La Secretaría del Grito de los Excluidos/as Continental a los pueblos de América Latina y el Caribe en este 12 de octubre.
XVIII Jornada de Movilización Continental por Trabajo, Justicia y Vida
Octubre de 2017 llega trayendo en su seno el 50 aniversario del martirio del Che Guevara, así como el Centenario de la Revolución Rusa. Ambas efemérides, más que simples recuerdos, son constantes y renovadas invitaciones para cuestionarnos el presente, desafiar los límites que nos impone la coyuntura y continuar luchando por la transformación social, por Justicia, Trabajo y Vida para todas y todos.
El mundo atraviesa una compleja marea de ascensión autoritaria y fascista que se junta a la violencia económica ejercida por las elites adineradas contra la mayor parte de la población mundial, incluso en los países llamados de “desarrollados”. La perversidad del modelo económico dominante, neoliberal, ultra elitista, se pone de manifiesto de forma dramática en la abismal desigualdad social y en la crisis ambiental sin precedentes en la historia humana, desencadenadas por el “éxito” de un modelo que solo sirve a la acumulación desenfrenada y a la concentración pornográfica de lucros, sacrificando en los modernos “molinos satánicos” (para usar una expresión que vuelve a ganar actualidad), a más del 90% de la humanidad y a un planeta entero y sus múltiples formas de vida, hoy amenazadas o ya extintas por completo de la faz de la Tierra.
Así, son 50 años del martirio del Che Guevara que nos recuerdan que sus luchas siguen siendo nuestras luchas, a pesar de todos los cambios; y son 100 años de la Revolución Rusa que nos recuerdan que solo la movilización popular es capaz de traer transformaciones de peso en la historia, en búsqueda por una sociedad donde quepan todas las diferencias y visiones de mundo (especialmente aquellas que fueron históricamente marginalizadas) y donde aprendamos, finalmente, que no podemos destruir impunemente a nuestra madre, Gaia, Pachamama, so pena de acabar con las condiciones de existencia que hacen posible nuestra vida en este mundo. Cada vez más, va quedando claro que la sociedad que urge construir será pós capitalista y profundamente democrática, o no será sociedad alguna.
Este 12 de octubre, fecha de lucha y resistencia popular, indígena y campesina, llega en un escenario en que la derecha latinoamericana ha recuperado gran parte de la iniciativa, volviendo a imponer un modelo neoliberal a rajatabla en países como Brasil y Argentina. El ciclo golpista incesante iniciado en 2002 en Venezuela, continuado en Honduras (2009), Paraguay (2012) y más recientemente en Brasil (2016), no solo anuncia sino que ya materializó grandes amenazas para nuestro continente, mostrando que una verdadera mudanza solo será posible con más lucha y más organización popular, incluyendo el fortalecimento de nuestros lazos latinoamericanistas y pancaribeños.
Este 12 de octubre nos encuentra, también, con el drama cruel de un Puerto Rico totalmente devastado (así como otras islas del Caribe), no apenas por huracanes, sino por la larga noche imperialista, que ya dura más de un siglo y que ha sometido al pueblo boricua a un largo y sistemático saqueo de sus riquezas nacionales, de su soberanía y su derecho a la libre autodeterminación. La situación de Puerto Rico tras el paso de los huracanes Irma y María no se explica solo por la fuerza desproporcional de ambos eventos (cada vez más fuertes conforme avanza la destrucción de la naturaleza por el capital, dicho sea de paso) sino que se origina justamente por la injerencia imperial americana cuyo absurdo llegó al extremo con las declaraciones de Donald Trump en que culpa a Puerto Rico por la calamidad presente y garantiza a “Wall Street” que las “deudas” puertorriqueñas serán pagadas, mientras el país se hunde y la indiferencia del Imperio nos abofetea con insolencia y desprecio casi infinitos, pero que no conseguirán vencer la dignidad puertorriqueña, hoy sometida, tal vez, a la mayor prueba de toda su historia.
Este 12 de octubre nos encuentra, también, urgidos de defender la Revolución Cubana y la Revolución Bolivariana de Venezuela, pues ambos procesos son baluartes de nuestra historia y nuestras luchas contemporáneas y es allí donde se juega gran parte del destino de nuestra región para los próximos 20 o 30 años. Eso sin olvidarnos de la extraordinaria relevancia de los procesos en Bolivia y Ecuador y de las múltiples resistencias a lo largo y ancho de todo el continente, que se levantan, muchas veces en desproporción de fuerzas, contra enemigos históricos o “recién llegados”, conforme Nuestra América y sus recursos van siendo disputados por los grandes actores del capitalismo salvaje de nuestros días: Estados Unidos, Europa y China (y sus corporaciones), esta última cada vez más activa en toda la región y cuya presencia urge considerar de una forma crítica y contra hegemónica, inclusive por los lazos no muy claros que ha tejido con los gobiernos en todos nuestros países a través del comercio exterior, obras y financiamiento “barato”.
Asistimos a un dominio cada vez más asfixiante del capital financiero a escala global, que hoy en día es más de 15 veces mayor que todas las riquezas juntas de la economía mundial pero que en su gran mayoría es capital ficticio, puros papeles que se valorizan en el gran casino especulativo de las Bolsas de Valores, arrastrando consigo la tierra, el agua, la biodiversidad y los medios de vida y trabajo de miles de millones de personas, no solo en el “tercer mundo” como despreciativamente aún nos ven, sino también en Europa y los propios Estados Unidos, donde la mentira de lo que es una “sociedad del bienestar” salta a los ojos de forma más cruda aún.
La imposición de este modelo brutalmente concentrador solo es posible mediante el establecimiento de una cada vez mayor militarización de la vida cotidiana, sea que esta asuma la forma de “guerra al terror” o “guerra a las drogas”. Las víctimas son cada vez más civiles y a nivel mundial quien más mata y destruye no son los llamados terroristas, ni los narcotraficantes, sino el terrorismo de Estado que en cada país controla el aparato militar o bien destina millones de dólares para la contratación de ejércitos mercenarios que actúan en una guerra descentralizada y tercerizada contra los pobres y excluidos/as del mundo. Las guerras en Libia y Siria dejaron hasta ahora saldos de millares de muertos, heridos y desaparecidos, para citar apenas estos dos ejemplos recientes, y ahora además lidiamos con la prepotencia norteamericana con relación a Corea del Norte, colocando más leña en la hoguera.
Todas estas tendencias se manifiestan en América Latina y el Caribe de formas particulares y complejas, demandando de nuestros movimientos y organizaciones una respuesta común. Hace unos años, la lucha contra el ALCA y la militarización nos unieron en un frente único que tuvo en el Grito de los Excluidos/as uno de sus actores más relevantes, junto con muchas otras redes continentales o regionales que hicieron grandes aportes a esta lucha. Nos movilizamos en el Foro Social de las Américas, en el Foro Mesoamericano de los Pueblos, en la Asamblea de los Pueblos del Caribe, en los Encuentros Continentales contra la Militarización y contra el ALCA… Pero hoy tenemos que reinventar nuestros espacios de encuentro y aglutinarnos alrededor de banderas unitarias capaces de darnos nuevo impulso y sentido estratégico.
Por eso no queremos dejar pasar este 12 de octubre sin un llamado a la acción, en nuestro pueblo, en nuestra ciudad, de la manera que esté a nuestro alcance, incluyendo el activismo digital pero desbordando para las plazas y calles. También, a nivel continental, el Grito de los Excluidos/as considera que debemos plantearnos la retomada de plataformas de articulación que nos permitan reencontrarnos y reformular nuestras estrategias, hacer un balance y construir un programa de luchas conjunto para los próximos años. En vez de cada red o plataforma buscar recursos para reunirse por su cuenta, proponemos que juntemos esos esfuerzos para promover un gran encuentro continental de movimientos sociales con la finalidad de discutir nuestro camino común en la actual coyuntura, encuentro que podría ser realizado en octubre de 2018, para tener un año de preparación, contando a partir de ahora.
Este 12 de octubre, levantamos las siguientes banderas:
1. Por una América Latina y Caribe libres de injerencias imperialistas, de gobiernos corruptos y corporaciones depredadoras del trabajo y la naturaleza.
2. Por la abolición de las leyes imperialistas que someten a Puerto Rico y por la Independencia definitiva de nuestro país hermano.
3. En defensa de la Revolución Cubana y la Revolución Bolivariana.
4. Tierra para los y las campesinos/as, territorio para los pueblos originarios y tradicionales, derecho a vivienda y reforma urbana y agraria ya! En defensa de los ríos, de la tierra y de la Pachamama.
5. Contra la militarización de la vida cotidiana, contra el terrorismo de Estado, contra la banalización de la violencia contra los pobres, las mujeres, los negros e indígenas.
6. Por el derecho a la diversidad sexual, contra la violencia y discriminación sufrida por la comunidad LGBTQI en Nuestra América y en el mundo.
7. Por el derecho de ir y venir de todos los y las migrantes del mundo y por la Ciudadanía Universal.
8. En rechazo al Golpismo en Brasil, Honduras y Paraguay y en cualquier otro país de nuestra región, en favor de la radicalización democrática en todos los niveles. Más democracia y participação, menos violencia y autoritarismo.
9. En apoyo a la VIIº Asamblea de los Pueblos del Caribe que se realizará en República Dominicana del 26 al 30 de octubre, en un contexto extremadamente crítico para todo el Caribe.
10. En apoyo a la Jornada Mundial “Todos Somos Venezuela: Diálogo por la Paz, la Soberanía y la Democracia Bolivariana”, cuya Proclama Final acogemos como propia.
Estas banderas no son excluyentes e invitamos a sumar las demandas específicas de su movimiento, comunidad o país y a participar de forma activa en la 18ª Jornada de Movilización Continental del próximo 12 de octubre, por Trabajo, Justicia y Vida para todas y todos.
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