Brasil: Reforma Agraria de los trabajadores
Entrevista a Joao Pedro Stedile, dirigente del Movimiento Sin Tierra, realizada
por José Correa
-¿Cómo podemos, sumariamente, diagnosticar hoy la estructura agraria de la
sociedad brasileña?
El primer aspecto central es la estructura de propiedad de la tierra. Analizando los
datos estadísticos y su evolución, observamos no sólo que ella continúa concentrada,
sino también que esta concentración viene aumentando. Tenemos de un lado, cinco
millones de establecimientos rurales con hasta cien hectáreas y, de otro, 50 mil
propietarios que poseen encima de mil hectáreas. Hay una polarización social muy
grande entre una amplia mayoría que posee poca o ninguna tierra y una minoría de
familias que son dueños de la mayor parte de las tierras.
Dentro de todo eso, tenemos los extremos que son una verdadera aberración. De un
lado 4.8 millones de familias que no tienen tierra y que son super explotados de
forma vil en el medio rural, que hoy viven como "bóias frias", "meeiros",
arrendatarios, propietarios o hijos de agricultores. De otro lado, tenemos las grandes
empresas. Sólo Jari o Manasa poseen más de dos millones de hectáreas de tierra
cada una. Y 40 grupos económicos, cuya acumulación no se basa en la explotación de
tierra, que son bancos, constructoras e industrias, poseen 22 millones de hectáreas
(como Bamerindus, Safra, Bradesco, Itamarati, Odebrecht). La burguesía brasileña
siempre invirtió en tierra como reserva de valor. Sólo que ahora esta inversión
genera un enorme problema social.
La burguesía modernizó el campo manteniendo esta estructura de propiedad con tres
objetivos muy claros. En primer lugar, modernizó un amplio sector de producción en
líneas para la exportación como soya, tabaco, azúcar, maní y naranja. Tenemos
también un sector exportador basado en la ganadería extensiva, que abarca enormes
extensiones de tierras productivas en el Sudeste y Centro-Oeste. Hoy exportamos en
torno de 10 mil millones de dólares de productos agrícolas, lo que significa casi
30% del PIB agrícola. Eso es un valor muy alto.
Su segundo objetivo fue producir alimentos baratos para el mercado interno,
manteniendo el salario mínimo muy bajo. Para que el trabajador pueda sobrevivir con
64 dólares, tiene que tener por lo menos una comida muy barata y, de hecho, los
precios internacionales, los productos agrícolas en Brasil son muy baratos. Eso fue
obtenido a través de un sistema de integración de la agro-industria y de explotación
del trabajo de los pequeños agricultores.
Y el tercer objetivo que la burguesía siempre tuvo con nuestra agricultura fue
mantener el Nordeste como una reserva permanente de mano de obra para la
industria. Ella nunca tuvo como meta desarrollar allí la agricultura. Hoy su proyecto
para la región es desarrollar el turismo en áreas del litoral y en algunos bolsones de
producción de frutas tropicales para la exportación, que se encuadran en el primer
objetivo. La propia producción de caña de azúcar fue la falencia; prefirió modernizar
las usinas del Sudeste. El algodón desapareció del Nordeste; no consiguieron ni
combatir la plaga del "bicudo". Hoy, desde el punto de vista agrícola, el Nordeste está
completamente abandonado.
Este es un rápido rayo-equis de lo que es la estructura agraria en el país: un sector
moderno volcado a la exportación, pequeña propiedad orientada al mercado interno y
ningún proyecto de la burguesía de desarrollar la agricultura como un pilar de la
economía nacional, como aconteció en Europa o EE.UU.
¿Qué problemas fundamentales tienen que ser atacados a partir de este
diagnóstico del campo?
Creo que se destacan seis problemas:
1) La concentración de la propiedad de la tierra: es un absurdo que se mantenga esta
estructura de propiedad de la tierra.
2) La forma cómo están siendo utilizadas estas tierras: en decurrencia de esta
concentración de propiedad y poder, hoy tenemos 360 millones de hectáreas
cultivables en el Brasil y, sin embargo, sólo 60 millones son trabajadas. Eso es
una vergüenza. como una reorganización de la estructura agrícola podríamos
colocar 200 millones de hectáreas, para producir granos y alimentos, dando al
Brasil un papel destacado en la producción mundial. El capitalista brasileño no es
agricultor, es desperdiciador. Tenemos relativamente los suelos más ricos del
mundo, y utilizamos muy mal la tierra.
3) La producción: las tierras que están siendo ocupadas son mal utilizadas. Tenemos
el problema de la ganadería extensiva. Cómo se puede practicar una ganadería
extensiva aquí en Sao Paulo, a dos horas del mayor mercado consumidor de
América Latina o dedicar estas tierras a producir alcohol? Tenemos que producir
alimentos y generar más bienestar para la población y no simplemente exportar o
producir materias primas para la industria.
4) El éxodo rural: la población rural, sobre todo los jóvenes, no ven más futuro en la
agricultura. No obstante que el proceso de urbanización es normal en cualquier
país, la velocidad con que ello se dio en el Brasil no tiene nada de normal. En los
últimos veinte años, 30 millones de brasileños salieron del campo hacia la ciudad.
5) El semi-árido del Nordeste: tenemos que resolver el problema de la sequía y de la
concentración de las aguas. Eso es un problema nacional serio porque en el
semi-árido existe en torno de 10 millones de campesinos viviendo en condiciones
sub-humanas. Para transformarlos en ciudadanos con acceso a la escuela, a la
alimentación, dejando de ser masa de mano de obra de los latifundistas,
precisamos resolver los problemas de la sequía y de la concentración de las aguas
y de las tierras.
6) El modelo tecnológico: el Brasil adoptó un modelo agrícola dependiente de la
tecnología del Primer Mundo, de las industrias multinacionales que sólo nos
quieren vender insumos, máquinas agrícolas y agrotóxicos. Estamos haciendo una
agricultura completamente predadora. Nadie sabe qué futuro tendrán nuestros
recursos naturales. Podríamos producir mucho más con otros métodos.
Precisamos reconstruir nuestro modelo de producción agrícola basándonos en
otros fundamentos tecnológicos que aumente la producción y la productividad,
respetando la naturaleza, en equilibrio con los recursos naturales a que tenemos
acceso.
¿Cuáles son las características básicas de la reforma agraria en el Brasil?
La reforma agraria que el MST y la mayoría de las organizaciones de los trabajadores
del Brasil sustentan, es una reforma agraria que sea capaz de atacar estos problemas.
Es imposible hacer una reforma agraria seria en el país sin quebrar el monopolio de
la tierra, concentrada en las manos de 50 mil familias, sin hacer una amplia
distribución de estas propiedades encima de mil hectáreas. Es imposible resolver el
problema de la sequía del Nordeste sin expropiar los latifundios que tienen agua.
Para cada problema apuntado, la reforma agraria tiene que desarrollar medidas que
ataquen sus raíces, ecuacionándolos.
El problema agrario no es un problema nacional, es un problema de clase. Depende
de los intereses de qué clase analiza el problema. Desde el punto de vista de la clase
trabajadora, existen graves problemas agrarios que aún precisan ser resueltos.
Desde el punto de vista de la burguesía la reforma agraria no es necesaria. Si
entrevistáramos a Delfim Neto u otro ideólogo de la clase dominante, el ciertamente
va a defender que no existe problema agrario, que el capitalismo se está
desarrollando, que la exportaciones crecen, que la producción agrícola está
aumentando.
El gobierno todos los años propagandiza nuevos rédords en la producción ¡pura
mentira!. Nosotros, con 60 millones de hectáreas, cogeremos este año 74 millones
de toneladas de granos. La China, con 90 millones de hectáreas y con mínimo acceso
a insumos modernos, produce 300 a 400 millones de toneladas por año;
distribuyendo correctamente estos alimentos, consigue alimentar a 1.4 mil millones
de personas. Y nosotros, con las tierras más fértiles del mundo, con 300 millones
Has. de tierras cultivables, no conseguimos alimentar 150 millones de personas.
Según los datos del gobierno, tenemos 32 millones que pasan hambre y más de 65
que se alimentan mal: 97 millones no se alimentan de acuerdo con sus necesidades.
La burguesía y otros 40 o 50 millones que comen bien deben pensar que nosotros
somos radicales o comunistas porque ¡luchamos por la reforma agraria!
Usted defiende una reforma agraria hecha por los trabajadores y no una
donación de tierras por el gobierno. Pero, ¿cómo la diversificada población del
campo puede constituirse como sujeto de defensa de sus intereses?
No debemos aferrarnos a los modelos clásicos, en los cuales un segmento del
campo debería ser la vanguardia seguida por todos los otros. Lo que va haber aquí es
una conjugación, una acción complementaria de varias fuerzas sociales y políticas.
Los varios movimientos sociales en el campo -los movimientos de los Sin Tierra, de
los afectados por las represas, de los extractores de resina, contra la sequía en el
Nordeste, de los peladores de coco de babacu, de la Transamazonía-, se van
conformando como agentes que luchan por transformaciones en el medio rural. Sin
embargo, como organización pueden estar carentes de una propuesta elaborada de
reforma agraria y no darse cuenta del papel político que están desempeñando, todos
esos movimientos y formas de lucha trabajan en la misma dirección, para la
realización de una reforma agraria que transforme la agricultura brasileña. Son como
pequeños riachuelos que engrosan ríos mayores, hasta llegar al mar.
Evidentemente que los sectores más marginalizados por el desarrollo capitalista,
como los sin tierra, los asalariados rurales, los micro y pequeños agricultores y las
fuerzas que van a ayudar a organizarlos, tenderán a movilizarse primero y en gran
número. Más de 50 hectáreas para abajo, igual los pequeños propietarios se sentirán
estimulados a participar de grandes luchas de transformación, porque en el proyecto
capitalista mismo quien tiene 50 hectáreas no está con futuro. Ellos son parte
interesada del proyecto.
Tenemos que tener en cuenta también las consecuencias de la alteración del peso
relativo de la ciudad y del campo. En los años 60, la población rural fue mayoría.
Hoy nosotros somos minoría: apenas 22% de la población está en el medio rural. A
veces surge en nuestro movimiento la pregunta: siendo una minoría en la sociedad,
¿cómo conseguiremos transformar la agricultura? Sólo podemos responder a ella
comprendiendo que hoy la reforma agraria y los problemas agrarios que apunté son
problemas agrarios de toda la clase trabajadora y no sólo del campesinado.
En la visión clásica de la cuestión agraria en la izquierda -tal como presentía la
Revolución Rusa o como Marx colocaba el problema de la expropiación y de la
quiebra del monopolio de la tierra-, la relación entre los trabajadores de la ciudad y
del campo era colocada de forma diferente, como una alianza con los campesinos;
los campesinos tienen el problema de la tierra y para viabilizar un proceso
revolucionario, el obrero va aliarse con ellos, garantizándole en cambio la tierra.
Sólo que hoy estos problemas agrarios afectan a la clase trabajadora como un todo y,
por tanto, estos cambios ligados a la reforma agraria dependerán también de la
movilización de las amplias masas de la clase trabajadora urbana.
Es por eso que la construcción de la Central Unica de Trabajadores, la organización
de los pequeños agricultores dentro de la CUT y los planteamientos políticos de la
CUT son una enorme contribución para la reforma agraria. La reforma agraria en
Brasil no va a ser sólo conquista de los sin tierra o del campesinado; va a ser una
conquista de todos los trabajadores y en su realización participarán todos ellos. La
ocupación de las tierras es parte de la lucha por la reforma agraria, aquella que
repercute más, pero ella va a implicar varias formas de lucha, cuya sumatoria irá
creando un campo social capaz de llevar al frente una reforma agraria hecha con
nuestra participación y no sólo como resultado de un plan de gobierno bien hecho.