Ideología y mercado: romper con las obviedades
Tras el mercado de la comunicación se esconden muchos otros mercados. Esto
explica las estrategias de monopolio y de concentración aplicadas por las
multinacionales del sector. La única alternativa para la sociedad civil es:
reconocer el verdadero valor de las cosas, poner en evidencia los índices de
destrucción y oponerse al liberalismo en su propio terreno; el económico. La
ideología liberal, que surge de un imperio hegemonizado por lo financiero,
debe ser atacada sobre el terreno indivisible de la democracia, tanto política
como económica y social.
En diciembre del 2001, Jean-Marie Messier (director de la empresa Vivendi-
Universal), para justificar las inversiones de su grupo en los EEUU, declaró
que "la excepción cultural francesa ha muerto" y que se debe abrir espacio a
la diversidad. A primera vista, Vivendi, al igual que Warner o Berlusconi,
parecen posicionarse en el terreno de la ideología. Pero detrás de esta
postura se oculta una inversión puramente económica.
Cuando la Fundación Vivendi distribuye sus micro-donaciones a todo tipo de
asociaciones, incluyendo aquellas que defienden los derechos humanos o el
desarollo sustentable, ¿acaso no está invirtiendo en los territorios, para
facilitar la expansión de su mercado del agua, del tratamiento de deshechos y
del transporte? Cuando Universal edita CDs de raperos, aquellos cantantes
"anti-mundialización", estrellas moldeadas al gusto, ¿acaso no es una forma de
incrustarse en las salas de concierto, en los programas de televisión, en las
ondas de radio, en los subsuelos de zonas residenciales, y de establecer así
una clientela fiel actual y futura, en pareja o en familia? Cuando Vivendi-
Universal publica libros escolares, CD-roms lúdico-educativos, ensayos
polémicos, periódicos -la multinacional posee una gran parte de las ediciones
y los periódicos franceses-, ¿acaso no es una estrategia para atrapar en sus
redes a varios sectores socio-profesionales, incluyendo al cuerpo docente y a
los periodistas? Cuando Cegetel suministra el servicio telefónico y de
comunicación celular, ¿acaso no es una forma de invadir el espacio público y
de regular todas sus tecnologías, del cable a la fibra óptica, pasando por
internet, sus bandas anchas y las tecnologías del futuro (UMTS - sistemas
universales de telecomunicaciones móbiles), para de esta manera tener
asegurado su futuro económico y un máximo beneficio a corto y largo plazo?
¿Como puede replicar la sociedad civil?
Hay una prioridad: romper con las obviedades y redimensionar las riquezas.
Pues todo tiene un valor que no es necesariamente monetario. ¿Es realmente
legítimo que una película, una escuela o una maternidad, que tienen un precio,
sean rentables o rentabilizadas financieramente? La producción de riquezas
puede ser medida con otros parámetros: el placer, la emoción, los vínculos
sociales, la salud, la educación, la preservación de la vida... al igual que
el costo. Los miles de muertos en las vías, los cardíacos y los cancerosos de
los países del norte aportan mucho más dinero a las multinacionales
farmacéuticas, a los constructores y a los vendedores de agua que la venta de
periódicos. Sin embargo, resultan más costosos en humanidad, en calidad de
vida y en protección del medio ambiente y de la naturaleza. Lo que debemos
hacer es medir también, a través de nuevos indicadores de destrucción, los
daños producidos por las industrias, la agricultura productivista, las
guerras, la violencia, la exclusión, el desempleo y el pensamiento único
vehiculizado por los grandes monopolios de la comunicación.
Romper con las obviedades y redimensionar las riquezas nos lleva a invertir
las lógicas: cuando una organización o una ONG recibe una subvención pública,
no es ella la deudora. Ésta produce riquezas sociales, relacionales,
medioambientales... transformándose en ejecutante de un Estado descomprometido
que, de cierta forma, no satisface la producción de servicios básicos. Si una
asociación o una ONG se pliega a la disciplina del mercado y adopta sus
criterios de rentabilidad, viene a formar parte del enorme rompecabezas puesto
en marcha por el sistema liberal. Tal como lo explicó la economista alemana
Maria Mies, debemos "romper con el mito de la recuperación del atraso".
Debemos aprender a reconocer nuestras propias capacidades y los medios que
empleamos, los cuales no deben ser medidos de la misma manera que la
especulación de la bolsa o la rentabilidad de un capital invertido. Es
prioritario reconocer o construir modelos económicos diferentes. Modelos que
se apoyen en una nueva dimensión de las riquezas, que identifiquen los
factores de destrucción y que militen por una economía con mayor plusvalía
social. Es indispensable poner en evidencia y rechazar el trabajo no
remunerado de las mujeres del mundo entero. Pues de manera distinta, de un
continente al otro, cada día las mujeres garantizan la sobrevivencia
cotidiana, transportan el agua y buscan el alimento familiar, además de
reproducir a la especie humana. Esta es, sin lugar a dudas, una de las
principales condiciones para que el liberalismo no pueda ejercer sus dictados.
Y la comunicación en todo esto?
Con la proliferación de los instrumentos de comunicación y el control que
ejerce sobre éstos el sistema dominante, el control ciudadano sobre la
información representa hoy en dia uno de los objetivos principales en la lucha
contra el liberalismo. Al crear iniciativas económicas viables (útiles y de
interés general) que rompan con el modelo dominante, permitiría constituir una
verdadera contra-poder. Para satisfacer las expectativas de la sociedad civil,
se podría desarrollar estrategias que den visibilidad a la economía social y
solidaria, o bien popular, y que valoricen y promueven las prácticas e
inciativas en estos campos. Mantener el control sobre la difusión de la
información, asegurar el respeto de las libertades individuales y garantizar
el derecho a la libre expresión y a la información para todos, son apuestas
que van de la mano con el derecho a la iniciativa económica. Ambos deben ser
pensados conjuntamente, bajo riesgo de que uno u otro fallen. No se trata de
un asunto para especialistas, sino de solidaridad y de compromiso ciudadano.
Joelle Palmieri, periodista francesa, miembro de la Association pour la
promotion de l'économie sociale et solidaire -APRESS-.
* Ponencia preparada para el Seminario: "Comunicación y Ciudadanía",
organizado por ALAI, APC y APRESS durante el II Foro Social Mundial.
Traducido del francés.