Colombia: Defender la vida desde nuestro territorio
Partimos desde Florida, Valle del Cauca, rumbo a la vereda Las Guacas, dejando atrás los grandes cultivos de caña de azúcar, divisando a lo lejos la cordillera en la cual debíamos adentrarnos. “El clima ha cambiado mucho, las quebradas bajan con poca agua y en invierno arrasan con todo”, nos decía el conductor del viejo camión, donde además del equipo de sonido viajaban algunos participantes de la asamblea. Lo del clima se ve reflejado en la corriente del río Fraile que es utilizado por los ingenios azucareros del Valle del Cauca, sobre todo por el ingenio María Luisa, para su actividad productiva.
Pero en medio del diálogo se dijo que no solo es el clima, la deforestación o las quemas, sino que algunos páramos son utilizados como potreros o por grupos armados de diferentes bandos, que restringen la libre movilidad, causan daños al ecosistema y vulneran la casa de los espíritus.
Hoy, en esos lugares sagrados donde la estrella y la laguna se juntaron para dar origen a los indígenas Nasa, se adelantan proyectos de explotación de minerales y la construcción de vías, como ocurre en el páramo de las Tinajas dentro de este municipio.
A cambio de una vía que comunicará al Valle con el Tolima se dejará de lado la belleza, la brisa fría y los espejos de las lagunas de la Esperanza, la Caridad, el Sol, el Oso y la Fe, donde se puede tomar agua limpia y clara sin necesidad de pagarla. Obras que no son más que pactos entre hijos traviesos sin considerar la salud de la madre. Este tema se abordó durante dos días de asamblea comunitaria.
Con el cansancio y las ganas de llegar debido al zangoloteo, como diría un abuelo, se comienzan a divisar las primeras casas de esta comunidad asentada en la Cordillera Central. Casi dos horas de viaje por una vía destapada y olvidada, con varios derrumbes y pantanos… Con decirles que hasta las cabras pasan apuros.
Como es domingo en la tarde podemos ver personas sentadas en troncos o banquitos hablando cálidamente, tomándose un cafecito; matándose los mosquitos que salen del cafetal, donde también sobresalen las matas de plátano, yuca, maíz, etc., productos que no faltaron en los fondos y pailones donde se preparó la alimentación para más de setecientas personas que se reunieron durante el 8 y 9 de Marzo en las Guacas.
Por varias personas con las que hablamos y compartimos no sólo un plato de sancocho, pudimos conocer que la presencia de la guerrilla y los militares es una constante en este municipio, al igual que ocurre en el departamento del Cauca. Conocimos que se han incrementado las confrontaciones, que no respetan ni las viviendas, ni las escuelas, que hay minas antipersonales cerca de sitos, poblados y caminos.
Pero según algunos asistentes otros hombres armados y encapuchados están recorriendo los caminos que, se sabe a voces, son paramilitares. Grupos que ahora son llamados Bacrim (Bandas criminales) como una forma de querer tapar el sol con un dedo.
“Para los indígenas, el territorio no es sólo la tierra. Los árboles, el aire flores, las piedras, el agua, y hasta nosotros somos parte del territorio y no sus dueños. Es la madre tierra la que nos da de comer y allí están los restos de nuestros mayores” dijo un comunero de la vereda los Caleños, “Por eso hay que seguir enseñando a nuestros hijos a agradecerle, que no usen químicos, que cuiden los ojos de agua, que no siembren coca” agregó otro de la vereda Las Brisas.
Esta asamblea, hace parte de una serie de encuentros que buscan acercar, informar, concienciar, conocerse y solidarizarse con las comunidades vecinas y con Mama Kiwe (Madre Tierra) para que lo que guarda en sus entrañas no sea extraído a costa de daño y destrucción y para que la gente siga viviendo en el lugar en el que su vida encuentra sentido.
A pesar de los problemas las voces de los mayores animan a sembrar y a cuidar la tierra y a respetar la casa de los espíritus en los páramos. Las sonrisas maliciosas de los jóvenes en medio de la música y las sayas, el correteo de niños y niñas… dan cuenta de que la vida se sigue tejiendo, por eso es urgente continuar defendiéndola.
La próxima asamblea se programó para el 11 y 12 de abril en la comunidad Los Caleños. Se ha programado además una audiencia pública donde no solo estén las comunidades de Florida porque ellas no son las únicas que están viviendo el plan de muerte. Es urgente que se haga visible la solidaridad no únicamente entre los cabildos de Florida y del Tolima, hay que sumarse desde el Cauca, desde el Huila, Nariño o Casanare, como también los pueblos campesinos, afros y urbanos.
Trepados en estas alturas, desde donde la Tierra se ve redonda, sentimos el dolor de esta comunidad porque ya casi son arrancados de su tierra para, con su sangre, abrir paso al “desarrollo”. Por eso urge la solidaridad, no como una promesa, sino como posición y vía de hecho.
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