una
telaraña. Gracias a la Red, las movilizaciones se han
podido llevar a cabo con una burocracia y una jerarquía
reducidas al mínimo; los consensos y los manifiestos
forzados han dado paso a los intercambios de informaciones
constantes, poco estructurados y a veces compulsivos". Y
para rematar, Klein sostiene que Seattle ha sido escenario
de la emergencia de un "modelo de organización militante
que reproduce las vías orgánicas, descentralizadas, pero
interconectadas, de Internet -Internet animado de una vida
propia".

Luego de Seattle, se multiplican las movilizaciones
"altermundialistas", a lo largo y ancho del mundo contra
los organismos internacionales que regulan la
globalización en curso (BM, FMI, OMC, etc.), en las
cuales, como constata Donk (3) "las 'nuevas estrategias
mediáticas' y el 'ciberactivismo' han jugado un rol
dominante... Y cada vez más, parece que Internet se está
desarrollando como una nueva 'plataforma estratégica' que
ayuda a una variedad de movimientos a movilizar y a
organizar la protesta".

Asimismo, esta "plataforma" ha sido clave en la
arquitectura y proyección del Foro Social Mundial (FSM)
que emerge en enero de 2001, en Porto Alegre -Brasil-,
como polo alternativo al Foro Económico Mundial que
anualmente reúne en Davos a las élites económicas y
políticas que manejan las riendas del poder mundial.

En este trayecto se ha profundizado esa relación novedosa,
que De Wilde (4) lo resume así: "Internet no se utiliza
simplemente como un suplemento a los medios de
comunicación tradicionales, ofrece también oportunidades
nuevas, innovadoras para movilizar y organizar a la gente.
Las nuevas tecnologías, obviamente, no determinan tales
innovaciones; pero sí gravitan para estimularlas. Las
ONGs (movimientos sociales) son particularmente
innovadoras en este campo: de ahí que no solo que Internet
ayuda a tales organizaciones, sino que ellas también han
sido muy importantes en la ampliación del desarrollo de
Internet".

América Latina: movilización en la red

En América Latina, este fenómeno se ha manifestado con
registros especiales. Por su repercusión mundial, es
ampliamente conocido -y hasta reconocido como
paradigmático-, lo protagonizado por el Ejercito Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) de México. Esto no impide
que a continuación hagamos una breve referencia a este
caso, y además a lo acontecido en dos países -para no
abundar-, cuya suerte última se ha visto marcada por la
movilización popular: Argentina y Venezuela.

El primero de enero de 1994, cuando el gobierno mexicano
presidido por Carlos Salinas de Gortari se aprestaba a
celebrar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), unos "sin nombre" se encargaron de aguar la
fiesta. Ese día se presentó a la faz pública la
insurrección indígena comandada por el Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN), una guerrilla poco
convencional que desde un recóndito lugar de México ha
logrado proyectarse al mundo y hacer de esa vinculación
una fuerza clave de su estrategia y supervivencia, pero
además, convertirse en un referente de la lucha global
contra el neoliberalismo. Uno de sus recursos
primordiales: la Red.

En un reciente estudio sobre la "propaganda política del
EZLN", Miguel Vázquez L.(5) anota: "El movimiento
zapatista ha supedidato, claramente, la lucha armada a la
lucha propagandística, aplicando a este frente 'formas
guerrilleras de comunicación', para lo que se ha servido
de los nuevos medios de comunicación social, especialmente
de Internet y los servicios que rodean a la Red como las
listas de correo electrónico, foros de discusión, etc.
Esta sumisión de las armas a la comunicación es una de las
características más importantes del movimiento zapatista".

Argentina, tras la llegada de Carlos Menem a la
presidencia (1989-1999), pasó a convertirse en el país
modelo para la región y el mundo, por su disciplinada
aplicación del recetario del "Consenso de Washington"
(liberalización de mercados, desregulaciones,
privatizaciones, etc.), para "insertarse" en la economía
globalizada... hasta que llegó el momento de la verdad:
un país en colapso y atrapado, donde la indignación
ciudadana terminó por reaccionar -emblemáticamente con los
"cacerolazos"- y arremeter contra la institucionalidad
política al finalizar el año 2001.

El profesor Diego Levis(6), de la Universidad de San
Andrés, señala que este estallido social, entre otras
cosas, marca "un punto de inflexión en el uso cívico de
Internet en Argentina". La razón: "El 19 de diciembre de
2001, la difusión a través del chat de lo que estaba
sucediendo en muchos barrios de Buenos Aires contribuyó a
que muchas personas se sumaran al cacerolazo. Durante las
semanas siguientes fueron surgiendo numerosos espacios en
Internet dedicados a la situación del país: sitios webs
con información alternativa, listas de discusión
reservadas a la catarsis colectiva y foros para proponer y
debatir propuestas concretas de cambio, entre distintas
modalidades. Las propias asambleas barriales
desarrollaron sus propios sitios webs destinados a brindar
información sobre sus propuestas... Por primera vez, el
boca a boca, la publicación partidaria o la octavilla
política dejan de ser los únicos modos de informarse sobre
aquello que ocultan los medios de comunicación masivos.
Con la expansión del uso ciudadano de Internet, las formas
tradicionales de expresión y acción política empiezan a
perder el monopolio que ejercieron hasta ahora".

El 11 de abril de 2002 se produjo el golpe de Estado
contra el presidente venezolano Hugo Chávez, quien, en un
caso inédito, fue restituido dos días después por el
pueblo que se lanzó a las calles. Todo sugiere que "fue
un golpe mediático", sostiene Roberto Hernández M.(7),
describiendo esta situación como "un gobierno derribado
por medios tradicionales y repuesto por los nuevos" o el
"contragolpe de la Red de redes" en el cual "Internet no
solo rompió el cerco, sino que en pocas horas, como es su
naturaleza, creó múltiples anillos alternativos... la
cifra de internautas tuvo masa crítica suficiente para
romper el cerco mediático del 13 de abril y conformar un
sistema nervioso descentralizado alternativo que permitió
que la gente tuviera autonomía, que es precisamente lo que
a los medios comerciales más poderosos les quita el
sueño".

El discurso seductor

Con el vertiginoso desarrollo de las TIC, el discurso
tecnologista -que ve en las innovaciones tecnológicas la
causa primera del cambio social- recobró un nuevo impulso
y, con más fuerza que en el pasado, se ha empeñado en
difundir el conocido repertorio de promesas mesiánicas de
felicidad, armonía universal y, en suma, redención de la
humanidad que recurrentemente se ha repetido con cada
objeto técnico de comunicación que llega al mercado.
Aunque ninguna de las promesas se ha cumplido, la prédica
no cesa, pues su propósito es capitalizar el
deslumbramiento general que ha provocado Internet -el
icono de tales tecnologías (8), para "vender" la
globalización neoliberal (9).

Este discurso legitimador y muy seductor, por cierto, ha
creado un entorno del cual los movimientos sociales no son
inmunes. Y aunque no necesariamente han marcado un
posicionamiento crítico (pues de por medio está una
disputa de sentidos), con su accionar han logrado
establecer nuevas perspectivas en y desde la Red (10), sin
tener más que una trinchera.

Se trata realmente de un hecho inédito, pues
históricamente las clases subalternas tan solo han podido
disponer de algún dispositivo de comunicación cuando
tecnológicamente se había convertido en desecho o, al
menos, en secundario. Y ahora resulta que Internet, una
tecnología de punta -por haber arrancado fuera de
intereses comerciales, que se hace y configura en el
ámbito ciudadano-, rompió esa pauta.

Recomposición organizativa

En América Latina, el año 1994 se presenta como un
referente emblemático para las luchas sociales. Se inició
-como hemos mencionado- con el levantamiento zapatista en
México, para luego registrar el segundo levantamiento
indígena en Ecuador, las protestas de los cocaleros en
Bolivia, las movilizaciones por la reforma agraria en
Paraguay, Guatemala y Brasil -donde el Movimiento de los
Trabajadores Sin Tierra (MST) gana mayor proyección
nacional-, y una serie de incipientes demostraciones de
rechazo a las políticas neoliberales en otros países de la
región.

Desde entonces, se procesa una paulatina recomposición del
tejido social y organizativo que había sido afectado
seriamente, tanto por las políticas de ajuste, como por
los nuevos mecanismos de represión y criminalización de la
protesta social. A la par, van surgiendo o reactivándose
articulaciones regionales y continentales -en gran medida
como continuación a los primeros acercamientos que habían
posibilitado la realización de la Campaña Continental 500
Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular (1989-1992)-
, que posteriormente confluyen en espacios y dinámicas
aglutinantes, como el Grito de los Excluidos, la Campaña
Continental contra el ALCA (Área de Libre Comercio de las
Américas) y el propio Foro Social Mundial.

Se ha configurado, así, un nuevo escenario que no solo se
caracteriza por la reactivación de movimientos sociales
amplios y diversos, sino también, y sobre todo, porque
éstos han alcanzado importantes niveles de articulación,
tanto en el continente como a nivel mundial,
constituyéndose en un factor gravitante para la
deslegitimación