El modelo de desarrollo que los pueblos indígenas les proponemos a los colombianos para un nuevo país

2001-11-22 00:00:00

Propuesta de declaración
Un nuevo país, digno, justo y en paz; un nuevo gobierno para la
paz

El Congreso de los Pueblos Indígenas de Colombia se ha reunido para
discutir el futuro del país y por eso mismo el futuro de nuestros
pueblos. Esta reflexión nos lleva a mirar los problemas de Colombia
en perspectiva indígena, pero también en perspectiva popular. Por eso
mismo, nos sentimos obligados a sentar de nuevo las bases de una
propuesta de sociedad que responda a los sueños de nuestros pueblos y
al de la nación colombiana.

En los últimos años se viene discutiendo por parte de diferentes
sectores sociales -los campesinos, los descendientes de los negros
africanos, las organizaciones sindicales, los maestros de las
escuelas, intelectuales-, y también por las organizaciones políticas
democráticas, populares, de origen étnico, la necesidad de un modelo
alternativo en lo social, lo político y lo económico. Nosotros lo
resumimos en una frase: o cambiamos el país o el país va a
desaparecer. Esa conclusión la sacamos los pueblos indígenas de
varios ejercicios de pensar: en los Congresos de AICO y ONIC, en los
encuentros de las organizaciones regionales, en diferentes eventos
preparatorios. Pero sobre todo tenemos vivos en nuestra memoria y en
nuestra existencia como pueblos los principios que nos han permitido
permanecer y resistir; y conocemos en carne propia los principios del
Modelo Capitalista, que han hecho que muchos pueblos desaparecieran y
que nos tienen al borde de la muerte a los que sobrevivimos.

A partir de esa convicción profunda, nos comprometemos a impulsar en
los próximos años -con todos los recursos a nuestro alcance, con toda
nuestra memoria, con toda la espiritualidad que pervive en nuestra
vida comunitaria-, un Modelo de Sociedad Alternativa, que signifique
una Colombia Justa, Digna y en Paz. Para nosotros un Modelo de
Sociedad Alternativa significa cosas muy elementales: un cambio de
verdad en la forma como se manda y como se comportan los gobernantes,
un pelea abierta y sin temor al modelo económico neoliberal que hoy
dirige esta orgía de pobreza, el reordenamiento territorial para que
la gente gobierne en los territorios donde vive, y una verdadera
revolución contra la sociedad consumista y superficial que nos venden
en todos los medios de comunicación. Sin la construcción de la paz
cualquier modelo alternativo de sociedad es una ficción; pero la
búsqueda de la paz sin proponer una sociedad nueva termina en un
callejón sin salida. Por eso pasamos a prefigurar la sociedad que
podría garantizar una paz duradera.

De nuestra experiencia hemos aprendido unos principios que nos
resultan buenos para vivir dignamente, y que proponemos que sean los
principios de un nuevo país:

1. Impulsar el autogobierno de pueblos y comunidades, en el marco de la
soberanía política del país; lo que implica garantizar la autonomía
de los pueblos indígenas, afrodescendientes, raizal y rom, y la
autonomía de las organizaciones sociales, como base para nuevas
formas poder popular. Hablamos de una sociedad de democracia
radical, entendida como gobierno y poder directo del pueblo en los
territorios que habita.

2. Defender el carácter multiétnico de la sociedad; y en desarrollo de
ese principio, impulsar la equidad y la justicia entre las personas,
regiones, pueblos y naciones, en el derecho a autogobernarse.
Hablamos de una sociedad multiétnica, entendida como sociedad de
sociedades, y de una sociedad plural en la cual se respeten las
libertades de culto, expresión, protesta, asociación, pensamiento y
pertenencia política.

3. Reconocer la dignidad de todos los seres vivos, y en primer lugar la
dignidad de la Naturaleza; por eso mismo oponermos a toda forma de
explotación o de dominio sobre la gente y sobre la naturaleza, que
atentan contra la libertad, la vida y el equilibrio.

4. Impulsar la soberanía económica, ecológica y alimentaria, en la
certeza de que esa soberanía garantiza relaciones humanas
equitativas y solidarias. Hablamos de una sociedad de equidad y
justicia sociales, entendido esto como ejercicio real y pleno de los
derechos y servicios sociales, culturales, económicos y ambientales.

5. En resumen, lo que proponemos al país es construir sociedades
sustentables y sociedades justas.

Pero como ya lo hemos dicho y experimentado, la historia reciente, y
la historia de siempre, nos ha enseñado que los poderosos no harán
este nuevo país, ni harán la paz, ni harán la justicia, ni harán un
pacto de paz con la naturaleza. Ni lo necesitan, ni lo pueden hacer.
Con cualquier gobierno que venga de los partidos tradicionales y de
los empresarios, avanzará la aplicación de toda la receta del capital
financiero transnacional, la imposición de los compromisos con el
Fondo Monetario Internacional y la inversión en explotación primaria
de recursos naturales, de la misma manera que lo han hecho los últimos
gobiernos; es decir, las privatizaciones, los despidos, la crisis de
la salud, la reducción de las transferencias de recursos de la nación,
el saqueo de recursos naturales, los megaproyectos. Las políticas
macroeconómicas actuales no están en discusión en los marcos
nacionales, ni son objeto de la soberanía nacional, sino de regulación
externa, por consiguiente no es posible un modelo económico que
impulsen los empresarios nacionales, y mucho menos aquellos que son
enviados por el capitalismo transnacional. El modelo neoliberal es el
Plan Colombia y es el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas; es la
llamada Carta Democrática de la OEA que autoriza la invasión de
nuestros países cuando los gobiernos sean "desobedientes"; es
fumigación con glifosato, es expropiación de territorios indígenas, es
teatros de operaciones militares en todo el país. Nosotros lo tenemos
claro: el modelo neoliberal es la guerra.

Este modelo alternativo de sociedad sólo lo haremos realidad los
sectores populares, los pueblos indígenas, los que creemos en la
democracia y en la paz. Lo haremos nosotros y los otros que se
comprometan en hacer de estas tierras un lugar para vivir dignamente,
con justicia. Por eso hemos dicho que queremos "vida y dignidad para
los pueblos indígenas, y para todos los colombianos y todas las
colombianas también".

Un Modelo Alternativo de los de abajo tiene que ser una referencia
obligada en las calles por la gente que protesta contra el
neoliberalismo, en las administraciones territoriales y corporaciones
públicas donde nos movamos, en las negociaciones de la insurgencia con
el Estado, en el escenario de una posible Asamblea Constituyente que
funde de nuevo al país; un Modelo Alternativo de los de abajo, si es
coherente y si es la expresión de lo que la gente sueña, obligará a
todos los actores de la guerra a acatar sus principios; y sobre todo
será una herramienta de unidad, de toma de conciencia política y
étnica, de sumar sueños y fuerzas. Por eso mismo, para iniciar ese
proceso de construcción de un nuevo país, se requiere que desde los
pueblos indígenas y el movimiento popular colombiano pensemos en un
gobierno de los débiles y de los desplazados, de los trabajadores y
trabajadoras; una forma de gobierno de transición, que surja de la
alianza de los sectores populares y democráticos.

Estamos por un gobierno para todos los colombianos; en tal sentido es
un gobierno que incluye a toda la gente. Pero también y sobre todo es
un gobierno para la justicia social y la dignidad, y por eso su
prioridad es el bienestar social antes que la competitividad
económica; la justicia antes que el poder; la naturaleza antes que las
transnacionales y los megaproyectos. En cualquier caso, nosotros, los
de abajo, debemos convocar e impulsar un Proceso de Constituyente
Popular como forma, método y escenario permanente para re-hacer el
país, impulsar este modelo económico y social, y consolidar un régimen
político democrático que incorpore la salida negociada del conflicto
armado.

Ahí va lo que proponemos, para que lo estudiemos y lo concertemos:

Cambiar la forma de mandar y cambiar a los que mandan

1. La primera tarea que debemos hacer es devolverle al país la
soberanía sobre sus decisiones políticas y económicas. Eso
significa dos cosas: devolver a las comunidades el derecho a
gobernarse y quitarle a los gobernantes el derecho a vender el país
al primer comerciante que aparezca. Por tanto, colocamos como
principio el poder constituyente de los pueblos para determinar los
asuntos centrales de sus vidas a nivel local y regional, y para
determinar el futuro de la soberanía del país.

2. La segunda tarea que es urgente, es hacer de Colombia un país donde
impere el pensamiento y la legalidad democrática, lo que llaman
Estado social de derecho. Eso significa acabar con la idea que
tienen los poderosos de que la mitad de los colombianos estamos en
un cuartel y los otros deberíamos permanecer en una cárcel; hay que
acabar con ese pensamiento criminal y totalitario que sostiene que
lo que no está prohibido es obligatorio. Es urgente la ampliación y
real ejercicio de los derechos políticos y civiles; la reforma al
sistema judicial para que esté centrado en la convivencia y no en el
terror; y la implementación de una política de control social no
militarista.

3. La tercera tarea es de emergencia, y más que sobre el país del
futuro se refiere a cómo superar el país del pasado. Necesitamos la
reestructuración de las fuerzas armadas y el desmonte del terrorismo
de Estado que además de leyes totalitarias actúa a través de los
paramilitares. Y que no nos vengan a decir que el Estado lucha
contra esos escuadrones de la muerte, porque nosotros venimos
justamente de allá donde conviven, se reemplazan las funciones y
actúan unidos.

4. La cuarta tarea es constituir en verdad un Estado multi-étnico. El
Estado a nivel local, regional y nacional debe expresar la
diversidad étnica, tanto en lo territorial como en lo político. El
reordenamiento territorial debe significar la constitución de un
Estado con entidades territoriales autónomas, las cuales deben estar
facultades para determinar las materias de recursos naturales y
medio ambiente, salud y educación, megaproyectos y endeudamiento, y
en el caso de territorios étnicos, control sobre los recursos
estratégicos y ejercicio de justicia.

Cambiar la economía y proteger la naturaleza

Nosotros creemos que se necesita poner en marcha una economía que
tenga tres principios: proteger la naturaleza, garantizar que primen
los intereses colectivos sobre los intereses privados o empresariales,
y garantizar la soberanía alimentaria. Lo que se traduce en el
reconocimiento, respeto y apoyo a modelos económicos solidarios y no
mercantiles, y una reforma política para institucionalizar el control
social sobre los grandes temas económicos. Eso significa que un nuevo
Estado como el que proponemos dirija la economía e intervenga para
garantizar los objetivos de bienestar social, y que asuma la propiedad
de los sectores estratégicos y los servicios colectivos y sociales,
respetando los derechos de propiedad de los pueblos indígenas, negros,
raizal y rom; con un sector solidario conformado por unidades
productivas de diverso tipo y actividad económica, caracterizado por la
función servicio, la propiedad social, el trabajo asociado y la
autogestión, que constituya la base de una nueva economía y sea una
escuela de relaciones sociales solidarias, colectivas y comunitarias; y
con un sector de economía privada subordinado a los intereses del
desarrollo nacional y el bien común, con énfasis en la pequeña y mediana
empresa productiva.

Los objetivos inmediatos de una nueva economía es recuperar la
protección arancelaria agrícola para poder garantizar la produccion
interna de la canasta familiar básica de los colombianos, la seguridad
alimentaria de los habitantes del campo y la ciudad, y la recuperación
de un campo actualmente asfixiado por la política de apertura
económica, las enormes importaciones de alimentos transgénicos y el
robo de la tierra de campesinos.

1. La primera tarea es adoptar una política soberana en asuntos
económicos. Quiere decir: a) iniciar una decidida política de
integración regional, establecer alianzas con economías del Caribe y
latinoamericanas que resistan a dejarse tragar por la economía de
los Estados Unidos, que se opongan al Acuerdo de Libre Comercio de
las Américas y su Plan Colombia, y que rechacen la intromisión del
Fondo Monetario Internacional y las imposiciones de la Organización
Mundial del Comercio; b) impulsar la renegociación democrática de la
deuda pública interna y externa que tiene la Nación, para liberar
los recursos necesarios que resuelvan la enorme deuda social que
tiene el país; c) recuperar el control estatal sobre el movimiento
de los capitales extranjeros y sobre la inversión externa en
general; d) ejercer un control arancelario sobre los bienes
importados, sobre todo los alimentos, para poder establecer unas
relaciones de equidad en el intercambio internacional.

2. La segunda tarea en materia económica es impulsar una política
tributaria y presupuestal que libere recursos para la inversión
social y productiva, basada en tributación directa sobre la riqueza,
la propiedad territorial y urbana, y los movimientos especulativos
del capital. Estamos por: a) Un presupuesto público diferente,
donde los gastos que ahora pagan guerra y deuda sean destinado a la
inversión social; b) Re-negociación de la deuda de las departamento
y municipios para que puedan invertir en derechos sociales; c)
Redireccionamiento de la renta de los recursos naturales (en
especial de petróleo), y reapropiación de los yacimientos de gas y
de carbón; e) Lucha real contra la corrupción y fiscalización sobre
el recaudo de impuestos por parte de las grandes empresas, mediante
la construcción de órganos populares de veeduría; f) Y una verdadera
participación de los municipios y departamentos en los ingresos de
la nación.

3. La tercera tarea que tenemos que impulsar es una reforma agraria que
tenga como horizonte la soberanía alimentaria del país. Eso
significa: a) La redistribución de la gran propiedad rural en manos
de terratenientes, y el respeto de las formas de propiedad indígena,
afroamericana y campesinas; b) Ordenamiento en el uso de los suelos
y control al avance de las fronteras ganaderas para proteger las
frontera agricolas y el bosque tropical; c) Adopción de una política
alimentaria que garantice subsidios y créditos de fomento a la
producción agrícola y agroindustrial-alimentaria, apoyo y
reconocimiento estatal en materia técnico-tecnológica y de mercadeo
a las formas locales de producción alternativas; d) Rechazo a los
alimentos y semillas transgénica; y e) Estímulo a las redes de
reciprocidad e intercambio existentes a nivel local y regional.

4. Adopción de una política soberana en materia de recursos naturales y
ambientales que respete plenamente el derecho de todos a tener un
ambiente sano y sustentable, y los derechos de los pueblos indígenas
y comunidades negras sobre sus territorios y los recursos existentes
en ellos. Eso implica: a) Establecimiento de un Ordenamiento
Ambiental que garantice la sustentabilidad de la naturaleza y de la
sociedad, proteja los territorios indígenas y negros de la
explotación capitalista, garantice agua y aire para todos; b)
Protección y aprovechamiento exclusivamente en beneficio de la
humanidad de los recursos biogenéticos; c) Rechazo a la
mercantilización del agua y el aire; d) Impulso a las energía
limpias y alternativas; d) Recuperación de la política petrolera,
energética y minera para el país, garantizando los derechos de los
pueblos y comunidades a determinar su uso; e) Adopción de una
política soberana para resolver el problema de los cultivos de uso
ilícito.

5. La quinta tarea urgente, es la recuperación para el Estado del deber
en la prestación de los servicios públicos sociales, y para la
comunidad el derecho a los mismos y el acceso a los bienes públicos.
En general hay que revertir el proceso de mercantilización de los
servicios sociales, de la salud, la educación, la energía eléctrica,
el agua. Para ello, debemos impulsar: a) Revisión de los modelos de
propiedad y gestión de las empresas que prestan esos servicios; b)
Re-estatización de las empresas de servicios públicos domiciliarios
con control comunitario; c) Recuperación del espacio
electromagnético y la infraestructura de telefonía; d) Reforma a la
seguridad social y a la salud que garantice acceso universal; y e)
Reforma educativa para la implementación de currículos alternativos
y apropiados.

6. Compartimos la necesidad de adoptar un Programa Nacional de
Desarrollo Industrial, centrado en la reorganización de la economía
con base en los procesos productivos reales, para la generación de
empleo y bienestar. Pero también entendemos que un modelo
industrial alternativo debe tener presente la necesidad de buscarle
alternativas al modelo de ensamblar productos a bajo costo, extraer
recursos naturales a cualquier precio y aniquilar la naturaleza; y
reiteramos que los megaproyectos de infraestructura deben tener como
prioridad las necesidades de infraestructura del país y enfrentar
los modelos de endeudamientos que hoy impera.

Construir una cultura solidaria, democrática, creativa

Aunque no hemos llegado al presente con todas nuestras herramientas
intactas, aunque se nos ha llenado de lagunas el pensamiento, aunque
entre nosotros también anda la insolidaridad y el egoísmo, la misma
realidad nuestra nos conduce a pensar que sí tenemos una experiencia
para ofrecerla como ejemplo a los demás colombianos. Humildemente
proponemos que veamos en ellas los componentes de una transformación
social y cultural de profundas implicaciones humanas.

Nosotros hemos tenido que vivir múltiples, contradictorios, diferentes
y unidos. Pero de la vida hemos aprendido que la sociedad tiene que
organizarse basada en el respeto mutuo, la diversidad, el ejercicio de
la autonomía en el contexto de los derechos humanos, las relaciones
espirituales con la madre naturaleza, la convivencia armónica y
equilibrada entre nosotros y con los otros pueblos, la concepción de
totalidad.

1. Desde esa experiencia de vida, vemos posible y necesario impulsar en
todos los espacios una intensa acción cultural y educativa dirigida
a mostrar la posibilidad de un nuevo tipo de relaciones sociales que
no esté centrada en el consumo, la competencia y el individualismo.
Contra la economía del derroche y por una cultura de la austeridad,
donde se promueva lo público-colectivo sobre el individualismo y lo
privado.

2. También vemos necesario que la gente entienda distinto el trabajo y
el tiempo libre para crear. Que no se maten para vivir. Que al
contrario, vivan para disfrutar a la naturaleza y a la gente.
Acompañamos la iniciativa de reducir la jornada de trabajo, pues por
un lado permite que más personas tengan trabajo y por otro que se
gane autonomía para que las personas puedan dirigir sus vidas.

3. Una tercera iniciativa que proponemos es una reforma educativa
profunda, que rompa con esas ideas de producir profesionales aunque
no se formen personas felices y creativas. Los principios de
nuestra educación propia pueden ser una guía: educación centrada en
la naturaleza y la comunidad, educación para la vida, educación para
todos, educación como derecho y