Resistencia, Buen Vivir, Buen Convivir

Declaración de Quito

2009-10-14 00:00:00

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Entre el 8 y 11 de octubre de 2009, en la ciudad de Quito, nos reunimos mujeres y hombres de diversas organizaciones y redes para escuchar, conversar y debatir acerca de la estrecha relación que hay entre los proyectos de energía, la deuda externa y ecológica, el cambio climático, el despojo de los territorios, la represión y la resistencia.

Durante estos días compartimos soluciones reales frente a las crisis, pusimos en la mesa opciones y alternativas que permiten alcanzar el buen vivir y el buen convivir.
 

Ratificamos que el capitalismo no hubiese podido existir sin el saqueo y explotación de nuestra tierra, particularmente combustibles fósiles: carbón, petróleo o gas.
 

También observamos que en países de América Latina, así como en otras regiones, los Estados nacionales, en el contexto actual, asumen un creciente papel de planificadores y gerentes del modelo, con similares características de extracción y explotación de nuestra tierra, que las que han tenido las transnacionales.
 

En este nuevo escenario, el Estado asumió un protagonismo para reproducir y profundizar el mismo sistema económico capitalista. Se aplican programas de ajuste distintos, ya no solo para la inserción a los mercados mundiales, sino para enfrentar la inseguridad energética del Norte y garantizar la nueva acumulación debida al cambio climático. Para esto se crea el mercado de carbono y sus programas que significan un traslado de la crisis climática sobre los hombros de las comunidades en el Sur. Al igual que los planes de adaptación, todas las iniciativas propuestas desde la lógica de este modelo de mercado, para mitigar el cambio climático, tendrán como consecuencia nuevas formas de dominación, endeudamiento e incremento de la deuda ecológica acumulada que se debe a los pueblos del Sur y a la naturaleza.

Así, las empresas estatales, tales como PETROBRAS o PDVSA, están estructurando alianzas que les permite expandir sus intereses sobre las últimas fronteras, afectando territorios de comunidades tradicionales que han preservado y protegido estos santuarios naturales.
 

En ese marco, y a pesar de algunos avances en el fortalecimiento de los derechos colectivos, ambientales o el reconocimiento de la Naturaleza como sujeto de derechos - como en el caso del Ecuador-, se están construyendo nuevas estructuras jurídicas que permiten la aplicación depolíticas desarrollistas y extractivistas que destruyen la naturaleza y con ella, las culturas.
 

Es evidente que no se están dando los cambios necesarios para una transformación profunda del modelo. Estos cambios deben posicionar a la justicia ambiental que implica justicia para los pueblos y justicia para la naturaleza, significa además incorporar las demandas, reconocer y proteger los derechos de los pueblos indígenas, comunidades tradicionales o poblaciones locales.
En este escenario, cualquier crítica, oposición o reclamo es censurado y estigmatizado. Se está enjuiciando a los pueblos, y reprimiendo las formas de vivir que ofrecen alternativas reales a este sistema. Se militarizan territorios, o contratan ejércitos privados y de seguridad con estos fines. Están criminalizando el buen vivir.
 

Por otro lado, en los últimos años, ante a los discursos antineoliberales o antimperialistas o el reforzamiento de propuestas de integración Sur-Sur, muchos movimientos políticos y sociales de la región se están conformando y desmovilizando.
 

Inclusive, por desconocimiento o pragmatismo, algunos sectores de izquierda no reconocen los peligros que representa, este desarrollismo, el capitalismo verde o el ambientalismo de mercado. Con su alineación o repliegue permiten la recomposición de los sectores de poder y el re-encauche de un capitalismo en crisis.
 

La extracción de petróleo, y otros combustibles fósiles, son un impedimento para iniciar cualquier camino diferente. Por eso desde varios lugares del mundo ya se están levantando las voces de oposición al modelo y a nuevos proyectos de extracción de hidrocarburos. Así están logrando salvaguardar los ciclos naturales y la supervivencia de la vida sobre el planeta.
 

Estas propuestas, valientes, osadas y coherentes, protegen los territorios y los derechos y además enfrentan el cambio climático. Esta es la verdadera justicia climática!
La resistencia de los pueblos en el Sur son un aporte a la humanidad porque claman seguir viviendo en armonía con la tierra, protegen la salud y el agua. Son el presente y el futuro de la tierra.

NOS COMPROMETEMOS A:

denunciar contundentemente las nuevas operaciones hidrocarburíferas y de carbón (tanto de transnacionales como de empresas nacionales); oponernos a los gigantescos proyectos    como el de Pre-sal en Brasil; apoyar las campañas a nivel nacional de dejar loshidrocarburos en el subsuelo, luchar por una Amazonía sin Petróleo.
exigir el no pago de las deudas ilegítimas que han generado deuda social y ecológica y denunciar los nuevos endeudamientos que las incrementaran.
trabajar por el reconocimiento y demandas de la deuda ecológica producida por los proyectos de extracción minera, petrolera y otras, y del cambio climático.
rechazar los proyectos propios de capitalismo verde, como el mercado de carbono, los mecanismos REDD, los agrocombustibles, la venta de servicios ambientales, y en este sentido la tergiversación del reclamos de la deuda ecológica y de la justicia climática.
oponernos a los nuevos proyectos mineros que atentan los derechos de los pueblos en la región.
fortalecer nuestro trabajo en apoyo a la defensa de los territorios, los derechos de los pueblos y de la naturaleza.
denunciar la militarización de América Latina, el Caribe y otras regiones del Sur y la crecienterepresión de los pueblos que resisten en defensa de la naturaleza.
movilizarnos en apoyo a los procesos de resistencia al modelo capitalista, y exigir el respeto al derecho a la