Del genocidio alimentario a la esperanza

2004-06-17 00:00:00

Permítanme explicarles un par de usos que se les están dando a
los pesticidas. Ambos casos corresponden al uso del mismo
pesticida propiedad de la empresa Monsanto, que seguramente
conocen por la contaminación trasngénica del maíz criollo en
estas tierras..

A finales del año 2000 se puso en marcha el Plan Colombia, que
con una fuerte financiación de Estados Unidos, dicen que
busca la pacificación en Colombia. Aunque en la práctica, sus
prioridades son combatir la insurgencia de los grupos
guerrilleros y erradicar los cultivos de coca, dejando en
segundo término, el verdadero germen del conflicto: las
desigualdades sociales de ese país. Al sistema utilizado para
la erradicación del cultivo de coca no se le puede clasificar
como muy delicado. Las gentes de las zonas afectadas hablaron
de fumigaciones diarias con avionetas, desde las 8 de la
mañana hasta las 4 de la tarde, con un veneno llamado Roundup
que contiene principalmente glisofato, el pesticida al que
hacía referencia, propiedad de la corporación estadounidense
Monsanto. Mientras que en los Estados Unidos o Europa se
aconseja el uso del Roundup en concentración a uno por ciento,
por vía terrestre, sobre malezas, con equipo de protección y
con viento en calma, en Colombia y Ecuador se usa en
concentraciones a 26 por ciento y por vía aérea, sin importar
las condiciones meteorológicas y, por supuesto, sin
protección..

Los datos sobre las consecuencias en las familias de estas
zonas son claros. Según estudios de Acción Ecológica de
Ecuador, ciento por ciento de la población ubicada a cinco
kilómetros de las zonas de las fumigaciones han visto dañada
su salud. Fiebre, diarrea, cefaleas y dermatitis son algunas
de las consecuencias de las fumigaciones. Además un reciente
estudio del médico Adolfo Maldonado confirma que el total de
las 47 mujeres estudiadas presentan lesiones genéticas en 36
por ciento de sus células, con el riesgo que eso les puede
suponer. Las economías de estas familias también salen mal
paradas: se destruyen sus cultivos de subsistencia y mueren
muchos de sus animales de granja. Quizás la previsión del
economista Mailer Mattié va bien encaminada: "en estas
tierras, probablemente, lo único que podrá cultivarse en
adelante serán las semillas transgénicas de Monsanto,
resistentes, como se sabe, al glisofato.".

El glisofato es el veneno más vendido en el mundo y lo
encontramos también como destacado protagonista en el modelo
de república monoexportadora de forrajes transgénicos impuesto
en Argentina. A principios de los años 90, y sin cesar hasta
hoy en día, millones de hectáreas fértiles y diversificadas
de la agricultura Argentina se han convertido en campos de
cultivo de la Soya Roundup Ready, un cultivo genéticamente
modificado de Monsanto al que se le ha introducido resistencia
al glisofato. Las consecuencias las describe de forma clara
el representante del Grupo de Reflexión Rural de Argentina
(GRRA) Jorge Eduardo Rulli: "Inmensos territorios vaciados de
sus poblaciones rurales, cientos de pueblos en estado de
extinción, cuatrocientos mil pequeños productores arruinados
y muchos más endeudados con los bancos debido a la
incorporación de nuevos paquetes tecnológicos con gran
dependencia de los insumos, semillas, herbicidas de Monsanto y
carísimas maquinarias de siembra directa. (...) a la vez que
hicieron posible la mayor transferencia de tierras de la
historia del país. La concentración de campos y la expulsión
de poblaciones sintetizan así el modelo neocolonial impuesto
por el proceso globalizador". También muchos de nosotros -sin
ser espectadores de excepción como Rulli- pudimos ver por
televisión escenas del drama alimentario argentino a finales
de 2001.

Menos conocida es la reacción asistencialista promovida
entonces y conocida como el programa "Soya Solidaria". Plan
que se basaba en la donación por parte de los megaproductores
de un kilo de soya por tonelada exportada, proponiendo nutrir
a la población con esta leguminosa destinada al engorde de
cerdos en Europa de manera que se remplazaba la alimentación
tradicional, inexistente o inalcanzable para los bolsillos de
los exagricultores reconvertidos en pobres de barriadas
periféricas. Según el GRRA, más de dos tercios de la población
infantil argentina sufre de anemias y carencias de hierro,
debido a que muchos niños son alimentados con las mal
denominadas leches de soya, que carecen de calcio y de hierro
y que además inhíben la asimilación de estos dos nutrientes
provenientes de otros alimentos..

Estamos acostumbrados a entender las crisis económicas
originadas desde los conflictos bélicos como en la Colombia
de las guerrillas y el narcotráfico, o en la Argentina de los
años de la dictadura militar o de alta corrupción financiera,
pero quizás deberíamos contemplar ahora este capítulo de
desestructuración familiar y de crisis social y medioambiental
desde la perspectiva de una nueva forma de terrorismo, el
"agroterrorismo". Igual dice el profesor V.M. Toledo, uno de
los defensores de la agroecología como alternativa al modelo
agrobusiness actual: "con muy pocas excepciones, la pretendida
modernización se ha convertido para las áreas rurales del
mundo en un acontecimiento ecológico y culturalmente
distorsionador, puesto que los recursos naturales y las
comunidades campesinas han tendido a ser destruidos y
remplazados por formas modernas de producción basadas en
costes ecológicos, en especialización espacial, productiva y
humana, y una producción exclusivamente orientada al mercado"
que como vemos en Colombia, Argentina y otros rincones del
mundo sólo ensancha la franja de la exclusión..

Si comparten conmigo estos argumentos coincidirán en que poner
en el centro de las luchas sociales la recuperación de la
soberanía alimentaria de los pueblos, es decir su capacidad de
producir y abastecerse con sus propios, característicos y
variados alimentos, es altamente subversivo. Es apuntar a uno
de los elementos claves de esta globalización capitalista.
Apoyar, por ejemplo, tantas iniciativas existentes que hay en
marcha en contra de la imposición de las semillas transgénicas
es apuntar al talón de Aquiles del buque insignia del
capitalismo salvaje. Si se modificaran los modelos agrícolas
extensivos y de exportación basados en los paradigmas de la
Revolución Verde y de la Revolución Biotecnológica que
controlan un puñado de trasnacionales, la humanidad podría
mirar hacia delante con más esperanza..

*Director de Veterinarios sin Fronteras-España

FUENTE: DIARIO LA JORNADA - WWW.LAJORNADA.ES

México D.F. Sábado 12 de junio de 2004.