MST 16 años
Lecciones de Pedagogía
(Reflexiones para un proyecto popular de educación en el campo)
El MST tiene dos grandes tareas en la historia: ayudar a acabar con el "pecado mortal" del latifundio,
desconcentrando y volviendo socialmente productivas la tierras de este país inmenso; y ayudar a humanizar a las
personas, formando seres humanos con dignidad, identidad y proyecto de futuro. Esta segunda tarea tal vez sea la
que mejor se viene cumpliendo desde que comenzó a ser gestado.
La obra educativa del MST sugiere, principalmente, respeto a:
- al rescate o a la restitución de la dignidad a millares de familias que vuelven a tener origen y proyecto.
Los pobres poco a poco se van convirtiendo en ciudadanos: sujetos de derecho, sujetos que trabajan,
producen y participan en sus comunidades, afirmando en sus desafíos cotidianos una nueva agenda de
discusiones para el país.
- a la construcción de una identidad colectiva, que van más allá de cada persona, familia, asentamiento. La
identidad del Sin Tierra bajo el nombre propio de luchadores del pueblo, ya no sujetos a una condición de
ausencia: no tener tierra, sino sujetos de una opción: la de las luchas por más justicia social y dignidad
para todos, en un movimiento mucho mayor al MST, el movimiento de la historia, que dice respecto a los
destinos de la humanidad entera...
Ojeando en la historia del MST desde esta perspectiva, nos encontramos con algunas lecciones de pedagogía, o
de cómo los sujetos de una lucha social y de una colectividad en movimiento se ocupan y se preocupan de la
educación. Pensando bien, estas lecciones pueden ayudarnos a reflexionar también sobre nuestras prácticas de
educación en las escuelas. También, nos permiten pensar cómo la escuela entra en este Movimiento y cómo
puede ayudar a cultivar el ser humano que de ella se produce.
Algunas de esta lecciones de pedagogía de la historia del MST para nuestra reflexión:
1.Los Sin Tierra se educan siendo del MST, lo que quiere decir, a través de algunas vivencias humanas
fundamentales, cada una cargada de aprendizajes, conflictos y desafíos:
- la lucha, sus formas y trayectoria histórica;
- la organización colectiva, su modo y su mística;
- el trabajo, su reconquista y aquellas nuevas relaciones de producción;
- el reencuentro con la tierra, tierra de trabajo, de lucha, de raíz y de sentimiento.
- la vida en movimiento, origen y proyecto, histórico.
2.El que mueve a las personas es la necesidad. Lo que mantiene a las personas en movimiento son los
objetivos, los principios y, principalmente, los valores, que alimentan y se cultivan en cada acción y son
básicos en cualquier proceso educativo. Los sin tierra entraron en la lucha motivados por la necesidad de
sobrevivir sin volverse "marginales". Después que pasan a tener esta necesidad mínimamente atendida se
pueden acomodar o pasar a luchar solo por cuestiones corporativas. Serían diferentes si la pedagogía del
movimiento fuera capaz de transformar sus viviencias educativas en valores, y en un modo de vida,
producido y reproducido (recreado) en cada grupo de generación en generación.
3.La niñez y la juventud de los asentamientos ya viven o hasta nacen como herederos de las conquistas
de dignidad. Pero no conseguirán mantener y reproducir estas conquistas, y tampoco honrarán el nombre
propio Sin Tierra, si no heredan la identidad colectiva construida en el proceso de lucha: los valores y
principios de los luchadores del pueblo. Solo que valores y principios no se heredan sin el cultivo
consciente, sin la intencionalidad pedagógica de quien los produce o de quien los escoge heredar.
4.Hay una gran responsabilidad que pesa en los hombros de quien trabaja con la infancia y la juventud
de los acampamentos y asentamientos de los Sin Tierra: la responsabilidad por el cultivo de esta
identidad, ayudando para que los aprendices y los valores producidos en lucha no se pierdan, no se desvíen,
ni se degraden. Trabajar con la infancia quiere decir trabajar también con los adultos. Esta es una herencia
que no se pasa si no se sabe que se tiene. Hay muchos asentados que no se identifican más como Sin
Tierra. Hay muchos niños asentados que no conocen o ya comenzaron a olvidar su propia historia. Por otro
lado, en la sociedad hay muchas personas que igualmente sin tener una relación directa con la tierra esta
diciendo: ¡todos somos Sin Tierra!. Esto nos debe hacer reflexionar y actuar...
5.¿Y por qué es importante que la niñez y la juventud herede la identidad Sin Tierra? Para que el MST
no acabe? Por lo menos mientras no se logren sus objetivos. Pero principalmente por que en este nuestro
tiempo de caos social y de degradación humana, los Sin Tierra proyectan una manera de ser humano que
cuestiona al que está ahí, proyecta una postura no conformista frente al mundo, y los valores humanos
que sostienen una lucha permanente por la vida, no de algunos, sino de todos. Cuando un niño dice con
orgullo: soy Sin Tierra, o soy un Sin Tierrita del MST, más posibilidades tenemos de estar produciendo
un nuevo eslabón en la corriente de la tradición de la historia de los luchadores del pueblo. Cuando crezca
este niño podrá no ser del MST, e incluso podrá escoger no trabajar, o vivir en un asentamiento. Pero si
fue "bien educado" ciertamente no escogerá dejar de lado los valores humanos que aprendió participando
de esta historia.
6.Las personas se educan mucho más por las acciones que por las palabras. El MST forma a los Sin
Tierra poniéndolos en acción permanente, e incluyendo en esta acción también el reflexionar sobre ella.
Es para la acción que los Sin Tierra van aprendiendo que nada es imposible de cambiar, ni siquiera las
personas, su manera, su postura, su modo de vida, sus valores.
7.¡Ser Movimiento es estar en movimiento! En el Movimiento las personas aprenden que el mundo y el ser
humano estan para ser creados, y que el movimiento de la realidad, compuesto básicamente de
relaciones que necesitan ser comprendidas, producidas o transformadas, debe ser el gran maestro de este
hacer. Esta es una lección que necesita ser cultivada en todos los tiempos y espacios donde esté una
familia Sin Tierra.
8.No hay cómo mantenerse como un luchador del pueblo sin una perspectiva histórica. Y esto exige dos
dimensiones de formación muy importantes. La primera, que generalmente los Sin Tierra comienzan a
aprender en el acampamento, es que su vida también es historia, y que ya están siendo sujetos de la
historia. La segunda, del aprendizaje más complejo y demorado, es pasar a ver la realidad con una
perspectiva histórica. Divisar cada acción o situación en un movimiento entre pasado, presente y futuro, y
comprender las relaciones con otras acciones, otras situaciones, una totalidad mayor. Es este mirar que
nos ayuda a valorizar, y al mismo tiempo relativizar cada derrota o cada victoria, manteniendo el horizonte
utópico como referencia para continuar luchando. Cultivar la memoria de la lucha y conocer más
profundamente la historia de la humanidad son aspectos fundamentales de lo que puede ser llamado
pedagogía de la historia.
9.La mística es el alma de los luchadores del pueblo. Ella es la fuerza, la energía cotidiana, que tiene
animada a la familia Sin Tierra a continuar en la lucha, ayudando cada persona a visualizar y mantener la
utopía colectiva. La mística es aquel sentimiento materializado en símbolos, que nos hace sentir que no
estamos solos, que son los lazos que nos unen a otros luchadores lo que nos dan más fuerza para proseguir
en la construcción de un proyecto colectivo. En el MST la mística tiene una dimensión educativa muy
importante: ayuda a los militantes más antiguos a cultivar los valores y la memoria simbólica que los
mantiene en el camino; y a las nuevas generaciones o a cada Sin Tierra que entra en el Movimiento, ayuda
en la disposición personal de entrar en el proceso y la vivencia de las acciones de forma más humana y
plena, siendo una especie de ritual de acogida, que hace que las personas se sientan parte del Movimiento
aun antes de conocer toda su dinámica. Cultivar la mística es parte fundamental de lo que entendemos por
formación humana.
10.Vemos el mundo de acuerdo con el terreno que pisamos. Un sin tierra que se quede siempre afincado en
su terreno tendrá una visión del mundo del tamaño de ese terreno, y ciertamente será una visión con cercas
aún no derrumbadas en su cabeza. Este asentado no continuará siendo un Sin Tierra, porque esta identidad
implica movimiento, y una visón real del mundo, en un proceso permanente de derrumbar cercas, de todos
los tipos. ¿No es la misma cosa que se puede decir de un profesor que nunca sale de los límites de su
escuela? Su visión del mundo tendrá paredes, las mismas que ciertamente aún no derrumbó de su
concepción de escuela, aunque dicte clases bajo un árbol...
11.Cuanto más el MST comprende el tamaño y la complejidad de la lucha en que entró, más cree en la
importancia de la formación humana, se da más cuenta de las diversas dimensiones que esto implica, y
valoriza más la escuela, como un lugar donde esta formación también puede tener lugar, y los educadores,
como personajes que pueden hacer mucha diferencia en el desenlace de su historia. La lucha por el
derecho a la escuela comenzó prácticamente junto con la lucha por la tierra en el MST. Pero en el
comienzo no se tenía muy claro el que una cosa podría tener que ver con la otra. En el comienzo, estudiar
era visto como un derecho. Hoy es visto como un derecho y un deber. Sin Tierra que no estudia, sea en la
escuela o en otro lugar, esta listo a perder la letra mayúscula de su nombre. Y escuela donde no se estudie,
también no puede ser considerada una escuela del MST. Solo que estudiar también paso a tener un sentido
cada vez más amplio, ya distante de aquello que pasa en muchas escuelas que conocemos...
12.La pedagogía del movimiento no cabe en la escuela, porque el movimiento de la formación humana no
cabe en la escuela, pero la escuela cabe en la pedagogía del movimiento. Y cabe más aún cuando se
dispone a retomar algunas de sus tareas de origen, y que tiene que ver con el cuidado pedagógico de las
nuevas generaciones, de modo que ellas se desenvuelvan como seres humanos más plenos, más felices.
Hace algún tiempo la escuela dejó de ser un lugar de formación humana. No es sobre eso que los
profesores han discutido. Si la escuela se vuelve a preocupar con la formación humana, pasará a prestar
más atención a los sujetos que la ocupan, y dialogando con ellos se darán cuenta de cómo puede ayudarlos,
como personas, como sujetos sociales. También se dará cuenta de que necesita alterar en su lógica para
que personajes como los Sin Tierra sientan la escuela como su "casa", su lugar de educación.
13.La escuela que ayuda más en la tarea de formación de los Sin Tierra es la que se abre al movimiento
como sujeto educativo; que dice de si misma como institución ocultada sobre su propia lógica y va al
encuentro de las vivencias educativas que acontecen fuera de ella, dialogando con sus sujetos, aprendiendo
y enseñando junto con ellos. En otras palabras, se trata de una escuela que acepta entrar en el proceso, y
ayuda a hacer la lectura de los asuntos que él va colocando en su movimiento. A veces serán los Sin Tierra
quienes empujen a la escuela, otras veces será la escuela quien empuje de los Sin Tierra... Sin idealismos,
refinamientos, fantasías, más con compromisos humanos comunes.
14.Lo que el MST espera de las escuelas es que ayuden especialmente en el cuidado pedagógico de la
infancia Sin Tierra. Los niños nos recuerdan que estamos hablando de un movimiento que puede durar la
vida entera. Cuidar de alguna cosa implica en tener intimidad, sentir de adentro, acoger, respetar, dar
consejo, pulirse con ella. Es preciso cuidar de la identidad de la infancia Sin Tierra respetando la
pedagogía del movimiento y las características y necesidades propias de este tiempo de vida, y
garantizando la convivencia educativa con sus iguales. Los niños darán su propio mensaje cuando
inventaron el nombre Sin Tierrita: queremos ser Sin Tierra, sin dejar de ser niños; pero no somos
cualquier niño, somos Sin Tierritas, sin dueño, Sin Tierrita, con amor. Así es como ustedes nos deben
cuidar...
15.En cada momento histórico hay tareas pedagógicas que se destacan como imprescindibles. En el momento
actual la escuela no puede dejar de tener una intencionalidad específica en la formación de valores.
Valores que se contrapongan a la degradación humana que predomina en nuestra sociedad. En el caso de
las escuelas donde están los Sin Tierra son especialmente los valores de los luchadores del pueblo los que
pueden ser reforzados. Valores como los siguientes: esperanza, solidaridad, confianza en sí mismo y en
los otros, sensibilidad humana, indignación ante las injusticias, capacidad de soñar, coherencia, alegría de
vivir y de luchar por la vida, compañerismo, compromiso con las causas del pueblo...
Para poner en práctica la pedagogía y propuesta de escuela que estamos discutiendo es preciso, más que todo,
una actitud pedagógica de fondo, una forma de ser educador que comparte con los valores producidos en
esta historia de formación humana que es la historia de los Sin Tierra, y que se abra al movimiento como
principio educativo, también de sí mismo. Que cuide y se deje cuidar por el Movimiento, ayudando a hacer de
la pedagogía de quien ocupa la tierra, un arte de labrar la vida y producir gente.