Declaración de la Conferencia Internacional sobre Industrias Extractivas y Pueblos Indígenas
Legend Villas, Metro Manila, Filipinas, 23-25 de marzo de 2009
Cuando se hayan talado todos los árboles,
Cuando se hayan cazado todos los animales,
Cuando todas las aguas estén contaminadas,
Cuando el aire sea irrespirable,
Sólo entonces os daréis cuenta de que el dinero no se puede comer.
Profecía Cree
Trata bien a la tierra, no te la han dejado tus padres, te la han prestado tus hijos. No heredamos la Tierra de nuestros ancestros, nos la prestan nuestros hijos.
Jefe Seattle
Nosotros, los Pueblos Indígenas y grupos de apoyo de 35 países de todo el mundo y representantes de muchas más Naciones Indígenas nos hemos reunido en esta Conferencia Internacional sobre Industrias Extractivas y Pueblos Indígenas. Como Pueblos Indígenas tenemos una cosmovisión propia, diversidad de idiomas, historia, espiritualidad, territorios, que han existido desde tiempos inmemoriales. Pero ahora nos encontramos dentro de las fronteras de los Estados, que han establecido normas y leyes de acuerdo a sus intereses. Debido a esto, hemos sufrido de forma desproporcionada el impacto de las industrias extractivas, porque en nuestros territorios se encuentra más del 60% de los minerales más ambicionados del mundo. Esto ha supuesto muchos problemas para nuestros pueblos, ya que ha atraído a las corporaciones de industrias extractivas para explotar insosteniblemente nuestras tierras, territorios y recursos sin nuestro consentimiento. El resultado han sido las peores formas de degradación ambiental, violaciones de los derechos humanos y desposesión de nuestras tierras y se está contribuyendo al cambio climático.
La degradación ambiental incluye, entre otros factores, la erosión de nuestra frágil diversidad biológica, la contaminación del suelo, del aire y del agua y la destrucción de sistemas ecológicos enteros. Las industrias extractivas, especialmente las extractoras de combustibles fósiles, han contribuido además, de manera significativa, al cambio climático que está destruyendo nuestra Madre Tierra.
Las violaciones de los derechos humanos van desde las violaciones del derecho de los Pueblos Indígenas a la libre determinación (que incluye el derecho a determinar el desarrollo, económico, social y cultural propio) a los derechos a las tierras, territorios y recursos, además de desplazamientos y violaciones de los derechos civiles y políticos más fundamentales, como detenciones y arrestos arbitrarios, torturas, desapariciones forzosas y asesinatos.
Nuestra diversidad cultural se ha visto también muy erosionada por la destrucción de la diversidad biológica y de las tierras, territorios y recursos en las que nuestras culturas se basan por causa de las industrias extractivas. Esta erosión de nuestra diversidad cultural es también resultado de la imposición de sistemas coloniales y la invasión de no indígenas. Las corporaciones entran en nuestros territorios prometiendo desarrollo a través de empleos, construcción de infraestructuras y pago de impuestos al gobierno. A pesar de estas promesas, pero sigue habiendo una situación de pobreza absoluta entre aquellos que viven cerca del proyecto. Esta situación ha atizado los conflictos entre los Pueblos Indígenas, el Estado y las corporaciones de las industrias extractivas, causando además divisiones dentro de las propias comunidades indígenas.
Del 6 al 16 de mayo de 1996, se llevó a cabo una primera “Consulta sobre Minería y Pueblos Indígenas” que tuvo como resultado la “Declaración de los Pueblos Indígenas sobre Minería”. Esta Declaración llamó la atención sobre los conflictos que se producen entre nuestras comunidades y las corporaciones. Reiteró que los Pueblos Indígenas deben ser quienes tomen la decisión de si debería desarrollarse minería en sus comunidades o no y las condiciones bajo las que puede hacerse.
Han pasado casi 13 años desde la celebración de esa Conferencia pero, en conjunto, nuestra situación en el terreno no ha mejorado sensiblemente. Las nuevas oportunidades y amenazas desde la Conferencia de 1996 incluyen:
la bienvenida adopción de la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas por la Asamblea General de la ONU el 13 de septiembre 2007;
los nuevos mecanismos de la ONU para la protección de los derechos de los Pueblos Indígenas, como el Foro Permanente de la ONU sobre las Cuestiones Indígenas, el Relator Especial sobre los derechos de los Pueblos Indígenas y el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas;
un mayor interés en la relación entre los derechos humanos y el comportamiento corporativo, lo que incluye el trabajo del Representante Especial del Secretario General de la ONU sobre la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras empresas comerciales;
el reconocimiento de la responsabilidad social corporativa y una creciente voluntad de las corporaciones, al menos en el discurso, de negociar acuerdos directamente con los Pueblos Indígenas, aunque hasta ahora esto se ha quedado en papel o promesas, y no se ha visto en la práctica,
la crisis del cambio climático, que en gran parte se debe a la dependencia de la economía moderna de los combustibles fósiles. Estos recursos se extraen en nuestras tierras y muchos de nosotros nos vemos afectados desproporcionadamente por tales actividades; y
la crisis financiera mundial, causada por la liberalización no regulada de las finanzas.
Debido a todo lo anterior, afirmamos que:
los Pueblos Indígenas somos titulares de derechos, con vínculos inseparables con la tierras, territorios y recursos que han poseído, ocupado o utilizado o adquirido en cualquier otra forma, y no deben ser tratados como simples partes interesadas. Tenemos derecho a la libre determinación de nuestra condición política y a elegir libremente nuestro desarrollo económico, social y cultural (artículo 3 de la Declaración);
nuestros derechos son inherentes e indivisibles y queremos el reconocimiento pleno de nuestros derechos sociales, culturales y económicos y también de nuestros derechos civiles y políticos.
deben condenarse todas las doctrinas, políticas y prácticas basadas en la presunta superioridad de ciertos pueblos y concepciones coloniales.
contribuimos a la diversidad y riqueza de las culturas que conforman la humanidad y creemos que podemos enseñar lecciones valiosas al resto del mundo a través de nuestros valores y visiones del mundo sobre cómo tratar a la tierra con respeto;
debe ponerse fin a la destrucción de los lugares sagrados y las áreas de importancia espiritual y cultural de los pueblos indígenas;
debe reconocerse la vulnerable situación de las mujeres y los jóvenes en relación con los impactos de la minería, incluida la pérdida de medios de vida, la violencia y los impactos en la salud y bienestar;
debe rechazarse el modelo de desarrollo basado en el consumo y producción insostenibles y en la globalización corporativa, que empuja la entrada de las industrias extractivas en nuestros territorios;
los proyectos de industrias extractivas no pueden tener preferencia sobre nuestro derecho a las tierras, sin que importe si nuestros derechos están reconocidos legalmente o son derechos de usufructo;
debe terminar de inmediato la criminalización de la resistencia de las comunidades, la intimidación violenta, el acoso y el asesinato de nuestros dirigentes, activistas y abogados que trabajan en defensa de nuestras tierras y vidas;
los proyectos de las industrias extractivas no deben tener preferencia sobre el derecho humano al agua. El agua es especialmente importante en nuestras vidas y es sagrada para nosotros. Además, las mayores reservas de agua dulce se encuentran en nuestras territorios.
el derecho al agua es un derecho humano fundamental que debe reconocerse. Condenamos, por tanto, la conducta del Consejo Mundial del Agua que reduce el derecho al agua a una “necesidad básica”;
las negociaciones sobre cambio climático no pueden ser conducidas únicamente por los estados y las organizaciones internacionales a menos que haya una participación plena y efectiva de los Pueblos Indígenas. Además, las medidas de mitigación y adaptación en relación con el cambio climático deben diseñarse e implementarse respetando los derechos de los Pueblos Indígenas;
debe terminarse la imposibilidad de hacer que las industrias extractivas rindan cuentas en los países en los que operan y en los países de origen y deben crearse de inmediato mecanismos para la rendición de cuentas y el cumplimiento de las obligaciones; y
la implementación de iniciativas interestatales de infraestructuras, como la Iniciativa de Infraestructuras Regional de Sudamérica (IIRSA) que suponen el desarrollo de megaproyectos en nuestras tierras sin obtener antes nuestro consentimiento libre, previo e informado (CLPI) son destructivas para nuestras culturas y nuestra supervivencia y niegan nuestro derecho a la libre determinación.
Por todo lo anterior y para garantizar el respeto a los derechos reconocidos en la Declaración, además e la integridad ecológica de nuestro planeta y nuestras comunidades, pedimos:
que se detenga el expolio de nuestras tierras, territorios y recursos;
una moratoria sobre nuevos proyectos de minería, petróleo y gas que afectan o amenazan a nuestras comunidades hasta que se hayan adoptado estructuras y procesos que garanticen el respeto a nuestros derechos humanos. Quienes determinen cuándo se ha cumplido con esta exigencia solo pueden ser las comunidades cuyas vidas, medios de vida y medio ambiente se ven afectados por estos proyectos;
debido proceso y justicia para los opositores a las industrias extractivas que son víctima de violaciones de derechos humanos;
revisar todos los proyectos en ejecución que se aprobaron sin respetar nuestro CLPI ni nuestros derechos de libre determinación; y
compensación y restitución por los daños hechos a nuestras tierras, territorios y recursos y rehabilitación de nuestro medioambiente degradado a causa de proyectos de las industrias extractivas que no tuvieron nuestro libre consentimiento informado previo.
Pedimos a las comunidades indígenas y a quienes les apoyan:
que se cree un mecanismo internacional que trabaje sobre la cuestión de Pueblos Indígenas e industrias extractivas, con el objetivo de compartir información, educación, defensoría y de defender nuestros derechos;
que se coordine investigación sobre las compañías mineras, sus procesos y fuentes de inversiones para empoderar a las comunidades, elaborara planes estratégicos y garantizar el reconocimiento de nuestros derechos;
que afirmen su derecho a controlar la autorización de proyectos y, cuando se haya otorgado el CLPI, que las actividades extractivas en tierras y territorios indígenas se llevan a cabo bajo el derecho consuetudinario indígena;
que creen un mecanismo para recopilar antecedentes legales de sentencias judiciales relevantes sobre Pueblos Indígenas e industrias extractivas;
que se construyan relaciones con grupos no indígenas preocupados por el problema de las industrias extractivas, a nivel nacional e internacional, para encontrar puntos en común; y
que se establezca un Día Internacional de Acción sobre Industrias Extractivas y Pueblos Indígenas;
Pedimos a las organizaciones de la sociedad civil:
que aumenten su apoyo y solidaridad de un modo que respete las cuestiones indígenas;