Movimientos sociales y comunicación

2005-01-25 00:00:00

El Foro Social Mundial, el inédito proceso articulador de la esperanza de la humanidad de cara al flagelo del neoliberalismo, tendrá su quinta cumbre en Porto Alegre – Brasil-, del 26 al 31 de enero, con una programación y metodología que propician la convergencia de las actividades e iniciativas propuestas por las entidades y organizaciones participantes.

Todo indica que será un cónclave diferente a los anteriores, pues en el corto recorrido -apenas cuatro años de existencia- ha logrado anclarse como un proceso que se expresa en foros locales, nacionales, regionales y temáticos que desde sus particularidades se empeñan en descifrar los problemas que se derivan de la exorbitante concentración de la riqueza, del poder y del saber, y el consecuente incremento de la exclusión social y geográfica -que resultan de la globalización capitalista en curso-, con la convicción de que "otro mundo es posible".

Es en ese sentido de proceso que el Foro ha encontrado su dinamismo y energías multiplicadoras. Cabe recordar que tras los atentados del 11 de septiembre 2001 en Nueva York, al FSM le llegó un mensaje de defunción por parte del Wall Street Journal, que anunció en titulares: "¡Adiós, Porto Alegre!". Dos años después, una crónica en el New York Times reconocía que "existen dos superpotencias en el mundo: los Estados Unidos y la opinión pública mundial", tras las multitudinarias movilizaciones impulsadas a partir del FSM que se registraron en las calles del mundo entero, el 15 de febrero de 2003, en rechazo a la guerra que para entonces se alistaba contra Iraq.

En esta caminata, la comunicación ha logrado afirmarse como uno de los desafíos estratégicos a encarar. Entre otras razones, porque cada vez queda más claro que la lucha por la democratización de la comunicación no puede quedarse circunscrita a quienes de una u otra manera están vinculados a este campo, porque es una bandera que concierne al conjunto de la sociedad; después de todo se trata de un asunto de ciudadanía y justicia social. En esta perspectiva, destaca la atención que los movimientos sociales están dedicando paulatinamente a esta problemática. Porto Alegre 2005 puede ser un momento clave para afirmar y avanzar en esas convergencias, y en la necesaria construcción de la agenda social de comunicación.

Una de las expresiones de esta nueva realidad es la "Minga Informativa de Movimientos Sociales", animada por una decena de destacadas coordinaciones y redes sociales de las Américas, que básicamente apunta a que las organizaciones que la integran puedan decir su palabra en primera persona y por un canal propio (www.movimientos.org). Pero además, y sobre todo, a formular colectivamente políticas de comunicación, en los diversos niveles -desde lo local a lo global-, como ingrediente central de sus agendas y proyectos alternativos. En esta perspectiva, en la programación oficial del FSM, ha inscrito el taller denominado "construyendo una agenda informativa de movimientos sociales", a realizarse el día 29, en el espacio Comunicación (D102), en la primera jornada de la mañana.

Como en las ediciones anteriores del FSM, la "Ciranda" (www.ciranda,org) será el paraguas del espacio colaborativo para la cobertura de los diversos medios y comunicador@s independientes. En materia de reflexión y debates, consta la realización del "Primer Foro Mundial de la Información y la Comunicación"; como también la programación (www.movimientos.org/foro_comunicacion) de la Campaña por los Derechos de la Comunicación (CRIS, por sus siglas en inglés), que incluye un seminario marcado para el día 27 (D601). En el espacio temático "Comunicación: prácticas contra-hegemónicas, derechos y alternativas", se han registrado en total 102 actividades. Y todo parece indicar que en ellas, como eje transversal, estará presente la relación "movimientos sociales y comunicación".

Redefiniciones

La comunicación, por su naturaleza, es dinámica, está en movimiento. Los movimientos sociales, por su parte, son comunicación viva, hacia dentro y hacia fuera, que históricamente han abierto los cauces y se han afirmado como actores clave para profundizar la democracia. Esta sintonía evidente, se ha diluido como el agua entre las manos, en parte, por errores -o limitaciones- que han primado en los movimientos, en el momento de encarar el tema comunicación, y sobre todo porque al interponerse en ella un complejo tecnológico crecientemente sofisticado, bajo parámetros cada vez más oligopólicos, el desbalance a favor de las instancias de poder se torna mayor.

Todo parece indicar, sin embargo, que el tema de la comunicación está dejando de ser una tarea pendiente para las organizaciones sociales. Como es conocido, éstas se quedaron atrapadas en la era "Gutenberg" cuando, desde mediados del siglo pasado, la radio y, sobre todo, la televisión -en tanto medios masivos que se institucionalizaron como "industrias culturales"- pasaron a redefinir el escenario, afirmando su centralidad en la configuración de la vida pública. Con este descompás, llegó el "divorcio" y el consiguiente desentendimiento, que con el tiempo dio paso a esa posición ambigua de condena y fascinación que ha marcado el accionar de tales organizaciones ante el mundo mediático.

Esta ambigüedad, empero, está dejando el paso a definiciones, ante la evidencia del peso cada vez mayor de las comunicaciones en el mundo contemporáneo, que en las circunstancias actuales se expresa como soporte principal de la fuerza con que se ha impuesto la hegemonía ideológica neoliberal -el llamado "pensamiento único"-, pero también por las posibilidades de respuesta que ofrece Internet. Todo esto, en el marco de una dinámica que ha empujado hacia reformulaciones organizativas internas y externas en sintonía con procesos articuladores y vertebradores de movimientos sociales.

En recientes declaraciones al periódico mexicano La Jornada (19/09/04), Noam Chomsky precisamente sostenía que "el uso de Internet, además de facilitar y agilizar la comunicación dentro de los movimientos sociales y entre ellos, se presta para restar el control de los medios establecidos. Esos son dos de los nuevos factores más importantes que han surgido en los últimos 20 años".

La relación de los movimientos sociales con esta nueva tecnología no solo se debe a su costo relativamente bajo, sino, ante todo, a su configuración y funcionamiento. Con la Internet -basada técnicamente en una red que interconecta mundialmente a diferentes redes de computadoras, por lo que también ha pasado a ser reconocida como la "Red"- se ha establecido un medio de alcance global que no solo permite recibir y enviar datos, imágenes y sonidos, en cualquier momento y en tiempo real o diferido, sino que además facilita una interrelación de much@s a much@s que redunda en implicaciones organizativas. En otras palabras, esta capacidad de interacción, propia de Internet, permite a la vez, acceder y diseminar mensajes alrededor del mundo, contornando los medios establecidos, como también establecer niveles de coordinación y aglutinaciones por encima de la distancia geográfica.

Si bien la Internet nace como proyecto en el complejo militar-industrial de EE.UU., su concreción y posterior impulso y desarrollo tienen lugar en medios académicos y ciudadanos que le impregnan el carácter de foro abierto y descentralizado, de intercambios y colaboraciones, y sin dueños. Se trata, pues, de una tecnología que se desarrolla y perfecciona gracias al sentido colaborativo que se establece entre sus usuarios, cuya expresión más visible precisamente es el software libre. Como anota Castells (1): "Es indiscutible la importancia que ha tenido el software libre en la extensión y desarrollo de Internet desde sus inicios, y la influencia mutua de estos dos ámbitos tecnológicos es un hecho contrastado".

Aunque desde las esferas oficiales y empresariales se tiende a presentar Internet como circunscrita a su soporte técnico (de ahí, por ejemplo, el énfasis y sobredimensionamiento que se da al tema de la conectividad), el hecho es que su proyección se ha dado ante todo como un espacio de interacción social, en el que los movimientos sociales han puesto su impronta, y viceversa.

A finales del siglo pasado, en un contexto marcado por la desarticulación y dispersión organizativa -como secuela de la aplicación de programas neoliberales-, y a partir de conexiones establecidas en la Red, irrumpen iniciativas convergentes contestatarias a la globalización. Una de las primeras señales de esta sintonía se dio en el curso de 1998, cuando vía Internet se articuló un movimiento ciudadano que logró frenar las negociaciones gubernamentales en torno al Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI). Un año después, tuvo lugar la protesta masiva en la ciudad estadounidense de Seattle contra la Organización Mundial de Comercio (OMC), considerada como el bautizo del movimiento "alter-globalización", en la cual, igualmente, fue clave la Red.

Refiriéndose a este acontecimiento, la escritora canadiense Naomi Klein (2) señala: "El movimiento de protesta popular contra las transnacionales que llamó la atención en las calles de Seattle en noviembre pasado no está unificado por nadie... Las diferentes campañas (ahí presentes) no convergieron para alumbrar un movimiento unificado. Más bien, son conexiones complejas y estrechas que les vinculan una a otra, como los enlaces que conectan sus sitios Web. Esta comparación no es fortuita, al contrario, es esencial para quien quiera comprender el nuevo militantismo político. Pues, si muchos han remarcado que las grandes manifestaciones de los últimos tiempos habrían sido imposibles sin Internet, muy poco se ha dicho que Internet, por su parte, ha configurado a esos movimientos a su imagen, imprimiéndoles la forma de una telaraña. Gracias a la Red, las movilizaciones se han podido llevar a cabo con una burocracia y una jerarquía reducidas al mínimo; los consensos y los manifiestos forzados han dado paso a los intercambios de informaciones constantes, poco estructurados y a veces compulsivos". Y para rematar, Klein sostiene que Seattle ha sido escenario de la emergencia de un "modelo de organización militante que reproduce las vías orgánicas, descentralizadas, pero interconectadas, de Internet -Internet animado de una vida propia".

Luego de Seattle, se multiplican las movilizaciones "altermundialistas", a lo largo y ancho del mundo contra los organismos internacionales que regulan la globalización en curso (BM, FMI, OMC, etc.), en las cuales, como constata Donk (3) "las 'nuevas estrategias mediáticas' y el 'ciberactivismo' han jugado un rol dominante... Y cada vez más, parece que Internet se está desarrollando como una nueva 'plataforma estratégica' que ayuda a una variedad de movimientos a movilizar y a organizar la protesta".

Asimismo, esta "plataforma" ha sido clave en la arquitectura y proyección del Foro Social Mundial (FSM) que emerge en enero de 2001, en Porto Alegre -Brasil-, como polo alternativo al Foro Económico Mundial que anualmente reúne en Davos a las élites económicas y políticas que manejan las riendas del poder mundial.

En este trayecto se ha profundizado esa relación novedosa, que De Wilde (4) lo resume así: "Internet no se utiliza simplemente como un suplemento a los medios de comunicación tradicionales, ofrece también oportunidades nuevas, innovadoras para movilizar y organizar a la gente. Las nuevas tecnologías, obviamente, no determinan tales innovaciones; pero sí gravitan para estimularlas. Las ONGs (movimientos sociales) son particularmente innovadoras en este campo: de ahí que no solo que Internet ayuda a tales organizaciones, sino que ellas también han sido muy importantes en la ampliación del desarrollo de Internet".

América Latina: movilización en la red

En América Latina, este fenómeno se ha manifestado con registros especiales. Por su repercusión mundial, es ampliamente conocido -y hasta reconocido como paradigmático-, lo protagonizado por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de México. Esto no impide que a continuación hagamos una breve referencia a este caso, y además a lo acontecido en dos países -para no abundar-, cuya suerte última se ha visto marcada por la movilización popular: Argentina y Venezuela.

El primero de enero de 1994, cuando el gobierno mexicano presidido por Carlos Salinas de Gortari se aprestaba a celebrar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), unos "sin nombre" se encargaron de aguar la fiesta. Ese día se presentó a la faz pública la insurrección indígena comandada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), una guerrilla poco convencional que desde un recóndito lugar de México ha logrado proyectarse al mundo y hacer de esa vinculación una fuerza clave de su estrategia y supervivencia, pero además, convertirse en un referente de la lucha global contra el neoliberalismo. Uno de sus recursos primordiales: la Red.

En un reciente estudio sobre la "propaganda política del EZLN", Miguel Vázquez L.(5) anota: "El movimiento zapatista ha supedidato, claramente, la lucha armada a la lucha propagandística, aplicando a este frente 'formas guerrilleras de comunicación', para lo que se ha servido de los nuevos medios de comunicación social, especialmente de Internet y los servicios que rodean a la Red como las listas de correo electrónico, foros de discusión, etc. Esta sumisión de las armas a la comunicación es una de las características más importantes del movimiento zapatista".

Argentina, tras la llegada de Carlos Menem a la presidencia (1989-1999), pasó a convertirse en el país modelo para la región y el mundo, por su disciplinada aplicación del recetario del "Consenso de Washington" (liberalización de mercados, desregulaciones, privatizaciones, etc.), para "insertarse" en la economía globalizada... hasta que llegó el momento de la verdad: un país en colapso y atrapado, donde la indignación ciudadana terminó por reaccionar -emblemáticamente con los "cacerolazos"- y arremeter contra la institucionalidad política al finalizar el año 2001.

El profesor Diego Levis(6), de la Universidad de San Andrés, señala que este estallido social, entre otras cosas, marca "un punto de inflexión en el uso cívico de Internet en Argentina". La razón: "El 19 de diciembre de 2001, la difusión a través del chat de lo que estaba sucediendo en muchos barrios de Buenos Aires contribuyó a que muchas personas se sumaran al cacerolazo. Durante las semanas siguientes fueron surgiendo numerosos espacios en Internet dedicados a la situación del país: sitios webs con información alternativa, listas de discusión reservadas a la catarsis colectiva y foros para proponer y debatir propuestas concretas de cambio, entre distintas modalidades. Las propias asambleas barriales desarrollaron sus propios sitios webs destinados a brindar información sobre sus propuestas... Por primera vez, el boca a boca, la publicación partidaria o la octavilla política dejan de ser los únicos modos de informarse sobre aquello que ocultan los medios de comunicación masivos. Con la expansión del uso ciudadano de Internet, las formas tradicionales de expresión y acción política empiezan a perder el monopolio que ejercieron hasta ahora".

El 11 de abril de 2002 se produjo el golpe de Estado contra el presidente venezolano Hugo Chávez, quien, en un caso inédito, fue restituido dos días después por el pueblo que se lanzó a las calles. Todo sugiere que "fue un golpe mediático", sostiene Roberto Hernández M.(7), describiendo esta situación como "un gobierno derribado por medios tradicionales y repuesto por los nuevos" o el "contragolpe de la Red de redes" en el cual "Internet no solo rompió el cerco, sino que en pocas horas, como es su naturaleza, creó múltiples anillos alternativos... la cifra de internautas tuvo masa crítica suficiente para romper el cerco mediático del 13 de abril y conformar un sistema nervioso descentralizado alternativo que permitió que la gente tuviera autonomía, que es precisamente lo que a los medios comerciales más poderosos les quita el sueño".

El discurso seductor

Con el vertiginoso desarrollo de las TIC, el discurso tecnologista -que ve en las innovaciones tecnológicas la causa primera del cambio social- recobró un nuevo impulso y, con más fuerza que en el pasado, se ha empeñado en difundir el conocido repertorio de promesas mesiánicas de felicidad, armonía universal y, en suma, redención de la humanidad que recurrentemente se ha repetido con cada objeto técnico de comunicación que llega al mercado. Aunque ninguna de las promesas se ha cumplido, la prédica no cesa, pues su propósito es capitalizar el deslumbramiento general que ha provocado Internet -el icono de tales tecnologías (8), para "vender" la globalización neoliberal (9).

Este discurso legitimador y muy seductor, por cierto, ha creado un entorno del cual los movimientos sociales no son inmunes. Y aunque no necesariamente han marcado un posicionamiento crítico (pues de por medio está una disputa de sentidos), con su accionar han logrado establecer nuevas perspectivas en y desde la Red (10), sin tener más que una trinchera.

Se trata realmente de un hecho inédito, pues históricamente las clases subalternas tan solo han podido disponer de algún dispositivo de comunicación cuando tecnológicamente se había convertido en desecho o, al menos, en secundario. Y ahora resulta que Internet, una tecnología de punta -por haber arrancado fuera de intereses comerciales, que se hace y configura en el ámbito ciudadano-, rompió esa pauta.

Recomposición organizativa

En América Latina, el año 1994 se presenta como un referente emblemático para las luchas sociales. Se inició -como hemos mencionado- con el levantamiento zapatista en México, para luego registrar el segundo levantamiento indígena en Ecuador, las protestas de los cocaleros en Bolivia, las movilizaciones por la reforma agraria en Paraguay, Guatemala y Brasil -donde el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST) gana mayor proyección nacional-, y una serie de incipientes demostraciones de rechazo a las políticas neoliberales en otros países de la región.

Desde entonces, se procesa una paulatina recomposición del tejido social y organizativo que había sido afectado seriamente, tanto por las políticas de ajuste, como por los nuevos mecanismos de represión y criminalización de la protesta social. A la par, van surgiendo o reactivándose articulaciones regionales y continentales -en gran medida como continuación a los primeros acercamientos que habían posibilitado la realización de la Campaña Continental 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular (1989-1992)- , que posteriormente confluyen en espacios y dinámicas aglutinantes, como el Grito de los Excluidos, la Campaña Continental contra el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) y el propio Foro Social Mundial.

Se ha configurado, así, un nuevo escenario que no solo se caracteriza por la reactivación de movimientos sociales amplios y diversos, sino también, y sobre todo, porque éstos han alcanzado importantes niveles de articulación, tanto en el continente como a nivel mundial, constituyéndose en un factor gravitante para la deslegitimación del neoliberalismo. En este proceso de afianzamiento de redes y coordinaciones sociales, destaca de manera particular el empalme con Internet, como uno de sus principales mecanismos de comunicación.

Estas redes sociales, y las campañas que llevan a cabo, se tejen en torno a dinámicas comunicacionales, para las cuales van desarrollando un entramado complejo de interrelaciones, flujos de información y mecanismos diversos de comunicación, que combinan lo digital con canales convencionales, eventos presenciales y contactos personales. Se argumenta incluso que este entramado es precisamente lo que le da resistencia a las redes, cuya tendencia última es desarrollarse bajo formas policéntricas de organización.