Siete años cumple ANAMURI

2005-06-10 00:00:00

En medio del quehacer cotidiano de nuestra Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas y de las múltiples actividades que a diario se desarrollan, para enfrentar los retos que desde su inicio nos impusiéramos al ser una organización nacional que, en medio de la agonía de nuestro sector, levantáramos las banderas de lucha, para decir al mundo que la agricultura campesina no ha muerto ni morirá, porque cada día son más las conciencias que despiertan y despertamos, para hacer frente a la grave situación de pobreza y desigualdades en el campo.

ANAMURI es la expresión de los nuevos movimientos, que surge con fuerza y decisión para construir alternativas al neoliberalismo. Pareciera esto, como un desafío muy grande para una organización de mujeres que en sus filas reúne a los sectores sociales más excluidos, como somos nosotras mismas por ser mujeres, además campesinas, indígenas, temporeras, etc.

ANAMURI nace inmersa en la lucha de los campesinos y campesinas de América Latina, al calor del aglutinamiento de los movimientos sociales para buscar y proponer caminos que nos lleven a la creación de nuevas relaciones sociales, antimercantilistas, solidarias y justas.

ANAMURI es una organización que durantes estos 7 años de vida ha tratado, con mucho esfuerzo, de ser un movimiento con conciencia y de lucha contra los antivalores que impone el modelo, rescatando nuestra cultura, valorizando el saber y la ciencia de nuestros sabios y sabias; defendiendo nuestra biodiversidad y la vida campesina, porque los seres humanos somos naturaleza y, como tal, vivimos de ella y somos parte de ella.

Por eso, nosotras, las primeras agricultoras de la tierra, las descubridoras de las semillas defendemos nuestros derechos: a ser personas soberanas, a construir pueblos y comunidades soberanas, a defender la soberanía alimentaría como fuente de dignidad, identidad, vida y salud.

Siete años hemos caminado por todo el territorio nacional, encendiendo muchas luces, haciendo renacer esperanza, visibilizando nuestro importante rol como mujeres trabajadoras de la tierra, sembradoras, productoras, cosechadoras. Por nuestras manos comienza la exportación de nuestros frutos y nace nuestra conciencia de lucha por nuestros derechos, por nuestra dignidad como trabajadoras.

Siete años hemos ido tejiendo nuestros sueños y utopías que nos hacen mirar hacia delante sin renunciar a nuestra historia y convencidas que las luchas de ayer son el reflejo de este sueño común:

¡Que otro mundo es posible si construimos juntos y juntas caminos de justicia e igualdad!