El problema de la tierra en Brasil

2001-06-01 00:00:00

La concentración de la tierra

En Brasil la distribución de la tierra es una de las más dramáticas del mundo, por los
contrastes que registra: cerca del 1% de los propietarios posee cerca del 46% de
todas las tierras; mientras que al 90% de los propietarios le corresponde algo menos
del 20% de las propiedades. Todo esto con el agravante de que tan solo se cultiva un
poco más del 50% de las tierras cultivables y de que en el país existen unos 4.8
millones de familias de trabajadores rurales sin tierra.

La concentración de la tierra trae aparejada la concentración de la propiedad de los
medios de producción, del poder económico, de la renta y del poder político en el
medio rural, lo que repercute en una sociedad permanentemente conflictiva entre una
minoría de propietarios y un gran sector de la población que, si no está explotado, se
ve excluido de las fuentes de trabajo.

Los graves problemas agrarios que existen son resultado de la modalidad del
desarrollo implementado en el país, particularmente en materia agrícola. Pese a la
gravedad de tales problemas, éstos tan solo son reconocidos como tales por los
trabajadores y la población en general, más no por la élite dominante, beneficiaria
directa de ese esquema de desarrollo que le significa mayor oportunidad de lucro y
poder.

La utilización de la tierra

La forma como se utiliza la tierra no responde a los intereses de la sociedad como
un todo y, mucho menos, de los trabajadores. No se aprovecha el enorme potencial
que los recursos naturales disponibles representa para el progreso económico y el
bienestar de toda la población. De las aproximadamente 400 millones de hectáreas
tituladas como propiedad privada, apenas 60 millones son utilizadas para la labranza.
La inmensa mayoría de las tierras están ociosas, son mal aprovechadas,
sub-utilizadas, se destinan a la pecuaria extensiva o, simplemente, a la especulación o
reserva de valor.

Según datos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA),
existen en Brasil cerca de 100 millones de hectáreas de tierra ociosas, localizadas en
las grandes propiedades y que podrían ser aprovechadas (y de acuerdo a la ley actual,
expropiadas).

La utilización de la tierra responde únicamente a la lógica de maximización del lucro
y se transformó en un grave problema para la sociedad. En muchas regiones próximas
a las grandes ciudades, las tierras tan solo han servido como área para los
pasatiempos de las clases dominantes.

Lo que se produce

La producción obtenida en las 60 millones de hectáreas cultivadas, es insuficiente
para atender las necesidades de la población. Es irrisoria, si se tienen en cuenta los
avances tecnológicos y la productividad promedio que registran otros países. Se
produce apenas 75 millones de toneladas de granos. En otros países con similares o
peores condiciones climáticas y de suelo, la producción llega a ser cuatro veces
mayor.

Las mejores tierras se destinan a monocultivos para la exportación como: caña, café,
algodón, soya y naranja. En tanto que la producción de alimentos básicos para el
mercado interno está prácticamente represada. En tal medida, existe una mala
distribución de la producción agropecuaria y la mayoría de la población brasileña no
logra tener una dieta alimentaria acorde al menos con las necesidades básicas. Así,
existen 32 millones de personas que pasan hambre todos los días y otras 65 millones
que se alimentan por debajo de las necesidades.

Exodo rural y migración

La migración de las poblaciones rurales hacia los conglomerados urbanos es un
proceso natural y constante en todas las sociedades y a lo largo de las civilizaciones.
No obstante, en el caso brasileño, resultan espantosos la velocidad y el volumen de
las personas que tuvieron que migrar de sus comunidades rurales de origen, al ser
expulsadas del campo y verse obligadas a buscar las ciudades como única posibilidad
de sobrevivencia.

Según estadísticas oficiales, en el período de 1970-90, cerca de 30 millones de
personas migraron hacia las ciudades, sobre todo a las grandes ciudades, dando
origen a la formación de nuevas metrópolis. Y esto está generando enormes
problemas sociales y económicos para las personas que migraron y para las ciudades
que las recibieron.

Hubo también una intensa migración interna con la cual millares de familias se
desplazaron de una región a otra en busca de trabajo y del sueño de la tierra para
trabajar. Asimismo, más de 500 mil personas emigraron a Paraguay, Bolivia y
Argentina en busca de trabajo en el campo. Y hoy la mayoría desea regresar a Brasil.

Las condiciones de trabajo

Las condiciones de trabajo y las relaciones de dominación y explotación
prevalecientes, en especial frente a los asalariados rurales, son una afrenta a la
dignidad humana. Muchos asalariados son tratados como esclavos. Los derechos
laborales y sociales establecidos en la Constitución son completamente
irrespetados. Pero además, desconocidos por los propios trabajadores. Basta decir
que, el 65% de los asalariados rurales ni siquiera posee registro de trabajo firmado.
O que tan solo el 40% de los trabajadores asalariados tiene trabajo todo el año. Los
demás viven entre el trabajo temporal y el desempleo.

Los salarios pagados en el medio rural están siempre por debajo de lo requerido para
atender las necesidades mínimas de alimentación.

Las condiciones de trabajo en los establecimientos de producción familiar también
son deshumanas, involucrando a los niños y a toda la familia, por períodos que llegan
hasta las 14 horas diarias.

Las condiciones de vida en el campo

Las condiciones de vida de la población del medio rural han mejorado en algunas
regiones, especialmente en el sur y sudeste; pero la inmensa mayoría de los
habitantes del campo continúa al margen de los beneficios del progreso económico y
del avance de las fuerzas productivas.

Los indicadores sociales de las regiones rurales sobre el consumo de luz eléctrica,
utilización de electrodomésticos, niveles de alfabetización, nivel de escolaridad,
número de médicos, nivel de renta per cápita, son alarmantes y se equiparan a las
regiones más pobres del mundo. Revelan el grado de discriminación social,
económica y política a que fueron sometidas por las oligarquías y élites rurales.

En el medio rural existe hambre. De los 32 millones de brasileños que pasan hambre
diariamente y son considerados indigentes, más de la mitad vive en el campo.
Además, la miseria aumenta día a día.

La situación de la mujer en el campo

Entre las personas que viven en el campo las que más sufren las pésimas condiciones
de vida son, sin duda alguna, las mujeres y la niñez. Las mujeres realizan una doble
jornada de trabajo, dedicándose a las actividades domésticas y al trabajo en la
producción. La mayoría no recibe nada por su trabajo. No participa de las decisiones
de la economía familiar. Son las mujeres quienes sufren por la falta de atención de
salud para sí y para sus hijos. A ello se agrega la condición generalizada de prejuicios
y discriminaciones por la práctica del machismo en el medio rural, que somete a la
mujer a una condición inferior.

El modelo tecnológico de desarrollo de la agricultura

El modelo de desarrollo adoptado en la producción agrícola brasileña únicamente
sigue la lógica de maximización de las ganancias. Existe una permanente propaganda
ideológica que exalta los avances y la modernidad en el campo, no obstante que son
visibles las consecuencias adversas y la completa inadecuación de la tecnología
utilizada en el medio rural a la realidad de los trabajadores y a los recursos naturales.

El modelo escogido es una mera copia de los países capitalistas centrales y
únicamente responde a la lógica de consumo de los insumos industriales ofertados
por las empresas multinacionales. Ese modelo representa hoy un enorme problema
que compromete: el potencial de producción, la eficiencia y la calidad de los
productos, así como la disponibilidad de los recursos naturales para las generaciones
futuras.

Tal concepción de desarrollo agrícola, basada en ese paquete tecnológico, ya
ocasionó enormes perjuicios sociales y al medio ambiente. Entre otros:
contaminación de aguas, deforestación, destrucción de la flora y fauna, degradación
de los suelos y uso depredador de todos los recursos naturales disponibles.

La dominación política e ideológica

El resultado de la concentración de la propiedad de la tierra, de los medios de
producción, de la producción, de la renta y del poder económico por parte de una
minoría que domina el medio rural, se traduce en un régimen político de permanente
explotación y dominación de los trabajadores rurales, en el cual son sometidos a
todo tipo de injusticias y discriminaciones. La democracia, la libertad, los derechos
a la ciudadanía son tan solo un sueño. Y, además, son desconocidos por la inmensa
mayoría de los trabajadores del campo.