Colombia: El camino que derrumba la cobardía
Asesinaron más compañeros en el Cauca. Ya son 67 los indígenas asesinados este año. No hay la menor duda de quiénes son los beneficiarios de este etnocidio en curso: quiénes despojando del territorio a un proceso por vía del terror avanzan en sus proyectos extractivos, de explotación y acumulación. Sesenta y siete seres humanos, compañeros y compañeras cuyas familias y comunidades lloran. Cada vida irreemplazable. 67 víctimas más del despojo global que avanza en Afganistán, en Nigeria, en Somalia, en Nicaragua y en todas partes porque todas partes es la "globalización".
Pero, de verdad, no parece tener sentido ni propósito denunciar, enumerar, volver a escribir. ¿Para qué?, si así como seguimos, matan para despojar, hacen leyes y tratados para despojar y encubren todo con propaganda y mentiras para despojar. Cansados de repetir que se trata de un despojo a mano armada, con mentiras y políticas. Cansados de insistir en que los beneficiarios y autores se encuentran plenamente identificados, no nos queda más remedio que gritar esta rabia por escrito y dejar constancia de que seguimos entendiendo, seguimos rechazando a todos los asesinos, vengan de donde vengan, seguimos sabiendo que este proyecto de muerte al que sirve el terror, hay que resistirlo y transformarlo por un plan de vida diverso y en Minga.
Pero también anunciamos desde el dolor, que desde la penumbra a la que nos empujan en Colombia, en Honduras, en Perú y en el mundo entero quienes hacen las "verdades" y las noticias con una mano y siembran la muerte con la otra, desde la oscuridad y la invisibilidad que es nuestro lugar en el mundo del capital globalizado, inevitablemente estamos entendiendo, recuperando territorios de imaginarios, cuerpos y geografías. Estamos relacionándonos de manera que tejemos una agenda colectiva y dejamos de competir para compartir. Estamos encontrando cómo subsistir y satisfacer sin destruir ya que aún del desempleo nos desechan para eliminarnos y estamos tejiendo, aunque no nos anuncien ni nos vean, para que los muertos y el dolor no sean en vano y no vuelvan a ser más.
Pero hoy no escribimos desde la esperanza y la ilusión, sino desde la ira y la exigencia. Hoy reclamamos con firmeza e impaciencia. Esta nota es un llamado que emula la palabra que nos llega desde Honduras: "Nos tienen miedo porque no les tenemos miedo". Nos tienen miedo los intrigantes, los egoístas, los manipuladores, los codiciosos, los insaciables, los que solamente escuchan su vanidad y su arrogancia, los que no saben ni quieren ni pueden tejer en el diálogo las salidas y los caminos. Los que aplastan y cambian las agendas. Los que mandan a matar y los que matan obedeciendo. Los de los largos discursos para satisfacer egos. Los que se quedan con el agua para matarnos de sed y enriquecerse y los que la entregan para ser prácticos. Nos tienen miedo y nos hacen daño, mucho daño, pero no se dan cuenta que le hacen daño a la vida y que la vida misma se está cansando de ellos y de su proyecto de muerte. Esto es así porque hay una verdad sencilla que se cansó de esperar en silencio: "LA VIDA NO ACUMULA".
Por eso cuando sanamos el territorio para la paz y la vida, lo ocupan a la fuerza. Por eso si decimos paz, nos esperan en un cruce de caminos y nos amarran y nos matan. Por eso, nos persiguen para tratar de borrar la imagen vergonzosa que ven en el espejo. Por eso nos "vienen a convidar a indefinirnos, nos vienen a convidar a tanta mierda", como dice el cantautor. Por eso resultamos insoportables los que no soportamos más tanto engaño.
Hoy reclamamos a quienes no se sienten convocados y convocadas que tienen que sumarse para llegar a ese lugar de las Honduras de la dignidad, de las alturas de la sabiduría. El lugar desde el cual se caen desmoronadas las mentiras y las balas. El lugar de la vida digna en el que una vez que les perdamos el miedo y actuemos en consecuencia con nuestra agenda colectiva y no privada, dejarán de matarnos porque le tendrán que ver la cara a su cobardía, el mayor y más infame de los miedos, el miedo a reconocer que son como nosotras y nosotros cuando no los identifica ni define tener más y seguir explotando.
No estamos en ese lugar, porque seguimos estando solas y solos en nuestra lucha y compromiso. Estamos con las familias, con la muerte, con la ira y con la claridad. Estamos en el camino y llegaremos cuando no haya tanta autorizada y arrogante indiferencia o complicidad.