Colombia: El camino que derrumba la cobardía

2009-08-06 00:00:00

Asesinaron más compañeros en el Cauca. Ya son 67 los indígenas asesinados este año. No hay la menor duda de quiénes son los beneficiarios de este etnocidio en curso: quiénes despojando del territorio a un proceso por vía del terror avanzan en sus proyectos extractivos, de explotación y acumulación. Sesenta y siete seres humanos, compañeros y compañeras cuyas familias y comunidades lloran. Cada vida irreemplazable. 67 víctimas más del despojo global que avanza en Afganistán, en Nigeria, en Somalia, en Nicaragua y en todas partes porque todas partes es la "globalización".
 
Pero, de verdad, no parece tener sentido ni propósito denunciar, enumerar, volver a escribir. ¿Para qué?, si así como seguimos, matan para despojar, hacen leyes y tratados para despojar y encubren todo con propaganda y mentiras para despojar. Cansados de repetir que se trata de un despojo a mano armada, con mentiras y políticas. Cansados de insistir en que los beneficiarios y autores se encuentran plenamente identificados, no nos queda más remedio que gritar esta rabia por escrito y dejar constancia de que seguimos entendiendo, seguimos rechazando a todos los asesinos, vengan de donde vengan, seguimos sabiendo que este proyecto de muerte al que sirve el terror, hay que resistirlo y transformarlo por un plan de vida diverso y en Minga.
 
Pero también anunciamos desde el dolor, que desde la penumbra a la que nos empujan en Colombia, en Honduras, en Perú y en el mundo entero quienes hacen las "verdades" y las noticias con una mano y siembran la muerte con la otra, desde la oscuridad y la invisibilidad que es nuestro lugar en el mundo del capital globalizado, inevitablemente estamos entendiendo, recuperando territorios de imaginarios, cuerpos y geografías. Estamos relacionándonos de manera que tejemos una agenda colectiva y dejamos de competir para compartir. Estamos encontrando cómo subsistir y satisfacer sin destruir ya que aún del desempleo nos desechan para eliminarnos y estamos tejiendo, aunque no nos anuncien ni nos vean, para que los muertos y el dolor no sean en vano y no vuelvan a ser más.
 
Pero hoy no escribimos desde la esperanza y la ilusión, sino desde la ira y la exigencia. Hoy reclamamos con firmeza e impaciencia. Esta nota es un llamado que emula la palabra que nos llega desde Honduras: "Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo". Nos tienen miedo los intrigantes, los egoístas, los manipuladores, los codiciosos, los insaciables, los que solamente escuchan su vanidad y su arrogancia, los que no saben ni quieren ni pueden tejer en el diálogo las salidas y los caminos. Los que aplastan y cambian las agendas. Los que mandan a matar y los que matan obedeciendo. Los de los largos discursos para satisfacer egos. Los que se quedan con el agua para matarnos de sed y enriquecerse y los que la entregan para ser prácticos. Nos tienen miedo y nos hacen daño, mucho daño, pero no se dan cuenta que le hacen daño a la vida y que la vida misma se está cansando de ellos y de su proyecto de muerte. Esto es así porque hay una verdad sencilla que se cansó de esperar en silencio: "LA VIDA NO ACUMULA".
 
Por eso cuando sanamos el territorio para la paz y la vida, lo ocupan a la fuerza. Por eso si decimos paz, nos esperan en un cruce de caminos y nos amarran y nos matan. Por eso, nos persiguen para tratar de borrar la imagen vergonzosa que ven en el espejo. Por eso nos "vienen a convidar a indefinirnos, nos vienen a convidar a tanta mierda", como dice el cantautor. Por eso resultamos insoportables los que no soportamos más tanto engaño.
 
Hoy reclamamos a quienes no se sienten convocados y convocadas que tienen que sumarse para llegar a ese lugar de las Honduras de la dignidad, de las alturas de la sabiduría. El lugar desde el cual se caen desmoronadas las mentiras y las balas. El lugar de la vida digna en el que una vez que les perdamos el miedo y actuemos en consecuencia con nuestra agenda colectiva y no privada, dejarán de matarnos porque le tendrán que ver la cara a su cobardía, el mayor y más infame de los miedos, el miedo a reconocer que son como nosotras y nosotros cuando no los identifica ni define tener más y seguir explotando.
 
No estamos en ese lugar, porque seguimos estando solas y solos en nuestra lucha y compromiso. Estamos con las familias, con la muerte, con la ira y con la claridad. Estamos en el camino y llegaremos cuando no haya tanta autorizada y arrogante indiferencia o complicidad.