El consumo desenfrenado del capitalismo causa el cambio climático

2011-07-15 00:00:00

Coordinadora Andina de Organizaciones indígenas – CAOI
Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Chile, Argentina
 
Pablo Ortiz, Catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar señala que “hay que cambiar el modelo, los modos de producción y los hábitos de consumo”.
 
El cambio climático afecta a todos, pero afecta a unos más que a otros. Y los pueblos indígenas son los más vulnerables, señaló Pablo Ortiz durante su exposición en el Taller Preparatorio sobre Cambio Climático rumbo a la COP17, Durban 2011, organizado por la CAOI.
 
Dijo que debemos distinguir entre los cambios climáticos producidos durante millones de años por la evolución natural del planeta y aquellos generados por causas antropogénicas, es decir como consecuencia de las actividades humanas. En Estados Unidos, por ejemplo, existen grupos de interés que ejercen mucha presión negando que el cambio climático sea producto del capitalismo, dicen que es un proceso natural que se está sobredimensionando para acabar con el “modo de vida americano”.
 
Las cifras demuestran lo contrario. En el siglo XIX se dio la Revolución Industrial. Producto del desarrollo tecnológico se deja la manufactura y artesanía y se pasa a las máquinas, operadas primero a carbón y luego a petróleo. La producción se multiplica. Hay un cambio drástico de las formas de producción y las relaciones de trabajo. A partir de entonces se multiplica la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), sobre todo de CO2.
 
Producto de ello, en los últimos 150 años la tierra aumenta su temperatura en la misma medida  en la que aumentó en los diez mil años anteriores. Y ya en el siglo XXI, el riesgo es incrementar la temperatura hasta en 4 grados más. Esto sería catastrófico, porque ninguna especie viva podrá adaptarse a un cambio climático de manera tan violenta, advirtió el especialista.
 
Explicó que la capa de ozono filtra los rayos solares. Y los océanos actúan como un gran espejo. Los GEI impiden que el calor acumulado que llega del sol salga de manera normal. Por eso se acumula en la tierra más calor.
 
¿Y quiénes son los responsables? Para responder a esta pregunta debemos saber que las capacidades de producción se relacionan con las capacidades de consumo. Un estadounidense tiene una capacidad de consumo 200 veces mayor que una persona de los países pobres. Entonces produce 200 veces más desechos y hace 200 veces más gastos de energía y materiales. Es una cultura de consumo voraz e insaciable.
 
Pablo Ortiz recordó que el 82,7% de la riqueza mundial se concentra en el 20% de la población, de un grupo de menos de diez países. La cuenta personal de un multimillonario equivale a los presupuestos de treinta países.
 
Este es el modelo económico que se defiende a costa de la vida. El ex presidente estadounidense George Bush dijo que su país no firmaba el Protocolo de Kioto porque no podía permitir que se cambie el modo de vida americano.
 
¿Qué pasa con los gases que ya están en la atmósfera? Si se llegara a un acuerdo por el que todos dejáramos de emitir GEI, aquellos que ya están en la atmósfera tardarían entre 50 y 200 años en desaparecer. Lo que debemos evitar –advirtió el expositor- es llegar al punto de no retorno. No es un tema técnico, subrayó, es una decisión política.
 
El capitalismo identifica calidad de vida con capacidad de consumo. Y las lógicas de aprovechamiento de los recursos marcan el equilibrio entre lo que se consume y lo que se desecha. Por ello es que Estados Unidos tiene la más alta emisión de GEI: el 29% del total. Europa 24%, China 9%, Rusia 8% y el conjunto de los países pobres 16%.
 
Estamos en el umbral de un grado de aumento de temperatura. Si aumenta a dos o tres, se agravará la escasez creciente de agua, extinción de anfibios, riegos de incendios, mortalidad del coral, que es fuente fundamental de vida en el mar. Se afectará la productividad de los cultivos. Inundaciones costeras. Aumento de mortalidad por olas de calor, inundaciones, sequías, enfermedades que se trasladan de zonas, desnutrición. Retirada del hielo en los polos. Se comprometerá el nivel del mar y  cambiarán las líneas de costa.
 
En América Latina, las consecuencias serán la desaparición de glaciares tropicales, desaparición del 25% de las especies de árboles. Extensión de la malaria. Sequías e inundaciones, según las zonas. Desaparición del coral. Desertificación. Aumento del nivel del mar e inundación de grandes ciudades costeras. Erosión de los suelos, menores siembras y cosechas.
 
En la Región Andina en particular habrá mayor intensidad y frecuencia de desastres. Actualmente en esta región cerca del 70% de desastres son de carácter hidrometeorológico (datos de la CAN). Inundaciones, sequías, heladas, epidemias y plagas. Cerca de 14 millones de personas expuestas a los riesgos de inundaciones, gran parte de ellas pueblos indígenas que viven en zonas vulnerables.
 
En nuestra región la agricultura sigue siendo el área predominante de la economía. Introducen paquetes tecnológicos dañinos para los suelos y el clima. Uso de agroquímicos para multiplicar la producción, que destruyen los suelos, emiten gases. Todo esto provoca cambio de hábitos alimenticios, mayor consumo de carne. Se amplía la frontera ganadera y con ello la emisión de metano. Se desplaza los cultivos para el consumo interno. Y así se atenta además contra la soberanía alimentaria.
 
Los organismos multilaterales de crédito (Banco Mundial, BID, CAF) promueven falsas soluciones al cambio climático. La responsabilidad principal está en el modelo de vida que se imponen en cada uno de nuestros países, donde los grupos de poder, vinculados al capital multinacional, definen las políticas. Excluyendo a las poblaciones porque lo hacen en función de las necesidades del capital y no de la población.
 
Entonces, dijo Pablo Ortiz, no se trata solo de cambiar ciertos algunos hábitos y reciclar plástico, hay que cambiar el modelo, los modos de producción y los hábitos de consumo. No hay que perder esa perspectiva.
 
Nuestros pueblos tienen siglos de experiencia y conocimientos de adaptación. Pero el ritmo actual de los cambios climáticos es muy violento y pone a prueba nuestra capacidad de respuesta. Somos quienes menos contribuimos al cambio climático y los que más sufrimos sus impactos, concluyó.