THE CRIS CAMPAIGN Documento No. 9
La brecha digital y la falta de credibilidad
Los temas de disponibilidad de acceso a Internet, a la
telefonía y a otros servicios de telecomunicaciones preocupan
en gran medida a muchos de los involucrados? en la Cumbre
Mundial sobre la Sociedad de la Información y de otros
ámbitos. Verdaderos esfuerzos se hallan en marcha para
difundir las TIC de forma más efectiva en pos del desarrollo,
lo cual constituye un llamado a que todos "abramos nuestras
cabezas". El problema, sin embargo, radica en que la
corriente principal del pensamiento aún se halla atrapada en
un juego de muñecas rusas (y en la más pequeña de las
muñecas). Varios saltos serán necesarios para que puedan
lograr desprenderse de la ortodoxia actual (liberalización,
privatización y el juego de herramientas de regulación y
derechos de propiedad intelectual - IPR por sus siglas en
inglés- que traen consigo), la cual simplemente ha llegado a
su límite. Dichos límites nos dejan en total desamparo y
lejos de poder responder a los requerimientos de aquellos con
mayor necesidad acceso: la mayoría de la población en los
países y comunidades pobres del mundo. La breve historia y el
estado actual del sector ofrecen evidencia precisa al
respecto. Sin embargo, no resulta fácil hallar la solución o
soluciones adecuadas para lograr avanzar y requiere del
esfuerzo conjunto, especialmente, de la sociedad civil.
Resulta rigurosamente necesario verificar el alcance del
acceso diferencial a las telecomunicaciones y a Internet
desde un punto de vista global. Esto ha sido bien documentado
y, de hecho, existen indicadores de que está aumentando: La
UIT indica que: el "índice de crecimiento en el número de
nuevos abonados telefónicos disminuyó precipitadamente en el
2001". (World Telecoms Development Report 2002; Reinventing
Telecom. Services). Al parecer, las líneas rurales de menor
rendimiento son las más severamente afectadas. ¿Cómo ha
sucedido esto?
El Gobierno y la Red
En el trascurso de las últimas décadas, el gobierno de la
infraestructura en telecomunicaciones se ha visto
revolucionado, de los niveles nacionales a los globales. La
UIT constituía tradicionalmente el foro en donde los
monopolios de telecomunicaciones y los gobiernos
interactuaban sobre asuntos de interés mutuo: compartiendo
entre ellos tarifas del tráfico internacional de un pequeño
rango de servicios de telecomunicaciones (llamado el "sistema
de tasa contable"), asignando ranuras de tiempo para
tecnologías satelitales o de espectro para sus varios usos y
usuarios, y acordando estándares para la interconexión y la
compatibilidad.
La proporción y orientación del crecimiento en la
infraestructura de la red y las estrategias tarifarias
buscadas se determinaban, en parte, por costos y, en parte,
por políticas de prioridad. Los países más ricos poseían
amplias políticas de servicios universales y mecanismos para
asegurar que se proporcionara un servicio accesible para los
abonados rurales. Para los países más pobres, la situación
era más desigual. Al confrontarse con la demanda competitiva
en servicios esenciales como agua y electricidad, las
telecomunicaciones quedaban, a menudo, dejadas de lado y las
tarifas internacionales se utilizaban como medio para generar
una moneda firme para apoyar otras actividades. En general,
los sistemas nacionales de telecomunicación existían
mayormente aislados unos de otros. Esto cambió en gran medida
a partir de la mitad de la década de 1980 en adelante.
Los EUA, el Reino Unido y luego la UE, persiguieron,
agresivamente, una política de liberalización y
privatización. Con el apoyo de las intervenciones del Banco
Mundial y del FMI, se idearon estrategias globales en foros
tales como los de la OCDE y el G7. En poco tiempo, se
desarrolló un impulso hacia una dinámica dirigida al mercado
y orientada comercialmente, la cual se consolidó en los
acuerdos del GATTS de la OMC firmados en 1997. Esto impulsó
un nuevo régimen en telecomunicaciones, en el cual la
propiedad nacional, ya sea pública o privada, se iba a
convertir en cosa del pasado, siendo reemplazada por un
número relativamente pequeño de telecomunicaciones y
corporaciones de TIC. El antiguo sistema de tasa contable de
la UIT fue sin más desechado a través de acciones
unilaterales por parte de Estados Unidos, para ser
reemplazado por un mecanismo basado en el mercado que
favoreció sobre todo a los países más ricos. La expansión de
infraestructura y servicios, más allá de lo que resultaba
comercialmente atractivo, se convirtió ampliamente en materia
de obligaciones de servicio universal, administradas (o no)
por reguladores nacionales.
Demanda represada y rápidas ganancias
La primera fase de privatizaciones e inversiones extranjeras
en los años '90 vio satisfecha la demanda represada con
bastante rapidez, en base a décadas de infra-inversión,
debido en parte a la negativa de bancos e instituciones
internacionales para proveer fondos a redes de propiedad
pública. Se aprovecharon mercados inmensamente fructíferos en
áreas urbanas del Sur y, aún más allá de los centros urbanos,
los teléfonos celulares se convirtieron en un medio rápido y
provechoso para proporcionar un servicio básico a las clases
medias. El desplazamiento que trajo aparejado hacia tarifas
orientadas a costos, disminuyó las tarifas de llamadas
internacionales y de larga distancia pero aumentó las tarifas
de llamadas locales y los cargos para líneas de alquiler
mensual.
La demanda represada podría ofrecer a los reguladores
nacionales o gobiernos la oportunidad de imponer las
obligaciones de servicio universal como parte de las
condiciones de licencia a las operadoras de
telecomunicaciones. Tanto el servicio universal eficaz como
las políticas de acceso extenderían la red y reducirían las
tarifas para los usuarios a los que apuntasen las mismas. Aún
así, para los países en vías de desarrollo resultó difícil el
formular, implementar y hacer cumplir dichas políticas, al no
contar con la experiencia de especialistas y al tener que
enfrentar a corporaciones poderosas y a las presiones
ejercidas por las mismas desde sus casas matrices. Además, en
algunos de los países más pobres, especialmente de África, la
demanda aún entre empresas y clases medias era tan baja que
las operadoras nacionales de telecomunicaciones se vendieron
a precios más que bajos y sin virtualmente ningún contrato de
licencia anexo. En la cumbre del auge de las
telecomunicaciones de los años '90, algunos inversores se
concentraron simplemente en asegurar territorio y licencias
dado que el sector global de telecomunicaciones estaba siendo
parcelado entre un puñado de corporaciones.
En general, el éxito en la implementación de estrategias de
servicio universal a nivel nacional ha sido limitado. En
efecto, las reglas de la OMC que exigían que estas
estrategias "no fueran más pesadas de lo necesario", en
términos de la distorsión de las fuerzas del mercado, aún
tienen que ser puestas a prueba – y si esto se hace o cuando
de hecho se pongan a prueba, el resultado puede llegar a
convertirse en un nuevo conjunto de obstáculos para la
prestación de un servicio universal.
Desde el cambio de siglo, la inversión en telecomunicaciones
ha disminuido enormemente, el crecimiento se ha estancado, y
la evidencia existente sugiere que el enfoque orientado al
mercado ha alcanzado sus límites. Una vez satisfecha la tan
provechosa demanda represada, no hay demasiado apetito por
realizar inversiones que alcancen a usuarios de menor
rendimiento, ya sea a niveles nacionales o internacionales.
Con la mitad de las operadoras en telecomunicaciones del
mundo en manos privadas, la UIT indica que "...las
privatizaciones más "fáciles" ya se han llevado a cabo. Las
que aún quedan, están en su mayor parte, plagadas de
dificultades, por ejemplo, en lo que respecta a un exceso de
mano de obra, deudas, oposición política o riesgo país. (...)
[Mientras] la experiencia ha demostrado que la inversión en
un operador público de telecomunicaciones (PTO) [proveedor de
servicios de telecomunicaciones] ha generado buenos réditos
sobre la inversión, los tiempos ahora ya no son favorables...
Además de todo esto, las condiciones actuales de las bolsas
de valores son adversas". (ibid).
Las tecnologías innovadoras aún continúan surgiendo, pero por
razones similares, el entusiasmo por experimentarlas e
implantarlas ha menguado. Se ha establecido un período de
consolidación y aquellos con la mirada puesta en el sector
privado, incluyendo al DotForce del G8 y a la CMSI, para
llenar el vacío de la "brecha digital" se van a sentir
decepcionados. Al carecer de una voluntad política firme
tanto nacional como internacional para implementar políticas
eficaces de acceso universal, la lógica de abastecimiento
orientada al mercado se ha estancado en donde se fueron
reduciendo las grandes ganancias, lejos de poder llegar a
alcanzar las áreas de mayor necesidad. Las iniciativas muchas
veces exitosas surgidas a partir de donaciones para poder
llegar a estos usuarios ubicados fuera del mercado,
promoviendo el acceso comunitario, la tecnología de bajo
costo, etc., pueden hacer muy poco para compensar dicha falla
sistémica. Lo que se necesita es un reemplazo de paradigma,
desplazándolo a una o más alternativas que no pongan a la
generación de ganancias al volante.
Dilema y oportunidades
El problema es que ninguno de los paradigmas emergentes se
ajusta en forma clara y absoluta a este proyecto. Y hasta que
alguno lo logre, los gobiernos clave y actores
internacionales se mostrarán reacios a aceptar que un
paradigma totalmente nuevo es necesario, aferrándose a la
esperanza de que el sector corporativo reaccione. Este es el
nudo de la cuestión, en donde valientes gobiernos, organismos
y la sociedad civil pueden realizar una gran contribución. Lo
que se requiere en este momento es una fase de vigorosa
experimentación e implementación de ideas nuevas en
tecnología, además del conocimiento acerca de cómo se
organiza, se regula y se financia.
En lo que respecta a tecnologías, el estándar WiFi ha visto
surgir redes comunitarias independientes en la mayor parte
del mundo rico y aún en el sur –sin virtualmente ningún apoyo
del exterior. Las tecnologías "peer to peer" (de par a par),
que constituyen la ruina de los titulares de derechos de
autor, se encuentran creciendo tanto en fortaleza como en
capacidades. El software libre y de fuente abierta posee el
potencial de reducir significativamente los costos, aún
cuando todavía recibe una resistencia corporativa conjunta
reflejada en ámbitos tales como la CMSI. Las tecnologías de
"amplio espectro" pueden tornar innecesaria la idea de
escasez de espectro; y teniendo en cuenta que el espectro es
de interés público, varias comisiones y órganos respetables
han solicitado la fijación de un impuesto sobre la
utilización comercial del espectro, a ser canalizado para
necesidades de desarrollo, lo cual será seguramente
reconsiderado.
A ese respecto, el estatus de paria atribuido a la inversión
pública en el abastecimiento monopólico de redes es bastante
inmerecido, y constituyó la fuerza impulsora del rápido
desarrollo de las telecomunicaciones en todas partes. La
construcción y propiedad comunitaria de redes ha demostrado
ser exitosa pero, por razones obvias, nunca tuvo un gran
respaldo político o corporativo. Por último, todavía existe
una esfera de acción para las políticas de servicio
universal, que pueden llegar a retener algunas ganancias más
de las que están siendo actualmente extraídas por
corporaciones extranjeras, para el desarrollo de la red. En
efecto, uno podría llegar a concebir una política global de
servicio universal en donde una pequeña porción de los
ingresos por telecomunicaciones internacionales fuera
orientada hacia el desarrollo de la red en el sur, basándose
en la revisión de un sistema compartido de tarifas.
A esta altura, el tema no es la falta de ideas y
posibilidades, sino la falta de voluntad política y el temor
de incomodar a los campeones de la liberalización. Dichos
temores pueden superarse a través del desarrollo, en la
práctica, de alternativas realistas de las que todos se
puedan beneficiar, y de la implementación de un paradigma que
coloque a las personas y al desarrollo delante de los
mercados y las ganancias.
Información adicional: Global Media Governance: A Beginners
Guide, 2002, Seán Ó Siochrú y Bruce Girard con Amy Mahan,
2002. (www.comunica.org/gmg); Les Echecs d'une Révolution:
Dan Schiller, Le Monde Diplomatique, Julio 2003.
(Traducido del
inglés con el soporte generoso de APC)
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