Experiencias críticas ante la dictadura del mercado

Otro Modelo de Comunicación es posible

2006-12-18 00:00:00

Abstract

Al hilo de la esperanza altermundialista surgida en los foros sociales de Porto Alegre y Mumbai, el presente artículo analiza las experiencias comunicativas subyacentes en cuatro fenómenos o situaciones concretas: el movimiento zapatista, la reacción social tras los atentados del 11-M en Madrid (2004), los sucesos de Venezuela en 2002 y la proliferación de sitios alternativos en Internet. El autor intenta demostrar que, en la sociedad actual, Otro Modelo de Comunicación (OMC) es posible y que además puede resultar eficaz en sus objetivos. Se trata de un modelo que cuestiona radicalmente las funciones de todos y cada uno de los elementos que forman parte del proceso de comunicación tal y como hoy lo conocemos. El artículo sostiene que no es imprescindible la toma del poder mediático para la puesta en marcha de dicho modelo. Incluso, hay quien plantea que es deseable que ello no suceda.

Key words: Comunicación alternative, antiglobalización, 11-M, zapatismo, movimientos sociales.

Laburpena

Munduko gizarte foroetan izan diren azken bileretan sortu den itxaropenaren kariaz, artikulu honek ondorengo lau fenomeno hauetan hartu du abiapuntua: mugimendu zapatista, 2004ean Martxoaren 11ko atentatuen ondoren Madrilen izan zen erreakzioa, 2002an Venezuelan izandako estatu-kolpe ahalegina eta Internet-en azken urteotan ugaritu diren web-gune alternatiboak.

Egileak demostratu nahi du, gaurko gizartean Bestelako Eredu Komunikatiboa garatzea posiblea izateaz gainera, guztiz beharrezkoa dela merkatuak ezarri duen mendekotasun horri amaiera eman nahi baldin bazaio, bederen. Eredu berri honek hankaz gora jarri behar ditu komunikazio prozesuan parte hartzen duten elementu guztien zeregin eta funtzioak. Eredu berria indarrean jartzeko botere mediatikoaz jabetzea ez da ezinbestekoa. Areago, zenbaiten iritziz botere horretaz ez jabetzea da irtenbiderik onena.

Key words: Komunikazio alternatiboa, antiglobalizazioa, M-11, zapatismoa, gizarte-mugimenduak

Abstract

Along the lines of the alter-globalization hope that has sprung forth in the social forums of Porto Alegre and Mumbai, the present article analyzes the underlying communicative experiences in four phenomena or specific situations: the Zapatista movement, the social reaction after the March 11th terrorist attacks in Madrid (2004), the incidents in Venezuela in 2002, and the proliferation of alternative sites on the internet. The author tries to demonstrate that in today\'s society Another Model of Communication (AMC) is possible and that it may also be effective in its objectives. It is a model that radically questions the functions of each and every one of the elements that are part of the communication process as we know it today. The article maintains that taking control of the media is not necessary in order to implement this model. It even states that it would not be desirable for this to happen. Keywords: alternative media, alternative communication, alter-globalization, M-11, Zapatism, social movements

Introducción

Los foros sociales de Porto Alegre (2001, 2002 y 2003) y Mumbai (2004) subrayaron la necesidad vital que tiene nuestro planeta de encontrar un modelo alternativo a la globalizacióni impuesta por las grandes transnacionales. Durante los últimos años, la consigna Un nuevo mundo es posible ha encandilado a millones de personas de todo el globo. Sin embargo, para que el sueño se haga realidad es preciso dotarse de precisas herramientas adaptadas a los nuevos tiempos. Entre otros instrumentos, resulta imprescindible forjar las bases de un nuevo modelo comunicativo distinto al actual: más ilusionante, ético, participativo y horizontal y, sobre todo, menos unidireccional, paternalista y dependiente del poder.

El presente artículo parte de la siguiente hipótesis: a pesar de las adversas condiciones impuestas por la globalización, Otro Modelo de Comunicación (OMC) es posible. Se trataría de un modelo que pondría especial énfasis en una concepción liberadora-transformadora del propio proceso de comunicación (Kaplun 1998), sin obsesionarse tanto por los resultados a corto plazo, como por la creación de las condiciones necesarias que hagan surgir un nuevo sujeto-receptor comunicativo, mucho más activo y crítico que el actual, que actuaría como auténtico motor del cambio.

Analizamos, en primera instancia, diversos aspectos relacionados con el modelo comunicativo imperante en la actualidad, subrayando algunas de sus más perversas contradicciones. Subrayamos a continuación cuatro ejemplos prácticos de cómo funciona dicho modelo de comunicación alternativa en diferentes puntos del mundo, para, posteriormente, concretar las bases teóricas del nuevo modelo que se proponeii. Finalizamos el artículo con una compilación de nuestras principales reflexiones.

El modelo imperante

Una personalidad crítica con el actual entramado mediático como es Noam Chomsky siempre ha mostrado su escepticismo ante las teorías conspirativas que achacan el poder de los medios a tramas ocultas similares a la Trilateral. En cierta ocasión, un estudiante estadounidense interrogó a Chomsky (Halimi, 1997:33): Me gustaría saber con precisión cómo la élite controla a los medios. El profesor le respondió con otra pregunta: ¿Cómo controla a la General Motors? La pregunta ni siquiera se plantea. La élite no tiene por qué controlar a la General Motors. Ésta le pertenece. Lo mismo ocurre con los medios de difusión. Hace tiempo que renunciaron a ser contrapoder para ser, directamente, parte del propio poder.

No en vano, mucho antes de esta reflexión de Chomsky, el presidente norteamericano Eisenhower resumió toda su doctrina económica en una única frase: Lo que es bueno para la General Motors es bueno para los EEUU. Dicha empresa sigue siendo un gigante económico con influencia política superior a la de muchos países, incluso europeos. La facturación de un año de la General Motors (Taibo, 2002:27) es superior al PIB de países como Dinamarca. El volumen de operaciones de la Exxon–Mobil excede al de Austria. Cualquiera de las cien empresas mayores del mundo vende más de lo que exporta cualquiera de los 120 países más pobres del planeta (Ramonet, 2001:93).

Los sectores financieros, industriales y políticos que gobiernan el mundo coinciden cada vez con más frecuencia en diferentes Consejos de Administración sin que, aparentemente, nadie alce su voz ante tan sospechosa confluencia de intereses. Se asume como algo natural e innato a la fiebre mundializadora que inunda la gran aldea global. En estos momentos existen en los EEUU más de 2.000 diarios, 10.000 semanarios, otras tantas emisoras de radio y más de 2.000 cadenas de televisión. Más de la mitad de dichas empresas están en poder de veinte compañías, cuya principal fuente de ingresos son —no lo olvidemos— la publicidad; esto es, los intereses particulares y no los generales de la ciudadanía. Los oligopolios informativos privados se extienden por todo el planeta. Las principales industrias culturales están en manos de gigantes transnacionales fruto de megafusiones como las protagonizadas, por ejemplo, por AOL-Time Warner o Viacom-CBS. Nuestro ocio les pertenece: la mayoría de las películas que presenciamos, los discos que consumimos, los media que contemplamos y los libros que leemos son propiedad de un reducido grupo de multinacionales ajenas a todo tipo de control político o social.

La imbricación entre los diferentes poderes es tan evidente que hasta la propia Madeleine Albright, siendo embajadora de los EEUU en la Naciones Unidas, reconoció en un alarde de sinceridad (Marthoz, 1999: 25) que la CNN era el sexto miembro permanente en el Consejo de Seguridad.

Un asesor de la misma Albright, Tomas Friedman, fue incluso más lejos en su confesión, cuando, en un artículo publicado en marzo de 1999 en el New York Times Magazine (Taibo, 2002:238), sostuvo que la mano invisible del mercado no funcionará jamás sin un puño invisible. McDonald’s no puede extenderse sin McDonnell Douglas, el fabricante del F-15. El puño invisible que garantiza la seguridad mundial de las tecnologías de Silicon Valley es el ejército, la fuerza aérea, la fuerza naval y el cuerpo de marines de los Estados Unidos.

Quizás pueda decirse más alto, pero no más claro. La OTAN es el brazo armado de la globalización neoliberal y Silicon Valley su particular Santo Grial. En el año 2000 el sector de la información y las telecomunicaciones absorbió un sexto del Producto Interior Bruto de los EEUU.

En tales circunstancias, desde una perspectiva liberadora, resulta legítimo e inevitable preguntarse: ¿existe algún resquicio para la esperanza?, ¿es invencible el poder de los media?, y, quizás lo más importante, ¿cómo puede articularse esa hipotética alternativa?

Espacios disidentes

Desde la izquierda se acostumbra a invertir más energías en estigmatizar el malévolo poder de los media que en explorar espacios disidentes que supongan un halo de esperanza. Históricamente el área socialista tampoco supo crear un auténtico modelo alternativo de comunicación (Fontcuberta & Gómez Mompart, 1983:32). Es cierto que se mudaron los propietarios, los protagonistas y los mensajes pero —en lo fundamental— se mantuvo intacto el mismo esquema de comunicación. Se sustituyó la propiedad privada por el Estado, los intereses del mercado por las conveniencias del Partido y las técnicas de persuasión capitalista por las consignas de la burocracia dirigente. Ambos modelos de comunicación cortan sus alas a la imaginación, bloquean la creatividad, fomentan la obediencia, desprecian la participación e ignoran las leyes básicas de la Retórica. Se trata de modelos de comunicación caducos, unidireccionales, jerárquicos, autoritarios y paternalistas destinados a perpetuar una cultura redundante y compacta que favorece la imposición de la ideología dominante. Las experiencias comunicativas alternativas que han alcanzado sus objetivos en la actual sociedad de la información han absorbido los aspectos más positivos de las diferentes corrientes y movimientos de izquierda de la segunda mitad del siglo XX y del principio de este tercer milenio, sabiendo aprovechar al máximo las contradicciones de la globalización. Todo ello, con una finalidad muy clara: activar la altermundialización también en el ámbito de la comunicación, lo que, necesariamente, implica la destrucción de los viejos esquemas dominantes.

La experiencia zapatista.

La experiencia comunicativa zapatista ha dado origen a numerosas reflexiones teóricasiii e ilustra a la perfección la praxis de ese nuevo modelo de comunicación que intentamos describir. El zapatismo, con su dirigente el subcomandante Marcos a la cabeza, ha conquistado con pasmosa facilidad los corazones de medio mundo. La irrupción del EZLN en el escenario internacional fue como un volcán que en vez de vomitar lava y cenizas expulsó de sus entrañas toneladas de dignidad indígena, de rabia contenida durante 500 años de mentira y opresión. Fue un grito para recordar al mundo y, especialmente a Europa, el coste del primer “holocausto de la modernidad”, aquél que en el siglo XVI provocó la extinción de quince millones de indios y la venta de catorce millones de esclavos africanos.

Eligieron para ello una fecha emblemática: el 1 de enero de 1994, día en el que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio entre EEUU, México y Canadá. Tomaron simbólicamente varios poblados del estado de Chiapas, en las montañas del sudeste mexicano y, posteriormente, resistieron hasta que pudieron las embestidas del ejército federal. Denunciaron ante el mundo la precaria situación de sus gentes y la miseria moral de la clase política mexicana. Utilizaron a la perfección el efecto sorpresa, algo que siempre conmueve a los gatekeepers de todos los media. Aprovecharon magistralmente los inventos de la globalización —la red Internet— para combatir a la propia globalización. Renunciaron a los dogmas. Rechazaron convertirse en vanguardia de nada, ni de nadie. Proclamaron abiertamente su heterodoxia y manifestaron su fe en la humanidad como propuesta y proyecto de futuro, intentando, quizás el tránsito desde una identidad defensiva a una identidad proyecto (Castells, 2003: 99). Los zapatistas se rebelaron no sólo contra el neoliberalismo excluyente o el poder de la multinacionales. También se alzaron contra el actual orden informativo mundial y los mecanismos que lo hacen omnipresente. Su mejor arma fue la comunicación disidente, una forma distinta de hacer y de decir las cosas, una nueva poética revolucionaria. Constituyeron la primera guerrilla informacional (Castells, 2003:111). Inauguraron la fase semántica de la revolución (Bellinghausen, 1994).

El propio Marcos subraya la importancia de los medios como instrumento para el cambio (Vázquez Montalbán, 2001:236): En el caso de los medios de comunicación, que ahorita es el arma fundamental ¿no?, lo que hemos hecho es meternos a hurtadillas a la casa del poder y hemos tomado ese arma que estaba a su servicio y hemos apuntado contra él, con la ventaja que esta arma no mata, no destruye, habla, explica, muestra.

El zapatismo ha revolucionado también las reglas de juego, los fosilizados códigos que imbuían los mensajes de otros movimientos guerrilleros. Ello se debe, entre otras razones, a que su discurso además de político es profundamente literario. Hubo un momento en que la necesidad de cambiar de código se tornó en imprescindible para los propios insurgentes. Así lo admitía el subcomandante en la entrevista concedida a Vázquez Montalbán (2001:191): ¿No nos entienden? Transformemos nuestro lenguaje. En el caso del núcleo inicial que forma el EZLN es una cuestión de supervivencia. Había que sobrevivir. Si no lográbamos entrar en contacto con las comunidades, con los indígenas de la zona, no podíamos sobrevivir.

En ese nuevo código zapatista, la máscara adquiere un papel protagónico, convirtiéndose en icono. El dirigente zapatista desvela el sentido de su antifaz (Vazquéz Montalbán, 2001:199): Cuando nos dicen o nos critican ¿Por qué usan máscaras? ¿Por qué se esconden? Un momento. A nosotros nadie nos miraba cuando teníamos el rostro al descubierto.