Bové:
“La agricultura debe salir de la OMC porque no representa los intereses de la mayoría”
El representante de Vía Campesina y líder de los movimientos
antiglobalización, José Bové, ha reclamado la salida del sector
agrícola de la Organización Mundial del Comercio: “Sólo el 10 % de la
producción agrícola va destinada al mercado mundial, frente al 90 % de
la producción, que se distribuye en mercados nacionales y locales.
¿Cómo se justifica entonces, que sea la OMC quien determine las
políticas agrícolas de los Gobiernos de cada país cuando sus intereses
nos son representativos? La agricultura mundial no puede controlar los
mercados nacionales ni locales”.
El dirigente, que participa en el Foro Mundial para la Reforma Agraria
que se celebra desde el pasado domingo en Valencia, ha mostrado
igualmente su rotundo rechazo a la Constitución Europea: “Este tratado
potenciará la desaparición de los pequeños productores en Europa. La
Tercera Parte del texto integra todos los tratados económicos
anteriores y a los campesinos nos parece inaceptable esta cuestión, ya
que normalmente, una Constitución crea normas que sean justas, pero no
asume reglas anteriores que han sido trazadas con criterios
económicos, exclusivamente”. En sus palabras también apuntó su
descontento con la reforma de la Política Agraria Comunitaria:
“También decimos NO a la reforma de la PAC, que acabará provocando más
cierres de explotaciones y no permitirá la incorporación de jóvenes a
este sector. Actualmente, cada tres minutos desaparece una explotación
agrícola en la UE, y al año son más de 200.000 las explotaciones que
cierran, sólo en la Europa de los quince. Con la reforma, este ritmo
subirá y los nuevos diez países miembros, padecerán mucho más esta
tendencia que persigue el productivismo sin tener en cuenta la calidad
ni los intereses de los campesinos”.
Sobre la necesidad de articular sistemas que faciliten la
incorporación de los jóvenes al sector agrario, Bové señaló que “los
requisitos actuales protegen más al propietario de tierras y derechos
que a quien no tiene esa capacidad de inversión, lo cual ocurre
normalmente con los jóvenes que empiezan. Nosotros proponemos que no
sea obligatoria la propiedad y que se incentive el arrendamiento de
tierras, para así recuperar también terrenos abandonados por los
propietarios”. Ésta, como otras iniciativas agrícolas, requiere del
apoyo social: “No podemos aislarnos del resto de la sociedad, porque
además necesitamos de su respaldo para lograr los objetivos que
buscamos. Las alianzas son la mejor estrategia, como hemos demostrado
ya con Vía Campesina, que trabaja con los agricultores y ganaderos de
todo el mundo. Pero también se puede trabajar con alianzas locales y
nacionales. En Francia ya estamos colaborando con el colectivo formado
por las personas que no tienen vivienda debido a los precios actuales,
y con los agricultores establecidos en la periferia urbana para
fomentar el consumo de sus productos en los mercados locales, lo cual
reduce costes y permite al acceso de personas con pocos recursos a
alimentos biológicos, por ejemplo. Las alianzas se ajustan fácilmente
a cada realidad”.
Los transgénicos, una batalla que continúa
El Asterix de la antiglobalización, como denominan a José Bové los
universitarios franceses, confía en que el cultivo de semillas
transgénicas no prolifere, a pesar de la campaña expansiva que los
fabricantes de los organismos genéticamente modificados realizan en
los cinco continentes. Además, ha denunciado la estrategia de las
multinacionales para acabar con la lucha social y campesina contra
estos cultivos: “Según los datos de la FAO, el cultivo de transgénicos
sólo representa el 0,6 % de la superficie cultivada en la actualidad.
Sin embargo, las grandes compañías hacen pensar a la sociedad y a las
instituciones que el cultivo de estos organismos es algo generalizado
y normalizado, para así dar la sensación de que son inocuos y de que
no es necesario combatirlos. ¿Qué interés subyace a todo esto? El
control del mercado, porque estas producciones dependen de semillas
que están patentadas y cuyo uso sin autorización no le está permitido
al productor, por lo que depende de la multinacional que posee la
patente de las semillas para seguir cultivando sus tierras. Es decir,
si no hubiera patentes, no habría transgénicos. Es una lucha por el
control de un nuevo mercado”.
Con el optimismo que reflejó en la frase “La única batalla perdida es
la que no se emprende”, Bové explicó las acciones reivindicativas
llevadas a cabo en su país: “En Francia hemos destruído este verano el
80 % de los campos experimentales de transgénicos gracias a un nuevo
movimiento de masa que se autodenomina “segadores voluntarios”, que
además reivindican públicamente sus acciones. La sociedad europea está
en contra de los OMGs. Sólo en España parece reinar el silencio, y eso
que aquí hay 50.000 hectáreas de cultivos transgénicos”.
Para terminar, Bové manifestó su apoyo total al pueblo palestino,
especialmente a los campesinos que van a padecer las consecuencias de
la construcción del Muro que Israel levanta en la actualidad: “Muchos
de ellos no podrán seguir cultivando sus tierras y eso supone que
éstas pasarán a manos de Israel. La situación es muy grabe. Es
inaceptable que sólo puedan cruzar mostrando el título de propiedad,
porque muchos agricultores no lo tienen y además, para realizar
determinadas tareas agrícolas es necesario el trabajo de muchas manos,
no sólo del propietario. Es una estrategia de ocupación que el mundo
está permitiendo”.