¡No se dejen engañar!
La sociedad civil le dice NO a la “Agricultura Climáticamente Inteligente” e insta a los responsables políticos a que apoyen la agroecología
Los abajofirmantes pertenecemos a organizaciones de la sociedad civil, incluyendo movimientos sociales, organizaciones de campesinos agricultores y organizaciones religiosas de todo el mundo. Estamos trabajando para combatir los impactos del cambio climático que actualmente perturban la agricultura y los sistemas alimentarios y amenazan la seguridad alimentaria y nutricional de millones de personas. A medida que avanzamos hacia la COP21 (vigésimo primera Conferencia de las Partes Contratantes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2015, también llamada «París 2015») en París, celebramos el reconocimiento cada vez mayor de la urgencia de adaptar los sistemas alimentarios a un clima cambiante y el papel clave de la agroecología dentro de un marco de soberanía alimentaria y de semillas para lograrlo, contribuyendo, mientras tanto, a la mitigación de las emisiones de gases a efecto invernadero.
Sin embargo, a pesar de estas señales prometedoras, compartimos profundas preocupaciones acerca de la influencia y de la agenda cada vez mayor de la llamada “Agricultura Climáticamente Inteligente” (CSA), así como de la Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente (GACSA – Global Alliance for Climate Smart Agriculture). El cambio climático es la mayor y más urgente amenaza que enfrentan nuestras sociedades. Necesitamos una transformación radical de nuestros sistemas alimentarios, lejos de un modelo industrial y sus soluciones erróneas, que conduzca hacia la soberanía alimentaria, a sistemas alimentarios locales y a una reforma agraria integral. Por lo tanto, instamos a los responsables políticos, a nivel de los países y de la ONU, a que rechacen la peligrosa retórica de la “Agricultura Climáticamente Inteligente”.
La “Agricultura Climáticamente Inteligente” no debe confundirse con la agroecología1. La agroecología es un enfoque integral de la agricultura, basado en principios de ecología, de seguridad alimentaria y nutricional, así como de soberanía y justicia alimentarias, las cuales buscan enriquecer los sistemas agrícolas utilizando y reciclando los recursos naturales en vez de depender de insumos comprados externamente. Fomenta la producción local/nacional de alimentos realizada por pequeños productores y agricultores familiares, y está basada en técnicas que no son impuestas desde arriba sino más bien se desarrollan a partir del conocimiento y prácticas tradicionales de los agricultores, así como de sus innovaciones. Este enfoque se basa en la participación de los agricultores y hace de la naturaleza un poderoso aliado, garantizando seguridad alimentaria y nutricional, formando suelos sanos, conservando el agua y aumentando los ingresos y la resiliencia de las comunidades/de los agricultores ante el cambio climático, mientras que mejora la biodiversidad y diversidad de cultivos. Los gobiernos deben reconocer que los enfoques industriales que agotan la salud del suelo y la retención de agua, que contaminan los sistemas hídricos, envenenan la naturaleza, crean dependencia sobre insumos externos y degradan la biodiversidad así como los ecosistemas, no sólo son dañinos e innecesarios sino bastante mal orientados para un planeta enfrentado al hambre, a las crisis ecológicas y al cambio climático.
La “Agricultura Climáticamente Inteligente” puede sonar prometedora, pero es un término políticamente motivado. El enfoque no supone ningún criterio para definir a qué se le puede llamar o no “Climáticamente Inteligente”. Las corporaciones agroindustriales que promueven fertilizantes sintéticos, la producción industrial de carne y la agricultura de gran escala – las cuales son ampliamente reconocidas por su contribución al cambio climático y por debilitar la resiliencia de los sistemas agrícolas – pueden llamarse a sí mismas “Climáticamente Inteligentes” y en efecto así lo hacen. Mientras que la CSA afirma incluir todos los modelos de agricultura – debido a que carece de salvaguardias sociales o ambientales y no prioriza las voces de los agricultores, su conocimiento y derechos como claves para enfrentar y mitigar nuestros retos climáticos – amenaza, de hecho, con minar los enfoques agroecológicos, así definidos por los practicantes de la agroecología2, al mismo tiempo que pone en peligro el futuro desarrollo y ampliación de tales enfoques.