Lectura del momento y su repercusión en comunicación
“Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos, cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten”
Jorge Luis Borges
El Aleph
Presentación
“Ni somos los que estamos, ni estamos los que somos”
En preparación para el Encuentro “Comunicación, Integración y Movimientos Sociales”, el grupo convocado fue invitado a intercambiar ideas y análisis a partir de un documento-borrador escrito para provocar reacciones y colocar sobre la mesa perspectivas diversas. A partir de algunas reacciones, el debate quedó planteado. Este texto, se basa en los elementos esenciales recogidos en la relatoría del evento y leídos al grupo participante.
Son necesarias unas clarificaciones introductorias, en la perspectiva de ubicar lo discutido para que sirva al propósito de quienes aportamos a esta discusión. En primer lugar, esta es una conversación en curso. Se inició mucho antes del encuentro, continuará mucho después y, sobre todo, hace referencia a mucha otra gente cuyas lecturas y experiencias son esenciales y quienes no estuvieron presentes. En otras palabras, este es uno entre muchos intercambios parciales como aporte al debate sobre un tema amplio y complejo que afecta e involucra a todo un continente, pero desde un lugar específico, entre algunas comunicadoras y comunicadores concretos, a partir de nuestras experiencias, nuestras miradas y búsquedas, desde ámbitos diversos y particulares. No pretendemos ni podemos por ello, hablar por un “todos y todas” del que solamente somos una pequeña parte.
Es cierto también, que el intercambio, limitado en el tiempo, dada la magnitud del tema, puso en evidencia diferencias, lecturas diversas, consensos y contradicciones. En consecuencia, esta conversación sobre la marcha, no propone conclusiones definitivas. No puede hacerlo, aunque lo planteado exprese convicciones profundas y compromisos firmes. Somos partícipes de un proceso que nos supera, en un momento caracterizado por la transición permanente, la incertidumbre, el movimiento, las crisis. Lo que se alcanza a observar, responde frecuentemente a intenciones y estrategias que deben inferirse o deducirse a partir de los hechos, de las acciones o de los discursos. Un tiempo de conflictos agudizados, de sobrecarga de mensajes y de distorsiones, en el que, identificar los elementos prioritarios para construir una lectura valida de la realidad y de sus tendencias es, si no imposible, muy difícil y a la vez indispensable. Los aportes e intercambios que acá se comparten, nos reiteran un desafío: el de adquirir, compartir y poner en práctica la sabiduría requerida en estos tiempos, para reconocer, conocer y aportar desde la comunicación a la construcción de procesos colectivos desde vivencias y subjetividades múltiples. Los sujetos esenciales a quienes hacemos referencia son los “movimientos sociales” y los pueblos convocados entre sí a un proceso de integración para alcanzar propósitos compartidos desde la diversidad. Una humanidad de pueblos, movimientos y personas, cuya palabra, alegría, capacidad y sabiduría es tan real como indispensable.
Se esbozan lecturas, pero de ninguna manera, se responde al desafío que nos convoca. Observamos y participamos desde lugares específicos, de los avances, contradicciones y cambios en curso, en intentos de interpretarlos y contextualizarlos en pleno movimiento. Compartir este intercambio se propone aportar convocando a continuar la discusión. Nos inspira la intención de contribuir a entender nuestros contextos y aportar a su transformación.
Comunicar, en tanto recoger y tejer la palabra que se camina, es participar en la historia de nuestros tiempos para comprenderla y proyectarla. Desde allí intercambiamos y compartimos. Nos identificamos como comunicadoras y comunicadores en el sentido amplio y profundo que supera con creces a los medios y los coloca al servicio de las conciencias y procesos colectivos e individuales como principio y propósito. Este intercambio que compartimos, es a la vez un espejo en el que quienes aportamos nos podemos empezar a ver reflejadas y reflejados en nuestras limitaciones y posibilidades, lo que nos exige reconocer que es mucho más lo que falta que lo que sabemos. Estas líneas asumen con las exclusiones del caso, a todas las demás voces que no están ni estuvieron y, sin imponerse por encima o por delante de ninguna, se nombran a partir de reconocer una palabra colectiva rica e inalcanzable en la que se cocina, se sazona y se refugia la resistencia y la posibilidad de un futuro para Nuestra América, que aspira a superar, por la acción consciente de los pueblos, el despojo y el abuso de la imposición de más de cinco siglos de codicia asfixiante.
El que sigue no es un texto mío, aunque lo he redactado. Pero tampoco es de quienes conversamos, porque he sido yo quien ha tejido las palabras.
1. En medio de la crisis civilizatoria del “sistema mundo”
Las teorías son maneras, intentos, de plantearle preguntas a la realidad para hacer conciencia de la misma y actuar en consecuencia frente a esta. Por eso, al comunicar para la libertad y la dignidad entendemos, que la realidad es la respuesta. Les invito a escuchar y a participar.
Los intercambios previos al encuentro y las primeras rondas permitieron esbozar una lectura integral del contexto histórico global y de sus antecedentes, dinámicas y tendencias como punto de partida para el análisis de la temática tratada. Vivimos un contexto en el que se buscan y aparecen alternativas a la hegemonía. Un medio en el que se anuncian y se persiguen, además de contra hegemonías, “otras hegemonías”, a la civilización dominante del capital y a sus instituciones y estrategias. En coherencia con estas dinámicas que hablan y ensayan tratar de “vivir de otra manera y hacer realidad otro mundo”, aparecen nuevas formas de poder, como también, nuevas alternativas al poder mismo. Se desarrollan luchas políticas, sin lugar a dudas, pero también algo más profundo e inseparable de éstas, luchas culturales. Las ideas, creencias, valores, prácticas y relaciones se encuentran cuestionadas no sólo en teoría, ni únicamente en el análisis, sino en la práctica, en la realidad. Lo que existe no funciona, lo que debe ser no aparece aún. Esto impone la búsqueda de nuevas formas de relación, pero también el temor a la pérdida de privilegios y de seguridades, lo que genera polarizaciones culturales y búsquedas confusas y contradictorias. Mientras más restrictiva la estructura, más abiertas las posibilidades de lo insólito, más potencialmente viable lo impensable y desconocido.
Reconocemos la complejidad enorme de la realidad actual. Se trata de un período de transición y reformulación, pero también de un período simultáneamente de resistencia a los cambios o de propuestas de transformar para preservar. Estas dinámicas complejas generan incertidumbre y abarcan también al establecimiento y a la derecha. Es decir que son sistémicas y permean todos los ámbitos.
La fase más reciente del capitalismo, la del “Consenso de Washington”, el “Libre Comercio” y el “Neo-liberalismo” enfrenta una crisis profunda muy poco después de haber proclamado su hegemonía ante la caída del bloque socialista, con el comienzo del “fin de la historia”. Ante la falta de opciones que den cuenta de los desafíos que enfrenta el sistema mundo del Capital, la hegemonía recurre casi impotente a “más de lo mismo”. Lo que llevó al fracaso es lo que se aplica como solución, pues no aparecen innovaciones sino recurrencias. La derecha combina formas de acumulación por explotación, desposesión y destrucción, en un contexto de crisis del sistema mundo, donde para el capital, sobra trabajo y faltan naturaleza y materia prima. Donde sobran bocas hambrientas y dependientes y faltan consumidores con capacidad adquisitiva, amenaza imponerse la acumulación por destrucción a escala global. Militarización, guerras, ocupaciones militares, epidemias y pandemias, desastres naturales, escasez de agua y recursos vitales, generan desplazamientos y despojo masivo que aprovechan (o pretenden aprovechar) los poderes hegemónicos para superar la crisis destruyendo capital y “exceso” de trabajo. Se cierne una amenaza real sobre el planeta, de guerras y catástrofes sin precedentes, con capacidades tecnológicas, de propaganda y destructivas excesivas y en poder de grupos económicos minoritarios que se concentran, se destruyen entre sí y se reducen a un puñado de poderes enormes para quienes la existencia de los pueblos es una amenaza tan grave como no tener el control sobre recursos esenciales, bienes comunes, procesos productivos, mercados y ahorros.
La crisis civilizatoria anuncia una transformación profunda impredecible, en cuanto proceso y resultado. El “sistema mundo” tiende a bifurcarse. En un extremo se configuran y articulan fuerzas autoritarias, jerárquicas, totalitarias y presentes en todos los ámbitos, que se sirven del terror, de la violencia y de las lealtades mafiosas, para acumular y controlar territorios, recursos y poblaciones enteras. En el otro lado, procesos surgidos hasta el momento desde movimientos sociales diversos, en la búsqueda de formas participativas, arraigadas y armonizadas en y con territorios y relaciones solidarias y recíprocas para la resistencia y la generación de alternativas. Una tendencia a la polarización presente y muy real, a la vez que precaria e incipiente.
2. América Latina: realidades y tendencias
Proceso histórico reciente:
En nuestra región del planeta, se ha vivido con intensidad el vértigo de los tiempos recientes. Del éxtasis del capitalismo transnacional sin oponentes que proclamó el “fin de la historia” con la caída del muro de Berlín, a su propia crisis en apenas tres décadas. Una crisis de hegemonía provocada desde abajo como respuesta a la brutalidad del modelo, propicia el surgimiento de movimientos sociales. Los condenados a la penumbra se movilizan con creatividad y contundencia. La emancipación de pueblos y comunidades deslumbra y sorprende desde lugares diversos, de manera impredecible y simultánea. Este torrente en ciernes, plantea la erosión de la hegemonía del Capital como posibilidad y necesidad. A lo largo y ancho del Continente, los movimientos sociales, indígenas, campesinos, de mujeres, populares urbanos y rurales, hacen presencia, actúan, se anuncian. La resistencia al ALCA y los triunfos electorales, son expresiones parciales y significativas de estos procesos en curso.
Llega la contra ofensiva de la derecha. Supera su desarticulación. Recientemente reestructuran su estrategia. A partir del ataque a Angostura, Ecuador, por parte de Colombia, viene el golpe en Honduras, la ocupación militar de Haití, las elecciones de Chile, Panamá y Costa Rica. Colombia, específicamente el “Plan Colombia” es un proyecto continental integral del capital. México se hunde en una versión adaptada a su contexto de este Plan que combina el terror con la propaganda y las políticas de cierre de espacios, negación de libertades y derechos y entrega de riquezas y recursos. Los procesos populares, “progresistas”, pueden ser revertidos a partir de la propia democracia formal y de proyectos estratégicos sofisticados y coordinados. Se desarrolla una dinámica armamentista creciente y el poder militar, el pie de fuerza, hace presencia y amenaza la región y el planeta. Se viene articulando la “Gran Alianza Continental” de la derecha, que incluye hasta el momento a Canadá, EEUU, México, Costa Rica, Honduras, Panamá, Colombia, Perú y Chile. No hay equilibrio, la derecha gana espacio. Se debilitan y desdibujan varios “gobiernos progresistas”.
La contraofensiva debe enfrentarse desde los acumulados existentes. Resulta indispensable el pensamiento y la capacidad estratégica. La contraofensiva tiene objetivos claros, beneficiarios concretos y estrategias coherentes a las que aplica sus capacidades y recursos al capital transnacional. Las economías son casinos abiertos a apostadores a quienes se les garantizan las ganancias a costa de despojar las reservas, los presupuestos nacionales, desmantelar programas y servicios esenciales, privatizar lo público, entregar bienes comunes y despojar a los pueblos de derechos y libertades. Todo para pagarle las deudas a los apostadores. O se implementa esta entrega irrestricta a “inversionistas” sin escrúpulos, o todo el poder del capital financiero hunde al país en la bancarrota y el aislamiento.
Frente a esta integralidad de la agresión, los campos de fuerza son complejos y circunstanciales. Los proyectos, los discursos, las necesidades concretas y las prácticas evidencian flujos, reflujos, contradicciones, búsquedas e incoherencias desde los ámbitos institucionales y de Gobierno, hasta los movimientos sociales entre sí y a su interior. Esta “dinámica interna” se convierte en un territorio en disputa y aparece por ello debilitado y desdibujado lo “progresista” y lo emancipatorio ante la contraofensiva.
La disputa ideológica, el territorio del imaginario colectivo, resultan esenciales tanto para la contraofensiva como para la resistencia y la emancipación. La comunicación popular encuentra su ámbito y su sentido en esta disputa en la que la propaganda para la dominación debería enfrentarse a la conciencia para la emancipación. La comunicación alternativa, crítica y popular, ha sido crucial en la etapa de flujo de los movimientos sociales y populares, a la vez que en el surgimiento de los gobiernos progresistas. La derecha ha entendido esto y desarrolla sus “acciones psicológicas”, de control y de propaganda de manera articulada y sofisticada en todos los ámbitos. La comunicación de, desde y entre los pueblos, se ve abocada a enfrentar el desafío de la ofensiva ideológica en curso, a la vez que a reconocer las capacidades, riquezas, perspectivas, pero también las contradicciones y las limitaciones propias. Comunicación para aportar a la lectura y comprensión de la realidad para que se desborde la palabra y la acción de los de abajo.
Dinámicas de transición
La incertidumbre subyace y determina en última instancia las dinámicas y relaciones sociales durante este período de transición. Se sabe bien de donde venimos, pero es imposible predecir hacia donde vamos. Vivimos en medio de relaciones de contradicción. Sabemos expresar y rechazar lo que no queremos, pero no sabemos con la misma claridad y contundencia lo que queremos ni cómo lo queremos hacer. Estas dinámicas de transición, esa indefinición del futuro, esa conciencia aplastante del pasado y sus prácticas arraigadas y recurrentes, explican las evidentes tensiones en y entre gobiernos y procesos progresistas. Hay temor a hacer algo diferente, exigencia de actuar y necesidad de transformar. Se tiende a “estatizar” e institucionalizar con fórmulas desgastadas, conocidas y prácticas, los procesos de cambio. Las políticas y proyectos emulan la tradición de megaproyectos y desarrollo conocidos y se compite por probar que “nosotros también podemos gobernar”, con un discurso radical de renovación y de rechazo al modelo que aparece enfrentado a muchas de las decisiones pragmáticas.
Resulta difícil esclarecer escenarios futuros, en medio de una crisis neoliberal en la que estamos inmersas y afectadas sociedades e instituciones, con las consecuentes limitaciones y escaseces que obligan a tomar decisiones sin referentes claros. Al parecer, el Capital se hunde, pero el capital sigue ahí y no hay tejido suficiente de alternativas.
Tendencias desde gobiernos
Desde la perspectiva ideológica, filosófica y de práctica política, coexisten en tensión y flujo inestable permanente tendencias diversas. Por ejemplo: Socialista con marcadas diferencias entre sí (Cuba, Bolivia), de recomposición de capitales nacionales frente a EEUU y al capital transnacional, pero con tensiones (Nicaragua-Ecuador) yhegemónicas articuladas (Honduras, Chile, Colombia y Perú). Brasil, por ejemplo, parece consolidarse como imperio regional con un modelo que es simultáneamente autónomo en relaciones externas, de consolidación de cap