Asesinato despiadado contra las mujeres y la indiferencia excluyente
Pareciera no ser cierto lo que sigue sucediendo en nuestro país Guatemala: el imparable asesinato despiadado, la violencia extrema y la indiferencia excluyente de la justicia guatemalteca en contra de las mujeres del campo y de la ciudad.
No es posible que haya más preocupación de otros países de lo que sucede en nuestra nación. Hace dos semanas un diario estadounidense denunció en su editorial la falta de acción de las autoridades guatemaltecas en los innumerables asesinatos violentos de mujeres ocurridos en los últimos cinco años. ¿A qué se debe esa “amnesia” señores servidores públicos? No pueden ni deben seguirse haciendo de la “vista gorda”. ¿No les lastima el alma que se esté asesinando con esa increíble saña a las que dan vida a los seres humanos ?
Sólo por mencionar algunos casos. En esta semana, los policías que mataron a la niña Lucía de los Ángeles Mijangos Villagrán de 4 años. Las partes del cuerpo de una mujer repartidas en cuatro bolsas plásticas. La maestra que fue secuestrada, maltrada y torturada, aparte de despojarla del dinero que llevaba. En las comunidades mayas y campesinas las mujeres tienen miedo de salir a las calles, por temor a las maras (pandillas) o miembros del ejército. La confrontación entre las maras y fugas de reos de alta peligrosidad, llega a repercutir en nuestras comunidades. La mujeres que conocemos y hacemos uso de nuestros derechos somos amenazadas de muerte por hombres (varios hechos ya denunciados).
La descomposición social es tan grave que hasta en las comunidades más recónditas aparecen letreros de maras y pandillas. ¿Dónde están las acciones educativas que debe impulsar el estado? Y ¿Por qué no se retoman los principios y valores mayas para superar la mentalidad perversa de nuestra juventud?
En lo que va del año son ya más de 555 mujeres asesinadas, entre ellas varias hermanas mayas y campesinas. Hasta el 10 de junio pasado un diario nacional publicó el informe de Amnistía Internacional sobre el homicidio femenino: 1,188 mujeres asesinadas en cuatro años. Es un estudio sobre la brutalidad sin límites, la discriminación y la impunidad que reflejan la indolencia con que las autoridades guatemaltecas encaran la violencia contra las mujeres.
El desempleo, la pobreza y la crisis económica que estamos viviendo está generando mucha más violencia intra familiar. Hay necesidad de abordarla y tratarla. Muchas de nosotras tenemos que aguantar tanto dolor y agresiones. Con nuestros victimarios muchas veces compartimos la misma casa. Los tribunales de justicia e instituciones encargadas del estado deben poner atención especial a las mujeres mayas y campesinas. Es su obligación. Recuerden que las víctimas carecen de los recursos económicos para pagar abogados y para hacer viajes constantes hacia la capital. Complica el hecho de no hablar el castellano y sobre ello que el agresor no la deja libre.
No queremos quedarnos calladas ante esta tétrica matanza, por un lado; como tampoco ante los innumerables maltratos y violencia intrafamiliar. Los causantes de estos hechos están fuera de sí porque pierden totalmente su sentido humano. Igualmente los que se supone que deben hacer justicia, con Oscar Berger a la cabeza. Percibimos también una sociedad casi nada sensible a estos hechos; y por ello mismo como que esa actitud nos llevara a la violencia extrema. Si el estado no toma acciones concretas y contundentes ante este flagelo, se convierte en cómplice.
De hecho el estado tiene mucho que ver con las causas de esta violencia. Es la falta de oportunidad y exclusión de las mayorías en todos los niveles de atención. Se atienden sólo los intereses empresariales sin tomar en cuenta las propuestas y exigencias de los pueblos. Hay interés por impulsar proyectos metropolitanos y desatender a las comunidades mayas y campesinas. Es entonces un problema estructural por lo que hay que darle una atención estructural. Urge el tratamiento integral.
Pasando a otra realidad guatemalteca. Con los desastres provocados por el Huracán STAN, la mujeres de las zonas rurales deben abrigar a sus hijos porque son ellas las que enfrentan la situación primaria de su familia. Muchas de ellas en este momento están sobrellevando –principalmente las que perdieron hijos, marido, casa y pertenencias- pesadumbre, tristeza, angustias, más pobreza, frustraciones sicológicas y espirituales. Se les ha acentuado más la exclusión, marginación e indiferencia gubernamental y social. Ellas solas deben salir hacia delante aparte de seguir aguantando la discriminación, el racismo y el machismo. Y sin tierras porque no tienen acceso a ella.
El racismo que se dio en la emergencia contra las mayas fue muy evidente. No se tomó en cuenta que ellas utilizan güipil y corte regionales. Por lo que desatendieron esa realidad. Las mujeres mayas no utilizan ropa de ladina. Siguen hoy día sin recibir ropa, principalmente las que perdieron todo. Esperamos que se supere este vergonzoso acto en la reconstrucción del país. La mayoría de las personas damnificadas son de origen Maya.
En el convenio 169 de la OIT, en el artículo 20 literal d, dice que “las mujeres indígenas deben gozar la igualdad de oportunidades de tratos digno en el empleo y protección en contra del hostigamiento sexual”. Lamentablemente este ideal a favor de ellas es no está más que escrito y olvidado en un documento. A diario se violan y comenten atrocidades en su contra. Y el gobierno, “bien gracias”. O ¿acaso sólo el gobierno tiene la culpa de todo?
Ante estas y otras situaciones sumamente difíciles que debemos ir superando día a día, las mujeres de CONIC alentamos a las compañeras nacionales y a las del continente de América, quienes se debaten en el campo y en la ciudad bajo el yugo de las estructuras de muerte, para que sigamos luchando sin desanimarnos.
• Nos unimos combativamente a los ideales de las mujeres campesinas nucleadas en la Coordinadora Latinoamérica de Organizaciones del Campo, CLOC, quienes se reunieron recientemente en Buenos Aires, Argentina, para definir sus acciones.
• Articulemos nuestras luchas en todos los niveles para que se respeten y se cumplan nuestros derechos y nuestras exigencias. Sólo así podremos ir mejorando nuestras condiciones y se respete nuestra dignidad de mujer.
• A las mujeres de las comunidades les decimos que estamos con cada una de ellas en todos esos proyectos de esperanza. Fortalezcamos nuestra organización. Pongámonos de acuerdo para se haga realidad nuestros sueños e ilusiones de vida. Que se nos respete porque ya no soportamos políticas de exclusión, racismo y discriminación.
• Participemos con calidad y altura en la toma de decisiones desde el hogar hasta donde lo podamos hacer. Sobre todo en la lucha para adquirir las tierras que siempre nos han negado los sistemas totalitarios. Fortalezcamos así nuestro liderazgo.
• Denunciemos y exijamos para que se haga justicia. No debemos quedarnos calladas ante tanto asesinato, tanta violencia intrafamiliar y tanta indiferencia excluyente en nuestra contra. Tenemos la obligación de cambiar esas viejas estructuras de dominación y explotación, ganando así cada día igualdad en derechos, oportunidades y obligaciones en todos los niveles.
¡SIN LA PARTICIPACIÓN DE LA MUJER. . . . . .NO HAY LIBERACIÓN!
COORDINADORA NACIONAL INDÍGENA Y CAMPESINA, CONIC.
Miembro de CNOC, UASP, MICSP, Waq’ib’ Kiej, CLOC y Vía Campesina Internacional.