Medios públicos en etapa de construcción
El tema de los medios públicos es algo nuevo en el Ecuador. El nuestro es un país que ha estado rezagado en este tema y solo ha conocido y ha estado condicionado por un modelo privado- empresarial que ha sido predominante durante casi un siglo. Vale señalar, sin embargo, que junto a este modelo también han existido experiencias de comunicación popular, comunitaria y alternativa y también medios estatales (radios, televisión) circunscritos al ámbito local como municipios, universidades o instituciones publicas. Durante algunos años funcionó la Radio Nacional, sin embargo los gobiernos anteriores la dejaron morir porque no le veían ninguna utilidad o estaban demasiado comprometidos con el intocable poder mediático.
Es con el actual gobierno de Rafael Correa que comienza a hablarse de medios públicos de carácter nacional en el marco de la recuperación del Estado como ente regular y planificador de la vida nacional. De esta manera, se crea el canal público Ecuador TV, se recupera el diario El Telégrafo que había estado en manos de los banqueros morosos con el Estado y se reactiva la antigua Radio Nacional del Ecuador bajo el nombre de Radio Pública del Ecuador.
Es necesario, de manera sucinta, poner algunos elementos del contexto en el que surgen los medios públicos en el Ecuador.
1. Los grandes medios privados han entrado en una grave crisis, fenómeno que no es exclusivo del Ecuador. Como aparatos ideológicos y simbólicos de las élites dominantes, cuya función principal es mantener el statu quo, han sido los puntales para la aplicación de las políticas neoliberales del Consenso de Washington durante las últimas tres décadas que han traído desastrosas consecuencias para nuestros pueblos, como la concentración acelerada de la riqueza en pocas manos y el aumento del número de pobres y excluidos. Los medios coinciden plenamente con algunos principios consagrados en este Consenso, esto es con la desregulación, la liberalización, la globalización neoliberal, con la mercantilización acelerada de todos los ámbitos de la sociedad. La línea informativa que adoptan estos medios refleja esta posición, que, por lo demás, se subordina cada vez más a las transnacionales mediáticas de Estados Unidos. Cuando en América Latina se producen levantamientos sociales que cuestionan el neoliberalismo y la política imperial y triunfan gobiernos nacionalistas y progresistas, los medios comienzan a ser los principales contradictores de esos procesos que no les benefician ni se corresponden con sus intereses. Los medios, en algunos países, asumen el rol de actores políticos en sustitución de los partidos de la derecha neoliberal que ha sido fuertemente golpeados. Es allí donde se produce el distanciamiento entre medios y movimientos sociales y ciudadanos, se rompe el consenso y empiezan a marchar por senderos separados. Estos últimos constatan que los medios no solo ignoran sus demandas, sino desinforman, sobreinforman o manipulan la información.
2. Sectores sociales organizados y los ciudadanos buscan informarse por otros canales y por otros medios para poder expresarse y participar. Y por ello aparecen en escena algunas radios, sitios web y redes electrónicas, etc., etc., es decir un tejido comunicacional que opera fuera y en forma contrapuesta al aparato mediático dominante. Pero esto, evidentemente es insuficiente, también surge una demanda social de medios públicos de carácter masivo que informen incorporando principios de diversidad, ciudadanía, democracia, pluralidad, respeto a la privacidad. Estos, por lo tanto, son el resultado más que de una decisión gubernamental, el producto de una demanda social de un público que quiere ver otro periodismo, transparente y con una nueva ética.
3. Los medios públicos nacen también de la necesidad de combatir la mercantilización de la información. Bajo el modelo neoliberal, la noticia se ha convertido en una mercancía sujeta a las leyes de la oferta y la demanda, lo cual se aleja diametralmente de los valores fundamentales del periodismo que indican que la información es sobre todo un bien y un servicio público y que la comunicación es un proceso de diálogo para construir democracia. Hay un creciente conflicto entre el interés privado de sectores económicos, bancarios y financieros que en los últimos años se apoderaron de muchos medios y el interés público. Los grupos privados quieren a las empresas periodísticas para hacer negocios o para defender sus intereses particulares y los públicos no quieren ser tratados como clientes o simples consumidores sino como ciudadanos con derechos también en el campo de la comunicación.
Las críticas al proceso de mercantilización no solo provienen de periodistas e investigadores de izquierda sino del propio establisment. Por ejemplo, los estadounidenses Bill Kovach y Tom Rosenstiel, sostienen que “el periodismo es un negocio y los directivos de empresas periodísticas tienen responsabilidades empresariales que consiste en ajustarse a los presupuestos y atraer nuevos clientes A finales del siglo XX, no nominalmente, pero si de facto, los líderes del periodismo estadounidense se han transformado en hombres de negocios. La mitad de ellos han manifestado que dedican al menos una tercera parte de su tiempo a asuntos más empresariales que periodísticos. Como ciudadanos deberíamos estar alarmados. Los periodistas, a su vez, deberían comprender que han sido socavados ”. (1)
Los medios públicos son la antítesis de los medios privados y funcionan con otra lógica. Los medios públicos no tienen como finalidad el lucro sino el servicio público. Por lo tanto, su tarea es desmercantilizar la información lo cual implica recuperar el espacio público como espacio de debate, de construcción de ciudadanía y de sentidos, de ejercicio de la democracia, en el que los derechos a la comunicación predominen sobre las mercancías, la competencia y el raiting.
Los propietarios de los grandes medios y algunos periodistas han cuestionado a los medios públicos acusándolos de estar al servicio del gobierno. Por ejemplo, Karla Pesantes de la revista Vistazo señalaba que “Ecuador TV, Radio Nacional y diario El Telégrafo se embarcan en un aventura comunicacional a través de mares dominados, en su mayoría, por medios privados”. (2) El sociólogo Felipe Burbano, ligado al diario Hoy, dice que a los medios públicos “los miro como marginales y periféricos” y refiriéndose al diario público El Telégrafo dice que es un “proyecto que apunta al fracaso, que no va a tener rectoría o interés”. (3) Jaime Mantilla Anderson, propietario del diario Hoy y presidente de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (AEDEP) expresa su preocupación por el “poder que el Ejecutivo estaría ocupando sobre los medios de comunicación” y considera como “peligrosa la publicidad oficial”. (4) El periodista Rubén Darío Buitrón escribe en El Comercio que “hasta ahora la Radio Pública del Ecuador mantiene un irrefutable olor a oficialismo, burocracia y culto a la personalidad”. (5)
Son explicables estas posiciones de quienes han mantenido el monopolio de la palabra por mucho tiempo y se niegan a ver que estamos ante un nuevo momento en el que el pueblo mayoritariamente se ha pronunciado por una nueva Constitución en la que se reconoce el derecho a la comunicación y la democratización de la misma.
Pero fuera de esas críticas, creo que es necesario defender el espacio ganado hasta ahora por los medios públicos e incluso por la prensa estatal, la misma que, como sostiene el sociólogo brasileño Emir Sader, “es perfectamente posible, no es vergonzante, porque en caso contrario se coloca a la defensiva lo que se opone a la esfera mercantil, pretendiendo caracterizar que todo lo que es estatal es antidemocrático” (6). Según este mismo autor “los gobiernos democráticamente elegidos tienen todo el derecho y la obligación de informar, sino quedan de rehenes de los espacios de la prensa privada”.
Vale aclarar, sin embargo, que hay diferencias entre medios estatales y públicos, pues estos últimos deber ser el escenario del debate publico en donde se expresen una diversidad y pluralidad de voces - incluida la del Estado, como una voz mas- que participan en la construcción de la vida política y de democracia, sin dejar de lado las voces criticas y discrepantes.
Al respecto hay que interrogarse si la actual estructura de dirección de los medios a los que aludimos constituida mayoritariamente por representes del Estado permite garantizar la condición de medios públicos. Por ejemplo el directorio de Ecuador TV y de a Radio Pública del Ecuador está presidido por el Secretario General de la Administración, y por cuatro ministros de Estado. (7) Varias voces indican que es esa estructura de dirección del canal la que hay que cambiar si se quiere abrirlo a la participación de los sectores y grupos sociales, universidades, etc. a fin de diseñar en forma conjunta los contenidos y formatos del canal. Esto aseguraría, además, que los comunicadores del canal tengan autonomía y que toda la programación sea sometida al escrutinio público. (8)
Cuando ha transcurrido más de un año desde que vienen funcionando los medios públicos, la pregunta que surge es si realmente están cumpliendo o no las expectativas y las esperanzas que muchos sectores depositaron en ellos.
Veamos caso por caso.
Ecuador TV
Este canal ha tenido que soportar una serie de obstáculos hasta ponerse en funcionamiento. El primero, increíblemente, fue el de las frecuencias. Siendo el Estado el propietario de las mismas, no disponía de una que le permitiera salir al aire. Los canales de VHF, del 2 al 13, que dan mejores facilidades para el acceso al público, estaban en manos privadas. El canal público tuvo que salir en el canal 48 de UHF que presenta una serie de limitaciones para cubrir a todo el país. Sin embargo, ante la última incautación por parte del Estado de los canales Gamavisión y TC que eran de propiedad de los banqueros Isaías prófugos de la justicia, no es descabellado plantear que uno de ellos sea asignado al canal público. Ello sería un acto legítimo de justicia y de utilización del espectro radioeléctrico en función del interés público.
Ecuador TV ha señalado que en su programación prioriza la educación, el debate, la participación ciudadana y los programas culturales. Hay cierta apertura a productores independientes de TV. El ex vicepresidente de Ecuador Enrique Bayas, señalaba que al menos el 60% de la programación será de productores ecuatorianos y que para ello se ha logrado un acuerdo con la Asociación de Cineastas del Ecuador. Sin embargo, aún hay una fuerte dependencia de enlatados de corporaciones y canales extranjeros. (9)
Las retransmisiones de la Asamblea Nacional y de las cadenas informativas del Presidente Correa de los días sábados, y otras, en alguna medida han permitido romper el bloqueo informativo, el canal no incluye la crónica roja ni la farándula en su programación, lo cual es positivo.
El canal, sin embargo, tiene limitaciones que hay que puntualizar. Gran parte del equipo profesional ha sido reclutado de los canales privados, mismo que viene con los mismos criterios y recetas, todavía no hay innovaciones sustanciales que permitan ofrecer una programación diferente que permita romper con el modelo de la televisión comercial y apunte a promover y fortalecer una identidad nacional y latinoamericana. A veces, tengo la impresión de que el canal sintoniza muy poco con el proceso de cambio que está viviendo el Ecuador y que tampoco contribuye a la disputa de sentidos que se vive en América Latina. En los noticieros, por ejemplo, hemos visto cómo se utiliza las mismas fuentes de los demás canales comerciales: la CNN, la Televisión Española, etc. ¿donde está la diferencia?, preguntamos. E incluso se retransmiten programas de la Voz de Estados Unidos de América, la famosa VOA, algo que ni los canales pro- estadounidense lo hacen. Cabe indicar que la VOA actualmente mantiene una abierta campaña mediática contra los gobiernos de Cuba, Venezuela y Bolivia.
Hemos visto asombrados como en el noticiero se pasó un reportaje en el que se hacía propaganda a “la labor que cumplen los militares de Estados Unidos en la base de Manta”, sin que en el reportaje se ofrezca la versión de los sectores que los cuestionan, incluido el propio gobierno.
Teniendo a mano la información de TELESUR, ¿por qué no utilizar más intensamente sus servicios que de cierta manera son una alternativa en relación a la CNN? ¿Es posible utilizar la imágenes de la CNN y al mismo tiempo criticar el papel que ésta cumple como la principal cadena que defiende la globalización neoliberal y la política imperial?
También nos preguntamos, ¿Quién establece la línea editorial del canal? ¿Hay participación de la ciudadanía en esa programación? ¿Cómo se evalúa la programación?
El presidente Correa ha hablado de salir de la larga noche neoliberal. Esta frase también es aplicable a la comunicación. En la década de los 60 y 70 hablábamos de “imperialismo cultural”, que es un etnocentrismo convertido en ideología que se presentaba como una vía de salvación de los pueblos del Tercer Mundo, a los cuales se les conminaba a ponerse “al día” con la civilización occidental so pena de ser considerados indignos de ser entidades respetables. (10)
A finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI ese imperialismo cultural, disfrazado de “pensamiento único”, se esparció de la mano de la expansión de los mastodontes mediáticos que tienen la capacidad de cubrir todo el planeta y las 24 horas del día con sus satélites y redes electrónicas. Diez megacorporaciones mediáticas de Estados Unidos (AOL/Times Warner, Gannett Company, Inc., General Electric, The McClatchy Company/Knight-Ridder, News Corporation, The New York Times, The Washington Post, Viacom, Vivendi Universal y Walt Disney Company) llegan con sus información, sus productos culturales y de entretenimiento a centenares de millones de América Latina y el mundo. (11) Estas corporaciones han sido definidas como los “aparatos de la globalización neoliberal” y son los principales agentes para la reproducción simbólica del sistema capitalista. Una gran parte de los medios privados del Ecuador están subordinados y son dependientes de estas corporaciones limitándose a retransmitir pasivamente sus mensajes. Los medios públicos del Ecuador no pueden caer en esa red, tiene que buscar y alimentarse de otras fuentes que felizmente si existen.
La tarea de la televisión publica ciertamente no es fácil cuando se encuentra con públicos, que como plantea el documentalista cubano Rigoberto López, han estado sometidos a todos los condicionamientos de los valores éticos y estéticos del cine dominante durante infinidad de años. (12) Pero salir de la esfera de Hollywood y de la CNN es posible, porque, como dice el mismo López, “está más que probado que nuestro público cuando encuentra obra con valores artísticos significativos, que cuentan historias en las cuales se reconocen, absolutamente quedan seducidos e interesados en acercarse al cine”. Y nosotros decimos también a la TV, pero para ello hay que partir de otros lenguajes, de propuestas estéticas y expresivas que se correspondan con esos contenidos.
El vicepresidente de TELESUR, Aram Aharonian, plantea que “un nuevo canal de televisión no sirve para nada si no tiene contenidos y formatos nuevos. Si no lo entendemos, estaremos condenados a ver El Chavo del Ocho y Walt Disney hasta el último día de nuestras vidas. Falta una fábrica de contenidos latinoamericanos. Lo que la gente necesita son documentales, filmografía, cultura, entretenimiento en el mejor sentido de la palabra, telenovelas o deportes, con perspectiva latinoamericana”. (13)
El Telégrafo
Es el decano de la prensa nacional y desde marzo de 2008 apareció con un nuevo formato y contenido y un tiraje de 25000 ejemplares. Se edita en Guayaquil, la ciudad más poblada del Ecuador. El periódico se debate entre lo nuevo y rezagos de lo viejo. Entre los aspectos rescatables de la nueva propuesta está su página editorial que ha abierto sus páginas a académicos, hombres y mujeres, líderes sociales, periodistas, historiadores, escritoras, religiosos que realmente están aportando en forma permanente en la orientación de la ciudadan&iacu