Posiciones políticas del MST sobre la coyuntura actual

2005-09-07 00:00:00

MST Informa, Año IV - nº 96, martes, 09 de agosto de 2005

Queridos amigos y amigas del MST,

Pensamos que es importante que usted, amigo o amiga del MST, sepa lo que realmente pensamos. El pasado julio, en reunión de la Coordinación Nacional del Movimiento, con más de 250 compañeros y compañeras de todos los estados y sectores, analizamos la coyuntura política y nuestro comportamiento frente a ella. Presentaremos, de forma sucinta, las principales deliberaciones políticas de nuestro Movimiento. Las que orientarán nuestras acciones.

1. Sobre la corrupción.

La corrupción es un método endémico de las clases privilegiadas para apoderarse de recursos públicos en un estado poco democrático. Creemos que existe la corrupción ilegal, que generalmente beneficia intereses personales, y la practicada con métodos legales, aunque inmorales e ilegítimos, que incluye la apropiación de recursos públicos por un grupo económico, un sector específico de la clase dominante o por todos los ricos. Los tipos de interés aplicados en Brasil y las transferencias de recursos públicos hacia los bancos, más de 100 mil millones de reales al año, son un ejemplo inequívoco de ello. Hay otra cuestión importante: de manera general, los medios de comunicación y las elites protegen a los corruptores y nos impiden identificar a los verdaderos culpables. ¿Quiénes son los propietarios de los millones de recursos desviados para campañas electorales? ¿Qué intereses están detrás de las inversiones millonarias en campañas políticas?

Creemos que es imprescindible exigir castigo para todos los casos de corrupción. Y particularmente exigimos cambios profundos en el sistema de representación política y partidaria: es la única posibilidad de combatir la corrupción sistémica que reina en Brasil.

2. Sobre el gobierno Lula.

El pueblo brasileño eligió al gobierno Lula para que hiciese cambios. Votó por el programa de compromisos de campaña que había sido ampliamente distribuido entre la población. El gobierno electo se comprometió también, por medio de una carta a los brasileños, a promover cambios, a pesar de mantener los contratos con el capital. El montaje del gobierno frustró a todos y desfiguró la voluntad manifestada por 53 millones de electores y electoras. Hubo una perversa composición de fuerzas políticas, incluyendo a conservadores y a la derecha, que asumieron puestos destacados en el Banco Central, en los ministerios de Hacienda, de Agricultura y de Desarrollo, Industria y Comercio.

El pasado julio, en medio de una profunda crisis política, el gobierno promovió una reforma ministerial que reforzó todavía más la alianza con sectores conservadores. Por eso decimos que este gobierno está desfigurado. Ya no contamos con el mismo gobierno que elegimos el 2002. No tenemos un gobierno de izquierda, ni de centro-izquierda. Tenemos un gobierno de centro, con la derecha controlando la política económica. Digamos adiós al gobierno del PT y a sus compromisos históricos. Estamos sufriendo las consecuencias de un gobierno ambiguo, compuesto por fuerzas políticas de la sociedad que van desde la derecha hasta la izquierda, y que tienen muy poco que ofrecer. El gobierno perdió la oportunidad, a lo largo de su mandato, de consultar al pueblo sobre cuestiones estratégicas para nuestra sociedad, como la deuda externa, tipos de interés, transgénicos, juegos y apuestas, autonomía del Banco Central, modificación del curso del río São Francisco, Ley Kandir (mediante la que se anularon los impuestos a pagar por circulación de mercancías y servicios de las exportaciones e inversiones de las empresas), etc. Y sin duda el pueblo hubiera optado por los cambios y daría apoyo al gobierno, que prefirió escuchar tan sólo a los políticos tradicionales.

3. El gobierno y la Reforma Agraria

Creemos que la victoria del gobierno Lula representaba una alteración en la correlación de fuerzas y favorecería la Reforma Agraria. Fue elaborado el Plan Nacional de Reforma Agraria, que preveía el asentamiento de 400 mil familias en un período de cuatro años, además de cambios administrativos en el INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria), capacitación de los asentados y armonización de Reforma Agraria con agroindustria. Pasados dos años y medio, constatamos que la Reforma Agraria avanza a paso de tortuga. El gobierno fue incapaz de implementar su propio plan. Faltó coraje para afrontar los obstáculos que la Reforma Agraria ha de superar:

a) se mantiene un estado administrativamente organizado contra los pobres, destinado a atender sólo a los ricos;

b) el gobierno creyó la falsa idea que el agronegocio sería la solución a la pobreza en el campo, pero el agronegocio beneficia únicamente a los exportadores y a las trasnacionales agrícolas;

c) el gobierno no percibió que el mantenimiento de una política económica neoliberal impide la realización de cualquier programa de Reforma Agraria. La política neoliberal recorta recursos presupuestarios, concentra la renta, prioriza exportaciones y desemplea. La política que defendemos distribuye renta, genera empleos, desarrolla el mercado interno y fija al hombre al medio rural. Y la Reforma Agraria no es más que un instrumento de esa política.

Descontentos, hicimos la Marcha Nacional. Durante 17 días reunimos a 12 mil caminantes en torno al mismo objetivo. Conseguimos hacer que el gobierno renovase con nosotros siete compromisos con el objetivo de acelerar la Reforma Agraria. Pero poco fue llevado a la práctica. El compromiso de asentar a 115 mil familias este año se resume, hasta ahora, a aproximadamente 20 mil. Otras 120 mil familias continúan acampadas, esperando en condiciones infrahumanas. La prometida orden ministerial que había de alterar los índices de productividad usados en el cálculo que autoriza las desapropiaciones de tierras no fue publicada hasta el momento. Se trata de un simple acto administrativo dependiente de dos ministros. Estamos cansados de oír a los gobernantes hablar de falta de recursos mientras que los bancos nadan en los miles de millones de reales que el estado les transfiere.

¡El gobierno Lula tiene una deuda inmensa con los sin-tierra y con la sociedad brasileña en la cuestión de la Reforma Agraria!

4. Sobre el PT (Partido de los Trabajadores) y la izquierda.

El MST mantendrá su línea política histórica: es autónomo, tanto en su relación con los partidos políticos como con el gobierno y el Estado. Así nos comportaremos también en esta crisis.

Individualmente, como ciudadanos y militantes sociales, los integrantes del Movimiento se suman a los brasileños perplejos ante la revelación de los métodos que el Partido de los Trabajadores utilizó para hacer política. Las campañas electorales mercantilizaron el voto. Pagadas a peso de oro y dirigidas por técnicos de marketing contratados, se transformaron en el fin. La corrupción ahora denunciada es apenas el fruto del método utilizado. Lo que impresiona es que sectores de la izquierda hicieran uso de los mismos métodos de la derecha, equiparándose a ella. Esto es el fin de lo que llamamos política.

Por eso, defendemos los métodos de la izquierda de hacer política, basados en la defensa de las ideas, en la formación de la militancia, en el trabajo de base y en la organización consciente del pueblo, como única fuerza capaz de realizar cambios en nuestro país, Brasil.

5. Sobre la naturaleza de la crisis.

Consideramos que la crisis que estamos viviendo no se reduce al denuncismo* a la corrupción. Es mucho más grave. Se trata de una crisis de modelo. Los empleos generados, en cantidad mucho menor que la expresada en las promesas de campaña, son insuficientes para atender la demanda de jóvenes que ingresan en el mercado de trabajo. Nos enfrentamos a una crisis social: los pobres luchan para sobrevivir y en varias regiones se ven señales de barbarie social, con el agravamiento de la violencia. Estamos viviendo una crisis política: la población no se reconoce en ese sistema de representación, no tiene el poder político, y no puede ejercitar lo que se establece en la Constitución Federal, que todo poder emana del pueblo. El pueblo desprecia a los políticos y los ve a todos iguales. Todo ello nos lleva a una crisis ideológica, consecuencia de la falta de debate en la sociedad sobre un proyecto para el país. Tememos que se prolongue esta apatía.

* Denuncismo (portugués) define el uso de la denuncia pública para destruir al objeto de la denuncia

6. Quiénes son los enemigos del pueblo

Entendemos que los verdaderos enemigos son las clases dominantes, que se enriquecen cada vez más a costa del pueblo. Son los intereses del capital extranjero que se manifiestan a través de la acción de las transnacionales, de los bancos extranjeros, de la deuda externa, de la transferencia de riqueza hacia el exterior. Son los grandes capitalistas brasileños los que se subordinaron a tales intereses y dejaron el precio a pagar para el pueblo. Es el sistema financiero nacional. Son los latifundistas quienes continúan acumulando tierras y defendiéndolas a toda costa. Es la política del gobierno de George W. Bush, que quiere consolidar América Latina únicamente como mercado para sus empresas estadounidenses y controlar nuestra biodiversidad y nuestras simientes.

El gobierno Lula puede encontrar en el pueblo un aliado para combatir a los enemigos. Pero tiene que mostrar de qué lado está: si con las clases dominantes o con los pobres. De nada sirven las palabras sin acciones. Esta elección ha de hacerse mediante cambios claros en la actual política económica y social.

7. Sobre las salidas a la crisis.

Entendemos que la salida a esta grave crisis no depende tan sólo del gobierno, del presidente, de los partidos políticos o de las elecciones de 2006. Depende también de una amplia aglutinación de todas las fuerzas sociales, organizadas para realizar un verdadero trabajo comunitario en el se debata y construya un nuevo proyecto para Brasil.

Un proyecto de desarrollo para Brasil que priorice ante todo la soberanía popular. Que organice una política económica dedicada a solucionar las principales necesidades de la población: trabajo, renta, tierra, vivienda, escuela y cultura. Un modelo que priorice la vida de las personas, la construcción de una sociedad con menos desigualdades e injusticias sociales. Necesitamos una reforma constitucional que altere el actual régimen político, que incorpore mecanismos de democracia directa. Necesitamos tener el derecho de convocar plebiscitos, de realizar consultas populares. Queremos ver democratizado el sistema de partidos y de representación política.

Todo esto requerirá un largo camino pero hay que empezar a andarlo inmediatamente. Tenemos que estimular el debate en la sociedad, en todos los espacios. Sólo así el pueblo tendrá en sus manos la convicción de que los cambios sociales son consecuencia de su organización y lucha.

Seguiremos formando a militantes y luchadores y luchadoras del pueblo, elevando su nivel de conciencia y de cultura. Necesitamos democratizar los medios de comunicación, construir medios de comunicación alternativos a través de las radios comunitarias y de las televisiones comunitarias y públicas para que el pueblo tenga acceso a informaciones no desvirtuadas.

8. Calendario de movilizaciones

Ante esta evaluación de la crisis y de la coyuntura, convocamos a toda la militancia del MST, a la base de los movimientos de la Vía Campesina y a los movimientos sociales urbanos, para que sumen esfuerzos, se movilicen y se organicen. Llamamos a todos y a todas a participar en las iniciativas que están en curso durante el mes de agosto y que culminarán con la realización de un 7 de septiembre grandioso, capaz de emitir el verdadero grito de los excluidos en el mayor número de ciudades brasileñas. A lo largo del mes de septiembre y octubre realizaremos asambleas estatales populares para discutir un nuevo modelo económico, culminando con nuestra asamblea nacional popular: un encuentro en el que trabajar juntos por un nuevo Brasil que se realizará a finales de octubre, en Brasilia.

Atentamente,

Secretaría Nacional del MST

São Paulo, agosto 2005