La lucha por la Reforma Agraria en Brasil y EL Movimiento Sin Tierra

2001-06-01 00:00:00

Brasil, el coloso de Sudamérica, que por su dimensión territorial (8´511. 965 km2) y
el número de habitantes (160 millones) ocupa el quinto lugar en la escala mundial, y
que por su economía se le asigna el casillero número nueve, tiene la triste suerte de
ser el primero en lo que a mayor concentración de la renta se refiere. Según datos
del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, los ingresos del 1% más rico de la
población (13.9% del total) superan a los que corresponden al 50% más pobre
(12.0%). El 50% más rico se apropia del 88.0% del total de los ingresos.

Así, mientras, por un lado, los indicadores hablan de este país como una potencia
económica (para 1993 tenía un PIB de US$ 446 mil millones de dólares); por otro
lado, los cálculos oficiales reconocen que 32 millones de brasileños sobreviven en
la pobreza absoluta.

Haciéndose eco de esta realidad, el presidente Fernando Henrique Cardoso señaló
durante su campaña electoral que Brasil no es un país subdesarrollado, sino "un país
injusto". Sin embargo, desde que asumió el poder a inicios de 1995, desairando
olímpicamente a sus electores que esperaban la adopción de medidas de justicia
social, colocó al centro de su gestión la modernización neoliberal, precisando que
estaba "firmemente decidido a adoptar los dictámenes del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Mundial para ajustar la economía a las normas de la
mundialización".

Bajo esta perspectiva, Cardoso no dudó en utilizar todos los recursos del poder para
desactivar las protestas sociales que se le fueron presentado en el camino, tal el caso
de la huelga de los trabajadores petroleros en defensa del patrimonio nacional que
fue rota sin contemplación alguna. Cuando parecía que el escenario era todo suyo, el
país se vio sacudido por el viejo problema de la distribución de la tierra. En este
hecho gravitaron las movilizaciones protagonizadas por los trabajadores rurales sin
tierra, sobre todo vía ocupación de propiedades improductivas, y la gran solidaridad
ciudadana que ellas generaron.

El impacto fue tal, que el gobierno se vio forzado a incluir el tema de la reforma
agraria en la agenda política y a reconocer al Movimiento Sin Tierra (MST) como un
actor clave en la lucha por esta causa. Esta conquista, con toda la importancia que
tiene, resulta parcial hasta que no se traduzca en resultados concretos. Para que ello
ocurra la solidaridad internacional tiene un rol que cumplir, desarrollando acciones
para que el gobierno brasileño entienda que la justa causa de los sin tierra es una
causa de todos los sectores democráticos del mundo. Con este propósito a
continuación presentamos los planteamientos del Movimiento Sin Tierra sobre la
lucha por la reforma agraria en Brasil.
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Brasil, el coloso de Sudamérica, que por su dimensión territorial (8´511. 965 km2) y
el número de habitantes (160 millones) ocupa el quinto lugar en la escala mundial, y
que por su economía se le asigna el casillero número nueve, tiene la triste suerte de
ser el primero en lo que a mayor concentración de la renta se refiere. Según datos
del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, los ingresos del 1% más rico de la
población (13.9% del total) superan a los que corresponden al 50% más pobre
(12.0%). El 50% más rico se apropia del 88.0% del total de los ingresos.

Así, mientras, por un lado, los indicadores hablan de este país como una potencia
económica (para 1993 tenía un PIB de US$ 446 mil millones de dólares); por otro
lado, los cálculos oficiales reconocen que 32 millones de brasileños sobreviven en
la pobreza absoluta.

Haciéndose eco de esta realidad, el presidente Fernando Henrique Cardoso señaló
durante su campaña electoral que Brasil no es un país subdesarrollado, sino "un país
injusto". Sin embargo, desde que asumió el poder a inicios de 1995, desairando
olímpicamente a sus electores que esperaban la adopción de medidas de justicia
social, colocó al centro de su gestión la modernización neoliberal, precisando que
estaba "firmemente decidido a adoptar los dictámenes del Fondo Monetario
Internacional y del Banco Mundial para ajustar la economía a las normas de la
mundialización".

Bajo esta perspectiva, Cardoso no dudó en utilizar todos los recursos del poder para
desactivar las protestas sociales que se le fueron presentado en el camino, tal el caso
de la huelga de los trabajadores petroleros en defensa del patrimonio nacional que
fue rota sin contemplación alguna. Cuando parecía que el escenario era todo suyo, el
país se vio sacudido por el viejo problema de la distribución de la tierra. En este
hecho gravitaron las movilizaciones protagonizadas por los trabajadores rurales sin
tierra, sobre todo vía ocupación de propiedades improductivas, y la gran solidaridad
ciudadana que ellas generaron.

El impacto fue tal, que el gobierno se vio forzado a incluir el tema de la reforma
agraria en la agenda política y a reconocer al Movimiento Sin Tierra (MST) como un
actor clave en la lucha por esta causa. Esta conquista, con toda la importancia que
tiene, resulta parcial hasta que no se traduzca en resultados concretos. Para que ello
ocurra la solidaridad internacional tiene un rol que cumplir, desarrollando acciones
para que el gobierno brasileño entienda que la justa causa de los sin tierra es una
causa de todos los sectores democráticos del mundo. Con este propósito a
continuación presentamos los planteamientos del Movimiento Sin Tierra sobre la
lucha por la reforma agraria en Brasil.