Sepé Tiaraju. Lider Indígena guaraní

Sepé y las ruinas vivas

2006-02-06 00:00:00

MST Informa nº 108 - viernes 03 de febrero de 2006

Estimados amigos y amigas del MST,

En esta edición queremos socializar la conmemoración de los 250 años de la muerte de Sepé Tiaraju, que tendrá lugar la semana que viene en São Gabriel (RS). El MST se siente orgulloso y seguidor de las lecciones de coraje, lucha, dedicación a la causa, espíritu de sacrificio y sentimiento de amor a la tierra, legados del pueblo guaraní y de Sepé. Antes de morir, en 1756, el guerrero indígena gritó a Brasil y al mundo: "¡esta tierra tiene dueño!" Y el dueño es el pueblo. Nosotros, del MST, tenemos el compromiso de mantener encendida la llama de la soberanía nacional y de la vida digna de todos los brasileños y brasileñas. A continuación, compartimos las palabras del Hermano Sérgio Antônio Görgen, diputado estatal (PT-RS), sobre el tema:

"Sepé y las ruinas vivas"

El día 7 de febrero del 2006 hará 250 años del asesinato de Sepé Tiaraju, considerado en las propias crónicas de guerra del ejército portugués "el mayor de sus generales". Tres días después, ocurrió la Masacre de Caiboté, con el martirio de 1.500 guaraníes misioneros en el actual municipio de Sao Gabriel (RS). Lejos de la leyenda, Sepé es un sujeto histórico concreto, datado, alférez y corregidor del Pueblo de São Miguel Arcanjo. Fue uno de los principales comandantes de la resistencia guaraní-misionera en el cumplimiento del Tratado de Madrid en tierras del actual Río Grande del Sur.

Sus virtudes personales, el conjunto de los hechos que lo rodearon y las circunstancias de su muerte hicieron de él mucho más que un personaje individual. Se transformó en la condensación histórica de la lucha, de los sueños, de lo hechos y del heroísmo de un pueblo. Es un mito fundador que se transformó en símbolo de un proyecto lleno de contradicciones, propias de su tiempo, pero lleno de afirmaciones, conquistas y valores. Sólo basta decir que en los siete pueblos misioneros no había esclavos, triste destino que asolaba casi todas las partes del mundo donde llegó la llamada civilización cristiana europea.

La civilización misionera afirmaba una sociedad de iguales. Se basaba en la propiedad colectiva, en el cuidado de los niños y de los ancianos, en la tierra como un trabajo de todos. La educación básica era accesible y el trabajo hecho con alegría, pues se cantaba al ir y al volver del trabajo diario. Había un diálogo cultural contradictorio y fecundo entre los jesuitas europeos y los amerindios guaraníes, que dio como resultado la democracia y la participación popular en la elección directa de los dirigentes de las ciudades misioneras. Se registró un fantástico desarrollo de las artes, la industria, la agricultura y el ganado.

La lanza portuguesa y la pistola española interrumpieron un rico proceso civilizatorio que ya daba pasos de adulto. Después de la Masacre, sintiendo el significado de esta derrota, los guaraníes toman la iniciativa de incendiar la catedral de São Miguel. Y aquella vigorosa catedral en ruinas permanece en pié parecida a una cicatriz antigua, una cicatriz mal curada en el pasado del pueblo. Es un símbolo vivo de las ruinas muertas. Sepé es el símbolo vivo de las ruinas vivas, de las personas excluidas, pobres, explotadas, olvidadas despreciadas, obstinadas en buscar su lugar en el sol, un pedazo de tierra repartida, empleo digno, una infancia decente, una vejez respetada con su dignidad reconocida. Las ruinas de piedras están en São Miguel de las Misiones. Las ruinas de la gente están en las fabelas, en los campos, en las haciendas, en los bosques, en las prisiones, en las calles, debajo de los puentes, en las fábricas, en los pueblos, en las barracas de plástico negro de los acampamentos, en las áreas indígenas, al lado de los ríos y a la vera de las carreteras. La catedral es memoria visual repleta de belleza plástica. Sepé es memoria peligrosa cargada de sueños revolucionarios.

Aún no fue encarado de frente este nuestro malestar civilizatorio. Hay en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad un sentimiento de culpa mal resuelto. Por eso, para muchos, es más fácil decir que Sepé es una leyenda que reconocer que sólo existimos a cuenta del asesinato de un proyecto civilizatorio infinitamente mejor que el nuestro.

En la tierra de todos, se clavó el latifundio. En el trabajo feliz, se clavó la esclavitud y la explotación. En lugar de pan en todas las mesas, lujo en las mesas de algunos, hambre y miseria en los hogares de muchos. En lugar de dignidad para todos, humillación de las grandes masas que necesitan del favor ajeno para sobrevivir.

Sepé murió luchando. El genera portugués Gomes Freire venció. La furia expansionista de los imperios europeos, bendecidos por una Iglesia aliada de los poderosos, hizo sentir el peso de sus espadas. La masacre brutal destruyó millares de hogares y millares de sueños. Sobre los destrozos de la civilización guaraní se plantaron sesmarías, que hicieron crecer injusticias, desigualdades, odios, dolores y muertes. Este es el proyecto, con las adaptaciones de los tiempos, que impera hasta nuestros días.

Pero de tiempos en tiempos renace de las entrañas de la tierra, en la organización y en las luchas de los pobres, el sueño de un mundo de hermanos, una sociedad de iguales, una tierra de justicias, una vida de dignidad.

Las ruinas de piedras son intocables y como están quedarán, conservadas fielmente. Son la prueba visible de la destrucción promovida por los imperios europeos. Las ruinas de gente pueden continuar siendo ofendidas, pisadas, olvidadas, despreciadas, heridas, reprimidas, dilaceradas y destruidas, pero siempre conservarán la posibilidad de volverse a erguir, superarse, resurgir. Hasta que llegue el día que el sueño se transforme en realidad viva.

Continúan vagando por el Sur de América grupos de guaranís, herederos de etnia y sangre de este proyecto, de los masacrados en Caiboaté. El cuerpo muchas veces vacila, pero la mirada está siempre firme y fija en el horizonte, oliendo e intuyendo los señales de la utopía de llegar un día a la tierra sin males.

De la misma manera el pueblo brasileño, reencontrándose con sus raíces más profundas, clavadas en el tierra fértil de la cantante civilización guaraní, retomará la construcción de este proyecto de sociedad justa y feliz, interrumpida a cañonazos en las proximidades de Rio Grande del Sur en el fatídico febrero de 1756".

Un fuerte abrazo,

Secretaría Nacional do MST.

Mais informaçõmes e: http://www.projetosepetiaraju.org.br/