Argentina: Cuando la criminalidad reproduce las formas del Terrorismo de Estado
Buenos Aires, 9 de junio de 2015
Existen en la sociedad sectores dinámicos que se adelantan a las acciones del conjunto y, a veces, encarnan, en su lucha, las reivindicaciones que, más tarde, todo un pueblo reconoce como propias. Esto ocurre también con líderes políticos, religiosos, barriales, o figuras destacadas por su accionar comprometido y solidario.
Así ha ocurrido con las Madres de Plaza de Mayo. Sus pañuelos, sus consignas, son, para siempre, símbolo y guía en la lucha por los Derechos de todo el Pueblo y de todos los Pueblos. Así, el Padre Carlos Mugica, el Che Guevara o nuestros 30.000 desaparecidos, permanecen vivos en la memoria de nuestro pueblo y son bandera de lucha de nuestros jóvenes.
Pero también la represión atroz y las persecuciones políticas de nuestro pasado más horroroso y aún reciente, permanecen vigentes en sus consecuencias sociales más funestas. La exclusión, la marginalidad, el individualismo, el miedo y la desconfianza, fueron producidos y sembrados cuidadosamente por los dictadores y por los gobiernos que, ya en democracia, profundizaron la injusticia, obedeciendo a los mismos poderes que produjeron los golpes y se beneficiaron con ellos. Porque el aparato represor y delictual de la dictadura continúa teniendo inmenso poder en las Fuerzas de Seguridad, en los Servicios de Inteligencia, en el Poder Judicial, en los círculos políticos y sindicales cómplices. Porque esos poderes manejan medios de difusión que ocultan y ningunean las acciones solidarias del pueblo y agudizan permanentemente las tensiones sociales. Porque los pedido de mano dura , la denigración de las mujeres, el denuesto hacia los sectores más desfavorecidos y el fomento del odio entre las clases sociales son intentos restauradores de quienes quieren volver a colgar el retrato del Dictador.
La violencia social y el delito adquieren una brutalidad ante la cual la sociedad se siente impotente. Y la represión de los delitos no abandona las maneras dictatoriales, la tortura, la muerte, la discriminación, la complicidad. Las fuerzas policiales de todas las jurisdicciones se encuentran sospechadas, con razón, de promover y administrar la delincuencia, en lugar de resguardar la seguridad de los ciudadanos. Los robos y asaltos se valen de la tortura de los seres más indefensos: ancianos, niños, jóvenes, mujeres embarazadas. Vemos por televisión cómo se cometen delitos públicamente, en estadios, por ejemplo, con la aquiescencia o la complicidad de dirigentes y fuerzas del orden. Sabemos que existen zonas liberadas para cometer tropelías. Esta lleva a que las familias se recluyan en sus propias prisiones hogareñas, sin saber qué pasa con sus vecinos, mientras miran aterrados las imágenes de la “inseguridad Pero la historia de nuestro pueblo nos dice que sólo ganar las calles con la movilización y el contacto solidario, puede fundamentar la consecución de nuestros derechos.
Ante el asalto a la vivienda de la madre de una hermana desaparecida y madre de una querida compañera , sometida a la intromisión y requisa de su domicilio, el robo de sus bienes y sus pertenencias más preciadas y ligadas a sus afectos, los golpes brutales y la simulación de tortura con picana, durante más de tres horas, sin que haya intervenido la autoridad policial que, regularmente, recorre el barrio, a pesar del evidente retiro de una reja por parte de los atacantes, Herman@s de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia intenta reflexionar. No podemos mirar indiferentes.
El pueblo no debe ceder al engaño de creer que sólo el encierro en nuestras casas y la presencia de fuerzas que no garantizan nuestra seguridad aliviará nuestros padecimientos. No podemos aceptar las prácticas de la dictadura por parte de ningún miembro de la sociedad, uniformado o civil. Tal vez algún juez considere que este segundo ultraje a la madre de nuestra compañera es menos grave porque ya hubo otros anteriores.
Los políticos que gobiernan y los que aspiran a hacerlo no deben ceder a las presiones de quienes nos dicen que la mano dura y las cámaras que nos vigilan son la solución. Los legisladores deben legislar y los jueces aplicar las leyes. Sólo el Pueblo, manifestándose en la calle y haciéndola suya, organizándose solidariamente, puede construir y exigir el respeto de los Derechos Humanos. Los Derechos de todo el Pueblo. Los Derechos de todos los Pueblos.
Porque todo el que sufre injusticia es nuestro hermano.
30.000 compañeros detenidos desaparecidos ¡PRESENTES!
¡Ahora y Siempre!
No olvidamos
No perdonamos
No nos reconciliamos
Juicio, castigo y cárcel común y efectiva a los genocidas
Aparición de Julio López y esclarecimiento del asesinato de Silvia Suppo
Herman@s de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia
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