Se presenta el capitulo nacional de la ASC
Cuando en el 2006 se instaló la posibilidad de que Uruguay y Estados Unidos negociaran para acordar un Tratado de Libre Comercio, quedó en evidencia que la política exterior del gobierno uruguayo -con tal de intentar un aumento del comercio con la potencia por cualquier vía- aún es un campo que se encuentra hegemonizado por los sectores dominantes de la sociedad uruguaya. Es claro que los pasos dados por el gobierno en lo que refiere a la integración regional e inserción internacional del país han demostrado ser muy erráticos, lo que ha generado mayor confusión en la sociedad sobre el tema.
En su momento la amenaza del TLC tomó por sorpresa a las principales organizaciones y movimientos sociales de nuestro país. Observando las experiencias de varios países latinoamericanos que están atravesando los impactos negativos que son consecuencia directa de la aplicación de la agenda del “libre comercio”, asumimos que este es un momento histórico en nuestro país. Si a los diferentes impactos sociales, económicos, productivos y culturales que han generado y generan los TLC en varios países de América Latina, le sumamos también en nuestro caso el impacto seguro y disolvente sobre el proceso de integración regional Mercosur, debemos concluir que muchos de los proyectos mas ricos de nuestro pueblo -y de los pueblos de la región- corren un grave riesgo.
Con esta perspectiva, un conjunto de organizaciones sociales de nuestro país, comprometidas en el objetivo de lograr un país productivo con justicia social, inserto en las luchas populares de los movimientos contra las pretensiones hegemónicas de las potencias desarrolladas, consideramos necesario aportar al trabajo de disputa política por ese campo.
Nuestra estrategia apunta entonces a contrarrestar la campaña pública pro-TLC y anti-MERCOSUR, reafirmando una perspectiva pro-integración que va necesariamente en contra de la agenda neoliberal. Aún persiste una campaña de desinformación y de desprestigio ideológico de la integración latinoamericana impulsada principalmente desde los sectores políticos conservadores y de derecha, que genera un “vacío en la difusión de alternativas” al TLC.
Creemos que este puede ser el momento para colocar en la agenda una serie de aportes que no se limiten a admitir de manera simplista la fórmula de moda que dice “el MERCOSUR está en crisis”.
Desde las organizaciones sociales se debe comenzar a visibilizar mucho más el trabajo que se desarrolla en el marco de los procesos de integración sudamericana, y aportar desde nuestras experiencias de lucha para integrarnos como pueblo a las luchas de los pueblos contra cualquier proyecto de corte imperialista o neocolonial.
El debate sobre la integración regional en este momento histórico
El debate actual sobre la inserción internacional del Uruguay está evidenciando las contradicciones existentes entre el proyecto hegemónico construido a lo largo de los últimos 20 años y las posibilidades que se derivan de los nuevos gobiernos de izquierda y progresistas en nuestro país y en la región. Sin embargo, también son fuertes las evidencias que indican que el acceso de fuerzas políticas de izquierda a los gobiernos es una condición necesaria para transformar los procesos de integración regional en curso, pero no es suficiente para lograrlo.
Falta construir ideas y contrastarlas con las tendencias en curso para intentar revertir la hegemonía teórica que detenta el conservadurismo político en esta temática y área de acción política. Este terreno se encuentra actualmente bajo la hegemonía conceptual de las fuerzas anti integración, no solo en nuestro país, sino en nuestra región. Aún no se distingue nítidamente entre el MERCOSUR de los años 90 y el del siglo XXI. Uno de los efectos secundarios generado por el triunfo sobre el proyecto de creación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsado por Estados Unidos fue precisamente el pensar que todo lo que realizara el MERCOSUR -protagonista de ese triunfo- era correcto o iba en la dirección de consolidar una verdadera integración regional con complementariedad productiva, desarrollo, justicia social y ambiental. Hoy esto es muy lejano a la realidad. No se puede tampoco confundir Mercosur con integración, confundir el instrumento con el objetivo estratégico.
Nuestra estrategia apunta a fortalecer un debate sobre estos temas que genere paulatinamente una masa crítica y un conjunto de definiciones desde las organizaciones populares que por un lado eviten respuestas coyunturales y por otro, nos articulen a los procesos de construcción de alternativas desde los pueblos que se experimentan actualmente en América Latina. En este momento es estratégico “curarnos en salud”, comenzando desde ya a fortalecer los espacios de articulación por la integración de los pueblos.
Con esta perspectiva consideramos necesario contribuir a la difusión de ideas y alternativas, apostando a la discusión y al debate acerca de los elementos de la agenda regional respecto a la estrategia geopolítica de las grandes potencias mundiales. Algunos de estos elementos tienen relación con la estrategia de desarrollo productivo de nuestros países, con la forma de generación de empleo y el manejo de nuestros recursos naturales estratégicos.
Para ello, se necesita de una real y efectiva participación de las organizaciones sociales en la discusión de estos temas. Debemos lograr que actores sociales clave se incorporen apelando a la importancia estratégica que estos temas tienen en la agenda nacional, que no puede desconocer los impactos de una agenda internacional que condiciona las políticas internas, cuanto más en un país pequeño como Uruguay. Es estratégica la construcción de una articulación estable en el tiempo y sostenible mediante una agenda de trabajo común, entre el movimiento sindical y los movimientos sociales en clave nacional y hacia lo que se ha estado acumulando en el campo regional desde las Consultas Populares contra el ALCA y el proceso de Cumbre de los Pueblos.
Una actividad que presente estas valoraciones críticas puede ser el puntapié inicial para adquirir la visibilidad necesaria en una discusión que está -demasiado- cruzada por los enfoques del conservadurismo económico y político.