Hacia el II FSA y el VI FSM policéntrico
Escrito por Irene León
En enero del 2006 se celebrará en Caracas (Venezuela) el II Foro Social Américas y la edición hemisférica del VI Foro Social Mundial, que en esta ocasión tomará un formato policéntrico, caracterizado por la realización descentralizada de eventos en los distintos continentes. En la presentación de estos dos eventos simultáneos realizada el pasado 15 de abril en Quito (Ecuador, sede del I Foro Américas en el 2004), con la participación de miembros de la comisión organizadora venezolana y ecuatoriana, y representantes del Consejo Hemisférico de las Américas, se subrayó la importancia del Foro como proceso y la trascendencia simbólica de la próxima sede como una expresión concreta de las luchas contra el neoliberalismo.
“Hace cuatro años el grito colectivo y global de ‘Otro Mundo es Posible’ rompió con la mentira de que la dominación neoliberal es inevitable, así como de la ‘normalidad’ de la guerra, de la desigualdad social, del racismo, de las castas, del patriarcado, del imperialismo y de la destrucción del medio ambiente. En la medida que los pueblos se apropian de esta verdad, su fuerza se hace incontenible y se va materializando en hechos concretos de resistencia, reivindicación y propuesta.”, enfatiza el llamamiento producido en el 2005 por la Asamblea de los Movimientos Sociales, el mayor espacio mundial de confluencia de estos últimos, que encuentra en el Foro Social Mundial el terreno propicio para consensuar su agenda de prioridades y acciones.
Este es justamente el espíritu que anima el desarrollo de un amplio proceso participativo en el cual se interrelacionan una multiplicidad de movimientos, redes, organizaciones, entidades y personas, que visualizan al Foro Social Mundial -y sus iniciativas regionales y locales- como el ámbito idóneo para intercambiar ideas, experiencias y acciones de resistencia al neoliberalismo, esfera en la cual se destaca una sustantiva productividad que caracteriza al proceso desde sus inicios en el 2001.
Abundan en este proceso ideas innovadoras sobre metodologías, propuestas y prácticas, entre las cuales figuran las impulsadas desde el I Foro Social Américas que, interrelacionando problemáticas tales como el libre comercio, la guerra y la deuda, robustecen los análisis y las estrategias de resistencia para el encaminamiento de luchas comunes que los movimientos desarrollan ya, cada vez más, de manera conjunta en varios escenarios.
Destacan igualmente los debates sobre ideas para sobrepasar la rutina de los lugares comunes, y posicionar visiones que permitan encarar discriminaciones específicas pensando a la vez en cambios globales. Es el caso de la Carta de las Mujeres para la Humanidad, encauzada por la Marcha Mundial de las Mujeres, cuyo desarrollo implica una amplia movilización que, desde marzo del 2005, está recorriendo los cinco continentes, propiciando en su despliegue la generación de enfoques locales que, según las especificidades de cada contexto, inciten a las sociedades a pensar un mundo diferente y con igualdad entre los géneros. Concomitante con este tipo de iniciativas concretas, es notorio el despliegue del pensamiento feminista: para reinventar la economía o repensar la autonomía, para reivindicar los conocimientos de las mujeres o la gestión colectiva de bienes de los pueblos, tales como las semillas, la tierra, el agua, y otros.
La identificación explícita de la diversidad y la igualdad entre los géneros como eje transversal del proceso mundial y de las Américas, propicia igualmente una notable riqueza en el desarrollo de propuestas para formularla y propiciarla. La erradicación del racismo, la homofobia, la xenofobia, el etnocentrismo, y otros, son parte de un orden del día que suscita a la vez una amplia gama de propuestas multiculturales, ecuménicas, de dignidad. Lugares únicos y de especial ponderación en este sentido son los generados desde el I Foro Social Américas, por un lado, por el Congreso de los Pueblos Indígenas y, por otro lado, por el Foro Social por la Diversidad Sexual, que arrojan ambos una innovadora agenda de propuestas que interrelaciona las especificidades de cada una de estas problemáticas con los asuntos estructurales inherentes al neoliberalismo.
Las sustentaciones sobre la lucha contra la globalización, la desglobalización, la alterglobalización, el anti-imperialismo, y múltiples matices entre todas estas, son numerosas, profundas y en plena ebullición. Estas reflejan las distintas perspectivas inherentes a la variedad de actores que participan en este espacio, único por su apertura a la heterogeneidad, e ilustran el gran dinamismo de un proceso vivo, en el cual concurren tanto el ejercicio creativo de pensar, debatir y desarrollar espíritu crítico, lo que en épocas de pensamiento único es un reto al sistema, como aquel de generar acciones y prácticas de propuesta y resistencia, lo que en un contexto de autoritarismo neoliberal es el mayor de los desafíos.
Algunos retos actuales y futuros
El camino recorrido por el Foro, que en su corta existencia se ha posicionado ya como el mayor espacio de articulación mundial contra el modelo rebasa ampliamente al evento en sí, pues engloba una movilización mundial cuyas ramificaciones y vertientes son regionales, nacionales, locales y temáticas, que convierten al llamado del Foro en vértebra de un proceso participativo, cuyo encaminamiento desafía en distintos sentidos.
Uno de ellos es, justamente, la búsqueda de equilibrio entre el evento y el proceso, pues este último compromete a mucho más que organizar sucesos en todas partes del mundo, máxime si buena parte de los/as actoras que conforman el Foro sostienen ya sustantivas agendas, que implican el desarrollo de pensamiento y acción en los distintos escenarios donde se cristalizan los embates neoliberales. Por un lado, si bien la organización de Foros puede constituir una importante motivación para generar o desarrollar procesos, nada prueba que la organización vertiginosa de eventos suscite per-se confluencias estratégicas. Por otro lado, la visualización del Foro como una serie de eventos internacionales coarta la participación plena de los sectores afectados por las brechas estructurales, que en los hechos son la mayoría.
En ese sentido, el II Foro Social Américas y la edición hemisférica del VI Foro Social Mundial, que se celebrarán en Venezuela representan un reto, pero también la oportunidad de fortalecer una agenda de proceso atenta a las dinámicas sociales y las prioridades propias de los movimientos, que permita encarar la especificidad de las Américas con los ojos puestos, a la vez, en su interacción con lo mundial. Sin eso la realización del evento mundial policéntrico podría desdoblar la dinámica regional y el necesario espacio para sus desenvolvimientos propios, entre los cuales figura la necesaria mirada al mismo país sede, inmerso en la construcción de su propia alternativa al modelo y originales enfoques sobre el futuro latinoamericano y mundial.
La región enfrenta el reto de pensarse a sí misma, en un momento atravesado por la búsqueda urgente de salidas a la complejidad geopolítica impuesta por el proyecto de hegemonía del imperio incrustado en el día a día de todos los países. De allí que incumbe considerar a fondo, por ejemplo, el papel de los gobiernos de membrete izquierdista que una vez en el poder son afanosos ejecutores de las políticas neoliberales; corresponde igualmente analizar el camino recorrido por los movimientos en la lucha contra el libre comercio, en momentos en los cuales las estrategias de integración impulsadas por las elites mercantiles locales y regionales tienen los ojos puestos en la reedición de un nuevo polo de poder con reglas capitalistas; urge igualmente repensar las estrategias de lucha por la desmilitarización, los derechos humanos, la biodiversidad, la diversidad, la sobrevivencia en el campo, la igualdad entre los géneros, y tantas otras cosas, en un contexto en el que la intensificación de la agenda imperial impone una jerarquía de causas, que relativisa el espíritu creativo de pensar todo a la vez interrelacionando problemáticas.
El movimiento alternativo de la región tiene igualmente el desafío de asumir la defensa de Cuba ya no como una cuestión de solidaridad, sino como un asunto trascendente de dignidad común relacionado con la autodeterminación y la soberanía de todos/as, y como una prioridad coherente con la posibilidad de crear sociedades no capitalistas, en un momento en el cual hasta los asuntos más personales se definen a través del mercado. En otras palabras, es responsabilidad colectiva afrontar el reto de encarar las realidades y entre ellas está la del permanente acoso al único proyecto de sociedad socialista del hemisferio.
En las Américas el Foro no puede abstraerse de considerar la diversidad como un asunto de todos/as, no sólo porque se trata de una región cuya caracterización histórica se levanta sobre esas bases, sino porque cualquier visión alternativa de futuro depende de ella. La cuestión de los pueblos indígenas y los/as migrantes, que ahora están a la cabeza de los grupos considerados como peligrosos por el imperio, no pueden ser asuntos secundarios al momento de pensar en alternativas. Al igual, la realidad de los/as afrodescendientes no es un asunto folklórico ni tangencial, mientras el racismo estructural y el endoracismo corroen hasta las dinámicas de los propios movimientos sociales. Las alternativas solo podrán calificar como tales si incluyen la erradicación de todas las formas de discriminación, entre ellas la homofobia que relega a un impetuoso movimiento social actual como un grupo marginal. La heterogeneidad del Foro es una de sus mayores fortalezas y por lo tanto es un área que requiere minucioso cuidado, pues la participación a este – como a todos los procesos internacionales- está marcada por las diferencias estructurales reales que existen en la sociedad. Es entonces cuestión de principios constatar las diferencias que subyacen en la mencionada heterogeneidad, pues las brechas estructurales afectan a los grupos sociales más discriminados y marcan diferencias de poder que requieren ser encaradas de frente. Así, es importante fortalecer -en la metodología, en la definición de contenidos y en las prácticas-, medidas concretas para confrontar las desigualdades; el planeamiento metodológico tiene que contemplar, insistimos, medidas concretas para garantizar la inclusión.
Finalmente, urgen dos cosas 1) fortalecer la metodología para la toma de decisiones y la gestión del Foro, ello tanto a nivel del Consejo Internacional como en los cuerpos ejecutores, de manera a dar mayor valor al gran nivel participativo existente. Los consensos tomados en las reuniones deben ser registrados y tener seguimiento, para garantizar su puesta en práctica democrática. Sin ello, el Foro corre el riesgo de generar una elite cosmopolita, que apadrine y delinee las prioridades para un proceso cuya vigencia radica en la pluralidad, la apertura y las nuevas prácticas democráticas. 2) Urge diseñar una política económica para el conjunto del Foro y su proceso, que refleje sus propuestas éticas, su visión alternativa, y establezca parámetros para la sostenibilidad. Entre los aspectos a tener en cuenta para esto último están, por ejemplo, la desigualdad –económica y de poder- entre participantes; las asimetrías en el acceso a recursos –materiales y simbólicos- para organizar y promover actividades; las diferencias geo-económicas entre países sede; etc.
Y, claro sigue vigente el reto de colocar a la comunicación al centro del proceso, no sólo para informar sino también para facilitar debates e interacciones de manera permanente. Todo ello contribuirá a que el Foro siga andando bien, construyendo alternativas, y siendo el mayor espacio mundial de generación de pensamiento, ideas y prácticas, lo que en el camino recorrido lo ha hecho más que bien.