LA CULTURA INDIA Y EL NEOLIBERALISMO, JOSE MARIA ARGUEDAS Y MARIO VARGAS LLOSA

2003-10-17 00:00:00

INTRODUCCION

A lo largo de la Historia se han sucedido los aplastamientos de unos
pueblos por otros, o más bien por las capas dominantes de otros. La
razón económica ha sido la fundamental, aunque con muchas máscaras:
religiosas, raciales, derechos geográficos, etc.
El hecho de que el motivo fundamental haya sido el económico, no
quiere decir que la opresión haya sido meramente económica, se
extendió a todos los aspectos de la cultura. Esta opresión no
significó solamente la sustitución de la cultura de los oprimidos por
la del pueblo de los opresores, claro que en gran medida era eso, pero
como no podía darse la copia fiel, el producto era un híbrido. Pero
tampoco se intentaba únicamente sustituir una cultura por otra, sino
forjar una cultura del sometido que sirviera a los fines de la
opresión.
Este tipo de opresión, siempre fue respondido por la resistencia de
los oprimidos, ésta no era sólo contra el aspecto económico de la
opresión sino también contra todos los demás.
A veces duró mucho el aplastamiento, hasta desaparecer a la cultura
oprimida, otras veces los sometidos lograron liberarse de esa
opresión, pero, por supuesto, ella ya había dejado huellas culturales
que permanecían.
Naturalmente que este proceso de opresión y resistencia no se da en
forma consciente en todos sus aspectos.
En el territorio del Perú actual, nuestro pueblo, ahora llamado indio,
sufrió la catastrófica invasión española que destruyó gran parte de su
cultura sin sustituirla, implantando más que la cultura española, la
cultura de la opresión con miseria generalizada y exterminio. Ese
sometimiento continúa avanzando. Posteriormente sufrimos como agregado
la agresión yanqui y ahora la del neoliberalismo "globalizador''.
Este último es la manifestación económica y cultural en general, de
las grandes compañías multinacionales, que pretenden uniformizar el
mundo, poniéndolo al servicio de sus intereses económicos.
La agresión ahora es pues contra todas las culturas, incluyendo las de
los países "desarrollados".
Todos los opresores mostraron su imposición como "lo moderno'' contra
"lo arcaico'', ahora la "globalización'', con arrasamiento ecológico,
hambre creciente, prostitución infantil y narcotráfico, es mostrada
como el último grito de la "modernidad''.
Es natural y saludable que todos los pueblos nos levantemos contra esa
opresión, nuestra resistencia ha sido permanente en todos los ámbitos.
La lucha quechua, que persiste, no es más que la parte que nos
corresponde en esa resistencia.
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Acabo de leer el libro de Mario Vargas Llosa : "LA UTOPIA ARCAICA
José María Arguedas y las Ficciones del Indigenismo'' editado en 1997.
Al parecer, el autor entiende por indigenismo cualquier manifestación
intelectual en favor de lo indio dentro del ambiente no indio,
independientemente de si es desarrollada por un indio o un no indio.
Yo entiendo por indigenismo una corriente literaria y artística en
general, de gente no india en favor del indio. Por esta razón no
considero a Arguedas indigenista, pues veo en él al propio indio
hablando de lo suyo, este criterio se lo manifesté en una de las
cartas que le escribí y lo reiteré en el artículo escrito a pocos días
de su muerte, pero no voy a debatir el uso del término.
Al comenzar el libro, V. Ll. menciona la correspondencia del tayta
(1) conmigo, como uno de los testamentos de José María.
El tayta no puede responder al libro, ha muerto.
No soy literato, ni crítico literario, ni arguediano, la respuesta en
esos terrenos dejo a otros. Pero el libro no se restringe a lo
literario, califica de arcaicos muchos elementos culturales nuestros.
Sintiéndome indio quechua, respondo.
Reitero lo que dije cuando murió el tayta: No somos racistas ni
chauvinistas. Se nos trata como a un pueblo inferior, se nos otorga
menos derechos, se atropella nuestra cultura en todos sus aspectos. No
nos consideramos un pueblo superior, lo que mostramos es que no somos
un pueblo inferior. No pretendemos privilegios, reclamamos los
derechos que nos corresponde como humanos. Mostramos nuestra
personalidad y consideramos que nosotros, como todos los otros
pueblos, tenemos el derecho a ejercerla. Estamos aplastados y luchamos
contra ese aplastamiento. Creemos que la cultura humana está
conformada por la conjunción de las diversas culturas de los pueblos.
Estamos en contra de que se nos "globalice'' asimilándonos a la
cultura de un imperio.
Fuimos atropellados por el imperio español, militar, económica, y
culturalmente. A esa opresión que continúa en muchos aspectos, se
agregó el atropello yanki, económico y cultural, no necesitaron
invadirnos militarmente porque tienen a las "Fuerzas Armadas
Peruanas'' a su servicio.
Quienes pensamos como Arguedas, no estamos contra la industrialización
ni contra la modernización en sí mismas, estamos en favor de ellas y
creemos que pueden ser puestas al servicio de la humanidad cuando sea
ésta quien las maneje. Estamos en contra del manejo anti-ecológico y
anti-humano que ahora les dan las grandes transnacionales dueñas del
mundo.
No estamos en contra del mercado ni del comercio, los consideramos
saludables para el intercambio de productos. Nuestra queja es contra
la economía de mercado que considera que es más importante el
comercio que la alimentación de la gente. Debido a ella crecen los
cultivos para cubrir necesidades comerciales en detrimento de los
cultivos para nuestra nutrición que es cada vez más pobre; debido a
ella se prioriza la agricultura para la exportación; debido a ella se
empobrece la alimentación indígena agregando el arroz y los fideos con
harina yanki a los carbohidratos que ya tiene, en desmedro de las
proteínas, vitaminas y minerales que necesita.
Para nosotros la necesidad prioritaria es que la gente tenga qué
comer, si eso nos hace arcaicos, somos arcaicos. Sufrimos al ver a
nuestro pueblo muriendo de hambre.

EL COLECTIVISMO INDIO

El origen del colectivismo indio está en el origen de la humanidad, la
primera forma de organización en todas las sociedades fue la
colectiva. Con el desarrollo de la agricultura y la ganadería en
Europa fue posible el establecimiento de la propiedad privada de la
tierra y del esclavismo. En los Andes eso no pudo suceder, porque la
gran irregularidad geográfica lo que exigía era la acción comunal en
mayor amplitud para que fuera posible la construcción de largos
canales y de extensas terrazas o andenes. Claro que, al igual que en
Europa, surgió una capa opresora, pero no fue posible que tuviera como
base la propiedad privada de la tierra. Ese proceso de ampliación de
la organización comunal a ámbitos cada vez más grandes, tuvo su máxima
expresión en el incario.
La invasión española destrozó ese estado colectivista, la principal
preocupación del nuevo estado ya no fue la nutrición de la gente sino
la extracción y exportación de metales preciosos. Este giro, junto con
las masacres y las enfermedades desconocidas, costó la disminución
drástica de la población india. Los canales, andenes y otras
construcciones agrícolas fueron destruidas voluntariamente o por
ignorancia o incapacidad para mantenerlas. Las comunidades indígenas
fueron arrinconadas a los terrenos menos productivos, se instituyó el
latifundio como forma de la propiedad de la tierra, convirtiendo a los
indios en siervos; este sistema mostró ser ineficaz para la
producción.
Thupaq Amaru encabezó la rebelión más fuerte contra esta opresión.
Fue aplastado por una feroz represión y aún es condenado por V.Ll. y
otros autores, quienes le califican de "racista'' y prefieren a
Pumaqhawa, quien participó en la represión a la gran rebelión india.
La Revolución de la Independencia no significó mucho para el indio,
quien sólo en algunos casos cambió de patrones. Esta revolución premió
a militares con haciendas. El "liberal'' Bolívar, miembro de una
familia de hacendados venezolanos decretó la disolución de la
comunidad campesina, afortunadamente ésta resultó más fuerte que los
deseos de Bolívar y subsistió. A lo largo de los años los hacendados
aumentaban la usurpación de terrenos comunales y los levantamientos
indios eran reprimidos sangrientamente.

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El político neoliberal Vargas Llosa, más que el literato, siente
verdadero horror por el ayllu o comunidad campesina, habla de la
cultura quechua como de "la colmena o el hormiguero'', "una cultura
que deshizo al individuo en la colectividad''.
Viviendo bajo el neoliberalismo vemos claramente que el individualismo
exaltado e impulsado por él, es el egoísmo en grado superlativo, la
ausencia de solidaridad, la desmembración de todos los organismos
sociales. Esta filosofía tiene un objetivo práctico, el aplastamiento
de la gran mayoría de la población del mundo por las empresas
multinacionales. Es la realización del viejo aforismo "divide y
reina''. Desmembrando la sociedad en individuos, éstos son fácilmente
atropellados por los poderosos. Los dominados somos muchísimos, los
dominadores son pocos pero muy ricos, por lo tanto muy poderosos;
nuestra única fuerza es nuestra unión, por eso ella es denigrada por
el neoliberalismo.
Es una calumnia decir que el colectivismo destruye necesariamente la
individualidad, por el contrario, una sociedad verdaderamente
democrática, respeta realmente las diferencias, respeta los gustos,
las preferencias de cada uno de sus miembros.
Precisamente, con el mismo criterio que defendemos la libertad de las
diversas sociedades para mantener su propia cultura, defendemos la
libertad de los individuos para desarrollar su individualidad.
Es el neoliberalismo el que uniformiza forzadamente. Esta
uniformización forzada se llama "moda''. Independientemente de
nuestras diferencias culturales que según él debieran desaparecer,
independientemente del continente donde habitemos, debemos
"globalizarnos'', gustando de determinado tipo de programas
televisivos de sexo y violencia o consumiendo las cosas que la TV y la
gigantesca y costosa publicidad en general nos ordena: ropa,
alimentos, diversiones, cigarrillos, adornos personales, maquillaje.
Es el internacionalismo Coca Cola, o Mac Donald´s.
V. Ll. habla de "ese mundo primitivo y gregario..... colectividad.....
férreamente unida por una solidaridad que nace de la fe compartida en
unos mismos dioses y unos ritos y ceremonias practicados en común''
(La Utopía Arcaica - pag.187).
Esto es ver al mundo de cabeza. Es ampliamente aceptado que el
colectivismo andino fue producto de la necesidad de confrontación a
una geografía difícil para la agricultura. Sin ese colectivismo
hubiese sido imposible la construcción de la imponente e
imprescindible infraestructura agrícola. La causa fue la geografía
hostil y el efecto el colectivismo con sus consecuencias en la fe, los
dioses y los ritos, no al revés.
Lo que quisiéramos es que el autor nos hable de las causas de ese
colectivismo, que nos explique por qué en el mundo moderno es nocivo
para la gente y cómo el individualismo sí resuelve sus problemas
vitales. Esta explicación la necesitamos urgentemente en el Perú,
porque cuando abrimos los ojos para ver la realidad que nos rodea,
vemos exactamente lo contrario, que ese individualismo nos está
llevando a ser una nación cada vez más muerta de hambre.
El autor convierte sus deseos anticolectivistas, específicamente anti-
cultura india, en realidades; por eso prácticamente borra a la
comunidad indígena del Perú moderno. Desgraciadamente para él y para
el neoliberalismo del cual es orgulloso vocero, el ayllu y su
espíritu siguen muy vivos en la sociedad india y más allá de ella. Es
cierto que, por presión de la dominante sociedad individualista, en la
mayoría de comunidades la tierra está parcelada, pero están
fuertemente arraigadas costumbres colectivistas como la "faena'' que
es el trabajo colectivo en beneficio colectivo y el ayni que es el
trabajo colectivo en beneficio individual. Actualmente soy campesino
en Chaupimayo, que no se llama comunidad. Ahí mi trabajo cotidiano es
ir a laborar en la chacra o cultivo de algún compañero quien nos dará
comida, otro día vendrá él a mi chacra junto con otros compañeros y yo
les daré comida. Las faenas las hacemos para arreglar el sistema de
agua potable, para trabajar en los cultivos de propiedad colectiva,
para arreglar el camino, o para..... ¡instalar la antena parabólica!
En este ejemplo se puede ver que la "modernización'' que V. Ll.
muestra como lo opuesto al ayllu, puede ser parte del desarrollo de
él. Esto también lo veo cuando visito mi pueblo, Huanoquite, en la
provincia de Paruro, Cusco; ahí existe un magnífico molino con el que
ni se soñaba en la época de los hacendados, este molino comercializa
la harina embolsada en forma "moderna'' y es propiedad de la comunidad
quechua de Mashk'a que cada viernes realiza el trabajo colectivo en
las tierras comunales. Estoy hablando de 1999 y no de los años de
infancia de José María Arguedas.
Esos ayllu que fueron enterrados por el autor del libro, acaban de
encabezar en este mes de marzo de 1999 un combativo bloqueo en
Espinar, acompañados de su alcalde puesto por ellos, como vanguardia
de un paro regional contra la privatización de la energía eléctrica.
Mala noticia para el neoliberalismo por doble motivo; en términos de
Vargas Llosa, una organización arcaica encabeza una lucha contra lo
moderno..... muchos años después de la muerte de José María.
Hace dos años los presidentes de las comunidades quechuas del
departamento de Huancavelica, encabezadas por su alcalde, realizaron
una cabalgata hasta Lima con sus atuendos indios y con el lema
gregario quechua de "huq maki, huq sonqo'' (una mano, un corazón). Esa
marcha que sacudió al Perú fue de protesta porque el departamento que
da más riqueza al país es el que recibe menos.
El ayllu no es sólo un fenómeno económico, lo llevamos en la sangre,
en el alma.
Sabemos que ese ayllu ahora está restringido, que está maniatado y
asfixiado por el neoliberalismo que lo cerca y ha sacado leyes para
aplastarlo. Anhelamos liberarlo de ese cerco, para que profundice y
desarrolle su espíritu de solidaridad humana, para que lo expanda, lo
multiplique. Por eso nosotros, los ayllu runa (gente de ayllu) somos
entrañablemente antineoliberales.
Estas líneas las escribo en marzo del 99. Hace pocos días hubo una
paralización nacional en Ecuador, encabezada, entre otros, por el
movimiento indio Pachakuteq. Acabo de ver en una fotografía del diario
una protesta mapuche en la capital de Chile.
El autor nos dice que en México, el indigenismo fue usado como
"herramienta clave en el control de la clase intelectual y la
manipulación de la opinión pública que permitieron al partido
gobernante, el PRI (Partido Revolucionario Institucional), eternizarse
en el poder.'' En días pasados se realizó en este país la consulta
zapatista con cinco mil indios de Chiapas regados por todo el
territorio mexicano, impulsándola, que exigen, entre otras cosas, al
gobierno del PRI, respeto a su cultura "arcaica''.
Así vemos que el muerto sepultado por Vargas Llosa goza de muy buena
salud.

LA REFORMA AGRARIA

No tengo noticias de la posición del autor, quien defiende lo
"moderno'', acerca del latifundio con características feudales. En su
libro nos dice que la reforma agraria "no mejoró la condición del
campesinado. En cierto modo la empeoró''. Además agrega que la
respuesta del campesinado fue parcelar las tierras.
La reforma agraria, al igual que en México y Bolivia, no fue obra de
los gobiernos, sino de la lucha del propio campesinado indígena. En el
Perú, luego de muchos movimientos precursores, se inició con el
levantamiento de La Convención y Lares en el Cusco y de las
comunidades de Pasco y Junín en lucha contra las compañías mineras en
el centro, en ambas zonas, al grito de "¡Tierra o Muerte!''. Para
aplacar la lucha de La Convención, que se agudizó en los años 60, 61 y
62, la Junta Militar de Pérez Godoy dio una ley de reforma agraria
sólo para esa zona, donde la lucha por la tierra llegó al
enfrentamiento armado. Hay que aclarar que el campesinado expulsó a
los hacendados e hizo su propia reforma agraria antes de que la ley se
aplicara. Posteriormente, fundamentalmente el año 1964, la toma de las
tierras en poder de los hacendados se extendió por los departamentos
de Cusco, Puno, Apurímaq, Ayacucho, Pasco, Junín, Lima, Piura y otros.
Los militares, que habían impulsado la subida al poder de Belaúnde
para que hiciera la reforma agraria, al ver que éste no actuaba,
hicieron el golpe de estado el 68, para hacer en el Perú lo que habían
hecho en La Convención. (2)
Su ley fue aplicada a nivel nacional. Es cierto que acabó con el
latifundismo, pero también es cierto que tuvo el gran defecto de su
verticalidad, de la ausencia de democracia, no sólo en su aplicación
sino en su misma esencia, así se explica que en lugar de dar
preeminencia al ayllu, fruto natural de nuestra cultura, se nos
trajera las cooperativas y esperpentos como la Sociedad Agrícola de
Interés Social (SAIS) en la cual se juntaba varias haciendas que
teóricamente pasaban a ser propiedad de los ex-colonos de ellas en
forma colectiva, pero que en la práctica beneficiaban al gerente, el
contador y algún otro burócrata. Fueron estas entidades extrañas,
burocráticas, antidemocráticas y verticalistas las que fracasaron, no
la comunidad campesina. Sintiendo que la tierra no era suya, los
campesinos prefirieron parcelarla.(3) En otros casos, como en el
departamento de Puno, donde tuve la suerte de participar en el
aplastamiento de estas SAIS durante el gobierno de Alan García (85-
90), fueron las comunidades campesinas en lucha contra el régimen, las
que disolvieron estos elefantes blancos, recuperando para sí la tierra
que en el pasado les habían arrebatado las haciendas.
De modo que podemos hablar de dos reformas agrarias, una realizada
democráticamente por el campesinado y otra vertical, burocrática,
elaborada en las oficinas por los gobiernos militares. A veces había
coincidencias o conciliación, otras veces abierta confrontación.
Al parecer, aunque en algunos casos sea correcto hablar de disminución
de la productividad, en ningún caso es válido decir que el campesinado
está peor después de la reforma agraria. He encontrado mucha gente de
las ciudades que dice esto, pero todavía no he hallado un campesino
que me lo diga. Hoy vivo en Chaupimayo, donde nosotros mismos hicimos
la reforma agraria y noto el enorme mejoramiento en el nivel de vida
de la población. Viajo con frecuencia a mi pueblo, Huanoquite, y
también noto eso. En ambos casos la productividad ha mejorado
notablemente, no sólo en cantidad, sino también en calidad, en el
manejo técnico.
Insisto, la diferencia entre la reforma agraria impulsada por
nosotros, los de la Confederación Campesina del Perú, supuestos
"extremistas'' y la del gobierno militar, no estaba en más o menos
colectivismo, de hecho, la reforma agraria gobiernista fue mucho más
"colectivista'' que la que nosotros impulsábamos. La diferencia
radicaba en nuestro método democrático frente al autoritarismo
vertical y burocrático impuesto por los militares. Aunque nosotros
prefiriéramos formas colectivas, obedecíamos al sector campesino
correspondiente, que democráticamente decidía el tipo de reforma
agraria que debía hacerse y era ése el que defendíamos en ese lugar.