Colombia: Derramaron su sangre por la liberación de la Madre Tierra
Estimados compañeros y compañeras de las comunidades indígenas del Norte, de los Cabildos, la ACIN y el CRIC
Reciban un saludo muy cordial y deseos de todo bien.
Ya se acerca el día 16 de diciembre, que nos trae la memoria dolorosa del XV aniversario de la masacre de los 20 compañeros y compañeras en el Nilo.
Por primera vez no podré estar con Ustedes en este aniversario, porque me encuentro en Buenos Aires, Argentina, para cumplir con unos compromisos. Pero mi corazón está allí, en esa tierra consagrada por la sangre de los 20 compañeros, masacrados como corderos inocentes e indefensos, está allí con las familias de los compañeros, con las comunidades de Huellas-Caloto y de López Adentro-Corinto, y en general con las autoridades y las comunidades del Norte. Nunca olvidaremos esa masacre, porque ha marcado nuestras vidas y la historia de nuestras comunidades.
A lo largo de los últimos 30 años el Norte ha hecho un largo y exitoso camino, primero con la recuperación de las tierras y la reorganización de los Cabildos, y después con la creación de una dinámica zonal, a través de los 7 Proyectos o Planes de Vida comunitarios. Un camino que ha merecido al Norte el aprecio y el apoyo a nivel nacional e internacional, y que ha constituido el Norte como un modelo para las demás comunidades indígenas y populares.
Lo he experimentado una vez más en estos últimos meses: respondiendo a muchas invitaciones de organizaciones campesinas, afro, indígenas y universitarias, y he encontrado en todas partes una gran admiración por el camino del Norte, por su valentía y su unidad.
Este camino ha sido posible, gracias al esfuerzo y al aporte de todos, mayores y jóvenes, varones y mujeres, pero ha siso marcado y fortalecido por la sangre de nuestros mártires: la sangre de Gustavo Mejía, del padre Álvaro, de los 20 compañeros de El Nilo, de Marden Betancur, de Cristóbal Secue, de Aldemar Pinzón y de muchos otros compañeros y compañeras. Ellos son las piedras vivas que nos han permitido construir la "casa grande", la "yat´wala" del Norte.
Recordando la muerte dolorosa y gloriosa de los 20 compañeros yo siento resonar en mi corazón dos palabras:
- la primera palabra es TIERRA: ellos derramaron su sangre por la liberación de la Madre Tierra.
- la segunda palabra es UNIDAD: murieron unidos como una representación de todo el Norte, personas de Huellas Caloto, pero también personas de López Adentro-Corinto, de Tacueyó, de Toribío, de San Francisco, y hasta de Pitayó.
Creo que es la herencia más sagrada que nos ha dejado, una herencia que se convierte en mandato: el Norte debe continuar su lucha por la Liberación de la Madre Tierra (tierra ya liberada por la sangre de tantos mártires), no con la fuerza de la violencia sino con la fuerza invencible de la Unidad.
Sé que en este momento hay en el Norte una situación de contradicción y me duele mucho. "Enemigos" de la comunidad no pueden ser y no son los demás compañeros, y menos las autoridades de la comunidad -aunque todos puedan cometer errores que deben ser analizados y corregidos internamente-. "Enemigos" son los gobiernos nacional, departamental y locales, son los terratenientes y los narco-paramilitares (los mismos que son responsables de la masacre del Nilo), que en repetidas ocasiones han dicho que no van a dar ni un metro de tierra a las comunidades indígenas del Norte.
En este momento lo peor que nos puede suceder es que caigamos en la división: unidos somos invencibles, divididos seremos fácilmente derrotados. Por eso yo me permito, como un compañero y un amigo más, pedirles que aprovechemos esta oportunidad para renovar, en esta tierra consagrada por la sangre de los 20 compañeros y compañeras, un pacto que comprometa a todos a continuar la lucha por la Liberación de la Madre Tierra, sin violencia y en unidad. Creo que esta es la mejor manera de recordar a los 20 compañeros que han muerto por la TIERRA y por la UNIDAD.
Aprovecho la oportunidad para expresar un saludo muy especial a las familias de los 20 compañeros, que recuerdo con mucho cariño, para decir una palabra de agradecimiento a los Cabildos que han prestado su servicio en el año 2006, y una palabra de aliento a los nuevos Cabildos. Para todos una feliz Navidad y un año nuevo lleno de bendiciones y buenos frutos.
- Antonio Bonanomi es sacerdote italiano.