Stédile: "Si Lula no hace la Reforma Agraria, se desmoralizará"

2004-04-02 00:00:00

MST Informa. Año III - nº 59 viernes, 5 de marzo de
2004

"Si Lula no hace la Reforma Agraria, se desmoralizará"

João Pedro Stédile refuerza en entrevista al diario O
Estado de S. Paulo la esperanza que el Presidente Lula
cumpla la promesa de asentar a 410 mil familias hasta
el fin de su mandato. "No sólo por sus compromisos
históricos con la causa, sino también porque se
desmoralizaría si no lo hiciese". João Pedro afirma
también que lo que el movimiento tiene que hacer es "un
trabajo permanente de pedagogía de masas, estimular al
pueblo para que se conciencie, se movilice, debata un
nuevo proyecto para la sociedad y luche. Sin
movilización popular no habrá cambios".

Stédile espera que el presidente cumpla la promesa de
asentar a 410 mil familias.

Por Roldão Arruda del O Estado de S. Paulo, 29/02/04.

Febrero está terminando y hasta ahora el gobierno no
definió de dónde vendrán los recursos para la ejecución
del Plan Nacional de Reforma Agraria anunciado el año
pasado. ¿Cree que el gobierno va a conseguir realizar
las metas que propuso?

El gobierno tiene un compromiso histórico, no sólo con
el MST, sino con la sociedad brasileña, que necesita
hacer la reforma agraria. Si el gobierno Lula no
tuviera capacidad para hacer esa reforma, que es la más
simple de las reformas capitalistas para distribuir
renta, caerá en una desmoralización total. Creemos que
el presidente mantiene ese compromiso y es nuestro
aliado, al lado de toda la sociedad, para derrotar el
latifundio. Es imposible construir una sociedad
democrática y justa mientras existan latifundios con 10
mil, 50 mil hectáreas, algunos de ellos con trabajo
esclavo. De los 350 millones de hectáreas cultivables
existentes en el Brasil, cultivamos apenas 50 millones.
Unos 30 millones por la gente de Roberto Rodrigues, del
agronegocio, y otros 20 millones por la pequeña
propiedad, que abastece al mercado interno. El resto es
un inmenso latifundio especulativo o de pecuaria
intensiva que precisa ser atacado.

Hace pocos días, Vd. participó en un encuentro de
representantes de movimientos sociales, que concluyó
afirmando que es imposible que el gobierno consiga
realizar sus metas en el área social con la actual
política económica.

Los movimientos sociales, de las pastorales sociales
hasta el movimiento sindical, consideran que la actual
política económica está limitada a los parámetros de
manutención de los intereses y ventajas del capital
financiero. No tenemos inflación, tenemos estabilidad
macroeconómica, pero no conseguimos dar una solución a
los problemas sociales. ¿De qué sirve la estabilidad si
los problemas del pueblo sólo aumentan?

¿Qué proponen los movimientos?

Defendemos un proyecto de desarrollo capaz de superar
el frijoles-con-arroz de Palocci, que viene haciendo lo
mismo que las elites hicieron durante veinte años,
pagando impuestos y controlando la inflación. Los
banqueros se enriquecen, las industrias quiebran y el
pueblo no tiene trabajo. Hace falta una política de
inversiones que priorice la industria de consumo de
masas, adopte medidas de distribución de renta, dando
valor a los salarios, para que el pueblo tenga trabajo
y renta y así se forme un amplio mercado interno
consumidor.

El presidente Lula piensa diferente. Ha dicho que es
posible combatir el desempleo con ajustes en esa
política económica.

El consenso de todos los movimientos sociales es que es
necesario cambiar. El vicepresidente y varios ministros
piensan como nosotros. Creo que el presidente también
debe pensar así. Uno de los problemas a los que se
enfrenta es que el Estado no está preparado para
ejecutar reformas. Es un estado contra reformas. Vi con
optimismo la noticia que el ministro (de la Casa civil)
Zé Dirceu se iba a hacer cargo del INCRA y de la FUNAI
y a hacer una reforma administrativa. Esta reforma es
urgente.

Si hubiese cambios, ¿por dónde deberían comenzar?

Podría ser por el control del tipo de interés, para que
quedase al mismo nivel que el norteamericano. Ya que
copian tanto a los Estados Unidos, podían copiar el
tipo de interés. En segundo lugar, el superávit
primario del Presupuesto no debería ser utilizado para
pagar intereses generados por la deuda interna, ya que
ésta puede ser pagada con nuevos títulos e seguir así.
Todo ese dinero debería dirigirse rigurosamente a
inversiones productivas, en fábricas que generen
trabajo y salarios y que produzcan para el mercado
interno. Por otro lado, los recursos públicos deberían
ser concentrados en áreas que mejoran las condiciones
de vida del pueblo y activan la economía, como la
reforma agraria y la agricultura familiar, la
educación, la salud.

¿Cómo ve la implicación del nombre de Dirceu en el
escándalo Waldomiro Diniz?

En primer lugar, defiendo que toda contravención,
practicada en ese gobierno o en los anteriores, debe
ser depurada y castigada. En segundo lugar, creo que
hubo una súper explotación periodística. La llamada
gran prensa pretendió alcanzar al ministro y mantener
al gobierno Lula contra las cuerdas. Eso revela el
grado de manipulación a que puede llevar la
concentración del poder de los medios de comunicación.
En tercer lugar, el gobierno reaccionó bien al cerrar
los bingos. Debería haberlo hecho mucho antes, como
hizo el gobernador Requião, del estado de Paraná.

¿No cree Vd. que se hizo más difícil defender la
bandera de la reforma agraria ante los éxitos que el
agronegocio viene acumulando?

Entre las alternativas que tenemos en la búsqueda de
una política de pleno empleo, que es necesaria y
urgente, la reforma agraria es la más barata, la más
rápida y la que afecta a la población más pobre y
desproveída. El llamado sector del agronegocio, que se
dedica a la exportación, está aumentando la producción
de soja, naranja y caña. Pero eso es una renta
concentrada. Aumenta tan sólo la riqueza de los que ya
son ricos. No aumenta el empleo. Ni el consumo de
máquinas. En la década de los 70, cuando el crédito
rural era más barato y democrático, los campesinos
compraban tractores, y el Brasil vendía alrededor de 75
mil unidades de tractores por año. Pasados treinta
años, con toda esa propaganda del agronegocio, el año
pasado la industria vendió 40 mil unidades. ¿Es ese el
modelo que Vds. quieren?

¿No cree que el estrechamiento de relaciones del
gobierno con el PMDB, donde se concentra un número
significativo de representantes de los ruralistas,
debilita la bandera de la reforma agraria?

La reacción de los latifundistas contra la reforma es
una posición de clase, no de partido. Tenemos políticos
de diferentes partidos que defienden la reforma porque
conocen su importancia. Tenemos incluso dirigentes de
multinacionales, que creen en ella. Encontré brillante
una reciente entrevista al gerente general de la
Pirelli, en la revista Carta Capital, en la que hizo
una defensa contundente de la reforma agraria.

Vd. ha elogiado con cierta frecuencia al presidente del
BNDES. ¿Por qué?

He leído las declaraciones de Carlos Lessa y siento que
él también está ansioso por cambios en la política
económica. Lo vi abogar, frente al presidente del Banco
Central, por que Brasil no crecerá y no se desarrollará
mientras mantenga tipos de interés reales por encima
del 5% anual.

El presidente del BNDES no es el único. En diferentes
del gobierno hay voces discordantes sobre temas
cruciales. No todos los ministros están de acuerdo, por
ejemplo, con la reforma agraria en las claves
defendidas pelo MST.

En las últimas elecciones la población votó por
cambios, contra el neoliberalismo. El gobierno, sin
embargo, no tiene una composición unitaria. Tenemos
ministros neoliberales, ministros mitad y mitad, que
sólo piensan en reformas parciales, y ministros
comprometidos con un proyecto popular. Pero esa no es
la cuestión más importante. En el fondo, la disputa
interna refleja una disputa que existe en la sociedad.
El problema real es la definición de un proyecto para
Brasil. El gobierno solo no tiene fuerza para provocar
una inflexión e implantar un nuevo proyecto.

Parece que los movimientos sociales tampoco tienen
fuerzas, en este momento, para imponer cambios en la
política económica.

Tiene razón. Tenemos todas las condiciones objetivas
para movilizar al pueblo porque los problemas
aumentaron. Para cada anuncio de empleo aparecen
millares de personas, en colas interminables. Cada vez
que hay una tormenta, muere gente, por falta de
condiciones dignas de vivienda y porque los servicios
públicos fueron malogrados. Mientras tanto, los
movimientos de masas viven un período de descenso, que
se prolonga desde 1989. Nuestra función es hacer un
trabajo permanente de pedagogía de masas, estimular al
pueblo para que tome conciencia, se movilice, debata un
nuevo proyecto para la sociedad y luche. Sin
movilización popular no habrá cambios.

¿Eso significa que están intentando acumular fuerzas?

No es momento de plantar lechugas. Es momento de
plantar árboles. Un día de éstos, comenzarán a dar
fruto.