A dos semanas del Acampe en Plaza de Mayo...
Argentina: Unidad urgente y en la calle
La derrota electoral hizo posible la llegada del macrismo al gobierno nacional, al igual que de la gobernación de la provincia de Buenos Aires y mantener el dominio de la ciudad capital, CABA. Esto abre un nuevo momento en la Argentina, al tiempo que refuerza la contraofensiva restauradora imperialista sobre toda nuestra región Latinoamericana y Caribeña.
Bastaron pocos días para que se convirtiera en una realidad el lacerante retroceso para nuestro Pueblo y la Nación Argentina: desocupación, represión, pérdida del poder adquisitivo del salario y persecución política unido a un brusco viraje de timón en el alineamiento internacional y fundamentalmente regional, subsumiendo a la Argentina a los dictámenes de la política imperial y, por lo tanto, el obsceno acercamiento a la Alianza del Pacífico. Como verdad de Perogrullo quedó demostrado que sin Poder Popular no se pueden defender las conquistas alcanzadas y, mucho menos aún, profundizar y radicalizar el camino de un tiempo emancipador junto a la construcción de nuevos paradigmas de sociedades más justas.
Nos debe alertar este vertiginoso avance de una derecha salvaje y que esto se produjera prácticamente sin oposición política. Sin duda, esto también da cuenta de la debilidad en la que nos encuentra como campo popular y la de sus organizaciones populares, con gran dificultad de plantear una resistencia acorde a la herida que provocan las políticas de gobierno a los intereses nacionales y populares.
No podemos esperar las elecciones legislativas de 2017, ni que “vamos a volver” en 2019 para dejar de regalarles al bloque dominante local y al imperialismo nuestras conquistas y nuestras riquezas. Es ahora el tiempo de profundizar y masificar la resistencia y la lucha y darle continuidad a un tiempo de liberación y de un mundo más justo.
La batalla es integral y debemos recuperar la capacidad e iniciativa política en el plano de la lucha, la resistencia y la movilización en las calles. Este escenario nos interpela ante el desafío de que la unidad es urgente, único camino posible para la recomposición del campo popular y sus organizaciones, como así también, el desarrollo de una estrategia popular que permita frenar la embestida asesina del imperio.
La realidad demanda de nosotros la generosidad y modestia que permita dejar a un lado matices y diferencias, es decir, dejar la retórica de que la unidad es necesaria y comenzar a practicarla. En este sentido, valoramos como un hecho que ayuda a pensar el camino de la unidad, la articulación y coordinación de cortes y piquetes que se produjeron el viernes 22 de enero como medida de fuerza frente a la detención de Milagro Sala. Del mismo modo, valoramos la decisión del acampe en Plaza de Mayo, que se inició el miércoles 27 de enero y que nos vio ahí desde el primer día. A dos semanas, nos preocupa que el acampe, que alcanzó alguna visibilidad a pesar del cerco mediático, en tanto símbolo no solamente por la libertad de Milagro Sala sino que también como repudio a la criminalización de la protesta y como expresión del conjunto de luchas que viene llevando adelante nuestro Pueblo, comienza progresivamente a alejarse de la idea de la unidad necesaria.
Está claro que la mayoría de los que forman parte del acampe están “Unidos y Organizados”, pero como lo muestran la amplia cantidad de conflictos que se multiplican cada día de punta a punta del país, hoy el campo popular cuenta con una infinidad de emergentes dispersos que aún no están o no encontraron la posibilidad de expresarse y estar representados en el acampe de Plaza de Mayo.
Importante es asumir que estamos en una nueva etapa, esto implica una inmensa responsabilidad histórica para la militancia y las conducciones de las organizaciones populares, unir y vertebrar un gran y potente bloque popular capaz de enfrentar, resistir y vencer las insaciables ansias del imperio por venir por lo nuestro y por los nuestros. Estar a la altura de las circunstancias es el gran desafío. Nuestro Pueblo viene mostrando vitalidad, coraje, dignidad y busca las señales de una conducción y referencia que aún no se ve en el horizonte. Reafirmamos más temprano que tarde, por lo tanto, que la urgencia del momento es la unidad, la organización y la lucha.
Por último, ellos, los poderosos, el imperialismo, los oligarcas, los de siempre, creen y piensan que ya estamos derrotados. Nosotros, los nadie, los grasitas, los cabecitas, los del montón, los piqueteros, los descamisados de siempre desde el subsuelo de la Patria sublevada, nuevamente hacemos sentir nuestra voz, como grito desesperado, como himno de guerra y como convocatoria a quienes quieran oír.
¡ACÁ NO SE RINDE NADIE!
¡LUCHAR HASTA VENCER!